sábado, 26 de junio de 2021

EL PAPEL "PERFECTO" ( No es para tí) -Por KIRK DOUGLAS

A veces, hasta los actores de renombre tienen que hacer frente al rechazo

EL PAPEL PERFECTO

Por KIRK DOUGLAS

A nadie le gusta que lo rechacen. El rechazo significa: no te quiero, no me gustas. Todos hemos solicitado algún empleo que no nos dieron. Pero, en mi opinión, esos reveses son más fuertes para los actores, pues es a ellos, como personas, a quienes se está rechazando. Se trata de algo muy personal.

Cuando uno empieza su carrera de actor trataa de volverse inmune al rechazo, pero nunca lo logra del todo; el rechazo siempre duele. Finalmente, si uno tiene suerte, se convierte en estrella. Entonces ya no tiene que presentarse a audiciones para que le den algún papel; éstos le llegan a uno, y uno decide si los acepta o no. Los actores de renombre rechazan muchas ofertas porque hay muchos papeles malos, pero de vez en cuando les llega algo especial, como Wrestling Ernest Hemingway ("Lu-chando contra Ernest Hemingway").           

El libreto llegó a mis manos en 1993. Era la historia de una amistad, cada vez más entrañable, ,entre dos viejos que han llegado al ocaso de su vida. El guión me cautivó de inmediato. El papel de Frank, el vagabundo vulnerable que se las da de macho, me venía como anillo al dedo

El otro papel, el del tímido peluquero cubano, se lo habían dado a Robert Duvall, un excelente actor, lo que me dio mucho gusto. . La directora era Randa Haines, quien había dirigido, entre otras películas, Children ofa Lesser God ("Hijos de un dios menor"). Jamás me había dirigido una mujer, y esperaba con enorme ansia esta nueva experiencia.

Tratando de contener mi emoción llamé a mi representante.

—Ese papel me queda perfecto.

—Sí, lo harías muy bien, pero…

Empezó  a vacilar— La Warner Brothers quiere que tú..

Pues cierra el trato

Después  de una larga pausa, me dijo que tenía que entrevistarme con la directora

Randa Haines vino a mi casa. Charlamos  animadamente durante largo rato, y le conté

acerca de mi vida y de por qué me identifica con el personaje de Frank. Ella me escuchó con atención

Para  impresionarla ún más, me puse de pie y  le hablé de mi padre.

—Era un campesino ruso, ¿sabes? Nunca fue a  la escuela. Quería dejar de  fumar, y ¿cómo crees que lo logró? Se ponía un cigarrillo en la bolsa de la camisa. Cuando le daban ganas de fumar, lo sacaba y lo miraba fijamente. '¿Quién es más fuete?', preguntaba. '¿Tú o yo? Yo  Soy más fuerte'. Luego lo volvía a guarden en el bolsillo".

Según yo, estuve brillante. Ella sonrió.

Al día siguiente me telefoneó mi representante

 Realmente le caíste muy bien a Randa, Kirk. Pero... bueno... —Empezó a tartamudear

—¿Qué

—Ella prefiere a Richard Harris.

Tragué saliva. Yo lo conocía. Había trabajado con él.

—Es muy bueno —dije—, pero yo soy el actor perfecto para ese papel.

—Kirk, tú sabes que el estudio te quiere a ti, pero ella opina que Harris es el más indicado para representar al personaje.

—Entonces, ¿en qué quedamos?

—Bueno...

Se puso a tartamudear de nuevo, pero lo dijo. El estudio estaba presio­nando para que los acto­res se sometieran a una prueba cinematográfica.

— ¿Una prueba? —ex­clamé, incrédulo.

—Si quieres el papel, tienes que presentarla.

Eso era en verdad hu­millante. No había vuel­to a presentarme a una audición desde mi lle­gada a Hollywood en 1946. Pero no podía dejar en lo mucho que me interesaba este papel. Qué diantres, me dije. Si crees que es el papel perfecto para ti, presenta la prueba.

Randa me dio varias páginas del guión. El día convenido me dirigí al estudio muy de mañana. Me reuní con el equipo de filmación, con mu­chos de cuyos integrantes había yo trabajado en distintas películas a lo largo de los años. Se mostraron sorprendidos de que fuera yo a hacer una prueba. Abochornado, quise salir del paso bromeando con ellos, pero no me sentí bien hasta que llegó Randa y empezó la prueba.

Trabajamos toda la mañana. Ha­bía una escena que era particular­mente difícil porque yo tenía que correr de espaldas por toda la habi­tación, y mis pobres rodillas y mi espalda me estaban matando. Sin embargo, Randa se mostró muy comprensiva y nos entendimos a la perfección. Cuando to­do terminó, me sentía exhausto, pero feliz. Esa noche recé para que me dieran el papel.   ;;‑

Pasaron varios días sin que yo recibiera noticias. Finalmente me llamó mi representante.

—¿Qué ha pasado? —le pregunté.

Randa no ha cam­biado de opinión. Quiere a Richard Harris.

De modo que le dieron el papel a Harris.  

Traté de no manifestar mi desilusión, pero la verdad es que me sentía de­cepcionado; abatido. Quería llorar. Pero estimo a Richard, así que le es­cribí una nota:

"Querido Richard:

Es un magnífico papel. Me hubie­ra encantado interpretarlo, pero sé que tú lo harás muy bien".

Luego pensé que hay que saber perder, y le escribí otra nota a la di­rectora. Con todo, me sentía profun­damente herido en mi amor propio. Estaba seguro de que la película sería un éxito, y tenía envidia de no poder participar en ella. Los celos son uno de los sentimientos mezquinos que desarrollamos en esta inestable pro­fesión. No nos alegra el triunfo ajeno; nos da envidia.

Cuando terminaron de rodar la película, yo estaba impaciente por verla. Conseguí un vídeo de la cinta antes de que la estrenaran, me ence­rré con llave en mi alcoba y me puse a verla casi sin pestañear.

Conforme se sucedían las escenas, me iba sintiendo cada vez más per­plejo. La que yo creía que iba a ser una cinta ligera y amena estaba resul­tando ser una película lenta y aburri­da, y la historia de la creciente cama­radería entre los dos ancianos no llegó a cuajar.

Debo de estar equivocado, pensé. Debo de estar juzgándola mal porque no me dieron el papel que quería. Pero la película recibió muchas críticas ne­gativas, y no duró mucho tiempo en cartelera.

¿Cuál es entonces la moraleja de esta historia? Da gracias a Dios por no concederte todo lo que le pides. Dios tiene sentido del humor. A ve­ces mira hacia abajo mientras reza­mos, y ríe. " ¿Cómo le digo a este tipo que Wrestling Ernest Hemingway va a ser un fracaso? ¿Cómo le digo que lo mejor que puedo hacer por él es no escuchar sus plegarias?"

Una cosa he aprendido: Dios siem­pre da respuesta a nuestras oraciones, pero a veces la respuesta es "No".

SELECCIONES DEL READER'S DIGEST — JULIO 1998

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