martes, 16 de febrero de 2021

EL PUÑAL RUSO AL ACECHO

 RECÓNDITOS MISTERIOS DE LOS INCAS

Por increíble que parezca, los an­tiguos peruanos desarrollaron sus grandes culturas sin tener lengua escrita ni moneda. Comerciaban ex­clusivamente mediante el trueque. (Los metales preciosos eran sagra­dos —el oro se consideraba el "su­dor del Sol"— y se usaban sólo con propósitos religiosos, o para la gen­te de la nobleza.)

El origen de las artes culturales peruanas sigue siendo motivo de conjeturas. Algunos indicios (como la aparición de estatuillas de ce­rámica, semejantes a las de Asia Oriental, hacia el año 200 a. de J.C.) hacen pensar en cierta influen­cia traspacífica. No obstante, cuando dos pueblos muy alejados entre sí tienen los mismos problemas, mate­riales y oportunidades, a menudo en­cuentran soluciones similares; y, de haber habido contacto transoceáni­co, seguramente los peruanos ha­brían adquirido la idea de un len­guaje escrito, y aprendido el uso de la rueda. Con todo, quedan en pie algunas incógnitas interesantes: ¿Por qué habrían de surgir zampo­ñas o chirimías afinadas en el mismo tono, y con la misma escala musical, en América del Sur y en el Pacífi­co Occidental? ¿Por qué las vasijas peruanas del siglo VI habrían de representar rostros en apariencia orientales, mientras que otras tie­nen facciones africanas o árabes?- RECÓNDITOS MISTERIOS DE LOS INCAS Por Ronald Schiller Selecciones del R.D. Oct. de 1982

  

EL PUÑAL RUSO AL ACECHO

En Cuba se lleva a cabo silenciosamente una colosal campaña militar, con lo cual este país, satélite de los soviéticos, se con­vierte en grave amenaza para la seguridad de Estados Unidos.

Los aviones soviéticos de reconocimiento que, con base en Murmansk, vuelan a Cuba, hancruzado más de cien veces la Línea de Identificación de la Defensa Aérea de Estados Unidos sobre el Atlántico Norte. Estas fotos muestran que los Tu-95, aviones rusos de reconocimiento, vuelan tan cerca de los interceptores estadounidenses, que los rostros y gestos de los tripulantes soviéticos son fácilmente visibles.

POR RALPH KINNEY BENNETT Y
JAY MALLIN Selecciones del R.D. Oct. de 1982

DÍA TRAS día entran buques soviéticos en el bullicioso puerto de Mariel. Como parte del multimillonario cordón de salvación tendido a la economía cubana, en continua zozobra, los navíos descar­gan en ocasiones harina refinada, ce­reales o pesca congelada de la flota pesquera soviética. Pero, muy a me­nudo, lo que las grúas levantan en las dársenas de Maríel es alimento de guerra: aviones cazabombarde­ros MiG-23 construidos por los so­viéticos, tanques, proyectiles, ame­tralladoras ... para alimentar un enorme conjunto de aeródromos, emplazamientos de radar y otras ins­talaciones militares de la isla, dis­tante 145 kilómetros de Estados Unidos.

La afluencia de equipo militar so­viético a Cuba ha alcanzado niveles nunca vistos desde los días anterio­res al conflicto de los proyectiles cubanos de 1962, cuando el presi­dente John Kennedy supo esgrimir la indiscutible superioridad estratégica estadounidense para hacer frente al primer ministro Níkíta Khruschev, y obligarlo a retirar los proyectiles de alcance intermedio que apuntaban a Estados Unidos. No obstante, desde esa época los so­viéticos, al tiempo que han igualado —y en algunos casos aventajadoa Estados Unidos en fuerza estraté­gica, han trasformado callada y de­liberadamente a su Estado satélite en una valiosísima posesión militar.En ninguna otra parte del mundo, fuera del Bloque Oriental, ha gas­tado Moscú tanto o colocado tan­tas instalaciones militares como en Cuba. Allí invierte 3.000 millones de dólares al año: cinco veces la can­tidad que Estados Unidos destina para ayudar a toda Latinoamérica. De ahí la desproporcionada anoma­lía en Cuba. Esta nación isleña, de unos 10 millones de habitantes, mantiene un ejército de 225.000 hombres: dos veces más que Méxi­co, cuya población suma 70 millo­nes. Semejante expansión militar en un país que casi carece de crecimiento económico, indica que sencillamente Cuba es un costoso dispositivo militar para la URSS.
Hasta ahora, este desembolso de los rusos ha valido la pena. A través de Cuba, han dirigido su poder sobre apartados sitios del planeta y explotado las zonas conflictivas, sin que sus tropas participen directamente. Pero, mientras que las actividades cubanas en países como Angola y Nicaragua acapararon la atención del mundo, no se ha advertido el mayor peligro potencial que representa Cuba: es un puñal, puesto por manos rusas en la garganta de Estados Unidos. La amenaza se manifiesta en tres formas:
1. Las grandes instalaciones que la URSS tiene en territorio cubano le permiten observar todo el aparato de seguridad nacional estadounidense.
2. Cuba pone a los soviéticos a horcajadas sobre las más importantes rutas aéreas y marítimas que unen a Estados Unidos con sus aliados europeos.
3. A estas alturas, la mancuerna militar ruso-cubana es tan poderosa, que distrae una parte cada vez mayor del Ejército norteamericano, la cual podría ser necesaria en alguna zona de crisis.
Al sur de La habana y cerca del pequeño pueblo de Lourdes, se yergue una  serie de alrededor de 50 edificios atestados de moderno equipo electrónico, al que sólo algunos de los 10.000 rusos que viven en la isla, y ningún cubano, tienen acceso. Se trata de uno de los principales emplazamientos soviéticos fuera de Rusia; es un complejo supersecreto de vigilancia electrónica, dirigido fundamentalmente contra Estados Unidos.
Si los bombarderos estadounidenses B-52 realizan sus prácticas de penetración a bajo nivel desde Florida hasta Luisiana o Virginia, los soviéticos graban las inconfundibles emisiones electrónicas de los aviones, para ayudar a sus fuerzas de defensa aérea en caso de guerra. Cuando las tropas maniobran en Fort Benning (Georgia) y se comunican por radio, los rusos penetran en las tácticas estadounidenses en el campo de batalla. Tanto la comunicación radiada desde los cuarteles generales de la Flota del Atlántico, como las emisiones de radar de los portaaviones estadounidenses frente a la costa oriental, son captadas a través de Lourdes. Cuando los generales del Pentágono conversan vía satélite con las bases del Pacífico y Europa, los rusos escuchan.
En Estados Unidos, los "díplomáticós" soviéticos y cubanos graban por sistema miles de telefonemas trasmitidos por microonda a la vez; aumentan la velocidad de las grabaciones y las envían por radio a Cuba mediante "estallidos" ininteligibles. En Lourdes, los expertos soviéticos utilizan computadoras para clasificar las llamadas por números telefónicos o palabras clave, y se concentran en las que parecen contener datos de espionaje. Aunque tienen capacidad para escuchar millones de llamadas telefónicas de los estadounidenses, prestan especial atención a las que se hacen desde las industrias de la defensa, del Departamento de Estado, del Pentágono y del Congreso. ¿Está un sargento de la Fuerza Aérea en el Pentágono recibiendo llamadas telefónicas por haberse retrasado en el pago de su pago de su coche? Quizá esté preparado para vender secretos. Y esperan que hasta de la charla frívola de un ayudante del Congreso, salga era la pieza    - faltante de un rompecabezas relativo a la adquisición de armas por parte de la Marina.Desde la base aérea de San Antonio de los Baños (en la costa sudoeste de La Habana), enormes aviones de reconocimiento Tu-95 de la Fuerza Aérea, realizan vuelos para escuchar las comunicaciones a lo largo de la costa oriental de Estados Unidos y para espiar a los barcos de la Flota del Atlántico. Hace tiempo, tales misiones exigían fatigosos vuelos sobre el polo desde Murmansk. Pero hoy, la base en Cuba permite a las descansadas tripulaciones permanecer más tiempo sobre el Atlántico y reaccionar más rápidamente a la actividad militar estadounidense. La razón de estos frecuentes vuelos de vigilancia se funda en las concurridas rutas marítimas del Golfo, del Caribe y del Atlántico. Estas SLOC (siglas en inglés de rutas oceánicas de comunicación), como las llaman en la Marina, son la línea vital de comunicación entre Estados Unidos y Europa. En caso de guerra, la mitad de los suministros para las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) saldrían de puertos del golfo de México. En la actualidad, el 45 por ciento del petróleo crudo estadounidense, , el 44 del tonelaje procedente del extranjero y el 66 del crudo europeo, deben cruzar el mar Caribe o las SLOC del Atlántico Sur.
Por eso cobra importancia la pequeña Marina de Cuba. Sus dos submarinos Foxtrot, de construcción soviética y motor de diesel, con un radio de acción bajo el agua de 18.000 kilómetros, son sumamente silenciosos en su trayecto bajo la superficie.
Cuba también cuenta con una fragata, proporcionada por la URSS, provista de misiles buque a buque, y con 25 lanchas torpederas. Sus MiG-23, algunos de ellos pertrechados con indicadores de láser y con municiones de precisión controlada, tienen un radio de acción de 1.000 kilómetros, lo que hace que estos aviones sean armas temibles en los ataques a barcos.
Para Estados Unidos, la Marina cubana no sería la única preocupación en una situación crítica. La visita que en 1981 realizaron a puertos cubanos un crucero soviético y dos fragatas con misiles teledirigidos, es un botón de muestra de la creciente presencia naval rusa en aguas hasta hace poco consideradas del dominio estadounidense. En 1970, los buques de guerra del Kremlín realizaron un total de 200 días de navegación en el Atlántico Sur; en 1980 la cifra ascendió a 2.600.
Últimamente, los oficiales del Servicio Secreto norteamericano han acumulado pruebas fotográficas de que se está construyendo una enorme instalación naval en el puerto de Cienfuegos, en la costa sur de Cuba. El ambicioso complejo va más allá de las necesidades de la Marina, compuesta por 117 buques y 11.500 hombres. Al decir de algunas fuentes estadounidenses de espionaje, o la URSS pretende incrementar considerablemente la escuadra de Castro, o se prepara para abrir su primera base en América.No resultará fácil afrontar esa amenaza. Moscú ha tenido cuidado de proteger a su vasallo cubano con una de las defensas aéreas más formidables del orbe. A lo largo de la costa septentrional de la isla, los soviéticos manejan una cadena de radares de detección inmediata, capaces de descubrir aviones a una distancia de hasta 500 kilómetros mar adentro. Podrían guiar a los 200 cazabombarderos MiG de Cuba al encuentro de aviones que se aproximaran por el estrecho de Florida, el golfo de México y las Bahamas. Este sistema recibe apoyo de 100 bases de lanzamiento de proyectiles tierra-aire, y de cientos de puestos de ametralladoras antiaéreas.
Comparadas con el arrollador poderío naval estadounidense, las fuerzas bélicas de Cuba quizá parezcan insignificantes. Pero ganarían un tiempo que tal vez las fuerzas armadas de Estados Unidos necesiten para acudir urgentemente a otro lado; por ejemplo, para cerrar el paso de Groenlandia, Islandia y Noruega, y así evitar que el grueso de la Armada soviética irrumpiera en el Atlántico y atacara los convoyes estadounidenses enviados a Europa. El evidente peligro que supone una Cuba sovietizada, ha llevado a que se sugiera tomar algunas providencias, como imponer sanciones comerciales comerciales a Rusia (es posible que una parte de los cereales soviéticos destinados a la isla, se hubieran adquirido de Estados Unidos) y estrechar el embargo comercial contra Fidel Castro. Pero ahora se podría poner en práctica una medida sencilla y prudente: trazar una línea de aguas altas en el Caribe ... ni más ni menos. Es preciso que La Habana y el Kremlin se convenzan de que no se les aceptará ningún incremento (en calidad o en cantidad) de efectivos militares en la isla. Quizá Estados Unidos considere la posibilidad de apostar más armas —por ejemplo, los proyectiles crucero en Florida— para neutralizar eficazmente la amenaza cubana, o de amagar a la URSS enviando fuerzas navales estadounidenses al norte de Noruega, en el océano Indico o en el norte del Pacífico. Como quiera que sea, lo menos que debe hacer Washington es trazar esa línea sobre la mancuerna cubano-soviética, si es que quiere seguridad y paz en el hemisferio.
FOTOS POR EL SARGENTO MAYOR R. DIAZ. DE LA FUERZA AEREA DE ESTADOS UNIDOS

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