VIENTOS REFRESCANTES DEL ESPIRITU *MATHESON* 19-21

 VIENTOS REFRESCANTES DEL ESPIRITU

GEORGE MATHESON

LONDRES

1890

(Pastor y escritor, quedó ciego desde su adolescencia)

VIENTOS REFRESCANTES DEL ESPIRITU *MATHESON* 19-21

LA IRA DEL ESPIRITU

"Y el Espíritu de Dios vino sobre Saúl cuando oyó esas noticias, y su ira se encendió grandemente." (1 Samuel 11:6)

¡Qué extraño efecto del Espíritu! Hubiera buscado cualquier cosa menos eso. Pensaba que el Espíritu de Cristo significaba amor; aquí me dicen que su misión era crear ira. Sí, pero ¿nunca has oído hablar de una ira compatible con el amor? ¿Nunca has leído sobre "La Ira del Cordero"? ¿Crees que el Cordero perdió el Espíritu Divino al estallar en ira? No, fue la presencia de ese Espíritu la que le dio su ira. Hay una ira humana y una ira divina. La ira humana resiente el dolor; la ira divina se enoja contra  el mal. La ira humana está herida en su orgullo; la ira divina está herida en su corazón. La ira humana lamenta la herida a sí misma; la ira divina lamenta la herida a Dios. La ira humana clama venganza; la ira divina clama expiación.

Espíritu de Cristo, que has venido a consagrar toda mi naturaleza humana, consagra también mi ira. No has venido a destruir, sino a transformar. No has venido a mutilar mis poderes actuales, sino a redimirlos de la mutilación. Hay momentos en que hago bien en enojarme, pero en estos me he equivocado. Estoy enojado con la calabaza porque se marchita; debería estar enojado con la causa de su marchitamiento. Anhelo vengar una ofensa individual, pero no me importa el principio del que surge. Crea en mí tu propio horror divino por aquello que la marchita... Inspírame con ese "amor al amor" que implica "el desprecio del desprecio y el odio del odio". Inspira en mí ese gemido del espíritu cuyas lágrimas no nacen de debilidad, sino de santa pasión: la pasión contra la malicia, el odio, la envidia y toda falta de caridad. Despiértame a la compasión por ese celo ardiente que ardía de indignación al ver profanado el templo de la vida.

Las pasiones de mi corazón pertenecen ahora al dinero de la injusticia; transpórtalas al servicio de la justicia, y se convertirán en tus amigas. Cuando tu fuego bautice mi alma, sabré lo que es "enojarse, pero no pecar".