CONDUCIDA DESDE CASA
UNA HISTORIA REAL DE UNA JUDÍA CONVERSA
POR JEANETTE GEDALIUS
CALIFORNIA
1905
Dedicado a mis queridas amigas
MISS MARY BURDETTE
Por su interés personal;
Y MRS. C. ROUNDS
Por su amor e interés en las “Ovejas Perdidas de la Casa de Israel”.
HISTORIA REAL DE UNA JUDÍA CONVERSA * JEANETTE GEDALIUS *1-8
PREFACIO
Esta breve historia de mi vida no se ha escrito para despertar compasión por mí, sino como testimonio del poderoso poder salvador y protector del Señor Jesucristo, tanto para los judíos como para los gentiles. Quizás algunos de mi pueblo hayan escuchado la voz de Aquel que fue exaltado en el Calvario para atraer a todos a Él, pero por temor a las pruebas y la persecución no han confiado en Él. Si alguno teme la dureza del camino, le aseguro que Dios es fiel y su gracia basta para todo.
Que Dios conceda que una compasión e interés más profundos se enciendan en los corazones de quienes aman a Jesús por el pobre Israel cegado, y que las oraciones asciendan siempre al trono de la gracia en su favor.
Oremos para que el Guardián de Israel, que no dormita ni duerme, escuche con misericordia las oraciones unidas de sus hijos y quite el velo de Moisés de delante de sus ojos.
CAPÍTULO I
Nací en el pequeño pueblo de Deutsch Eylau, al norte de Alemania. Mis padres, judíos estrictamente ortodoxos, vivían en una cabaña cerca del mar de Geserick. Muchas veces, durante mi infancia, jugaba en sus orillas y contemplaba sus tranquilas aguas azules, y me asaltaban visiones del mundo exterior.
En esos sueños, ¡cómo me latía el corazón al pensar en el gran éxito que coronaría mi vida futura, y cuán vívidas son aún las imágenes que cuelgan de las paredes de mi memoria! Puedo ver las pintorescas y estrechas calles por las que caminan las mujeres cargando agua en cubos suspendidos de yugos de madera sobre sus hombros. Oigo el tintineo de sus zapatillas de madera sobre el pavimento mientras llevan sus pesadas cargas de puerta en puerta.
Al desaparecer la última mujer de mi memoria, mis pensamientos se dirigen a la superstición que abundaba en la vida del pueblo. Veo rostros preocupados y oigo los profundos suspiros de hombres y mujeres que lamentan el destino de los niños nacidos en viernes. Luego oigo historias de brujas horribles que tienen la vida y la muerte de la gente en la palma de sus manos. Recuerdo la historia de mi propio y desafortunado nacimiento, pues nací un viernes. Antes de cumplir doce meses, mis padres quedaron impresionados por la profunda comprensión del infeliz destino que me aguardaba.
En una fuerte caída, me mordí la lengua hasta que la punta quedó casi cercenada. El médico que fue llamado inmediatamente aconsejó que me extirparan la punta de la lengua para salvarme la vida, ya que existía el peligro de que muriera desangrada, ya que era imposible ponerme puntos. Parecía que si me salvaban la vida, tendría que permanecer muda para siempre
Puedo imaginar la angustia y el dolor de mi pobre madre; cómo debió acogerme en sus amorosos brazos y estrecharme contra su dolorido corazón, rechazando el consejo del médico y confiando en Dios y la naturaleza. Su fe fue recompensada; pues, contrariamente a las expectativas del médico, la herida sanó, dejando solo una pequeña cicatriz en la parte superior de la lengua.
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