PLATERO Y YO
POR
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
BY
GERTRUDE M. WALSH
NORTH HIGH SCHOOL. COLUMBUS, OHIO
FEDERICO DE ONÍS
ILLUSTRATED BY
MAUD AND MISKA PETERSHAM
D. C. HEATH & CO., PUBLISHERS
BOSTON NEW YORK CHICAGO
Copyright, 1922
By D. C. Heath & Co.
XI
EL PAN
XI
EL PAN
Te he dicho. Platero, que el alma de Moguer es el vino, ¿verdad?
No; el alma de Moguer es el pan.
Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por
dentro, como el migajón, y dorado en torno — ¡ oh sol Moreno ! — como la blanda corteza.
A mediodía, cuando el sol quema más, el pueblo
entero empieza a humear y a oler a pino y a pan
calentito. A todo el pueblo se le abre la boca. Es
como una gran boca que come un gran pan. El pan
se entra en todo: en el aceite, en el gazpacho, en el
queso y la uva, para dar sabor a beso, en el vino, en
el caldo, en el jamón, en él mismo, pan con pan.
También solo, como la esperanza, o con una ilusión . . .
Los panaderos llegan trotando en sus caballos, se
paran en cada puerta entornada, tocan las palmas y
gritan: « ¡ El panaderoo ¡ » ... Se oye el duro ruido
tierno de los cuarterones que, al caer en los canastos
que brazos desnudos levantan, chocan con los bollos,
de las hogazas con las roscas . . .
Y los niños pobres llaman, al punto, a las campa-
nillas de las cancelas o a los picaportes de los portones,
y lloran largamente hacia adentro : ¡ Un poquiiito de
paaan ! . . .
XII
LA ARRULLADORA
La chiquilla del carbonero, bonita y sucia cual una
moneda, bruñidos los negros ojos y reventando
sangre los labios prietos
entre la tizne, está a la puerta de la choza, sentada
en una teja, durmiendo al hermanito.
Vibra la hora de mayo,
ardiente y clara como un sol
por dentro. En la paz brillante, se oye el hervor de la
olla que cuece en el campo,
la brama de la dehesa, la alegría del
viento del mar en la maraña de los eucaliptos.
Sentida y dulce, la carbonera canta:
Mi niño se va a dormir en gracia de la Pastora . . .
Pausa. El viento en las copas . . .
... y por dormirse mi niño, se duerme la arrulladora . . .
El viento . . . Platero, que anda, manso, entre los
pinos quemados, se llega, poco a poco . . . Luego se
echa en la tierra tosca y, a la larga copla de madre,
se adormila, igual que un niño.
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