lunes, 24 de octubre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS –Parte 010

 EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS –Parte 010

Vi que los autores que fueron inspirados a escribir la Biblia, tenían cuadernos en sus manos, y me di cuenta que el Señor me mostraba esta escena por segunda vez, para que pudiera entender completamente la importancia de su Palabra en mi vida. Yo sabía que Él quería que leyera, estudiara y tomara notas mientras me enfocaba en su Palabra.

Mi Señor y Maestro quería que tomara "el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ellos con toda perseverancia y súplica por todos los santos" (Efesios 6:17-18). La magnitud de la Biblia que tenía ante mí, sirvió para recordarme que la Palabra debe crecer aun más en mi vida, que debe ser el fundamento sobre el cual mi ministerio debe ser establecido.

UN CUERPO TRANSFORMADO

Un ángel me escoltó de regreso a la habitación para cambiarme, y pude ver mi reflejo en los inmensos y claros espejos. ¡Había sido transfor­mada! Mi nuevo cuerpo era el de una adolescente. Era joven, bonita y vibrante. ¡Cada vez que veía la transformación, quedaba impactada! Era una forma de recordar que cuando vaya al cielo voy a tener un nuevo cuerpo.

Nuestros nuevos cuerpos celestiales no van a envejecer. No van a sentir dolor. No vamos a tener arrugas en nuestros rostros. Nuestros dientes van a ser blancos y derechos. Ni una cana podrá ser encontrada en nuestro cabello. Nuestros ojos irradiarán juventud. Nuestra postura será firme y derecha. Cualquier incapacidad que hayamos experimen­tado en la tierra desaparecerá. ¡Seremos completamente renovados en todo aspecto y será maravilloso!

RíOS DE AGUA VIVA

Nos cambiamos y luego cruzamos el puente de oro, a través de un verde valle. Seguimos un hermoso camino que era bordeado por una verja de oro con muchas puertas. A lo largo del camino, vi los ya fami­liares árboles frutales y las pintorescas flores amarillas. Unas hermosas rocas estaban incrustadas por todo el campo, y las cristalinas y rápidas aguas del río corrían muy cerca.

"El agua es agua viva", indicó el Señor. Era la segunda vez que yo veía este magnifico río. La vez anterior, pude incluso probar su agua pura y dulce.

Me di cuenta que el río de la vida era angosto, pero parecía no tener fin. Mientras caminábamos hacia la puerta más cercana, el Señor me preguntó si quería tomar agua del río de la vida nuevamente, pero moví mi cabeza en señal de negación porque no quería abusar de su gracia. Y además, estaba ansiosa por ver el nuevo lugar que esperaba fuera mi mansión. La mansión que Él tiene ya preparada para mí.

Nos dirigimos en dirección a mi palacio, y cuando llegamos, entra­mos. El Señor se sentó en la misma silla donde se sentó la vez anterior, y parecía ansioso porque yo explorara mi futura residencia.

Fui a las mismas habitaciones donde había entrado antes e imagine cómo sería vivir allí. El juego de dormitorio plateado con hermosas piedras y el precioso cuarto de maquillaje, las hermosas cortinas y alfombras, y las brillantes paredes; todo me recordaba lo que Jesús había hecho por mí.

Él me mostraba estas cosas nuevamente de manera que se grabaran en mi memoria, para que creyera que existen realmente. Estuve aún más maravillada que la visita anterior.

Dejamos mi mansión y regresamos al edificio blanco donde nos cambiamos la túnica una vez más. Luego fuimos al plácido lago, donde el Señor tomó su acostumbrado lugar en la sólida roca.

Él se sentó, pero yo no me pude contener. Empecé a danzar y cantar con un gozo tan grande, que jamás lo había sentido. Desde mi lugar celestial, podía ver que mi cuerpo físico, aún tendido en la cama, se movía y agitaba las manos. El Señor parecía complacido conmigo, y me hizo señas para que me acercara y me sentara junto a Él.

COMPLETOS Y SANOS

Yo sabía que el Señor todavía tenía mucho por hacer en mi vida, antes de que estuviera lista para cumplir con su llamado. Las cosas de mi pasado me hacían sentir inferior y sin valor. El Señor parecía estar enfocado en ayudarme a ganar confianza, primeramente en Él y luego en mí misma.

"Hija mía, te he mostrado las partes importantes del reino de Dios, porque quiero que les digas a todos lo que has visto. Sé que te he enseñado muchas cosas hoy que ya te había mostrado antes. Cuando hagas el trabajo para el cual te he llamado, muchas almas serán salvas. El libro será leído en todo el mundo. "

"Pero, Señor, a mí nadie me conoce. ¿Por qué me elegiste a mí? Por qué no elegiste a alguien que fuera famoso?"

"Choo Nam, yo te formé para este trabajo del tiempo final. Yo voy a hacerte famosa. Sé que estás aprendiendo lo que te enseño. Y sé que me vas a ser fiel. "

"Quién va a escribir el libro', pregunté. "Yo trato de escribir todo lo que dices y describir las cosas que me muestras, pero realmente no sé cómo escribir un libro." (El hecho era que me sentía realmente intimidada con toda la idea.) "Señor, no tengo la instrucción necesaria para escribir un libro."

"No necesitas saber escribir un libro. Sólo escribe lo que te enseño y digo, y un escritor va a escribir el libro por ti. Hija, no te preocupes. Yo voy a guíar a alguien para que vuelva a escribir tus anotaciones. Alguien lleno del Espíritu Santo hará ese trabajo por ti.

Este nuevo trozo de información tranquilizó mis pensamientos. Aunque poco a poco y muy despacio, estaba aprendiendo a descansar en el Señor y apoyarme en Él, en lugar de mi propio entendimiento. Un pasaje vino a mi mente: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Prov. 3:5-6).

Mi problema no era confiar en el Señor. Él ya me había probado su fidelidad de muchas maneras extraordinarias. Mi problema era confiar en mí misma. Desde mi niñez, yo siempre tuve miedo de sobresalir, de tomar el liderazgo. ¡Y ahora era llamada a escribir un libro y establecer un ministerio mundial! Realmente estaba atemorizada.

El Señor puso en mí un nuevo pensamiento al decir: "Vas a ser prosperada grandemente, y quiero que me construyas una iglesia. »

 «Pero yo no sé predicar, Señor."

"Tú no tendrás que predicar. »

El gemir profundo de mi espíritu comenzó a emerger, y supe que una unción especial estaba sobre mí en ese momento. Luego algo más que una escena vívida apareció ante mí.

Era la visión de una iglesia, un edificio blanco con un campanario muy alto. Las puertas de la entrada eran unas hermosas puertas dobles. El santuario estaba adornado con sillas y una alfombra de rojo intenso. Pude ver que muchas actividades y funciones tomaban lugar en las alas a los costados.

El santuario estaba lleno de gente, y vi que algunos entraban a la iglesia en sillas de ruedas, pero salían caminando. Tenían un maravilloso gozo en sus rostros, porque habían sido completamente sanados. Sólo el ver esta visión, traía sanidad a mis heridas y temores también. Como ellos, Dios quería que yo estuviera sana completamente, y me estaba equipando para el ministerio al cual había sido llamada.

"¿Te gusta lo que ves?", preguntó el Señor.

Le sonreí al Señor y respondí: "¡Sí!" Jamás había estado tan entu­siasmada en mi vida.

Luego repitió algo que era vital para Él: "Antes de que venga por mi pueblo, la mitad de los no creyentes serán salvos. "

"¿Cuando vendrás por nosotros?", pregunté nuevamente, esperan­do recibir una respuesta un poco más precisa.

"Te dije que va a ser pronto. ¿No has visto que ya acá está todo listo y preparado para todos?"

Precisamente, ese era el motivo por el cual el Señor me había lle­vado al cielo tantas veces: para que pudiera ver que su trabajo estaba casi terminado. El tiempo de su regreso está realmente muy cerca. Este es un mensaje que debe ser predicado. Este es el tema de este libro y el tema de mi vida.

Jesús quiere que todos sepan que el fin está cerca. Él ya ha prepara­do una casa eterna para todos aquellos que creen en Él. No es correcto decir que Él está preparando un lugar para nosotros, ¡porque el lugar está ya listo y preparado!

¿No es emocionante saber que la mitad de los no creyentes en el mundo van a convertirse y ser salvos antes de que el Señor regrese en un futuro muy cercano? Muchos millones de personas formarán parte de la Iglesia de Jesucristo, y la Iglesia necesita estar mejor preparada para recibirles.

Quiero empezar a construir la iglesia de mi visión. He abrazado la visión que Dios me dio, y he comenzado a correr hacia ella. Mi confianza está creciendo y todas mis inseguridades, preocupaciones y temores están siendo absorbidos por el amor de Dios. Yo sé, más allá de toda sombra de duda, que el amor de Dios es para siempre, su reinó es real y que Él es fiel a su Palabra.

A través de las experiencias que he tenido en el cielo, he aprendido que Dios prepara a aquellos a los cuales Él llama. Dios llena los lugares vacíos y fortalece las debilidades. Así como la gente incapacitada que vi en mi visión, todos estamos limitados o incapacitados de alguna manera.

Pero Dios es capaz de dar nuevas fuerzas a nuestras piernas, y según sane nuestras incapacidades, seremos capaces de caminar en una vida renovada y en la fortaleza y el poder del Espíritu Santo. En esa maña­na de los primeros días del mes de marzo, aprendí esta verdad de una nueva manera: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).

DESCANSO NECESARIO

Por un mes y medio, el Señor me ha estado despertando en las tem­pranas horas de la mañana para llevarme al cielo, y prepararme para el trabajo para el cual Él me ha llamado. Me sentía cansada, y mi cuerpo estaba débil. Reconociendo mi necesidad de descanso, el Señor me dijo: "Esta es la última vez que te traigo al reino, y no voy a despertarte más"

Mi corazón se entristeció al pensar que sus maravillosas visitas se acabarían. Pero Él continuó: "Hija mía, te he mostrado suficiente por un tiempo':

Empecé a llorar. Me sentí muy triste. Yo quería estar con el Señor para siempre. "Señor, no quiero dejarte", protesté.

yo estaré contigo en todas partes. Tú me verás y escucharás mi voz. Luego, se me acercó, me abrazó y dijo: "Choo Nam, sé que necesitas descansar".

Reconocía mi necesidad de descanso, pero mi deseo de estar con el Señor sobrepasaba mi necesidad física. Dejamos el lago y regresamos al edificio blanco para ponernos nuestras túnicas corrientes. Luego, fuimos transportados nuevamente a la playa, donde nos sentamos a conversar por otro rato.

"Sé lo cansada que estás en estos momentos, así que no voy a estar despertándote de tu sueño. Necesitas descansar. "

Un sentimiento de tristeza amenazaba con abrumarme, mientras que el Señor pronunciaba las palabras que no quería oír. Pero luego, me lo volvió a repetir: Voy a llevarte de nuevo al reino, pero por ahora necesitas descansar".

A pesar de esas palabras, no pude parar de llorar. Verdaderamente, me sentía devastada sólo con pensar que Jesús se alejaría y no volvería por un tiempo. Yo lo amo tanto, y pensar en su partida me hizo sentir vacía e insegura.

Me imaginé cuánto dolor habrían sentido los primeros discípulos al decir adiós a su Señor y Maestro. Cuánto más su madre María, al ver que lo crucificaron, mataron y enterraron. ¿Cómo se habrá sentido ella cuando Él ascendió a los cielos? Debió haber sido el sentimiento de mayor soledad en el mundo.

Ahora, cada momento de mi vida está lleno de pensamientos acer­ca de Jesús y el cielo. Estuve en compañía del Señor diariamente, por más de un mes y medio. Fui al cielo y vi las calles de oro, las mansiones en lo alto de la colina y el río de la vida. De hecho, había probado de esa dulce agua de vida.

Fui escoltada por ángeles, y pude compartir y alabar al Señor con los santos, mártires, apóstoles y profetas. Entré a la morada eterna que Jesús tiene ya preparada para mí. Sabía que nunca más podría ser la misma. Nada en este mundo podrá compararse con el cielo, mi verdadero hogar.

Vi el abismo del infierno, lugar que irradia violencia, corrupción y vergüenza. Vi las señales del fin de los tiempos pasar delante de mí, como si estuviera viviendo un vídeo de lo que está por venir. Lo más importante fue que estuve con Jesús, y todo en la vida tiene ahora un nuevo significado.

Tuve un propósito, una misión, un llamado. Vi una visión de algunas de las cosas que Dios ha planeado para mí. Pensar que ahora iba a pasar el tiempo durmiendo, cuando había tanto por hacer, parecía totalmente incomprensible para mí. Estaba desilusionada.

El Señor se alejó de la playa junto con mi cuerpo transformado, y el temblor de mi cuerpo cesó. Mi llanto cesó cuando me di cuenta de lo que el Señor me había dicho:vVoy a llevarte nuevamente al reino". Eso era suficiente. Todo estaría bien.

Luego entendí que el descanso que Él quería que tomara era parte de mi preparación. Ciertamente sabía que necesitaba el descanso, ya que había momentos en los cuales me sentía desorientada.

Un encantador pasaje de las Escrituras me vino al pensamiento y me tranquilizó: "Jehová es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastor me hará descansar. Junto a aguas de reposo me pasto­reará. Confortará mi alma" (Salmo 23:1-3).

El Señor, mi Pastor, me estaba permitiendo descansar para que mi alma pudiera ser confortada. ¡Era parte de la preparación para lo que vendría después!

La siguiente mañana, 6 de marzo, fue difícil, porque me desperté a las 2:30 A.M. esperando que el Señor estuviera allí. Creí en lo que Él me dijo, pero una parte de mí todavía se preguntaba si vendría. Esperé por Él desde las 2:30 A.M. hasta las 6:30 A.M., y luego me volví a dormir. Cuando desperté nuevamente a las 9:30 A.M., me di cuenta que el Señor no estaba allí. Lo extrañé mucho y empecé a sollozar.

De pronto, todo mi cuerpo empezó a temblar, acompañado por la unción en forma de calor. Gemí en el Espíritu por más de quince minutos. Luego, como tantas veces antes, el Señor apareció. El Señor estaba sentado junto a la ventana, cerca de la cama.

Me dijo: «Hija preciosa  mía, Choo Nam, te dije que yo iba a estar contigo siempre. Tú me vas a ver siempre empre que quieras y vas a oír mí mi voz. He venido a visitarte, porque sé que me estuviste esperando toda la mañana".

"Señor, quiero hacer todo lo que tú me digas. Todavía siento que no sé nada."

Es precisamente por eso que te elegí. Nunca te olvides que yo cuidaré de ti. Te di este regalo especial, porque nadie te conoce. Sin embargo, pronto todos te conocerán. "

Yo encontraba esas palabras difíciles de aceptar. ¿Me conocerían todos? Parecía tan poco probable, pero el Señor, en su misericordia y paciencia, creyó necesario visitarme de nuevo para darme un mensaje de seguridad. Él concluyó su visita diciéndome: "Hija, quiero que des­canses" Luego, se marchó; y mi cuerpo se tranquilizó.

Por los siguientes diez días, disfruté del mejor sueño y más tranqui­lo descanso posible. Una vez más, el Señor fue fiel a su promesa:

"Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta."

-HEBREOS 4:9-13

El Señor quería que yo descansara, porque me estaba preparando para un ministerio el cual iba a recibir incontables personas no creyen­tes en el Reino de Dios. El saber que Él regresaría a escoltarme al cielo nuevamente, trajo paz a mi alma, y pude disfrutar del descanso que me dio el Señor.

Finalmente, pude empezar a entender que el libro que estaba a punto de escribir, la iglesia que iba a construir, el ministerio que iba a empezar, eran trabajo suyo y no mío. Esto restauró mi alma, borró mis ansiedades y trajo confianza total a mi corazón.

La verdad comunicada por el salmista, tantos siglos atrás, había tenido profundo eco en mí: "Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican" (Salmo 127:1).

Jesús me recordó la gran invitación que hizo a todos los cansados y cargados en Mateo 11:28-30: "Venid a mí todos los que estáis trabaja­dos y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis des­canso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga".

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