sábado, 23 de julio de 2022

CUENTOS DE LOBOS A LA LUZ DE LA LUNA- 26 Febrero de 2022

MI HISTORIA DE LOS DÍAS SABADOS 

  Por.  Un apasionado por la historia huehueteca/Autor del Blog

quién se inspira en su gran amor por su ciudad natal

QUIÉN DEDICA ESTA HISTORIA  AL PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y AL ESPIRITU SANTO

CUENTOS DE LOBOS

A LA LUZ DE LA LUNA,

EN UNA NOCHE DE FOGATA

Sábado 26 de Febrero, del año del Señor  2022,

Tío Daniel, sus sobrinos Jorge, Ricardo, Luis;  y Susana del Cielo y Mar, acompañados por Sarah Elizabeth y sus señores padres; están celebrando una noche de fogata en un terreno ubicado en el cerro de la cruz, entre San Lorenzo y Jumaj, del municipio de Huehuetenango, Guatemala, América del Centro.

 Se les han unido también Felipe “el escritor”, y Estanislao “El soñador”.

 Es una noche muy alegre y especial. 

Han degustado una deliciosa cena de cordero a la barbacoa, tomado buen café o chocolate con leche, según cada participante decida.

 Sentados alrededor de la fogata, la luz de las llamas les ilumina el rostro con un resplandor de color rojo, los ojos de algunos, dado el ángulo donde se encuentren brillan y se asemejan según la imaginación de Susana al brillo de los ojos de un lobo, por lo que riendo, expresa en voz alta una inquietud.

 —Amigos, al resplandor de la fogata, los ojos de algunos me recuerdan la forma como brillan los ojos de un lobo; por favor pido a tío Daniel, a Felipe y a Estanislao, que cada uno tenga a bien, narrarnos un cuento relacionado con los lobos.

 Todos  apoyan la idea, y aplauden entusiastamente, pidiendo que sea tío Daniel quien inicie.

 Él principia su participación de esta manera:

 En mi niñez, leí en la revista llamada Selecciones, un resumen de un cuento del escritor norteamericano  Jack London. Fue hace muchos años, que espero mi memoria me ayude.

  Se titulaba El llamado de la EspecieAllí nos cuenta de un cazador que vivía en el territorio del Yukón, Canadá. Vivía solo, aislado, buscaba afanosamente pepitas de oro en un  río.

 Un día encuentra a un cachorro abandonado de perro en el camino, y lo adopta como su única familia.

  El  cachorrillo va creciendo hasta convertirse en animal de gran estampa, porque era producto del amor de una perra con su correspondiente pareja, un gigantesco perro..

 Buck era un perro mestizo de grandes colmillos blancos, que lo defendía no solo de los ataques de  los indígenas, sino también de los lobos.

 No obstante, en las noches oscuras y de luna,  al escucharlos aullar en la lejanía, este animal sentíase muy intrigado y a la vez atraído por los aullidos de los lobos.

 Un día el perro va muy de mañana a dar una de sus correrías muy lejos del hogar y de la compañía del buscador de oro.

 Al atardecer regresa muy ansioso, esperando saludar muy contento a su amo, pero encuentra la cabaña silenciosa, destruida y quemada, y flechas clavadas en las puertas,  que el fuego no había destruido aún.

  Con gran tristeza el perro encuentra al cazador con varias flechas clavadas en su cuerpo.

 Por varios días y noches el perro ronda y permanece alrededor de lo que fue su antiguo hogar.

 Cada noche, escuchaba en la lejanía aullar a una manada de lobos.

Le atraían tanto esos aullidos, que le erizaban los pelos del lomo, que una noche sale corriendo a lo profundo del bosque.

 Corre y corre velozmente por la selva, hasta que llega a un  lugar donde aúlla la manada.  Allí se traba en mortal combate con el macho Alfa. 

 Buck, el perro mesclado con lobo, vence fácilmente al líder, y desde ese momento olvida todo nexo amoroso con los humanos.

 La siguiente noche, buck  y su manada atacan fieramente a un guerrero indio, de la tribu que asesinó a su amo y lo matan despiadadamente.

 A partir de ese momento, da rienda suelta a su odio vengativo hacia esa tribu.  

 El pavor cunde entre  los indígenas, y hablan temerosamente del gran lobo blanco, fiero y despiadado, rápido como el rayo, que elude sus lanzas y les destroza la yugular a todo guerrero que encuentre desprevenido en el bosque.

 Estimados oyentes, espero les haya gustado mi relato, y ahora dejo el tiempo, con Estanislao.

 —Gracias, Daniel, —mi relato lo titularé:

“San Francisco  apacigua al ferocísimo lobo de Agubio

 — ¡uy! —exclama más riendo que asustada, Sarah Elizabeth.

 — Cuando San Francisco de Asís, vivía en la ciudad de Agubio, de repente apareció un feroz y grande lobo.  Los hombres salían armados como si fuesen a la guerra, para darle caza, pero el astuto animal los evadía, y ¡ay ¡de aquel a quien encontrase en solitario, pues su funeral ya estaba asegurado.

 Nadie se atrevía ya a salir fuera de sus casas, las siembras se arruinaban, el ganado disminuía, los hombres, mujeres y niños, morían.

 Un día San Francisco, compadecido del sufrimiento de estas gentes, convoca al pueblo, y les pide que  vayan todos juntos a buscar al sanguinario animal.

 Al llegar a la guarida, el lobo sale gruñendo, mostrando los largos colmillos, en ese instante San Francisco  levanta su mano derecha y dice en voz alta:

 —Hermano lobo, yo te mando en nombre de Cristo que no me hagas daño a mí, ni a ninguno de los que me acompañan, cierra tus fauces, así como los leones cerraron  sus mandíbulas delante del profeta Daniel.

 A la vista de todos, el lobo cerró su boca, y manso como  un tierno corderillo, vino a echarse a los pies del siervo de Dios.

 —Hermano lobo, has matado muchas reses y has matado a los hombres, hechos a la imagen del Dios Eterno; eres un homicida pérfido; por ello tienes merecida la muerte en la horca, a pedradas, o mejor aún a  palos.

 Si renuncias a tus carnicerías, yo me  obligo a sustentarte con la alimentación, juntamente con los habitantes del pueblo; se que por hambre has matado, pero Dios te perdonará; si estás dispuesto a cambiar de modo de vida,  y prometes no hacer daño a ninguna persona humana ni tampoco a los animales. ¿Me lo prometes?

 El lobo lanzó un aullido agónico, unas lágrimas brotaron de sus ojos amarillos azulados, movió la cola  e inclinó la cabeza delante del Santo varón.

 —  Hermano lobo, quiero una prueba de tu compromiso

 San Francisco había extendido la mano con la palma abierta hacia arriba, el lobo mansamente puso su mano sobre la del Santo.

 De esta forma se iniciaba un tratado y compromiso de paz entre el lobo, San Francisco y los habitantes de la ciudad de Gubia.

 “—Hermano lobo, yo te mando en nombre de Jesucristo que vengas conmigo sin miedo de nada, e iremos a firmar esta paz en nombre de Dios—“

 Seguidamente, San francisco, seguido del lobo como si fuese el más manso de los perros, se dirigieron a la iglesia del pueblo.

 Al llegar, San francisco vuelve a exhortar al  lobo que ya no haga daño a ningún humano, o animal;  y pide al pueblo que de ahora en adelante, su obligación será dar la comida a su tiempo al arrepentido animal. 

“Entonces el lobo, levantando su pata derecha, la puso en la mano de San Francisco.

 A vista de este hecho y de los demás que quedan mencionados, fue tanta la novedad del milagro y la mansedumbre del lobo, que todos comenzaron a clamar al Cielo, alabando y bendiciendo a Dios que les había mandado a San Francisco para que, con sus méritos, los librase de la boca de la bestia feroz.

  Después de este suceso el lobo vivió dos años en Agubio y entraba familiarmente de puerta en puerta por las casas sin hacer daño a nadie, ni ser molestado por ninguno; y era generosamente alimentado por la gente, y andando por el campo y la ciudad, nunca perro alguno le ladraba.

 Finalmente, después de dos años, el hermano lobo se murió de viejo, de lo cual se dolieron mucho los ciudadanos, porque viéndolo andar tan manso y tan humilde por la ciudad tenían presentes las virtudes y la santidad de San Francisco.”(Las florecillas de San Francisco, Libro anónimo del siglo XIV)

 Estanislao termina su relato, y a su vez cede el tiempo a Felipe.

 — ¡Gracias! — dice Felipe—Tío Daniel habló sobre  “El llamado de la Especie, Estanislao nos contó  acerca de “San Francisco  apacigua al ferocísimo lobo de Agubio”, mi relato lo titularé

 “El lobo que buscó al Mesías”

 Había una vez un lobezno muy inquieto e inteligente, llamado “peludito” quien dijo a su abuelita.

    —Abuelita, cuéntame un cuento antes de dormir—

 —“Mijito”  te contare que un lobo antepasado nuestro, dejó escritas en su libro de memorias, el siguiente relato: Un día muy caluroso iba recorriendo las ardientes arenas del desierto de Israel, en el año 30 D.C.  Iba tan hambriento y con ganas de cazar, que subido en lo alto de una roca, estaba a punto de atacar a un camello.

 Le llamó la atención, que ese camello no era como los demás, con más atención examinó a su presa, y vino a darse cuenta, que en realidad era un hombre, que estaba cubierto con una piel de camello.

 Este hombre era nada menos que Juan el Bautista, el enviado del Mesías.

 El lobo muy curioso, se agazapó tras unos arbustos y rocas, donde  estuvo  un tiempo, le llamó mucho la atención que este ser extraño vestido como un camello, comiese un puñado de grillos (Chapulines o langostas)

 El lobo no sabía si reír, o reflexionar por  la extraña conducta en este hombre.

 Mientras tanto iban llegando multitud de hombres y mujeres, que escuchaban atentamente al profeta.

 Este abriendo su boca, les decía:

¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!—

 El lobo se retiró a su cueva.

 Mucha gente de Jerusalén, Judea y  sus  alrededores,  llegaba confesando sus pecados, y después Juan los bautizaba en las aguas del río Jordán.

 Otro día, el lobo se acercó cautelosamente y como siempre muy escondido, vio con sus propios ojos amarillentos, cuando un hombre se acercó a Juan y solicitó ser bautizado en el río Jordan.

  Jesús fue de Galilea al río Jordán, donde estaba Juan, para que este lo bautizara.

 Al principio Juan quería impedírselo, y le dijo:

 –Yo debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?

 Jesús le contestó: –Déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo lo que es justo ante Dios. Entonces Juan consintió.

En cuanto Jesús fue bautizado y salió del agua, el cielo se le abrió y vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él como una paloma.

Se oyó entonces una voz del cielo, que decía: 'Este es mi Hijo amado, a quien he elegido.

El lobo no salía de su asombro al ver una blanquísima paloma viniéndose a posar sobre los hombros del ser que estaba en el agua.

Unos días después el lobo andaba merodeando cerca de una granja.

 Vio en un corral unas suculentas gallinas y unas ovejas bien alimentadas, el hocico se le hizo agua, y ni lerdo ni perezoso, decidió robarlas.

 Al escuchar el alboroto producido, el granjero salió armado con su arco y disparó una flecha al lobo.

 La flecha se hundió en una anca del animal, pero el lobo con el miedo  corrió velozmente  a su madriguera.

 Pasaron unos días y la herida se infectó gravemente. El dolor era insoportable; era cuestión de pocos días o quizás horas y ya sería demasiado tarde para su vida.

 El lobo se recordó entonces de la escena vista en el río Jordán, acerca del hombre en cuyos hombros  habíase posado una hermosa paloma blanca,  y  la voz de trueno del cielo que decía que él era  el hijo de Dios.

 El lobo sintió en su corazón que si llegaba ante ese ser Divino, sus problemas y dolores, se solucionarían.

 Con mucho dolor en su cuerpo, arrastróse esa noche de luna brillante, pasó por arbustos y zacatales, por piedras y precipicios.

 Encontró a quien buscaba; Jesús de Nazareth estaba meditando en medio de la noche en la sabiduría de los Salmos.

 Los montes altos son para las cabras, y en las peñas se esconden los tejones.

Hiciste la luna para medir el tiempo; el sol sabe cuándo debe ocultarse.

 Tiendes el manto oscuro de la noche, y entonces salen los animales del bosque.

 Los leones rugen por la víctima; piden que Dios les dé su comida.

Pero al salir el sol, se van y se acuestan en sus cuevas.

Entonces sale el hombre a su labor y trabaja hasta la noche.

¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; ¡la tierra está llena de todo lo que has creado! Salmo 104  -Citas de la Biblia Dios Habla Hoy

 El lobo vió asombrado que muchos seres más brillantes que la luz del sol al mediodía, y armados de espadas luminosas de fuego, hacían guardia alrededor de la persona de Jesucristo.

 El lobo asustado, dejó escapar  un aullido  estremecedor de dolor.

 El hombre santo, el  Mesías Divino, el Hijo del Dios Altísimo, dirigió su mirada tierna y compasiva hacia los ojos dorados del lobo, y abriendo su boca, le dijo:

 — ¡No temas! ¡Sé quién eres!,  se cuál es tu dolor, y que quieres; Yo soy tu creador, te hice con amor, a tí y a todo lo que existe, Ven a mí

 El lobo se acercó llorando, como el niño que busca el consuelo de su padre.

 Jesucristo, con mucho amor  y cuidado; con sus manos perfectas arrancó la punta de la flecha.

 Al instante la herida cerró y sanó de forma milagrosa, luego con sus manos acarició la cabeza y el pecho del lobo.

 El lobo agradecido de encontrase con su creador, lloraba, inclinaba la cabeza y se echaba a los pies del Mesías.

Esa noche el lobo se quedó a unos cuantos metros donde estaba Jesús, y durmió  la mejor noche de su existencia. Al otro día se alejó de allí.

 Así terminó su narrativa, nuestro amigo Felipe el escritor.

 Después de esto, siguieron otras actividades en esa noche de fogata, y al filo de la medianoche , todos regresaron a sus hogares.

Este cuento fue inspirado en el pasaje que dice:

 Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto.

 Allí estuvo cuarenta días, viviendo entre las fieras y siendo puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le servían.

Citas de la Biblia Dios Habla Hoy

 

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