¿POR QUÉ DEJÉ EL CATOLICISMO?
POR LUIS PADROSA
Ex sacerdote católico
Ex religioso de la Compañía de Jesús
Director-fundador
del Instituto Loyola de orientación psicológica
Vicepresidente del Comité Internacional
de psicólogos y psiquiatras católicos.
EDITORIAL "LA AURORA" CASA UNIDA DE PUBLICACIONES
CORRIENTES 728 — BUENOS AIRES APARTADO 97 BIS — MEXICO, D. F.
IMPRESO EN LA ARGENTINA— He encontrado que no hay base en el Evangelio para los dogmas de la Iglesia Católica Romana —
Tales fueron las primeras palabras con que el Rdo, Luis Padrosa, vistiendo aún hábitos talares, dejó asombrado al primer pastor evangélico con quien se puso en contacto en España.
Ese ministro del Evangelio (Samuel Vila) se había preparado concienzudamente para una aguda polémica desde que la extraordinaria visita le fué anunciada, pues el Padre Padrosa no era, en modo alguno, un polemista débil.
Difícilmente podía vencérsele en dialéctica, ni en conocimientos de historia, ni en teología patrística; seguramente estaría también versado en Sagrada Escritura, aunque no sea éste el punto fuerte de los católicos. Pero toda preparación resultó inútil.
El Reverendo Padrosa no iba a convertir ni a ser convertido. Iba persuadido por el mismo Espíritu de Dios y la fuerza de la Verdad, ansioso de expresar lo que por sí mismo había descubierto en las páginas de las Sagradas Escrituras, guiado en su investigación por algunas buenas obras de teología protestante que no había reparado en leer, creyéndolas de fácil refutación.
El Rdo. Padrosa se reveló como una persona de conciencia extraordinariamente delicada.
Un hombre "en el cual no hay engaño", como decía Cristo de Natanael.
Un sincero y verdadero cristiano católico, que amaba a Dios con toda su alma, sus fuerzas y su mente, y no podía soportar la idea de que estuviese contradiciendo y contrariando con su enseñanza y sus prédicas de sacerdote católico la doctrina del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.
Y estaba decidido a dar el paso doloroso y peligroso, sobre todo en España, de renunciar a sus cargos, su posición y su fama que había ganado como conferenciante y director de los Institutos Loyola de Barcelona y Tarrasa, para poder ser fiel a la luz que había recibido.
Desde el primer momento expresó el deseo de hacer partícipes de su glorioso hallazgo a otras almas turbadas por la duda y el temor.
— ¿No tienen entre su feligresía almas atormentadas por la duda? — decía el Padre Luis Padrosa en esta primera entrevista.
— Los cristianos evangélicos sabemos en quien hemos creído y estamos cierto... — como decía el gran Apóstol de los Gentiles, fué la respuesta del ministro del Evangelio.
— ¡Ah, sí, lo presentía! Esta es la diferencia entre apoyarse en enseñanzas de hombres, o en la palabra infalible de Dios.
— Es verdad.
— Y lo cierto es que no hay gozo ni paz en el alma hasta que una persona ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador y se halla dispuesta a cumplir su sacratísima voluntad cueste lo que cueste.
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