LOS SEDIENTOS DE ISRAEL
FREDERICK BETEX
TRADUCIDO DEL ALEMÁN AL INGLES POR ANDREAS BARD
LITERATURA ALEMANA
BURLINGTON, IOWA
1915
LOS SEDIENTOS *BETEX*BARD* 7-9
Y ahora el Pedagogo Supremo procede a la educación de este pueblo bárbaro, compuesto por esclavos irreligiosos, indisciplinados y sin ley.
El tiempo de entrenamiento es breve, especialmente si consideramos el poderoso propósito del Altísimo.
Sus planes, concebidos antes de la fundación del mundo, deben impartirse a una raza que, como un espectro, emerge de la eternidad y desaparece misteriosamente. Dios desea la aniquilación del pecado y el dolor. Con este fin, se creará un número fijo de almas humanas. En un período de cincuenta años, el promedio de vida de una generación, mil seiscientos millones de seres humanos aparecen en la tierra, para dar paso a otra generación.
¿Dónde están ahora las multitudes, sí, dónde está uno solo de los millones que hace cien años eran hombres de negocios y actuaban como si fueran dueños del mundo para siempre? Y de nuevo, después de un siglo (pero con un golpe del péndulo del reloj celestial que mide las horas de los soles, requiriendo treinta millones de años para una sola revolución)
¿Dónde estarán los que en este momento se mueven sobre la faz de la tierra con su comercio e industria, sus oraciones y blasfemias, sus vicios y virtudes?
¡Se han ido como un sueño! «Tú conviertes a los hombres en destrucción; de nuevo dices: ¡Vuelvan, hijos de los hombres!».
Pero en este breve período entre dos eternidades se decidirá la gran cuestión de las almas inmortales. ¿Se elevarán a la luz o se hundirán en la oscuridad absoluta?
Dios comienza la educación de su pueblo confrontándolo con la cuestión misma de la existencia. Él les hace sentir hambre (según la costumbre de todo recién nacido).
El hambre es el anhelo misterioso de alimento, fuerza y suficiencia que experimenta toda criatura. «Toda la creación gime», dice San Pablo; y toda la creación tiene hambre.
La tierra tiene hambre de lluvia, el fuego de combustibles, la planta de agua, la flor del rayo de sol.
“Bienaventurados los que tiene hambre y sed de Justicia, porque ellos serán saciados. Mateo 5.
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