jueves, 27 de octubre de 2022

PALOMAS EN EL PARAISO - EL CIELO ES TAN REAL –Parte 014

 

EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS –Parte 014

unos instantes, el Señor me llevó de regreso al edificio blanco, donde nos cambiamos nuestra vestimenta, y entonces fuimos al estanque. Comencé a cantar de gozo. Luego me senté al lado del Señor.

"Hija mía, ¿disfrutaste el paseo en el bote?", preguntó.

"Oh, sí, Señor."

"Cuando traiga a mis hijos aquí, quiero que ellos se deleiten. Ellos pueden hacer muchas de las cosas que hacen en la tierra. Quiero que ellos sean felices. Debes recordar todas las cosas que te mostré y las cosas que hablamos.

"No quiero que estés confundida por ninguna cosa. Es por eso que te repito las cosas importantes una y otra vez, y te muestro las mismas cosas más de una vez. "

Regresamos al edificio blanco, nos cambiamos y llegamos a la playa en la tierra. El Señor parecía tener prisa, así que no nos sentamos a hablar en esta ocasión. Él simplemente me abrazó y me dejó. Como siempre, mi cuerpo físico dejó de temblar tan pronto Él partió de mi lado.

AGUA PARA LA TIERRA

A comienzos del hermoso mes de abril, el Señor apareció en mi cuarto en la mañana del primer día del mes, a las 6:20 A.M. Estuve con Él hasta las 8:35 A.M. Mi cuerpo tembló por treinta minutos, y luego vino y me habló. Me extendió su mano, vi mi cuerpo espiritual en la playa, y entonces me llevó al cielo.

Después de cambiarnos las vestiduras, caminamos sobre el puente de oro. Nuestro viaje nos llevó por un ancho camino bordeado de enormes rocas a ambos lados. Fue una caminata más larga que de costumbre, que nos llevó al final del camino hasta una alta montaña rocosa. La montaña era tan alta que no podía ver su cumbre, pero noté que había unas enormes rocas negras que sobresalían de su base. Entre las rocas, unas olas grandes se movían agitadas de un lado para el otro en forma tempestuosa. El agua parecía ser muy profunda.

No había un camino para llegar al agua, así que simplemente la observarnos desde el lado de la montaña. El cuerpo de agua parecía llenar un enorme agujero. El Señor me explicó: "Esta agua es para la tierra".

Como sucede con frecuencia, el Señor no me explica a cabalidad el significado de sus palabras. Él simplemente me dice lo que son ciertas cosas, y para lo que pueden ser usadas. Aunque cuando le hago preguntas directas, Él usualmente me provee una respuesta.

La mayoría del tiempo, sin embargo, no me motiva el hacerle preguntas acerca de lo que me muestra, porque sé que un día todo estará claro para mí. Mi trabajo ahora es simplemente ser una escriba de las cosas que me muestra y dice, y sé que me dará una explicación completa siempre que Él lo entienda necesario.

Regresamos otra vez por el mismo camino. Al llegar a una inter­sección, tomamos un camino lateral que serpenteaba muy cerca del puente de oro que llegaba a la playa. Mientras caminábamos, noté que había muchas casas enclavadas en la orilla del agua.

En el patio trasero de las casas, había árboles frutales de toda espe­cie. Era un huerto sembrado en forma muy ordenada. Las primeras filas consistían de árboles de un verde pálido, llenos de frutos morados. El siguiente grupo era de árboles más grandes con hojas rojas. Los colo­res eran numerosos y combinaban los unos con los otros de la manera más encantadora. El despliegue de colores era tan espectacular que me dejó sin aliento.

No había montañas en esta región particular del cielo, sólo agua, arena, casas y árboles. Era un área tan vasta que no podía ver dónde terminaba.

El Señor me llevó adentro de una de las casas. Ésta era muy dife­rente a las mansiones y castillos que había visitado antes. Su interior era muy simple; y sus colores, tenues.

"Estas son casas de playa para mis hijos ", me explicó el Señor.

¡Era asombroso! ¡Tendremos casas de vacaciones en el cielo! Verdaderamente, el Señor desea que sus hijos sean felices y disfruten sus placeres para siempre.

Después de esta visita tan agradable, el Señor y yo nos cambiamos nuestras túnicas en el edificio blanco, y volvimos al plácido estanque donde canté y dancé delante de Él. A pesar que no podía ver su rostro con claridad, sabía que el Señor estaba sonriendo de puro deleite.

Él me pidió que me sentara a su lado, y una vez más comencé a llorar, porque sabía que el final de nuestra visita se acercaba. Siempre que estoy con Él, no deseo partir. Su presencia es plenitud de gozo.

Me senté a su lado, y me dijo: "He preparado muchas cosas en mi reino que mis hijos disfrutan en la tierra. Hay muchas actividades. Me aseguré que ninguno se sienta aburrido. Todos tendrán diferentes asignaciones':

"¿Por qué crees que escogía los profetas para hacer mi obra en la tierra? Así como a ti, los envié para que hicieran mi trabajo. Sin los profetas, no tendría forma de comunicar mis deseos a mis hijos.

Así que, hija mía, no dejes de escribir sobre ninguna cosa que te he mostrado o dicho. Escríbelo todo. Es por ser una hija tan obediente que puedo usarte.

"Debemos regresar ahora.

Él tomó mi mano, cambiamos nuestras vestimentas y regresamos a la playa en la tierra. En esta ocasión tampoco nos sentamos a hablar. El Señor simplemente me abrazó y se fue. Como siempre sucede, mi cuerpo físico dejó de temblar tan pronto el Señor partió de mi lado.

Capítulo 12

DISFRUTAR DEL REINO

Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que
el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada
en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a
quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora
no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo
el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

I PEDRO 1:7-9

Por muchos siglos, la preciosa paloma ha simbolizado dos cosas: la paz y el Espíritu Santo. Cuando Juan el Bautista sumergió a Jesús en el Río Jordán, el Espíritu de Dios descendió "sobre él en forma Corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi  hijo amado; en ti tengo complacencia" (Lucas 3:22). Fue una paloma la que anunció a Noé que las aguas del gran diluvio se habían seca­do. No es de sorprender entonces, que yo encontrara palomas en mi siguiente visita al cielo.

Fue en la mañana del 3 de abril, cuando el Señor estuvo conmigo desde las 6:00 A.m. hasta las 8:30 A.m. Después de temblar y gemir por treinta minutos, escuché la voz del Señor y tomó mi mano. Poco des­pués, vi mi cuerpo transformado caminando en la playa con el Señor.

Subimos al cielo, donde nos pusimos otras túnicas. Cruzamos sobre el puente de oro y tomamos un camino a la derecha. Era un camino muy ancho sobre el cual las ramas de los poderosos árboles que crecían a ambos lados formaban un dosel con sus hojas. Este era un camino diferente a cualquier otro que habíamos caminado antes Caminamos por largo rato, y luego tomamos otro camino a la derecha. Caminamos largo rato por este camino también. Este camino bordeaba la base de una gran montaña rocosa. Hacia nuestra izquierda, había un ancho valle con árboles verdes. El medio del valle parecía estar lleno de gravilla blanca.

PALOMAS EN EL CIELO

Al mirar sobre el sereno valle, noté un movimiento en la gravilla blan­ca. El área estaba llena de aves.

"Señor, ¿qué clase de aves son estas?, le pregunté.

"Son palomas. "

"¿Por qué hay tantas palomas aquí?"

"Ellas son muy importantes para mi.

Era un lugar maravilloso, muy grande y hermoso. Trepamos encima de un muro de roca sólida sobre el cual podíamos pararnos y observar las palomas del cielo, y permanecimos allí por un largo rato. Yo me sentía profundamente conmovida por lo que mis ojos estaban viendo.

UN OCÉANO INTERMINABLE

Nos bajamos del muro y continuamos nuestro camino. Poco tiempo después, llegamos a un camino estrecho que doblaba a la izquierda y lo seguimos. Al llegar a una curva del camino, pude ver un enorme océa­no, el cual era tan vasto, que parecía no tener final. Cuando llegamos al litoral, había una pared rocosa y alta por donde bajamos unos escalones de piedra que conducían hasta la orilla.

Había muchos botes en la orilla, grandes y pequeños. Era una marina en el cielo, y cada bote estaba amarrado a una barra ancha. Todos sus cascos eran blancos. Al acercarme, noté que cada bote tenía una cabina hermosamente amueblada y ventanas en vitral.

"Te gustaría dar un paseo en uno de los botes, hija mía?", me pre­guntó el Señor.

"¡Oh, sí!", exclamé.

Me dirigió a uno de los botes y nos montamos. El interior de la
cabina estaba inmaculado, pero el bote era sólo lo suficientemente
grande para dos personas. Había dos asientos al frente y dos timones.
Comencé a recordar cómo nuestro Señor se había relacionado con
el mar, la naturaleza y la pesca durante su ministerio terrenal. Pedro, Santiago
y Juan —tres de sus discípulos— habían sido pescadores. Él frecuentemente predicaba a las orillas del Mar de Galilea, y también usaba los peces en sus lecciones objetivas. La historia de Jesús sobre calmar las olas embravecidas me vino al pensamiento.

«Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?"

—MATEO 8:24-27

¡Jesús ama el mar! Él ama el mundo de la naturaleza que creó. Y desea que nosotros también lo disfrutemos. De hecho, cuando todas las cosas fueron creadas, el hombre vivía en un paraíso más hermoso le lo que podamos imaginar -el huerto del Edén- un lugar de pureza, inocencia, primavera perpetua, fructificación, paz y gozo. Pero por su Pecado, el hombre fue echado de ese paraíso terrenal.

Sin embargo, Dios, en su gran amor, creó una manera para que nosotros recuperemos el paraíso en el cielo. Él envió a su Hijo para morir por nosotros: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que 1,., dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no Nc pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). El paraíso perdido fue recuperado a través de la muerte y la resurrección de su Hijo.

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