viernes, 27 de enero de 2023

LA JOVEN QUE AMO LA SVASTICA - De Norteamérica, con Amor

 Una  muchacha alemana, fanática del nazismo, ve al terminar la 2 guerra mundial , que la doctrina nazi sobre los norteamericanos distaba mucho de ser la verdad.( Nota del blog)

Domingo, 14 de febrero de 2016

LA JOVEN QUE AMO LA SVASTICA -MARIA ANA HIRSCHMANN (3)

   De Norteamérica, con Amor
   Nos estiramos en las camas y tratamos de seguir durmiendo. El cocinero volvió a retirar las bandejas vacías, y nos hizo saber que era mejor que siguiéramos descansando. Estaba disgustada conmigo misma porque no podía seguir durmiendo. Era una lástima que, teniendo la oportunidad de dormir por algunas horas tapada con frazadas de verdad y en una casa de verdad, permaneciera allí, acostada pero despierta.
—Levantémonos —le dije a mi compañera. Así lo hicimos y doblamos bien las frazadas, y hurgamos en nuestros bolsos para ver si encontrábamos alguna ropa seca. Nuestras faldas estaban húmedas y muy arrugadas, así que nos pusimos los Dirndls,
que son vestidos típicos alemanes, de faldas anchas plisadas y blusas anchas con una especie de chalecos ajustados al cuerpo. Nos pusimos calcetines blancos y sin apuro alguno nos cepillamos nuestras largas cabelleras, que estaban muy enredadas. ¡ Nos sentíamos renovadas. AJ entrar al vestíbulo buscamos a alguien a quien decirle Danke una vez más antes de retirarnos.
El intérprete nos pidió que lo acompañáramos a la oficina. El oficial de guardia nos saludó con una atenta inclinación de su canosa cabeza, y habló con rapidez. Entonces el intérprete dijo en alemán: "El teniente se ha puesto en contacto con el cuartel general ruso del otro lado de la frontera
, con el fin de obtener alguna información sobre la niña que trajeron ustedes. Los rusos ya sabían de la niña perdida, ya que habían capturado a la madre y al bebé. Les ofrecimos devolverles la niña en la frontera para que pudiera estar con la madre, pero los rusos se niegan a recibirla, para que sirva de castigo a la madre."
—Nosotros no podemos tener a esta nena aquí, en este lugar —dijo el intérprete como disculpándose—No es éste el mejor ambiente para ella. Nos hemos puesto en comunicación_ la Cruz Roja Internacional del pueblo vecino, y ellos se encargarán de tomarla
a su cuidado. ¿Quisieran ustedes ser tan amables y entregarla a la Cruz Roja allí?
Trajeron a la nena. Alguien se había ocupado de ella, y la había lavado y peinado; y en cuanto a su ropa, estaba seca. Desbordaba felicidad y alegría, y mostró las cosas que le habían regalado. Sus bolsillos estaban llenos de caramelos, bizcochos ... i y chicles! ¡Por favor! Después de agradecer nuevamente por las atenciones recibidas, tomamos de la mano a la niñita y empezamos a retirarnos. Pero al encaminarnos a la puerta de salida, alguien nos llamó nuevamente. Era el intérprete que nos dijo que el teniente mandaba a decir que en la Cruz Roja debíamos ir directamente a la ventanilla, sin hacer cola.
—Está bien, muchas gracias —le contesté. No había entendido lo que me quiso decir.
Cuando nos estábamos retirando
me di vuelta y vi una escena que jamás olvidaré. Por todas las ventanas asomaban caras sonrientes de soldados que se despedían de nosotras agitando los brazos y diciéndonos cosas que no entendíamos.
Estaba desconcertada. Hasta el último momento creí que tendríamos algún problema.
Y hora que nos íbamos, los soldados enemigos nos despedían con los brazos en alto y no nos detenían. Daban la impresión de estarse divirtiendo de lo lindo, riéndose y bromeando. ¿Qué tenían los americanos que los diferenciaba tanto?
Danke —dije—, danke sehón, danke. —Como yo no sabía inglés, no podía hacerles partícipes de mis sentimientos. No me era posible preguntar nada. Seguí caminando
mientras pensaba ... pensaba qué habría en esos hombres para que fueran tan amables hacia nosotras.
Sólo cuando llegamos a la población, una hora después, entendimos el por qué de la advertencia del teniente, cuando dimos con la oficina de los refugiados de la Cruz Roja. ¡ Había cuadras de personas haciendo cola! Me acordé de las últimas palabras del intérprete alemán, así que pasamos osadamente a lo largo de las largas filas de refugiados, quienes nos miraban con ojos de cólera.

 

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