EL
CIELO ES TAN REAL
CHOO
THOMAS –Parte 016
fueron echados del paraíso terrenal para siempre, y aquellos que
no obedezcan a Dios en esta vida, serán echados
del paraíso celestial. El Señor me ha enfatizado esto una y otra vez.
Con frecuencia, me había
preguntado a quien se refería Dios cuando dice "Hagamos" en Génesis 1:26. Ahora entiendo que se
refería a la Santa Trinidad. Muchas personas,
como yo, están teniendo experiencias
con ángeles en estos últimos días. Los ángeles nos están visitando de la misma manera que lo hicieron en los tiempos
antiguos. Ellos están afirmando el
amor de Dios por sus hijos, y están advirtiéndoles de cosas que están
por suceder. Como Jesús me ha dicho tantas veces, realmente estamos en los
últimos días.
Los ángeles son sus mensajeros. Yo conocí uno de
ellos. Son seres maravillosos que irradian el amor y la gloria de Dios. Ellos
disfrutan adorando al Padre en los cielos, y le obedecen compartiendo su
mensaje con nosotros en la tierra.
Amo a los santos ángeles de
Dios, y creo que ellos están conmigo aún mientras escribo. El Señor me ha dicho que tengo
ángeles personales rodeándome. No debemos olvidar la promesa de Dios:
"Pues a sus ángeles mandará
acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra"
(Salmo 91:11-12).
SOBRE LAS NUBES
La mañana del 8 de abril trajo
consigo otro dulce encuentro con el Señor.
Él me visitó desde las seis hasta las nueve de
la mañana. Mi cuerpo tembló por cuarenta minutos, antes de
escuchar su fuerte voz llamándome. Él tomó mi
mano, y en mi cuerpo transformado fuimos a la playa, donde caminamos por
un tiempo más largo de lo normal. Entonces volamos hacia el cielo.
Después de cambiar nuestras
vestiduras, cruzamos el puente de oro y tomamos el mismo camino de otras veces.
Eventualmente, doblamos a la izquierda y comenzamos a caminar por un camino
ancho que estaba bordeado por una hilera de grandes y frondosos árboles, cuyas hojas eran color
naranja brillante.
Recorrimos un largo trayecto y
entonces tomamos un camino pedroso
que zigzagueaba entre altas rocas. Llegamos a un puente alto que se extendía entre dos montañas. Después de
cruzar el puente, ascendimos una montaña y desde allí observamos la escena
frente a nosotros.
Estábamos por encima
de las nubes. De hecho, dondequiera que miraba había
nubes. El Señor me dijo: "Estamos sobre las nubes".
Las nubes tienen una importancia
simbólica para el Señor. Las Escrituras nos dicen
que cuando Él regrese "...los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir
al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto,
alentaos los unos a los otros con estas palabras" (1 Tes. 4:16-18). El libro de Apocalipsis también menciona las nubes:
"He aquí que viene con las nubes,
y todo ojo le verá..."; "Miré, y he aquí una nube blanca; y
sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre..." (Apocalipsis
1:7; 14:14).
Este fue otro momento en el
cielo que me inspiró gran asombro. Me alegraba saber que hay nubes en el cielo, porque
siempre las he encontrado pacíficas y lindas. Recuerdo que cuando era niña, me preguntaba
cómo se sentiría estar sobre las nubes, y ahora lo sabía. Era una vista
espectacular, y la estaba disfrutando junto al Señor.
Me preguntaba si íbamos a volar
sobre las suaves y onduladas nubes
que parecían estar tan lejos de donde estábamos parados. No sé realmente por qué Él me enseñó las nubes. Muchas personas me preguntan: "¿Por qué el Señor te muestra
estas cosas?". Yo no conozco la respuesta a esa pregunta.
Todo lo que sé es que Él se deleita en mostrarme el
reino celestial. Percibo que desea que
nosotros conozcamos que el cielo es muy parecido a la tierra, sólo que
mucho mejor.
Una cosa es cierta: Él es el
Todopoderoso Dios, y sé que todo lo que
me muestra es importante para Él. El sólo pensamiento de
que dedique tiempo para escoltarme personalmente a
través del reino, es algo impresionante para mí. Estas experiencias y los
mensajes que me da son más importantes para mí que la
vida misma.
Literalmente, ardo de pasión
espiritual por compartir mis experiencias
con los demás mortales que necesitan conocer y entender. Ser una representante de la
humanidad me ayuda a convertirme en una vasija a través de la cual el Padre puede derramar su gran amor por
sus hijos. Somos una generación privilegiada. Dios está a punto de moverse de
forma espectacular. El Señor viene pronto.
CREE EN EL CIELO
Alguien escribió estas acertadas palabras: "El cielo es un lugar
preparado para personas preparadas". Dios me ha dado estas experiencias para que yo esté lista para ir al lugar que ya
tiene preparado para mí, y para que ayude a otros a
prepararse.
El mensaje central es este: "Gozaos y alegraos,
porque vuestro
galardón es grande en los
cielos..." (Mateo 5:12). La
esperanza del cielo es el gozo de la tierra.
Después de nuestra visita a la montaña, sobre las
nubes de gloria, el Señor me llevó de regreso al edificio blanco,
donde nos cambiamos nuestras vestiduras.
Abraham estaba allí para recibirnos, y él habló con el Señor por varios
minutos mientras yo permanecía en silencio, reflexionando sobre mi reciente
visita sobre las nubes.
Entonces, el Señor se fue al vestidor, y Abraham se me
acercó. Puso su mano en mi espalda y me
dijo: "El Señor te ha mostrado muchas cosas del reino". Abraham es un hombre muy alto, con una larga barba.
Yo asentí, y un hermoso ángel vino a escoltarme al
vestidor. Vestida en mi túnica y mi corona celestial, caminé junto al
Señor hasta el estanque. Inmediatamente llegué, comencé a cantar.
El Señor se sentó sobre la roca, y yo comencé a
danzar, pero no pude continuar. Una profunda
tristeza vino sobre mí, y comencé a llorar.
Sentía que el Señor no me volvería a traer al estanque después de esta visita, y esto me causaba un gran desconsuelo.
Lloraba profusamente, y el Señor, quien conoce todos nuestros pensamientos y sentimientos, me llamó a sentarme a
su lado. Yo no quería obedecer, porque creía saber lo que me iba a
decir, que no volveríamos al estanque.
Me llamó otra vez, y le obedecí con resistencia. Me senté a su lado,
agarré su brazo y continúe llorando.
"Señor", le dije. "Siento que ya no
volverás a traerme aquí. Por favor, no me dejes ir, porque te extrañaré
mucho." Diciendo esto, apretaba su brazo con fuerza.
“Mii preciosa hija, tienes
razón. No quiero volver a traerte aquí hasta el día final. Sabes que eso será pronto, así que sé paciente hasta que
llegue el tiempo. Te he mostrado lo
suficiente del cielo para que lo digas al mundo, pero aún tengo cosas
que mostrarte en la tierra.
"Te llevaré a la playa y hablaré contigo allí, así que no llores
más. Estaré contigo en todo lugar. Siempre que desees verme,
estaré allí y tú me verás.
Te protegeré de todo mal en la
tierra.
"Hija, sé que en tu corazón deseas ayudar a los
necesitados. Te bendeciré abundantemente
para que puedas ayudar a todo aquel que desees. "
"Gracias, Señor. Eso es algo que deseo tanto. Deseo ayudar a los necesitados."
«Esa es una
de las razones por las que te amo tanto, hija mía. Cuando regreses al reino
para siempre, te traeré a este estanque. Siempre serás mi hija especial No quiero que llores más. Quiero que estés feliz cada día mientras estés en la tierra.
"Gracias por ser paciente y hacer mi obra.
Quiero que tú y tu esposo me sirvan hasta el final de los días. Termina este libro que estás escribiendo para
mí, y te será dada dirección. No te preocupes por nada.
"Quiero
que mis hijos lean este libro, porque muchos de ellos tienen dudas
acerca del cielo. Quiero que ellos crean que hay un cielo y vivan vidas en pureza y obediencia para que puedan entrar en mi reino.
Este libro contiene todas mis palabras sobre el
reino que he preparado para todo aquél que desee entrar en el. Ya todo está
preparado.
"Este libro debe ser escrito
por una persona llena del
Espíritu. Hija MÍa, si no
estuvieras bajo el poder especial de mi Espíritu Santo, no podría usarte para este trabajo. Como dije antes, teHbe
estado preparando por largo tiempo para
esta obra, porque vuelvo pronto, y deseo que mis hijos conozcan que regresaré
pronto por ellos. Mi hija preciosa, quiero que siempre recuerdes este estanque. »
Sus palabras me conmovieron profundamente. Mi
corazón me dolía de amor por mi Señor. Él
se levantó, y entendí que había llegado el
momento de partir. Yo continuaba llorando, pero mi corazón estaba confiado en el conocimiento de que estaría con el
Señor para siempre y que Él siempre estaría conmigo en la tierra.
En el vestidor, un ángel del Señor me abrazó. Me regocijaba estar en un lugar donde había tanto amor, compasión y comprensión
siempre presentes. Cuando cambiaba mis vestidos, llegué a la
conclusión que tanto Abraham como el ángel
sabían que ésta sería mi última visita al
cielo. Al salir del vestidor, el ángel me volvió a abrazar.
Este ángel vestía una vaporosa
túnica blanca, tenía el cabello rubio y su rostro irradiaba
cariño y ternura. El ángel me sonrió, y yo
caminé hacia el Señor. Regresamos
a la tierra, donde nos sentamos a la orilla del mar, y el Señor me recordó las cosas que me había dicho en
el estanque del cielo. Me dijo que no me dejaría ni me desampararía, y
que volveríamos a encontrarnos en la playa.
Me recordó que escribiera todo lo que me había mostrado y hablado.
Cuando se fue, mi tristeza se disipó. Creía en sus
palabras. Proclamé sus promesas. Un
pasaje de las Escrituras habló a mi corazón: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo
28:19-20).
Comprendí lo que los discípulos debieron sentir
cuando entendieron que Jesús los dejaba para ir al cielo. Él les
dio seguridad con estas mismas palabras que me dijo. Yo sabía que Él siempre
estaría conmigo, y que sus ángeles cuidarían de mí mientras yo me esforzara en
cumplir las palabras de su gran comisión.
"No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa
delante de mí en presencia de mis
angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia
me seguirán todos los días de mi
vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días."
—SALMO 23:4-6
Verdaderamente creo las palabras del Salmo 23.
PRECIOSAS MEMORIAS
A pesar de sentirme triste de saber que por ahora no
volvería a visitar el cielo, sabía también que no cambiaría ni un sólo momento de mis experiencias celestiales por ninguna cosa que el mundo tuviera que ofrecer. Verdaderamente, nada se compara
con la gloria del cielo.
Pasé la mayor parte de la mañana y la tarde del 8 de abril cantando
canciones celestiales, meditando y tratando de orar más de lo normal, porque no
sabía cuando podría ver al Señor otra vez. Hago esto cada mañana. Pero esa
mañana en particular, pasé muchas horas de continua oración,
adoración y meditación en la Palabra de Dios. Desde que me convertí al Señor, la oración ha sido parte de mi
vida. De esta manera, el Señor es parte de mi vida cada minuto.
En esta ocasión, me sentía triste al pensar que no podría volver al cielo
con mi Señor hasta el día final.
Esa tarde, a eso de la 1:00 P.m., comencé a sentirme triste otra
vez.
Estaba recordando que no estaría otra vez con el Señor en el cielo. Estar con
el Señor fue la experiencia más feliz de mi vida. No existen palabras que
puedan explicar el gozo que sentí durante esas visitas al cielo. A pesar de
sentirme exhausta durante esos meses, me sentía espiritualmente rejuvenecida.
Comencé a llorar. La voz fuerte y firme del Señor
captó mi atención. Él me dijo: "Hija
mía, te dije
que no lloraras más por mí". Traté
de controlar mis lágrimas pero no pude.
"Señor, lo siento. Sólo deseo que me lleves al cielo contigo.
Quería que Él me llevara en ese mismo instante, porque no me importaba ninguna otra cosa en el mundo. El pensar
estar en el cielo con Jesús ocupaba todos mis pensamientos. Le expresé
mi sentir abiertamente al Señor.
"No quiero esperar", le dije.
Su reprensión golpeó mi corazón. 'Mi preciosa hija, ya te he dicho
que necesito que hagas mi obra en la tierra. Sé paciente. "
El tono de su voz
reflejaba enojo. Continuó diciéndome: "Volveré antes de lo
que muchos piensan. Sólo recuerda que nunca te dejaré. Necesitas
descansar".
Al decir esto, desapareció. Me quitó la carga que tenía, aunque todavía deseaba estar con el Señor en el cielo. Todo
temor a la muerte se me había
quitado, porque sabía que la muerte significaba el comienzo de la vida eterna en el cielo. Algunas veces deseé morir, pero ahora
me he vuelto a comprometer a cumplir la misión que Jesús me ha dado.
Mientras tanto, tengo muchas memorias preciosas que recordar y revivir.
Mi mente recuerda todo lo que vi en el cielo, cada camino que caminamos, los
edificios que entramos, las montañas que escalamos, los
ángeles, Abraham, las nubes, los ríos, los animales, las flores, los árboles, las aves, las rocas, el mar, el lago, los estanques,
la gente, y la maravillosa paz y el gozo de todo ello.
Nunca más seré como era antes, cuando pensaba que
deseaba disfrutar la vida en la tierra tantos años como fuera posible,
vivir hasta una edad madura y viajar aquí y
allá. Sólo deseo estar con el Señor. Sé que el cielo es tan real, y lo
que es más importante, sé que Jesús está por siempre allí. Lo amo más que a mi
vida, y deseo que todos crean en Él y
conozcan que hay un cielo preparado para ellos. Estoy de acuerdo con el
salmista cuando escribió:
"Porque mejor es tu misericordia que la vida;
mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida; en
tu nombre alzaré mis manos. Cuando
me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de
la noche. Porque has sido mi
socorro, y así en la sombra de tus alas
me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra
me ha sostenido."
—SALMO 63:3-8
Solía preguntarme sobre estas cosas, y muchas veces
luché por creer, pero ahora sé que sé que sé. Hay un cielo, y
ese es nuestro verdadero hogar. El Señor me mostró los cuerpos de agua en el
cielo muchas veces, y me dijo:
"Cualquiera cuyo corazón no sea tan puro como el agua, y que no viva de acuerdo a mi
Palabra, no podrá entrar en mi reino».
Me repitió esto una y
otra vez, así que entiendo su importancia. También me dijo: "Muchos no entrarán en mi reino porque no viven de acuerdo a mi
Palabra. Es por esto que te mostré
aquellos que llevaban túnicas color arena y los que llevaban túnicas grises"
Yo sabía que no poseía ningún conocimiento en cuanto a escribir un
libro, y sabía muy poco de la Palabra
de Dios, excepto la importancia de ser obediente y temer al
Señor, pero Él me dijo que no me preocupara. Al fin estoy aprendiendo cómo
rendir todas mis preocupaciones a Él, porque sé que tiene cuidado de mí.
Quiero hacer lo mejor para agradar al Señor en todo tiempo.
¡EL CIELO ES TAN REAL!
Ocho días después de mi última visita al cielo, el Señor me
visitó por casi dos horas. Esto
fue en la mañana del 16 de abril. Mi cuerpo tembló por veinte minutos, mientras
yo gemía y sudaba preparándome para la visitación del Señor. Él me dijo: "Hija
mía, debo hablar contigo».
Como de costumbre, tomó mi mano, y entonces vi mi cuerpo transformado caminando con Él en la playa. Nos
dirigimos hacia las rocas donde siempre nos sentamos.
Mientras caminábamos, le dije: "Extraño estar
contigo, Señor. Hacen ya ocho días desde que me llevaste al cielo
por última vez".
Él escuchaba, y yo sabía que me entendía, pero Él no habló palabra por algunos instantes. Continuamos caminando, y
luego nos sentamos en las piedras. Entonces el Señor me dijo: Yo también te
he extrañado':
Comencé a cantar en el Espíritu. Cuando estoy con el Señor, las canciones salen de mí y no tengo ningún control
sobre ellas. Esto
me hizo comprender que al Señor le gustan las canciones y
la danza. Cuando canto, Él me observa y se ve muy feliz. Pero esta
vez me interrumpió para decir: «Hija, debo hablar contigo".
Yo estaba inmersa en el cántico, así que me repitió: "Debo
hablar contigo" '
"Lo siento mucho, Señor."
«Veo que a mi libro
le va muy bien. ¿Escribiste el título
del libro que te di?"
"Sí, Señor."
"Te dije que tendría cuidado de todo.
Tratar de conseguir un título apropiado para el libro no
había sido tarea fácil. Tal parecía que no se podía encontrar un título correcto. Entonces, durante un tiempo de oración la semana anterior, le pregunté al Señor por el título. Mientras oraba en el Espíritu, las palabras "el cielo es tan real" emanaron de mi espíritu una y otra vez, y no podía parar de decirlas.
Una gran paz vino sobre mí cuando comprendí que este era el título del Señor para su
libro: ¡El cielo
es tan real' No había un mejor título. Este es precisamente el mensaje, el tema y el argumento de este
libro. Esto es lo que Jesús quiere que la gente conozca.
"Todo aquél que desee venir a mi reino, debe
creer y prepararse para mi venida. " El Señor continuó diciendo: "Será mucho antes de lo que ellos
piensan" '
Aún hay cristianos fieles que dudan que hay un reino de los cielos. Quiero que todos aquellos hijos que dudan,
comiencen a creer que mi reino es
real. Esto los llevará a ser más fieles, obedientes y puros de corazón, para que puedan
entrar a mi reino. »
NO
HAY CAMINO FÁCIL PARA EL CIELO
El Señor quiere que todos crean. El escritor de la epístola a los
Hebreos enfatizó la importancia de creer, al decir que no podremos agradar al
Señor si no creemos.
"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que
el que se acerca a Dios crea que le hay, y
que es galardonados de los que le buscan" (Hebreos 11:6).
La fe viene por el oír de la Palabra de Dios, como
señala Pablo: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios" (Romanos 10:17). Dios quiere que nosotros creamos su Palabra, y su
Palabra nos señala hacia el cielo.
Jesús dijo: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho" (Juan 15:7). La Palabra de Dios imparte fe a nuestros corazones para
que, cuando oremos, podamos
alcanzar y recibir por fe la respuesta a nuestras oraciones.
Esto fue lo que sucedió cuando le pedí a Dios el título para su libro. Él escuchó mi oración y la contestó. Él es un Dios grande y glorioso,
¡y su cielo es tan real!
El Señor continuó: Llevaré a mi reino a todo aquél que viva por mi Palabra,
pero el camino hacia el reino no es un camino fácil.
"Hija, tú me sigues preguntando por qué te
escogí para este trabajo. Te lo diré
una vez más. Eres
la hija adecuada para este libro. Sé que harás todo lo que yo diga, no importa cuán difícil sea.
"Serás una sorpresa para muchos, porque escogía una hija, en lugar de un hijo, para este trabajo de los últimos días. Me doy cuenta que hay muchas hijas que son más puras de corazón que algunos hijos, y que procuran
agradarme. A través de
ti, muchas hijas serán bendecidas. Planifico
darles una unción
especial a muchas hijas para el trabajo de los últimos días,
y deben prepararse para recibirlo.
"Quiero que
escribas exactamente lo que te muestro y digo. Nada más y nada menos. Después de esto, recibirás dones especiales para servirme, y serás una bendición para mi pueblo. También te bendeciré
más de lo que deseas. "
"Señor, la
única bendición que quiero es hacerte feliz. No
necesito nada, porque tú me has dado todo lo
que necesito o deseo aquí en la tierra. Pero si puedo servirte mejor,
eso me hará sentir más feliz que ninguna otra cosa; y deseo que toda mi familia
te sirva y que estén dispuestos a rendir sus vidas a ti."
`»Por eso es que te amo tanto, hija". me respondió, y añadió: `Asegúrate de
usar las palabras proféticas del pastor Randolph en este libro. Y recuerda, volveré a traerte a
este lugar otra vez»
Nos levantamos, y regresamos caminando por la arena,
y miramos el Océano Pacífico. Antes de Él
ascender me dijo: "Escribe lo que te he dicho"
Lo abracé fuertemente; no quería que Él se fuera,
pero sabía que era necesario. Sabía que el cielo es muy real, y que
no tenía nada de qué preocuparme. Pues estaría con Él por toda la eternidad.
Capítulo
14
CAMINAR EN LA PALABRA
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será
hecho. En esto es glorificado mi
Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el
Padre me ha amado, así también yo os he amad; opermaneced en mi amor.
JUAN 15:7-9
M¡entras
mantenía vigilia en oración y meditación en la mañana del
18 de abril, el Señor me llenó de una unción
muy especial. Esto era señal de que Él
estaría visitándome, y, tal como esperaba, después
de unos quince minutos de espera, lo vi sentado en el lugar acostumbrado, frente a la ventada de mi
habitación. También vi mi cuerpo
transformado sentado junto a Él. En respuesta a su presencia, unos cánticos espirituales comenzaron a salir de
lo profundo de mi espíritu.
Mientras cantaba, mi mano sostenía la del Maestro, y yo intentaba voltear su mano para poder mirar sus heridas, pero Él no me lo permitía. Él parecía
estar particularmente feliz en esta ocasión, y me recordó: “Ya no quiero que llores más".
El Señor compartió varias cosas importantes conmigo ese día.
"Hija mía, no quiero que te preocupes por nada
de lo relacionado a este trabajo", comenzó. "Tendré cuidado de todo. Alégrate, hija mía. Quiero que pongas tu retrato en la
portada del libro. »
"Señor, tú siempre me sorprendes. Siempre me haces
sentir tan feliz."