lunes, 17 de mayo de 2021

ANGELA DAVIS, O LA FORJA DE UNA MÁRTIR

 ANGELA DAVIS, O LA FORJA DE UNA MÁRTIR

POR RALPH KINNEY BENNETT

Para los radicales de todo el mundo, el proceso seguido a la talentosa y desconcertante joven negra se ha convertido en escándalo y en centro de un movimiento propagandístico de alcance internacional.


POR RALPH KINNEY BENNETT Sellecciones del Reader´s Digest  Mayo de 1971

UNA MULTITUD de 300 estu­diantes de ideas radicales, izquierdistas y negros mili­tantes se reúne en una ciudad de la costa oriental de los Estados Unidos para celebrar un bullicioso mitin y exigir la libertad de Angela Davis. En Italia y en Francia, los partidos comunistas distribuyen pliegos re­clamando que los gobiernos se de­claren oficialmente opuestos a la prisión de la joven negra. Durante una manifestación celebrada en Es­tados Unidos, se hacen circular vo­lantes impresos en que se califica a Angela Davis de "brillante intelec­tual comunista" y se afirma que "só­lo con una acción popular en masa se podrá obtener su libertad".

El campo radical se sustenta de mártires, y Angela Ivonne Davis (delgada y atractiva, a quien se acusa de cómplice en el secuestro y asesinato de un juez del Tribunal Superior y de otros tres hombres, ocurridos en agosto pasado en San Rafael, California) parece ser per­sona ideal para desempeñar ese papel. "Ningún individuo de ra­za negra", comenta el diario The Christian Science Monitor, "ha despertado mayor interés público, más indignación, desconcierto y piedad que esta joven, que se califica a sí misma de comunista". Angela Da-vis, a la vez digna intelectual y agi­tadora dada a la vituperación, apa­rece en la prensa como un enigma. Sin embargo, ella misma ésta muy lejos de mostrarse enigmática al ex­plicar su posición: "Soy una revolucionaria comunis "Soy una revolucionaria comunista de raza negra", declara, "y milito dentro de un movimiento revolu­cionario cuyo fin es la destrucción de las condiciones que nos impiden conseguir la libertad".

¿Quién, pues, es esta mujer, a quien cierto ministro de la iglesia Episcopal recuerda como dotada de "gracia, talento y discreción" y a quien el presidente de cierta uni­versidad describe como una mucha­cha "henchida de odio"? ¿Cuál fue el camino que recorrió hasta con­vertirse en "causa célebre" para gran número de agrupaciones iz­quierdistas, y en centro de una ofen­siva propagandística internacional?

Viaje hacia la izquierda. Angela Davis nació hace 27 años en una fa­milia de la clase media de su raza (sus padres eran maestros de escue­la) y llevó una existencia cómoda y tranquila en Birmingham (Alabama). Asistía a la iglesia, tomaba lec­ciones de piano y formaba parte de la asociación de Niñas Exploradoras. Pero también observaba que los de su raza debían beber agua de fuentes separa­das y que en el cen­tro de la ciudad ha­bía sitios adonde no se permitía a los ne­gros entrar a comer. Y asimismo estalla­ban bombas y se enconaban las ma­lignas heridas cau­sadas por las diferencias raciales. Por el otoñó de 1963, cuando Ange­la era estudiante en la Universidad de Brandeis, en Massachusetts, una explosión de dinamita causó la muerte de cuatro niñas negras que asistían a la doctrina en los sótanos de una iglesia de Birmingham. Una de las víctimas había sido vecina de la familia Davis. Aquella explosión, diría Angela tiempo después, "me afectó, en sentido político, defini­tivamente".

La forma que aquel efecto "polí­tico" habría de tomar se iba mol­deando ya bajo la dirección de Her­bert Marcuse, filósofo marxista y catedrático en la Universidad de Brandeis. Angela, impresionada por

las teorías de barcuse, que defen­dían el cambiopor el ,cambio mis mo (y. que le han ganado el título de •'padrino de la rebelión estudiantil “)l, dejó de interesarse por la lite­ratura francesa para dedicarse al es­tudio de los filósofos radicales, que le pareció más "pertinente". Tras de graduarse con honores en Brandeis, estudió durante dos años en la Uni­versidad Johann Wolfgang Goethe, de Francfort (Alemania), en la cla­se de Theodore Adorno, marxista colaborador de Marcuse. La joven pasó algún tiempo en Francia, y allí, ha dicho Angela, la táctica de la violencia seguida por la revolución de Argelia "la armó de una idea concreta respecto a la dirección ge­neral que debería tomar el movi­miento" de los negros norteameri­canos. En 1968 regresó Angela a los Estados Unidos con objeto de pre­pararse para su doctorado, dirigida por Marcuse, quien en el ínterin ha­bía pasado a la Universidad de Ca­lifornia en San Diego.

Angela se incorporó al partido comunista estadounidense, que entonces apresuraba sus esfuerzos  para atraer a los negros a sus filas. La joven, hablando ante un grupo le estudiantes de San Diego, les di­jó:

"A mi modo de ver, el capitalismo no ofrece solución a nuestros problemas. Debemos pensar en so­luciones radicales". Se unió al Club Che-Lumumba, puñado de marxis­stas  de raza negra que chocaba cons­ntantemente con el partido, por su indisciplina". En enero de 1968, seni los libros donde en California se registran, las ventas de armas de fuego, AngeJa adquirió -una pistola automática Brownig en una casa empeños de Los Ángeles. El 7 de- abril de 1969 compró un arma más: una carabina Plainfield automática.

"Crímenes contra el pueblo". En mayo de 1969 Angela aceptó una plaza de profesora de filosofía en la Universidad de California en Los Ángeles. Antes de trascurridos cuatro meses, los directores del cen­tro docente la destituyeron por su calidad de comunista declarada, si bien los tribunales anularon tal des­titución. Convertida entonces en fo­co de un tormentoso debate sobre la "libertad académica", Angela afir­mó, en el curso de su prirnera clase del otoño: "La primera condición de la libertad estriba en un franco acto de resistencia: de resistencia violenta". En un discurso que pro­nunció posteriormente fuera de la universidad y que había de provo­car a los directores a destituirla de­finitivamente (en junio de 1970), la joven militante declaró: "Cuando la gente comienza a calificarnos de subversores, deberemos replicar: ¡Maldita sea! Sí, somos subversores. Así es, ¡maldita sea! y seguiremos siendo subversores hasta haber sub­vertido por completo este abomina­ble sistema de opresión".

Angela asumió, en junio del año pasado, el papel principal de lo que era por entonces la más reciente de las causas radicales en California: obtener la liberación de tres prisio­neros de raza negra, acusados de ha­ber asesinado a un guardián blanco en la prisión de Soledad, penal sa­cudido por conflictos raciales. A me­nudo, en reuniones políticas y pi-quetes de huelga, se veía a Angela en compañía de jonathan Jackson,
de 17 años de edad, hermano de George Jackson  convicto de robo), uno de los tres cuya libertad se buscaba  que se tenía
por líder.

El día 20 de junio de 1970, en una iglesia del barrio de Watts, en Los Angeles, la joven desempeñó las funciones de "juez" en un "tribunal de las masas populares". Este "tri­bunal" declaró a toda la maquina­ria gubernamental, nacional, esta­tal v local, incluyendo a la judicial, "culpable" de diversos crímenes contra "el pueblo". A todos sus in­tegrantes los condenó a muerte "por medio de la revolución". El 25 de julio acusaron a Angela de haber comprado otra carabina Plainfield "iunto con Jonathan Jackson".

Todavía está por establecerse le­galmente una línea precisa en la enmarañada tela de las dos semanas inmediatamente anteriores al tiro­teo ocurrido en San Rafael, pero se han descubierto ya algunos hilos. A George Jackson lo habían traslada­do a la espaciosa prisión de San Quintín, situada a pocos kilómetros del pueblo de San Rafael, a princi­pios de julio. Hacia la primera se­mana de agosto Jonathan Jackson se hospedaba en cierto "motel" de San Francisco (California), y en no menos de dos ocasiones Jonathan cruzó el puente "Golden Gate" pa­ra dirigirse a San Quintín y verse con su hermano. En tales ocasiones, al decir del fiscal, Angela lo acom­pañó aunque sin pasar de las puer­tas.del penal. En la acusación se in.dica también que el 5 de agosto la joven, acompañada por Jonathan, adquirió una escopeta calibre 12, de fabricación española, en una casa de empeños de San Francisco.

A continuación, por la mañana del 7 de agosto, Jonathan Jackson entró con un maletín en el Centro Cívico del Distrito de Marin, en San Rafael. Allí, en una sala de jus­ticia, el juez Harold Haley.presidía la sesión en la causa seguida a Ja­mes McCIaln, prisionero en la peni­tenciaria de San Quintín y acusado de haber matado a cuchilladas a uno de los guardias del penal. Jack­son tomó asiento al fondo de la sala. Un guardia se dio cuenta de su pre­sencia y se adelantó hacia él. Jack­son se puso en pie, blandiendo una carabina Plainfield. "¡Esto va de ve­ras!" gritó. "Aquí tengo un arma automática. ¡Que nadie se mueva!" Del maletín sacó otras tres armas de fuego, que pasó a McCIain y a otros dos presidiarios: William Christ­mas y Ruchell Magee, quienes de­bían prestar testimonio en el caso. Esas cuatro armas resultaron ser las que había comprado Angela Davis.

Batalla sangrienta. Con espara­drapo, los amotinados ataron al pe­cho del juez Haley la escopeta espa­ñola, colocándole la boca de los cañones bajo la barbilla. En seguida hicieron salir de la habitación, en calidad de rehenes, al magistrado, al segundo fiscal del distrito, Gary Thomas, y a tres señoras que for­maban parte del, jurado. "-Dejen en libertad a:,núe§trós" -hermanos de la prisión 'de .Soledad antes de las 12:30", ordenó Jackson cuando salía con los demás.

El grupo armado llevó a sus atur­didos rehenes hasta el vestíbulo, los hizo entrar en el ascensor y cruzó con ellos el patio de estacionamiento para llegar hasta un camión que Jo­nathan había alquilado el día ante­rior. Antes de que Jonathan y sus compañeros pudieran. escapar del lu­gar, dos automóviles (le la policía del distrito de Marín bloquearon la salida del estacionamiento. Empeza­ron a llover balas, parece ser que del camión. Una descarga de escopeta destrozó la cabeza al juez Haley, ,quien quedó muerto al instante. El fiscal Thomas le arrebató la pistola a uno de los fugitivos y comenzó a disparar, pero cayó herido en el co­razón y la columna vertebral. Jack­son, McCIalli. y Christmas queda­ron allí sin vida, mientras Magee recibió una bala en el pecho. (Este último se ha recuperado ya, y Tho­mas, que ha quedado paralítico de la cintura abajo, está otra vez en su trabajo.)

Y Angela, ¿dónde andaba? ¿Es­taba enterada de que Jonathan Jack­son intentaría aquella locura? ¿O este había procedido por cuenta pro­pia? Antes de que hubieran tras­currido tres horas desde aquel san­griento encuentro a tiros, Angela abandonó San Francisco y se dirigió en avión a Los Ángeles, donde no tardó en desaparecer.

Hacia el 12 de agosto, mientras la policía se ocupaba -todavía en inda­gar la procedencia de las ármas re­gistradas nombre de la joven, Angela ya se había trasladado a Nueva York en compañía de David Poin­dexter, tipo con fama de playboy y cuyos nexos con los comunistas son bien conocidos de las autoridades federales. La pareja se dirigió de Nueva York a Chicago, y de allí a la Flt)r1da. Para entonces ya se ha­bía hecho pública la posible partici­pación de Angela en los crímenes de San Rafael, y la FBI la había agregado a su lista de los diez fugi­tivos más peligrosos.

Todos los registros del órgano. Angela y Poindexter se instalaron en Miami (Florida). La FBI no sos­pechaba siquiera su paradero, mas, de pronto, la suerte comenzó a favo­recer a los perseguidores de la pare­ja. Un delator informó a los agentes que alguien había visto a Poindex­ter en compañía de una esbelta mu­chacha muy parecida a Angela Da-vis. Los agentes hallaron huellas digitales de la joven en el aparta­mento de Chicago en que la pareja se había ocultado. Otro delator les hizo saber que Angela y Poindexter vivían en los lujosos apartamentos Golf Lake, en Miami. El día 7 de octubre los agentes de la FBI entra­ron en las habitaciones ocupadas por los fugitivos. Las encontraron abandonadas, pero descubrieron allí multitud de indicios. Detrás de un sofá hallaron un rollo de película. Los agentes lo revelaron sin tardan­za  y con asombro vieron que la Angela que aparecía en las fotogra­fías había cambiado su habitual peinado a la tradición africana y sus anticuados lentes por unos anteojos  de moda y una peluca de pelo corto. Asimismo, los agentes descubrie­ron el certificado de propiedad de un nuevo automóvil Toyota, y en un cesto de papeles, la envoltura de un jabón procedente de un "motel' de la cadena Howard Johnson_ Po­co después se recibió la noticia de que los dos prófugos se hallaban en "algún punto" de la Ciudad de Nueva York. Los agentes iniciaron la busca en hosterías y "moteles", prestando especial atención a los es­tablecimientos de Howard Johnson. El 13 de octubre los agentes encon­traron el Toyota de Poindexter en un "motel' de Howard Johnson, si­tuado en el centro de Nueva York. Hacia el anochecer del mismo día aprehendieron a la pareja cuando regresaba a sus habitaciones.

Al saber del arresto de Angela y su amigo, el partido comunista norteamericano se dio prisa a entrar en acción. Gus Hall, el jefe de la agrupación, lo denunció como pro­ducto de una conspiración. "Es in­discutible que la defensa de An­gela Davis puede desencadenar un movimiento sin precedente en nuestra historia", declaró. El parti­do deslindó las zonas donde debe­rían reunirse los fondos necesarios: los barrios negros, las universidades, las agrupaciones dedicadas a la lu­cha por la liberación femenina. An­gela calificó a los tribunales de "ins­trumentos represivos", y agregó: "Estoy segura de que acometer mi defensa desde un ángulo puramente legal. resultaría desastroso. Lo que debemos hacer es pensar en enjui­ciar a los tribunales mismos".

Contando con la reacción emocio­nal provocada por la aprehensión de la joven, los comunistas utilizaron todos los registros de su órgano de propaganda. En toda la extensión del país se emprendieron campañas en favor de la defensa. En la región de la bahía de San Francisco, una función "benéfica" pro Fondo para la Defensa de Angela Davis ofrecía a los que contribuyesen a él la opor­tunidad de elegir entre la exhibición de una película acerca del adiestra­miento de las Panteras Negras o del filme titulado "La batalla de Ar­gelia•, adoptado por la Nueva Iz­quierda como su fuente de inspi­ración revolucionaria". El director de cierta revista de la izquierda militante encomió a Angela Davis por su calidad de "causa confecciona­da". Desde Moscú hasta Pyonyang (o Heijo, en Corea), el comunismo internacional se adhirió al movi­miento. Una juvenil agrupación co­munista soviética, la llamada "Jó­venes Precursores", envió una carta a la Davis en que le decía: "Cuenta con nuestro afecto" y también: "Conseguiremos tu libertad".

Será un tribunal quien declare a Angela Davis inocente o culpable de los cargos que se le hacen por los sucesos de San Rafael, pero en el mundo de espejos del movimiento y según la filosofía misma de Angela Davis, ella ha "ganado" ya al ha­berse convertido en la causa de una amalgama de izquierdistas que tienen necesidad de causas para poder sobrevivir.

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