EL OJO PARA COSAS ESPIRITUALES* GWATKIN*10-11

 EL OJO PARA LAS COSAS ESPIRITUALES

HENRY MELVILL GWATKIN,

CAMBRIDGE, DECEMBER 8, 1895.*

*BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD CORNELL*11-sept- 1903-

EDINBURGH

1906

EL OJO PARA COSAS ESPIRITUALES* GWATKIN*10-11

La fe es el principio y el fin del conocimiento espiritual. Y la fe no es un misterio peculiar de la ortodoxia cristiana. Por sus frutos los conoceréis; y muchos incrédulos producen frutos del Espíritu en amor, mansedumbre y templanza, aunque el gozo y la paz nunca los visiten. Hay fe verdadera, según su género, en toda obra que se realiza en la faz de la tierra por amor y deber, desde en el paso hasta el niño en los barrios bajos que comparte sus últimos centavos con quien los necesita más que él.

En toda nación tiene fe quien teme a Dios y obra la justicia, porque es aceptado por Él.

 Y el hombre que camina en tinieblas y no tiene luz, si tan solo camina con rectitud y juzga con justicia, él también verá el misterio de la verdad y el deber que amó, desplegado en el rostro amoroso de aquel que vivió y estuvo muerto, y vive para siempre. EL OJO PARA LAS COSAS ESPIRITUALES

"Y juzga con justicia", diio. Esta es la pregunta para el escéptico, y no debe evadirla simplemente porque no podemos preguntárselo en persona. Lo tomé en su mejor momento, y no lo dije como un cumplido vano. Es agudo y erudito, diligente y sincero. En cuanto a la razón, su obra es perfecta. Pero ¿está igualmente dispuesto a ver la luz que primero pueda llegar a él de otra manera? ¿Acaso no hay nada en la infancia ni en la paternidad que hable de un Padre celestial? ¿Acaso no hay nada en el amor humano, con todas sus debilidades, que indique un amor más fuerte que la muerte? ¿Acaso no hay nada en el perdón humano ni en la entrega personal que le ayude a creer en nuestra historia de un Hijo de Dios que se entregó por los hombres? No estamos tratando con justicia el Evangelio si olvidamos que se nos presenta no como filosofía, ciencia o derecho, ni siquiera como historia, sino como la revelación de Dios. Y si tal revelación existe, podemos esperar reconocer el amor de Dios como reconocemos el amor de los hombres; por instinto y afinidad, más que por razonamiento consciente.