ESTANISLAO Y “LA BELLA SIN SENTIMIENTOS”
MI HISTORIA DE LOS DÍAS SABADOS
Por. Un apasionado por la historia huehueteca/Autor del Blog, quién se inspira en su gran amor por su ciudad natal
QUIÉN DEDICA ESTA HISTORIA AL PADRE ETERNO, A MI SALVADOR JESUCRISTO Y AL ESPIRITU SANTO
Felipe, ha invitado al tío Daniel y a Doña Lola, hermana de Daniel; sus sobrinos, Alberto, Jorge, Susana del Mar, a visitarlo en su casa. También han llegado de invitados Sara Elizabeth y una amiga llamada Mariana. S e encuentran reunidos en casa del escritor, quién a su tiempo les invitará a degustar unos deliciosos chuchitos huehuetecos, acompañados de una taza de chocolate bien caliente.
El tío Daniel, anuncia lo siguiente:
—Doy la bienvenida a los presentes, y dejo el tiempo a Felipe, quien, nuevamente, nos compartirá el correspondiente cuento de los días sábados, dejo con él la palabra. —
Felipe, agradece a Daniel, el tiempo cedido, y a continuación, comienza su historia:
—En este sábado, 28 de Agosto del año del Señor de 2021; les contare acerca de un amigo mío llamado Estanislao. Él ha pedido expresamente, que yo escriba una historia, sobre una anécdota suya. ¡Que mejor, oportunidad que darla a conocer, el día de hoy! ¡Así, qué, amigos, escuchémosla!
Estanislao es un soñador, un romántico incorregible. Un enamorado de la luna. Había sufrido muchas desilusiones de amor. Un día, que casualmente era sábado, caminaba por las calles de su ciudad. Iba distraído, pensativo, la rutina del trabajo, estaba pesando sobre sus hombros. En una tienda de ropa para damas, vio en la puerta a una bellísima mujer. Su estatura era de 1.75, cabello largo, muy largo, de color oro castaño. En suma, diremos que era una mujer extraordinariamente hermosa, una mujer salida de un cuento de hadas, con una sonrisa encantadora, Diríamos que Estanislao quedó prendado de tan linda figura. ¡Pero, ahora! Viene lo gracioso, lo chistoso de esta anécdota. Esta lindísima figura, no era más que una bella maniquí, una escultural muñeca de plástico. Estanislao dice que cada vez que , en las m añanas, al ir a su trabajo, se acercaba a la tienda donde veía a esta escultural figura, decía:” Aquí estas otra vez, sonriente, hermosa, viendo las personas y autos pasar…”, al mediodía, al regresar, Estanislao, pensaba; “Siempre con una sonrisa en los labios, y la mano extendida, al frente, no te afecta el polvo, ni el cansancio.”.
Una mañana lucía un vestido, otro tarde un elegante traje, en fin, la bella maniquí, siempre estaba presentable, fresca y atractiva.
Días de sofocante calor, mañanas lluviosas, tardes de frio, no importaba. Al pasar siempre miraría la sonrisa encantadora, el largo cabello, el rostro hermoso, de tan linda figura. Algunas, o muchas veces, que Estanislao iba de mal humor, triste, o enfadado, porque, en el trabajo, habían salido muchas cosas mal, al pasar frente a la modelo maniquí, decía para sí mismo: “Tú no tienes penas, tristezas, tampoco sabes de ilusiones, desengaños…me fascina verte cuanto paso, pero al fin, eres lo que eres, una bella sin alma…aunque de alguna forma me brindaste tu sonrisa y tu belleza, todo de una forma silenciosa.”
Pasaron algunos meses, y al pasar una tarde de sábado, nuestra amigo Estanislao, vio la tienda de ropa cerrada, días más tarde, habían abierto en el mismo lugar, otro tipo de negocio.
— ¡Bien, amigos! Brevemente he contado la anécdota que Estanislao. Pidió que escribiera. Daniel se encargará de los respectivos comentarios—
El tío Daniel, a su vez, expresó;
—Susana, Sara, Alberto, Sé que ustedes son pilas”, para todo, hagan algunas aportaciones, algunas observaciones, sobre el trasfondo de este cuento.—
Sara Elizabeth, pidió la palabra, y comentó:
—Esta anécdota, creo tiene una cierto toque de surrealismo, donde Estanislao, trataba de olvidar sus penas “admirando”, la belleza y la elegancia, aunque totalmente ficticias, que poseía la hermosa maniquí.
Susana, por su parte, intervino, observando:
—Un maniquí, un robot, o cualquier objeto inanimado, no posee emociones; nosotros como humanos, sufrimos desilusiones, desengaños, cansancio, aburrimiento, pero debemos aprender a manejar de la mejor manera estos sentimientos y emociones. Al final, es una anécdota o cuento, que nos entretiene en este día sábado.
El tío Daniel, al final dijo:
—Pasemos ahora, al comedor, donde probaremos unos delciosos chuchitos, y beberemos un humeante chocolate con leche. —
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