miércoles, 8 de mayo de 2024

LA BANDERA OLVIDADA

CUENTOS DEL DÍA SÁBADO-

LA BANDERA OLVIDADA EN HUEHUETENANGO-

Sábado, 25 de junio de 2022

 “Era una tela, tan solamente un pedazo de tela, pero representaba o recordaba  el vinculo con la tierra mas suspirada y recordada.”

LA BANDERA OLVIDADADA EN HUEHUETENANGO

 MI HISTORIA DE LOS DÍAS SÁBADOS

El autor dedica esta historia al PADRE ETERNO, A MI SAVADOR JESUCRISTO Y  E.S.

Por el autor del blog - un apasionado por la historia de antaño

Ciudad de Huehuetenango,  Sábado 25 de Junio del año del Señor de 2022..  Tío Daniel quien últimamente no ha contado ninguna historia de los días sábados a sus sobrinos, a petición de su sobrina, la siempre  amable y bella Susana del Cielo y Mar, les hablará hoy en la tarde de  una nostálgica  “historia”  titulada “La bandera Olvidada”. —Tío Daniel, hace tiempo que no compartes con tus sobrinos, tus historias, hoy quiero escuchar una sobre nuestra familia antigua

—Amada sobrina, gracias por  recordármelo, y a la vez pedírmelo; Hoy les contaré sobre una “leyenda, o realidad, que se  transmitía oralmente en la familia López   de una generación a la otra,” por favor escuchadme, atentamente, mis queridos sobrinos….—

Ya  se habían unido Jorge, Antonio y Luis, y sentados esperaban atentamente la prosecución del relato.

LA BANDERA OLVIDADA

En la Antañona, caballeresca y galante Madre Patria España, allá por los años de 1660, vivía Bartholomé  López y Palacios, era un hombre alto y dado  a la aventura, el tiempo se ha encargado de  borrar en la historia, si vivía en un lugar de la Provincia de Castilla la Vieja, o bien en la hermosa tierra del reyno de Galicia. Era el hijo menor de una familia formada por 4 hermanos y 4 hermanas. De esta familia López  podríamos decir que su patrimonio de tierras y bienes, era más bien modesto.

La Familia De los Ríos y del Castillo, era vecina, y vivían en una finca más amplia, y contaban con más recursos patrimoniales. Tenían más influencias con las autoridades. Esta familia estaba formada de tres hermanos y dos hermanas. La menor se llamaba Manuela Alta Gracia de las Mercedes De los Ríos y del Castillo.  Manuela era una preciosa doncella, alta, de cabellos largos de color dorado castaño, y unos ojos color de cielo celeste con  pigmentos  de pinceladas verde  avellana y amarillo. Verdaderamente el Creador, había creado una obra de arte en los colores de ojos de Manuela Alta Gracia.

Bartholomé López, armándose de valor, le declaró su amor a tan celestial mujer, Alta Gracia de las Mercedes, quien le dio el tan anhelado” Si, quiero ser tu esposa”, y al unir sus vidas, más adelante tuvieron siete hermosos retoños que alegraban su hogar y su mundo.

Al crecer el séptimo de sus hijos, el apuesto Santiago, le nació en su corazón un amor entrañable por una hermosísima doncella, llamada Purificación del Milagro Ballesteros. Sin embargo había un hombre llamado Sancho Mendieta, quien pretendía a la linda Purificación. Este hombre era muy ruin en sus actos, y celoso  por ver que la doncella dirigía sus atenciones y amor   a Santhiago, urdió un sórdido complot delante de las autoridades, acusándolo de graves faltas, que en ningún modo eran ciertas.

Aunque Santhiago era inocente, las apariencias estaban en su contra, y apunto estaba de perder la vida en manos de hombres malos, cuando la justicia del cielo, permitió que escapara de su lugar de origen.

El peligro de muerte era inminente, por lo que el único recurso para salvar la vida, era abandonar la madre patria, y buscar un refugio seguro en las tierras de América.

 Apresuradamente fue a despedirse de sus padres, y en medio de tan terrible prueba, también  llegó allí su hermosa dulcinea, la esplendorosa Purificación del Milagro.

Esta fiel y amorosa doncella, había pedido una bandera de España a su comprensiva madre. Dicha bandera adornaba el hogar de ella, y había pertenecido a su difunto padre, El General Ballesteros, del Ejército Real de su Majestad.

Las últimas palabras que escuchó Santiago de sus padres y de su amada, fueron:

—Santhiago, hijo mío, ¡Ve con Dios!, nuestras lágrimas y oraciones te acompañarán —dijo su bella madre.

—¡Amor mío¡ Llévate esta bandera triunfal que acompañaba siempre a mi amado Padre, al verla recordarás los ríos, valles, praderas y montañas de la Patria donde naciste, y la tierra donde se queda tu desconsolada amada, las lágrimas que lloraré todos los día por tu ausencia, no bastarán para borrar de mi mente, tu rostro y tu amor. Cuando estés establecido en América, me avisarás dónde estás, y aunque sea el fin del mundo, iré a reunirme contigo, amor de mi vida. Ahora daré el beso más profundo a esta bandera, y cuando quieras sentirme a tu lado, solamente cierra tus ojos, piensa en mí, y bésala como si fuese yo.

Santhiago en medio de su dolor, contempló por última vez los ojos de su amada madre y de su bellísima princesa. Ambas tenían el mismo “color de cielo celeste con  pigmentos  de pinceladas verde  avellana y amarillo.”

Esta contemplación quedose grabada totalmente en las pupilas del joven. Besó a su madre en la frente y a su amada en la boca, y ya no hablaron más.

Pasaron los días, y más de dos meses después arribaba una calurosa mañana del mes de Junio, a las generosas tierras de América.

Meses más tarde trataba de labrarse un porvenir en la Ciudad de Santhiago de los Caballeros del Reyno de Goathemala. Como era un hombre educado, servicial y emprendedor logró hacer buenas amistades.

Transcurrió un año, y estando más establecido, envió su primera carta a la familia, y especialmente una para su anhelada amada. Pasaron unos meses y no llegaba la contestación de dichas cartas.

Al año recibió una carta de un hermano suyo, y entre las noticias, llegó una que desgarró totalmente el corazón del noble Santhiago.

“Al otro lado del mundo, esperamos que Dios esté siempre contigo; te damos la noticia que tu amada Purificación del Milagro, sufrió de una extraña enfermedad al poco tiempo de tu partida. En sus últimos momentos, con voz anhelante te llamaba pronunciado tu nombre en medio de grandes sollozos, quitó un buen mechón de su rubio cabello, y expresó su más vivo dese que se te hiciese llegar hasta las tierras de América, porque ya no podría cumplir su deseo de formar un nuevo hogar contigo, dicho mechón de cabello decía que lo guardarás junto a la bandera que te dió . Tu nombre estuvo en sus labios hasta el final…”

Las  más ardientes lágrimas de  vivo dolor brotaron de los ojos claros de Santhiago, bajaron como ríos por su rostro y cayeron regando el rubio mechón de cabello, que venía en la carta, igualmente eran lágrimas por el recuerdo del bello rostro de su Madre, y por la tierra natal.

Parecía que ahora la vida para él ya no tenía un sentido.

Un día  apareció un anuncio en la Gaceta de Goathemala, donde se anunciaba que el Gobernador de la Capitanía General, con el afán de seguir  apoyando   la colonización española en un lugar lejano, montañoso y frío, daría el incentivo de tierras gratis a quienes lo deseasen.

Santhiago, quien ahora le daba lo mismo estar viviendo en la Ciudad Capital, que irse al más recóndito lugar salvaje, decidió con ese espíritu aventurero que lo acompañaba, que no tenía nada que perder si iba a solicitar una buena porción de dicha tierra, sin embargo en la Gaceta  no especificaba el nombre del lugar.

Estando ante el respectivo funcionario, se le informó que escasas 15 personas españolas, habían solicitado ser tomadas en cuenta; porque la lejanía del lugar no era tan atractivo para los mismos.  Dicho lugar  se llamaba el ”Pueblo de la Purissima Concepción de Güegüetenango ( Nombre real e histórico de nuestra bella y amada cabecera de Huehuetenango) y que desde 1525, ya se había asentado algunos españoles por esos lugares. Actualmente un número reducido de familias españolas vivían en el mismo, además había otras familias en Chiantla, Malacatancito y Cuilco.

Así fue como Santhiago López  de los Ríos y del Castillo, recibió un considerable terreno en la cabecera departamental, y mucho más en las cercanías d he dicho pueblo.

Conoció a una atractiva manceba  de 17 años llamada María Ygnes del Pilar de Acuña,esplendorosa mujer con los ojos“color de cielo celeste con  pigmentos  de pinceladas verde  avellana y  amarillo.”"que le recordaba a su señora madre y a su finada prometida.    Ygnes del Pilar era   nieta de Sebastian de Acuña  nacido en la Coruña, y de Ygnes Stella López, nacida en Pontevedra, ambas regiones del Reyno de  Galicia en España.

Santhiago López y María de Acuña, formaron un hogar, donde procrearon varios hijos, que a su debido tiempo  vez fueron formando sus respectivas familias. Al igual que en toda la América Hispana  colonial  sin haber excepción en algún lugar,dichos matrimonios fueron formándose entre descendientes en tercero y cuarto grado de consanguinidad, los  argumentos esgrimidos para solicitar las respectivas dispensas, eran: que las mozas  habían entregado su honor a los pretendientes, sin saber que eran parientes; que la pretendiente al no casarse con el solicitante, iba a darse a la perdición; y perder su alma ;  que la contrayente era pobre; que debido a la “cortedad” del pueblo o escaso vecindario español/ criollo/ ladino no tenían mucha  opciones para aspirar a casarse, Debido a estos argumentos, los respectivos Arzobispos en la capital, casi siempre los despachos de Dispensa Matrimonial.

En la época colonial, no era relevante conocer a las personas con el apellido materno, por ejemplo en estas familias López, solamente al investigar concienzudamente se llega ver que los apellidos maternos en un caso eran Acuña, y en el otro Samora .

Generalmente los hijos y nietos, siguieron usando el apellido compuesto del Patriarca, es decir en este caso, el Cura Párroco, asentaba las partidas de hijos y nietos como López de los Ríos.

Los integrantes de las familias López de los Ríos, emparentaron mucho con los integrantes de las familias Palacios, las familias Castillo; y así se iban combinando estos apellidos.

Siguiendo con nuestra” historia de los días sábados” , Pasaron aproximadamente 100 años, y aquella emblemática y significativa bandera, pasó de manos, del hogar de Santhiago López, a  un hijo suyo, y después a un nieto.

Un día, del año de 1869, en Diciembre, día siete, las fuerzas guerrilleras de “Tata Lapo”; asaltaron e incendiaron la Villa de Huehuetenango, 24 horas tardó el ataque armado. El Comandante General y Corregidor, Capitán Aquilino Gómez Calonge ( oriundo de Tejado, Soria, España) fue el encargado de repeler el ataque de los bandidos.

90 casas fueron consumidas y reducidas a cenizas por el fuego.

En una de estas casas, perteneciente a una familia de los López, la bandera nostálgica junto al mechón rubio descrito arriba en esta historia, se perdieron, fueron hecho ceniza, que el viento dispersó mas tarde.

Y ahora, de aquellos símbolos ancestrales, no queda huella, sino solo un latente sentimiento, y pensamiento que pugna por emerger a la superficie y no ser olvidado , ignorado, menospreciado, ridiculizado , sino antes bien, ser parte de mi identidad.

  Diciembre , día cinco, año de mil ochocientos sesenta y nueve
Amanece el bello pueblo de Huehuetenango con un frio viento 
que eleva alto el polvo  y las hojas de los árboles mueve                                          

   A sus ocupaciones cotidianas sumáse un grave pensamiento

¿Será el día de hoy? cuándo ataque el fiero Mariscal Serapio Cruz

 !Dios!, no  olvides que somos pacíficos y gentes buenas 
 !Ayudanos por tu amado hijo, Jesús
y a tu iglesia llevaremos fragantes azucenas.
"Tata Lapo", hombre Bárbaro,  de la iglesia.duro azote
 Feroz caudillo,comandante de rebeldes analfabetas
a la espalda de los indios,   para el incendio cargó buen ocote
y espera buen botín llevar en sus carretas.
Aquilino Gómez Calonge, de Huehuetenango era el Corregidor interino 
 Serapio Cruz, pretendia la Plaza. le rindiese
Gómez Calonge, español, sabía Dios por qué a esta población vino
firmemente determinado a defenderla ,así Cruz la incendiase
   ¡Ya vienen los malvados! !Ya vienen  los diablos! gritaban las ancianas
escúchase el toque del clarín que anuncia a los atacantes fieros
mientras las viejecitas dicen que no respetarán sus canas
!ALERTA! !ALERTA! gritan los centinelas a sus compañeros

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