EL CAMINO A LA RIQUEZA
O, LUZ DE MI FRAGUA
POR UN HERRERO
LAS LEYES DE DIOS SOBRE EL DINERO. LA RELACIÓN ENTRE DAR Y RECIBIR. DINERO Y CRISTIANISMO.
.RICHMOND VA
EL SECRETO PARA ESCAPAR DE LA MISERIA * POR UN HERRERO* 19-23
Dan poco o nada; creen en un "evangelio gratuito"; la ley del diezmo nunca ha calado hondo en sus conciencias; la exigencia de los paganos nunca ha resonado desde el otro lado del mar en su vida interior; dan al azar bajo presión; dan cuando se cuentan historias graciosas, cuando se inician rivalidades entre hombres, clases, sexos y sociedades, cuando se ofrecen cenas, espectáculos y festines —fruto de artimañas astutas—; no hay conciencia en su ofrenda; no hay oración previa, ni la ofrenda de dinero se mezcla con el incienso del culto; consideran todas las finanzas como una parte secular, y únicamente una parte secular, de la vida de la iglesia; ridiculizan la ley del diezmo como la manía de un maniático; la gracia que profesan nunca toca a los "de bolsillo". No es de extrañar que la iglesia tenga recursos limitados; No es de extrañar que los salarios sean deficientes y las tesorerías de los departamentos de beneficencia estén vacías.
La iglesia necesita hoy un despertar y un avivamiento en el tema de la ofrenda sistemática, concienzuda, espiritual y con adoración. Debe comprender que dar es la ley de la fuente de vida.
¿Qué es la gracia sino dar?
¡La gracia de Dios, el don de Dios! La gracia de Dios en nosotros: la entrega de nosotros mismos, la entrega de nuestros poderes, la entrega de todo a la humanidad.
Esto es entrega total; esto es piedad simétrica; esto es una verdadera armonía religiosa en la que toda la vida se une a la ley divina de la vida. Además, este tema asume un aspecto empresarial que merece nuestra más atenta atención.
La iglesia debería ser un modelo de sociedad, una imagen del milenio, cuando el amor y la sabiduría abundarán en los corazones y las vidas de los hombres. Según esta teoría, los empresarios deberían poder recurrir a la iglesia y observar sus métodos de gestión empresarial como modelos para la vida cotidiana.
El dinero debe recaudarse, las cuentas deben llevarse y los gastos deben realizarse de tal manera honesta, sistemática y apropiada que el duro sentido común de un mundo no santificado se vea obligado a rendir homenaje a la integridad, minuciosidad y encanto de la gestión de nuestra iglesia.
Los niños criados en la iglesia deben adquirir ideas comerciales y éticas y familiarizarse con las formas de hacer negocios, todo lo cual es tan loable que los convertirá en mejores hombres de negocios en la vejez gracias a su formación en la Iglesia de Cristo.
Tenemos una hermosa imagen de la donación sistemática, espontánea y universal en los días de Moisés e Israel, cuando el llamado del Señor fue escuchado y la ofrenda del pueblo fue dada voluntariamente. "Di a los hijos de Israel que me traigan una ofrenda; de todo hombre que la dé voluntariamente con su corazón, yo tomaré mi ofrenda". Se dice que "toda la congregación de los hijos de Israel se acercó a aquel cuyo corazón le movió los labios, y todo aquel a quien su espíritu motivó a ofrecer su ofrenda, y trajeron la ofrenda del Señor para la obra del Tabernáculo de Reunión, para todo su servicio y para las vestiduras sagradas". «Todo hombre», «cada uno», «todos los hombres de corazón sabio», «todas las mujeres cuyos corazones los animaron», y los «gobernantes» y todos los «hijos de Israel» trajeron una ofrenda voluntaria al Señor. Grandes ideas los exaltaron, los mandatos divinos los impulsaron, y la obra divina, llena de belleza y de incalculable utilidad, los inspiró.
Y con maravillosa unanimidad, cordialidad y prontitud, la nación derramó sus dones al Señor, dones de todo tipo y según la capacidad individual. Este movimiento espontáneo, tan brillante, tan sabio y digno, se convirtió de tal manera en el servicio constante y legítimo del pueblo, que una décima parte de todo lo que poseían debía ser colocada en el altar de su Dios. Tales inspiraciones, incentivos y métodos sistemáticos son necesarios hoy en la Iglesia del Altísimo
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