viernes, 14 de mayo de 2021

EL DARDO DE FUEGO INVENTADO POR UN JUDÍO= MIRAGE

 Significado de Mirage= Espejismo

Inventor y constructor: Marcel Dassault,= nacido Marcel Bloch 

 País: Francia

 EL PRODIGIOSO AVIÓN MIRAGE

Construido por un millona­rio enigmático, este esbelto reactor de caza es una po­tente arma militar y políti­ca en los lugares donde hay conflictos y también un gran triunfo de la industria francesa.

Selecciones del Reader´s  Digest Mayo de 1971

POR PAUL HENISSART

POR UN cielo sin nubes, varias escuadrillas de aviones Mira­ge III cruzaron sobre el llano delta del Nilo, humillando sin mi­sericordia el orgullo de la Fuerza Aérea egipcia, alineada más abajo en vulnerables filas. Era el día 5 de junio de 1967. En pocas horas Israel ganó virtualmente una guerra de seis días, gracias en parte a aquellos cazas-bombarderos de fabricación francesa. Perversamente apodado en un tiempo "la pesadilla de Nasser", el MIrage es el mejor avión militar que  existe, como lo confirman los esfuerzos de varias potencias para robar sus secretos. A este respecto el caso más importante de espionaje en la  historia suiza de la posguerra fue el robo  robo y venta a agentes de Israel de los planos del motor del MÍ­rage, que se estaba construyendo con  licencia en Suiza. Y en Beirut (Líbano) dos veteranos diplomáticos rusos fueron expulsados por ha­ber tratado de sobornar a un piloto a fin de que llevara un Mirage a la Unión Soviética.

¿Será tan bueno el jet francés co­no,  lo hace aparecer la conmoción que ha producido? Los fabricantes de aviones rivales tienen que confe­sar a regañadientes que presenta muchas, muchísimas ventajas y muy pocos defectos. Entre otras co­sas, este esbelto pájaro plateado es increíblemente veloz. En sólo tres minutos puede ascender a 11.000 metros y alcanzar una velocidad de Mach 2,2 o sea, más del doble de la del sonido.

Por otra parte, las operaciones de mantenimiento han sido simplifica­das hasta el punto que sólo consu­men de la tercera parte a la mitad del tiempo que se requiere para otros reactores de caza, con lo cual el avión es capaz de salir en más misiones bélicas. Durante la guerra de los seis días, los Mirages de Israel hacían hasta 12 viajes, redondos diariamente sobre el Sinaí, lo que llevó a los sorprendidos egipcios a creer que Israel tenía ayuda de fuer­zas aéreas extranjeras.

 Estas asombrosas capacidades bé­licas no impiden que el Mirage II[ sea una hermosa máquina. Su silue­ta aerodinámica y airosa lo hace aparecer como si estuviera en movi­miento supersónico aun cuando esté quieto en tierra. Parece casi inofen­sivo —a pesar de sus dos cañones de 30 mm., sus portabombas, cohetes y proyectiles de aire a tierra— y es sorprendentemente pequeño. El es­pacio interior se aprovecha tan cui­dadosamente, que algunos pilotos dicen que deben meterse en la cabi­na de mando con calzador. "Se sien­te uno parte integrante del avión, que casi se nos pega al pellejo", co­menta un veterano combatiente.

Pero el Mirage está en su, elemen­to cuando perfora el aíre,, con un ru­gido ensordecedor. Pierre Rebuffet, piloto de pruebas francés entrena­do en los Estados Unidos, que ha volado Mirages durante ocho años, dice con entusiasmo: "Ningún otro avión me da la misma sensación de poderío, Parece que uno sube verti­calmente, como en un cohete espacial.  Cuando salgo a lo azul, siento que el cielo es mío".

El Mirage III posee otra ventaja inmensa i: su precio es apenas alrede­dedor de un millón y medio de dóla­res, lo cual es relativamente barato para un reactor de caza supersónico y de múltiples aplicaciones. (El Phantom F4 norteamericano cues­ta aproximadamente el doble.) Para hacer su compra más atractiva aun, el Gobierno francés ofrece facilida­des de pago, basando con frecuencia sus créditos en sus objetivos de polí­lica internacional. "El Mirage", ex­plica un fabricante norteamericano de aviones, "es el arma militar que Francia emplea como arma política". Esto se vio muy claro en enero del año pasado, cuando el presiden­te Georges Pompidou aprobó la venta de 110 Mirages —virtualmen­te toda una fuerza aérea— a Li­bia, pero no permitió entregar 50 a Israel. Estos últimos habían estado en el tablero de ajedrez diplomático desde junio de 1967, cuando Charles de Gaulle prohibió el despacho de ciertas categorías de equipo militar francés al Oriente Medio. Los aviones, que Israel ya habrá compra­do, han permanecido desde enton­ ces ,en hangares. El,Gobierno de Tel Aviv todavía abriga la esperanza de, recibirlos. Cuando Francia reciente­mente insinuó que podría devolver el precio de compra, que fue de 82 millones de dólares, Israel rechazó la oferta. Quiere los aviones.

Hasta ahora la fábrica Avions Marcel Dassault ha vendido más de 1100 Mirages: más de 400 en el país, donde constituyen la punta de lanza de la Fuerza Aérea francesa, y el resto a Australia, Sudáfrica, Paquis­tán, Libia, Líbano, Perú, Brasil, Ar­gentina, Suiza, Bélgica, Colombia, España e Israel.

El creador del Mirage es Marcel Dassault, hombre de 79 años, bri­llante y enigmático millonario ami­go de las decisiones por sorpresa y del secreto impenetrable. Tan grande es su pasión por el misterio que a menudo ordena a sus pilotos cam­biar la frecuencia de la radio duran­te-los vuelos de prueba, para que ni siquiera la Fuerza Aérea francesa sepa lo que están haciendo. Es due­ño de una compañía electrónica, de varias empresas inmobiliarias, de un banco y de la revista semanal Jours de France (que tiene una cir­culación superior a 800.000 ejempla­res); pero su fortuna procede prin­cipalmente de Avions Marcel Das­sault, una de las pocas grandes fá­bricas aeronáuticas de propiedad' privada que existen en Europa.

Dassault se llama modestamente, a sí mismo "un arquitecto de avio­nes", pero también es un pionero de la aviación y un genio de la aero­náutica. Virtualmente todos los aviones que ha proyectado en los últimos 50 años —desde aviones co­rrientes de pasajeros hasta intercep­tores de propulsión por chorrohan sido grandes éxitos técnicos, económicos y estéticos.

Hijo de un médico parisiense, Dassault nació en 1892 y su nombre verdadero era Marcel Bloch. A los 21 años fue uno de los primeros gra­duados de la École Nationale Supé­rieure d'Aéronautique, y durante la primera guerra mundial diseñó pa­ra la Fuerza Aérea francesa una hé­lice nueva que tuvo un éxito inme­diato.

En 1940, cuando los nazis ocupa­ron a Francia, ofrecieron dejarlo en paz, a pesar de que era judío, si les diseñaba aviones para la Luftwaffe. Dassault se negó. Se disponía a reunirse en la resistencia con su herma­no, cuando fue arrestado y enviado a Buchenwald. Allí su salud se que­brantó para siempre, y hasta el día de hoy tiene que vestir en todas las estaciones un abrigo pesado y an­teojos oscuros: su propensión a los resfriados y su mala vista son conse­cuencias directas de la prisión que sufrió en tiempo de la guerra.

Después de la liberación, se con­virtió al catolicismo y cambió su nombre por el de Dassault, que era el nom de guerre de su hermano en el movimiento de resistencia fran­cés.  También reanudó la fabrica­ción de' aviones, y a comienzos de los años del 50-encabezaba,una activa compañía  producía una formidable serie de cazas supersónicos. La industria francesa de aviación empezó a adquirir reputación inter­nacional. Y él también.

Empezó a trabajar en el Mirage en 1952, cuando las naciones de Oc­cidente competían entre sí para per­feccionar un interceptor ligero ca­paz de hacer frente al adaptable MIG-15 que Rusia había empleado con tan notable éxito en Corea. Das­sault confió el proyecto a 10 inge­nieros jóvenes, encabezados por Jean Roualt, hoy ingeniero jefe de la sección de investigadores y desa­rrollo de la compañía. Les dio un consejo muy agudo: "Traten de ol­vidarse de todo lo que se ha hecho hasta ahora; nuestro avión tiene que ser algo enteramente nuevo".

El resultado fue un avión de sen­cillez extrema. Era fuerte, veloz, maniobrable, relativamente barato de construir y pesaba apenas cinco toneladas. Una gran innovación lo hizo radicalmente distinto de los cazas anteriores: el ala en delta, fa­bricada de aleación de aluminio, de 27 metros cuadrados, más ligera que el ala corriente o rebajada y que per­mitía llevar a bordo una provisión mayor de combustible, con lo cual se aumentaba significativamente la autonomía y el tiempo de vuelo del aparato.

Otra innovación fue la instala­ción de radar como parte de la es­tructura, lo que hizo al avión inde­pendiente del vulnerable control te­rrestre. Esto llevó en 1958 al célebre Mirage III —un avión de combate de múltiples aplicaciones, para todo tipo, el único, de su clase que vue­la a más de Mach 2 y es capaz de despegar y aterrizar en unos 750 metros de pista sin pavimentar. Resulltó varias toneladas más pesado que su prototipo, pero tiene un mo­tor Más poderoso, capaz de lanzar el  avión al aire en unos segundos.

El Gobierno israelí, profunda­mente preocupado por la compra que Egipto había hecho a la Unión Soviética de aviones MIG-21, se in­teresó inmediatamente. En 1963 Tel Aviv pidió 72 aviones Mirage III y proclamó públicamente su fe en este aparato al emitir un nuevo sello postal, con dos símbolos de la vo­luntad de supervivencia de la nación: la fortaleza de roca de Masada, donde los judíos hicieron una desesperada y última resistencia contra las legiones romanas en el siglo I de la era cristiana; y sobre ellas volando, un par de aviones Mirage de caza.

Pronto el avión justificó esta fe derribando un MIG-21 en agosto de 1965, y a la vuelta de un año había abatido ocho más. Vino luego aquella mañana de junio de 1967 en que los Mirage acabaron virtualmente con el poderío aéreo de los árabes. Desde la terminación de la guerra de los seis días, los Mirages han de­rribado unos 90 MIG, hecho que tuvo mucho que ver con el mante­nimiento de la superioridad militar de Israel sobre sus vecinos, numéri­camente más fuertes.

Hoy existen docenas de versiones distintas del Mirage, cada uno con la. combinación precisa de armamento y equipos electrónicos que necesita cada país; pero todo Mi­rage fabricado tiene las líneas esbel­tas que han dado tanta fama a los aviones de Dassault. El anciano arquitecto se reúne frecuentemente con sus ingenieros y diseñadores en lo que él llama séances de beauté (sesiones de belleza), en que inspec­ciona minuciosamente, desde un si­llón, cada avión nuevo, cuyo mode­lo se ilumina con reflectores. Todo modelo lleva la huella inequívoca de esta idea que abriga su creador: "Si un avión no es bello, no volará bien".

Para formar su equipo de inge­nieros, que nunca ha pasado de 800, Dassault busca técnicos de amplia preparación, conocedores de la aero­dinámica, la metalurgia, los moto­res y otros equipos. Afirma que va­rios de ellos son capaces de diseñar por sí solos un avión completo, mientras que "en los Estados Uni­dos se necesitan centenares de inge­nieros para proyectar uno". (Sólo se necesitaron 100 ingenieros de Das­sault y menos de dos años de traba­jo para producir el Mirage G, que no ha tenido los defectos estructurales del F-111 norteamericano, a pesar de que su perfeccionamiento costó apenas una fracción de lo que costó este último.)

Así pues, Avions Marcel Dassault sigue siendo una empresa de tama­ño medio organizada en torno al genio de un hombre; pero no le ha impedido adquirir fama mundial mediante una desafiante fórmula de lndividualismo e improvisación. Y  Dassault no se duerme sobre sus laureles. Ya ha invadido brillante­mente el mercado de la aviación ci­vil de los Estados Unidos con el jet ejecutivo Falcon, que lleva una tri­pulación de tres hombres y hasta 12 pasajeros, con autonomía de 3200 kilómetros y velocidad media de 885 k.p.h. Para 1972 espera sacar el Mercure, fino reactor para 155 pasa­jeros destinado a distancias cortas, entre 300 y 1600 kilómetros.

Debido en gran parte a la energía e iniciativa de Dassault, Francia va hoy adelante de sus vecinos euro­peos en la construcción de aviones. En la fábrica Avions Marcel Das­sault, cuya producción pasó de 300 millones de dólares en 1969, los fun­cionarios advierten con optimismo que en el próximo decenio habrá que remplazar unos 4000 aviones militares en el mundo occidental, sin contar a los Estados Unidos. Cuando llegue el tiempo, la empre­sa evidentemente espera desempe­ñar un papel principal: por ejem­plo, con toda una nueva generación de Mirages.

Un amigo ha condensado en estas pocas palabras la devoción que toda su vida sintió Dassault por los avio­nes: "Una serie de colosales apues­tas sobre el futuro". El mismo Das­sault se enorgullece de haber arries­gado y ganado tantas veces. El sím­bolo más espectacular de ese éxito es el Mirage. Y los que verdaderamen­te van a necesitar suerte son aque­llos que desafíen a este raudo dardo de metal cuando cruce fugazmente por el firmamento.

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