LAS VERDADERAS ACTAS
D E LOS MARTIRES.
TOMO P R I M E R O.
L A S V E R D A D E R A S A C T AS DE LOS MARTIRES.
SACADAS, R E V I S T A S , Y CORREGIDAS S O B R E MUCHOS ANTIGUOS M A N U S CRI T OS
con el título de
A C T A PRIMORUM M A R T T R UM
S I N C E R A E T S E L E C T A .
P O R E L R. P. D. T E O D O R I C O R U I N A R T,
Benedictino de la Congregación de S. Mauro,
T R A D U C I D A S A L C A S T E L L A N O .
T O M O PRIMERO.
MADRID. MDCCLXXVI.
Por D. Jo ACHÍN IBARRA, Impresor de Cámara de S.M.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS,
VERDADERAS ACTAS
D E L O S M A R T I R E S .
PRIMERA PARTE.
M A R T I R I O
D E S A N T I A G O,
PRIMER OBISPO DE JERUSALEN.
Sacado de Eusebio Histor. EcJes. lib. 2. cap.23
Año de Jesu-Christo 61. ó 62. en el imperio de Nerón.
Despues de la muerte de Jesu-Christo, Santiago, su hermano, tomó con los Apóstoles el gobierno de la Iglesia. Llamábanle el Justo desde el tiempo mismo del Hijo de Dios y por un nombre tan santo era por el que se le distinguía de algunos otros que tenian su mismo nombre. Fue consagrado á Dios desde el vientre de su madre: no bebió jamás ni vino , ni otro licor alguno que pudiese embriagarle, y guardó una perpetua abstinencia de toda comida sazonada. No cuidaba de su pelo, ó cabellera: jamás se1 Tom. L A ra-rasuró , y siempre se abstuvo del baño.
Una santidad tan eminente le hizo conceder la entrada en el Santuario, que no estaba abierta sino á los Sacerdotes ; y tuvo también, como ellos, el privilegio de llevar la túnica de lino. Tenía dé costumbre el ir al Templo á las horas que no había nadie, y allí postrado delante de Dios, oraba por los pecados del pueblo ; y permanecía tanto tiempo en esta postura, que sus rodillas criaron unos callos tan duros como la piel de un camello.
Esta continuación en la oración , y esta ardiente caridad, le hicieron merecer el ser llamado la Justicia del Pueblo de Jerusalen, su fortaleza , y su defensa. Esto es lo que los Profetas habían predicho de él.
Con todo eso , algunos de los que profesaban las diferentes Sectas, que dividían entonces á los
Judíos, se llegaron á é l , y le preguntaron lo que se debía creer de Jesu-Christo. El les respondió, que Jesu-Christo era el Salvador del Mundo: y habiendo esta respuesta tan clara, y tan compendiosa persuadido á muchos, creyeron que Jesús era en efecto el Ungido, ó Christo que aguardaban.
La mayor parte de estas Sectas no admitía, ni la resurrección, ni la última venida del
Mesías, ni la eternidad de los suplicios, y de las recompensas ; pero los que fueron bastante felices para ser ilustrados de las luces de la fé por el ministerio de Santiago, al punto renunciaron sus antiguos errores, y recibieron las verdades, que hasta entonces habían impugnado.
La conversión de estos Judíos , entre los quales se hallaban personas de consideración, y de
una calidad distinguida, sembró la turbación, y la discordia en la Sinagoga. Los Fariseos, y losDoctores de la Ley se pusieron á gritar tumultuosamente, que su Religión iba á ser trastornada
, que engañado casi todo el pueblo, se dexaba arrastrar á la falsa creencia de que Jesús Nazareno era el Mesías: en fin, habiéndose juntado, y deliberado un momento entre s í , buscaron á Santiago , y le hablaron en estos términos:
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