martes, 4 de mayo de 2021

LOGRO EN LA LUCHA CONTRA LA CONTAMINACIÓN DEL AGUA-

 

Existe ya una manera de tratar las aguas negras, tan práctica que las convierte en agua potable.

LOGRO EN LA LUCHA

CONTRA LA CONTAMINACIÓN

DEL AGUA

POR LEONARD STEVENS

Selecciones del R.D. Noviembre de 1971

Condensado de "DENVER POST"

EL LAGO Tahoe, rodeado de montañas, es asombrosamente bello, y uno de los más claros y trasparentes el mundo. Situado donde el Estado de Nevada penetra en el De

 California, su belleza ha sido aclamada desde 1844, cuando el capitán John Fremont fue el primer hombre blanco que contempló sus aguas, de un hermoso color azul oscuro. Años después Mark Twain lo llamó "el paisaje más hermoso de la Tierra".

Y así es como se va a conservar. Desde hace casi un decenio se ha venido sosteniendo una lucha desesperada e inflexible para evitar la contaminación del lago Tahoe, que lo arruinaría para siempre. Por ser muy profundo (más de 500 m. en determinado sitio) y contener tan tremendo volumen de agua (sufi­ciente para cubrir todo el Estado de California con una capa de 35,5 cm.) la Naturaleza necesitaría más de 600 años para limpiarlo en caso de una contaminación grave. Al fin la batalla contra la contaminación por aguas negras se ha ganado. Y en el curso de la batalla se han per­feccionado técnicas nuevas para pu­rificar completamente las aguas de a!bañales urbanas.

La amenaza de contaminación de las aguas del Tahoe se agravó a finales el decenio de 1951 a 1960, cuando la población de la orilla sur del lago, de 34 km. de largo, creció de 2450 a 13.500 personas, y ejérci­tos de turistas invadían el lugar. Este aumento de la población cau­só un continuo incremento de las aguas negras de que debía librarse la Comisión de Servicios Públicos del Distrito del Sur de Tahoe (Ca­lifornia). Fue necesario sustituir el pequeño tanque séptico del distrito, y los votantes aprobaron una emi­sión de bonos para costear un siste­ma moderno de primer y segundo tratamientos del agua. Pero ello no era suficiente para salvar al lago Tahoe.

Más del 99 por ciento de las aguas negras lo forma agua pura, con me­nos del uno por ciento de impure­zas. Usando grandes tanques de sedimentación y oxigenación, los tratamientos primero y segundo eli­minan casi siete octavos de aquellas impurezas, que quedan en forma de densos sedimentos negros usa­dos frecuentemente para rellenar terrenos. Pero el otro octavo del uno por ciento de impurezas se ad­hiere inexorablemente a las aguas expelidas por la instalación, que  contienen abundantes cantidad de fósforo y nitrógeno, elementos que hacen que las algas se multipliquen y reducen la claridad del agua. La incomparable belleza lago Tahoe se debe a su contenido  extraordinariamente escasos  de estos elementos, y los ciudadanos esta resueltos a- no dejar que el agua negra llegara a él.

La mayoría de las poblaciones pueden verter en algún río cercano el agua residual, producto de segundo tratamiento. En la cuenca del Tahoe, sin embargo, todos sus  67 ríos, salvo uno, desembocan el lago, por lo `que no existe aquella posibilidad. Como solución alternativa la Comisión de Servicios Públicos alquiló parcelas en las colinas circundantes y comenzó a regar el agua en la tierra con esperanza de que se limpiara al filtrarse por ella.

Pero el Tahoe sufrió un desastre.  La tierra no pudo absorber 2.800.000 litros de agua residual que la regaban diariamente, y empezó a oler y a formar espuma y  burbujas. Con frecuencia escurría  mayor cantidad de agua sucia hasta el lago de la que absorbía la tierra, y los trabajadores tenían cavar zanjas febrilmente para hacerla volver a los estanques de almamacenamiento. En el fin de semana del primero de septiembre de! 1961, se escaparon 7,5 millonesde litros y fueron a dar al lago. Hicieron poco daño, pero enardecieron los  ánimos contra la Comisión.

Finalmente, después de que los votantes se declararon en contra de tres emisiones de bonos para obte­ner más tierras que absorbieran el Agua, y de que fueron despedidos Varios directores, los atribulados co­misionados contrataron al técnico Consultor Harlan Moyer. Como este no pudiera encontrar un lugar fuera de la cuenca del Tahoe adonde enviar el agua sobrante del segundo tratamiento, la única alter­nativa aceptable consistiría en limpiarla tan completamente que se pudiera arrojar en cualquier sitio sin ningún peligro. Esto significa­ba que había que tratarla de alguna forma una tercera vez. Pero a principios del decenio de 1961 a 1970 los peritos se mostraban pesimstas ante la forma de hacer ese tercer tratamiento en gran escala y que el precio fuese asequible a los municipios

Un hombre que no compartía ese pesimismo era Russel Culp, proyec­tista e investigador especializado en ingenieroa sanitaria, a quien se contrató por recomendación de Moyer.

Culp creía que se podría inventar y probar un buen tratamiento tercero no muy costoso, en la planta misma de tratamiento del Sur de Tahoe. Con 15.000 dólares aporta­dos por la Comisión de Servicios públicos y 5000 dólares que aportó cada una de las empresas consulto­ras de Moyer y Culp, se construyó una planta piloto; y después de va­rios meses de pruebas ya obtenía 95 Iitros por minuto de agua notablemente buena de la sobrante del se­gundo tratamiento. Culp quedó convencido de que podría proyec­tar una instalación para tercer tra­tamiento, capaz de purificar millo­nes de litros por día. En 1964 la Comisión autorizó la construcción de esa planta, que se inició en el otoño.

Culp y un especialista consultor llamado Gene Suhr emplearon téc­nicas ya probadas en otros campos. La clave la dio un filtro de nuevo tipo, inventado por la Neptune Microfloc Corporation, para purifi­car agua potable. Sus ingenieros habían encontrado la combinación precisa de tres materiales filtrantes: carbón, granate y arena. Culp y Suhr perfeccionaron también un método a base de cal para eliminar el fósforo, guiándose por las inves­tigaciones hechas en la Universidad de Wisconsin en 1938 y por los mé­todos usados antes de 1950 en la industria de la pulpa y el papel. Tomaron ejemplo de la industria azucarera, en la que se usa el car­bón para quitar el color al azúcar sin refinar, y perfeccionaron un procedimiento para decolorar el agua residual y eliminar otras im­purezas orgánicas disueltas y obte­ner un agua cristalina.

En julio de 1965 se completó la primera fase del sistema de tercer tratamiento; las aguas negras se convertían en agua potable, sin olor, ni color, sin bacterias y virus, y casi sin fósforo. No obstante, aún era necesario emplear las impure­zas sólidas para rellenar terrenos.

ble a los municipios.

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