domingo, 22 de enero de 2023

AA - LLEGAMOS A CREER- 1961 EL HABIA ESTADO ESCUCHANDO

 

 Miércoles, 29 de marzo de 2017

 LLEGAMOS A CREER- 
1961
EL HABIA ESTADO ESCUCHANDO

En mi primera juventud fui colocado ante una disyuntiva: lo que parecía ser una insípida vida moral, o lo que parecía ser una excitante vida de aventura... después de unos tragos de alcohol. Yo había sido criado en la tradición de un Dios inflexible y vengativo, que estaba pendiente de cada una de las cosas que hacía. No podía trabajar mucho sobre el amor a una deidad de esa naturaleza, y eso me hacía sentirme culpable. Pero después de uno o dos tragos, olvidaba mi culpa. Esto, decidí, ¡era la vida para mí!

Comenzó siendo suficientemente placentera, fomentando sueños de resplandeciente fama y fortuna. Pero esta vida gradualmente regresó a ser una constante pesadilla de miedo y remordimiento sobre mi condición, y resentimiento e ira ante el modo normal de vida que discurría a mi alrededor, y al que aparentemente no podía incorporarme. La verdad es que yo bebía para salirme de la sociedad, llegando gradualmente a un estado mental que canceló toda clase de contacto social o moral con cualquier persona. Pero en esa época no pude ver que mi forma excesiva de beber fuera la causa. Llegué a convencerme de que Dios y la sociedad me habían congelado, negándome las oportünídades de caminar por  Vida. No podía ver una razón para vivir. Carecía del valor para matarme, pero creo que la desesperación hubiera llegado a romper esta barrera que me ponía la cobardía, si no hubiera sido por una experiencia que cambió mi enfoque mental por completo.

Esta experiencia me llegó por medio de la muerte de mi padre en Escocia. El había vivido una buena vida en comunidad y había recibido honores a su muerte de, todos los que lo habían conocido. Yo había recibido periódicos, que daban cuenta de su funeral. Esa noche, estaba sentado ante una pequeña mesa en unaatestada taberna, bebiendo y conmiserándome .por lo que había leído. No sentía pesar por la muerte de mi padre. El odio y la envidia saturaban mi mente, y murmuraba para mí mismo, "¿Por qué deben él y otras gentes tener todas las oportunidades para salir adelante en la vida, mientras que los hombres buenos como yo no tienen ninguna? La gente me amaría y me honraría a mí también, si tuviera las oportunidades que él tuvo en la vida."

  En  la taberna, el ruido de la conversación era ensordecedor. Pero de pronto oí una voz timbrar a mi mente, sonora y clara: —¿Que cuentas de tu vida le vas a entregar a Dios?" Miré a mi alrededor ya que era la voz de mi abuela. Ella se había ido fuera de esta Vida y de mis pensamientos hacía más de  veinte años.   esta su cuta favorita. Se lo había oído decir frecuentemente en mi juventud, ahora la aoía otra vez en la taberna.

Tan pronto oí esta voz, mi mente se aclaró, y supe más allá de cualquier duda, que ninguna persona ni situación era responsablede mi estado. Yo era el único responsable.

El efecto fue pulverizante. Primero, había oído esa voz, y entonces la completa excusa de mi fracaso en la vida —que yo nunca había tenido ninguna oportunidad— fue borrada de mi mente para siempre. Me golpeó el pensamiento de que si me hubiera suicidado, había una probabilidad de que pudiera haberme encontrado ante Dios y tener que darle cuentas de la. vida que había llevado, sin poder culpar a nadie de haberla vivido así. Yo no quería que este me sucediera, y la idea de suicidarme era desechada aquí y allá. Pero la certeza de que un día tendría que morirme, continuaba asediándome.

Todo esto es una locura, pensé. Pero, sin importar lo muchoque discutiera conmigo mismo que sólo estaba teniendo una alucinación, no podía desechar la implicación de la experiencia- Podía verme, en mi imaginación, cómo era llevado a la presencia de una deidad en apariencia inflexible, que fríamente me miraba bajo su nariz con absoluto desprecio, diciéndome ásperamente, —¡Habla!" Esto era todo lo lejos que mi imaginación podía llevarme, y desde ese punto me emborrachaba ciegamente tratando de borrar definitivamente la experiencia completa. Pero cuando volvía en mí por la mañana, la experiencia aún permanecía conmigo, más fuerte que antes.

Pensé, que mejor dejaría de beber por una temporada y comenzaría a reestructurar mi vida. Esta resolución me produjo una terrible sacudida. Hasta entonces, nunca había relacionado mis dificultades con el alcohol. Sabía que bebía mucho, pero siempre había sentido que tenía buenas razones para beber. Ahora descubría, para mi confusión y horror, que no podía dejar de beber. La bebida se había convertido en una parte tal de mi vida, que no podía funcionar sin ella.

No supe a donde volverme para pedir ayuda. Creyendo que lagente pensaba acerca de mí en la misma forma en que yo .pensaba acerca de ellos, estaba seguro que nadie era el indicado para pedirle ayuda. Entonces, sólo quedaba Dios, y si El sentía por mí lo mismo que yo sentía por El, esta era con seguridad una débil esperanza. De esta manera, crucé por los tres meses más negros de mi existencia. Durante este período, aparentemente, bebía más de lo que lo había hecho anteriormente, y rezaba'a "nadie" pidiendo ayuda para  poder alejarme del alcohol.

Una mañana volví tirado en en el piso de mi habitación terriblemente enfermo, convencido de que Dios no iba a oírme. Más por reflejo que por otra cosa, fui a trabajar esa mañana e intenté hacer una lista de raya, aunque era dificil controlar mis temblorosas manos el minimo suficiente para poner los numeros en el lugar correcto. Después de mucho batallarcompleté el trabajo. Con un suspiro de alivio, mire  por la ventanay reparé en un hombre que se aproximaba al lugar donde yoestaba trabajando. Cuando lo reconocí el odio surgió  en mi mente. Hacía siete meses él había tenido la temeridad de preguntarmedelante de otros hombres si yo estaba teniendo  problemas con mibebida, y yo había sido profundamente por su pregunta. No lo había visto desde entonces, pero mi aversión  por él estaba viva y afectando mi vida, cuando él pasó por el almacén.
Entonces sucedió algo que nunca ha cesado de sorprenderme. Cuando salió de mi vista, todo lo que siguió quedó en una laguna. Lo que a continuación recuerdo es que yo estaba de pie ante él fuera del almacén, oyéndome preguntarle en que forma podía ayudarme a dejar de beber. Si yo hubiera decidido concieritemente recurrir a algún individuo para que me ayudara, ¡él hubiera sido el último hombre sobre la tierra al que me hubiera dirigido! Se sonrió, y dijo que trataría de ayudarme, y me llevó al Programa de recuperación de A.A.
Meditando sobre esto, finalmente me pareció obvio que el Dios que pensé me había juzgado y condenado, no había hecho nada al respecto. El me había estado escuchando, y en el tiempo que El lo vió como bueno, llegó Su respuesta. Esta respuesta Suya fue triple: me dió la oportunidad de vivir sobrio; Doce Pasos para practicarlos, como el medio para obtener y conservar esa vida de sobriedad; y una fraternidad dentro del programa, siempre dispuesta a sostenerme y ayudarme en cada una de las veinticuatro horas del día.
No conservo ninguna ilusión de que yo traje el Programa de recuperación de A.A. dentro de mi vida. Siempre lo debo considerar como el regalo de una oportunidad. El hacer uso de esa oportunidad, es mi responsabilidad.
St. John'n, Terranova. Canadá

 sábado, 25 de marzo de 2017

LLEGAMOS A CREER - A.A. 

1961

MAS QUE UN SIMBOLO
En los no lejanos días de mi pasado de borracha, cuando la locomoción estaba fallando y la conciencia estaba desvaneciéndose, siempre me las arreglaba para poner cuando menos una rodilla en el suelo antes de derrumbarme en la cama. Este gesto era acompañado por un susurro "Dios mío, estoy marcando tarjeta. Estoy borracha." Estoy diciendo esto, no para obtener aplausos por haber conservado un vestigio externo de la fe que conocí cuando niña, sino porque quiero mostrar lo profundo que se atrinchera un símbolo aún después que ha perdido todo su significado.
Cuando mi vida misericordiosamente giró por completo y eché mi suerte con A.A. —porque no podía hacerlo mas que en esa forma para sobrevivir—, una nueva oración reemplazó a la antigua. Monótonamente, casi cada momento que estaba a solas, repetía, "Dios mío, por favor restáurame la salud mental."
Y finalmente la respuesta comenzó a llegar. Un yo sano fue una chispeante revelación. Siendo capaz de mirar a la parte de mi vida "que yo fui" con una mirada hacia dentro libre de nubes intermedias, me sentí como si fuera una clarividente. Estaba mirando dentro de la vida de alguien que en realidad nunca había conocido, aunque yo sabía todas las cosas que habían sucedido en su vida. Mi percepción no es tan aguda como para comprender el cómo o el porqué, pero ahora puedo al menos ver los lineamientos de esa vida.
Desde que sucedió mi pacífico milagro, cuando  felizmente encontré que no necesitaba ni quería un trago, he continuado orando. Ahora digo divertidas, personales oraciones, como una que es parte de una canción, pidiendo que haya paz en la tierra, y que empiece conmigo. La mayoría de mis oraciones son breves acciones de gracias por algún favor y por hacerme detener a que piense antes de que actue o reaccione. Mis relaciones con Dios han madurado, como las de cualquier niña pueden hacerlo normalmente con su padre terrenal; ahora, aprecio más Su bondad y sabiduría.
Nasville, Tennessee
 ¿COMO REZAS?
Muchas veces, mientras estaba bebiendo, pedía a Dios que me ayudara... y terminé blasfemando con todas las palabras en las que pude pensar y decir. "Si Tu eres tan todopoderoso, ¿por qué permitiste que volviera a emborracharme y meterme otra vez en todos estos problemas?"
Un día, estaba sentado sobre uno de los lados de mi cama. Sintiéndome completamente solo, con una escopeta en la mano, estaba dispuesto a cargarla. "Si existe un Dios," grité, "que me dé el valor para jalar el gatillo."
'Una voz, queda y muy clara, dijo: "Echa a un lado esa escopeta." Aventé la escopeta por la puerta.
En un momento de calma, caí de rodillas y la voz volvió a hablar "Llama a Alcohólicos Anómimos."
Esto me sobresaltó. Miré alrededor, preguntándome de dónde vendría la voz, y dije en voz alta, " ¡Dios mío!" Dí un salto y corrí al teléfono. Al intentar agarrarlo apresuradamente, lo tiré al suelo. Me senté a su lado y, con temblorosa mano, marqué la Central y le grité a la señorita que llamara a A.A.
"Le comunicaré con Información," dijo.
"Estoy temblando a un grado tal, que maldita sea si puedo marcar un número. ¡Váyase al infierno!" 

No puedo explicar por qué no colgue. Simplemente permanecí sentado en el suelo, con el auricular en mi oreja. Lo que a continuación oí, fue "Buenas tardes. Alcohólicos Anónimos. ¿Podemos servirle en algo`—
Después de haber dejado de beber en A.A. durante cuatro meses, mi esposa y yo volvimos a juntarnos. Yo siempre había dicho que por su culpa yo bebía tanto: sus quejas, aquellos niños llorones, harían que bebiera cualquiera. Pero después de volver a juntarnos durante tres meses, me dí cuenta de la maravilla de esposa y madre que ella era. Por vez primera supe lo que verdaderamente era el amor, en lugar del sinple, uso de su condición  de mujer.
Entonces sucedió. ( Siempre tenido miedo de amar. Paramí, amar significaba perder. Yo creía era la forma en que Diosme castigaba por todos los pecados que había cometido.) Mi esposa se puso muy grave y fue internada de emergencia en el hospital, Tenía cáncer. Me lo dijo finalmente el doctor. Ella no podría soportar la operación, —me dijo— y si-no moría en el curso de ésta, sería solo cuestión de unas horas más.
Me volví y corrí hasta el vestíbulo de abajo. En todo lo que podía pensar era en conseguir una botella. Sabía que si cruzaba la puerta de salida, eso sería exactamente lo que haría. Pero un poder mayor que yo mismo me hizo detenerme y llorar a gritos, "¡Dios mío, sosténme! ¡Llama a los A.A! "
Corrí hacia el sanitario de hombres y permanecí ahí llorando,. suplicándole a Dios que me muriera yo en lugar de ella. Otra vez el miedo hizo presa de mí, y con auto-lástima dije, "¿Es ésto lo que obtengo por trabajar esos malditos pasos?"
Miré a mi alrededor, y el cuarto estaba lleno de hombres parados ahí mirándome. Me pareció como si todos me dieran un apretón de manos y me dijeran sus nombres al mismo tiempo. "Somos de A.A."
"Grítalo todo," me dijo uno de ellos. "Te hará sentirte mejor. Y nosotros te comprendemos."
Les pregunté, "¿Por qué Dios me está haciendo ésto? He tratado tan arduamente, y esa pobre mujer. . ."
Uno de los hombres me interrumpió y dijo "¿Cómo rezas?" Dije que yo le pedía a Dios que no se la llevara, que en su lugar ine llevara a mí. Y entonces me dijo, "¿Por qué no le pides a Dios que te dé la fortaleza y el valor para aceptar Su voluntad? Dí ¡Hágase tu voluntad, no la mía!"
Sí, esa fue la primera vez en mi vida que recé para que se hiciera Su voluntad. Cuando miro a mi pasado, veo que yo siempre le pedí que hiciera las cosas a mi manera.
Estaba sentado en el vestíbulo con los hombres de A.A., cuando dos cirujanos entraron y se dirigieron hacia mí. Uno de ellos me preguntó, "¿Podemos hablarle en privado?"
Me oí contestar, "Cualquier cosa que usted tenga que decirme, puede decírmela enfrente de ellos. Ellos son mi familia."
El primer doctor habló entonces. "Hemos hecho por ella todo lo que podíamos hacer. Aún está viva, y eso es todo lo que podemos decir."
Uno de los A.A. puso su brazo sobre mis hombros y me dijo: ¿Por qué no la cambias ahora al cuidado del mejor Cirujano de todos? Pídele que te de el valor para aceptar." Todos nos tomamos de las manos y juntos dijimos la Oración de la Serenidad.
Cuánto tiempo pasó, no lo recuerdo. La siguiente cosa que oí fue mi nombre dicho por una enfermera. Esta me dijo suavemente, "Puede ver a su esposa ahora, pero sólo por un par de minutos."
Mientras subía corriendo al cuarto, agradecí a Dios por darme esta oportunidad de hacer saber a mi esposa que la amaba y que me apenaba mi pasado. Esperaba ver a una mujer moribunda. Para mi sorpresa, mi esposa tenía una sonrisa en su cara y lágrimas de alegría en sus ojos. Trataba de extender hacia mí los brazos; y con voz débil dijo, "No me dejaste sola, no te fuiste a beber."
Esto sucedió hace tres años y cuatro meses. Hoy, estamos juntos aún. Ella trabaja su programa, Al-Anón, y yo trabajo el mío, ambos viviendo en el hoy, un día a la vez.
Dios respondió a mis oraciones, por medio de la gente de A.A.

 Huntington Beach, California DIOS ME ENCONTRO
Creo que Dios me encontró, en vez de que yo lo haya encontrado. Fue algo similar a observar a un niño caminando; se cae una y otra vez, pero es mejor no intentar ayudarlo hasta que llegue a darse cuenta de que no lo puede hacer solo... y extiende la mano. Me metí en una, posición en la que no tenía a donde volverme; era un punto de casi total desesperación. Entonces, y sólo entonces, actué honestamente, y con sencillez pedí a Dios que me
Vino a mí al instante, y pude sentir Su presencia, tal como lo llago en este momento.,Nasville, Tennessee

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