MI CORAZÓN INQUIETO (Parte 16)
Cuando Pequeño Antílope tenía diez días de vida le
llevé a los bosques, le quité la mantita y la copita y le levanté en dirección
al sol. —Sol, calienta a este bebé y brilla siempre sobre él.
Entonces me arrodillé y coloqué a mi bebé desnudito sobre la tierra y dije:
—Hijo mío, te presento a tu Abuela, la tierra.
Pequeño Antílope comenzó a dar pataditas con sus piernecitas pero no lloró.
Pequeño bebé, desnudito sobre el suave suelo del bosque
¿ Oyes el latir del corazón de tu Abuela la tierra?
Crece, hijo mío, y hazte fuerte.
Sé un niño feliz y un hombre feliz.
160 MI CORAZÓN INQUIETO
Crece, hijo mío, fuerte y sabio,
Pero no te olvides de tu Abuela la tierra; No te olvides de tu madre en su
ancianidad. Crece, hijo mío, pero no demasiado pronto.
—¡Oh, Dios, escúchame y mira el hermoso hijo que me has dado! Te lo dediqué cuando daba pataditas en mis entrañas.
Todos los días oirá hablar acerca de tu amor, de
tu misericordia y de tu grandeza. Permíteme que lo tenga y eduque en tus
caminos y haz que se haga hombre y pueda tener en sus brazos a su
hijo algún día. Amén.
Le vestí, le envolví en su mantita y le volví a atar a su tabla y regresé a la
cabaña.
El mundo entero era hermoso, el futuro lleno de promesas y Dios contesta las
oraciones.
Pequeñín, que ríes en mis brazos,
Que cautivas mi corazón con tus gracias infantiles ...
Pequeñín que haces que valga la pena vivir,
Pequeñín que compartes y amas y das,
Pequeñín que me muestras el mundo con tus
ojos llenos de brillo,
Haciendo que aparezca el sol en los cielos oscuros y tormentosos.
EL MUNDO SOBRE UNA BANDEJA
DE PLATA
Te doy el mundo, hijo mío, el mundo, y mucho más;
Te doy el crimen, la contaminación, la pobreza la
guerra.
Hijo mío, mira las hermosas ciudades, con los altos edificios;
Lástima que el humo sea tan denso que no se pueda ver el cielo.
• mira, hijo mío, las grandes autopistas, que a todas partes
van,
• mira los poderosos coches que contaminan nuestro limpio.
MI CORAZÓN INQUIETO 161
el maravilloso mundo de la ciencia, hijo mío, hemos llegado a la luna;
No, no creo que sea cierto que volemos pronto todos por los aires.
¿No es maravillosa la medicina, hijo mío? Casi podemos ya curar el cáncer.
Hijo mío, tu padre y yo no somos ricos, pero te
daremos el deseo de tu corazón.
Es la costumbre americana "cargar a cuenta" al ir subiendo el costo
de la vida.
La mejor educación, hijo mío aprende a leer y a escribir.
Oportunidad igual, lástima que seas medio indio y medio blanco.
Tendrás tu propia guerra, como debe tenerla cada generación.
No uses ¡alcohol ni drogas, ignora a los que te digan que es divertido.
Es lamentable que no queden ya selvas ni animales salvajes alrededor.
Pero hemos matado a los animales y hemos subdividido la tierra.
Si es un mundo maravilloso, y te lo doy, hijo mío.
Y te pido sólo una pequeña cosa a cambio,
¡perdónanos por lo que hemos hecho!
TU PRIMERA NAVIDAD Duerme calentito, hijito mío,
.Junto a ti está tu juguete favorito. Hoy es tu primera Nochebuena ;
Los regalos envueltos están y brillan las luces del árbol.
Estos son los regalos que te entrego:
Un corazón lleno de esperanza, envuelto de azul.
Te, compraría la paz si se pudiese comprar
la marcaría como "frágil", envolviéndola en oro.
te contaré una historia para que la sepas
Acerca de un bebé que ha tiempo ya nació
el Hijo de Dios, venido de lo alto
Trayéndonos a todos el don del amor.
CAPITULO DIECINUEVE
Un solo hijo no, porque es un número solitario. No, deben haber por lo menos
dos. Dos para jugar juntos, el uno para perseguir y el otro para correr.
Yo no supe ningún juego porque no jugué nunca de
niña. Solamente en una ocasión me pidieron unos niños que jugase con ellos al
escondite. Me había escondido detrás de unos matorrales y esperé y
esperé complacida conmigo misma por haber encontrado un escondite tan bueno que
nadie podía encontrarme, pero de repente me di cuenta de que nadie me estaba
buscando, solamente se habían querido librar de mí. Yo lloré y dije: —¡Nunca
más volveré a jugar a juegos estúpidos! —y nunca más lo hice.
Los "juegos" a los que mis tíos y yo habíamosjugado no eran para
niños. Nuestros juegos consistían en
disparar a las latas que colocábamos sobre la cabeza, dispararnos unos
a otros a los pies para ver quién era el primero que daba un salto.
Practicábamos juegos salvajes, juegos que eran
mortales, corriendo con los caballos a unas velocidades exageradas, con caídas
duras y rodando sobre el polvo, pero sobreviviendo, no sé cómo,
a pesar de ello. No, esos no eran juegos para mis hijos. Compraría libros,
aprendería a jugar distintos juegos y aprendería a ser otra vez una niña.
Cuando Pequeño Antílope tenía seis meses supe que iba a tener otro bebé.
¡Lo siento Pequeño Antílope, no vas a ser un bebé durante mucho tiempo! —le
dije en voz baja. Don me comunicó que acababa de
perder su empleo. La compañía había cerrado el negocio y no
parecía que fuese a poder encontrar muy pronto otro empleo.
MI CORAZÓN INQUIETO 163
—Creo que debemos irnos de Alaska. He oído decir que las granjas son baratas en
Oklahoma. ¿Tú qué opinas? —me preguntó.
Oklahoma hace calor y los niños podrán Jugar al sol! Podremos tener un jardín y en Oklahoma hay más indios que en ningún otro estado —le
contesté, dispuesta a marcharme.
Don compró una casa rodante y a la semana siguiente emprendimos un viaje que
habría de durar seis meses. Don quería enseñarme todo lo que le fuese posible
del país, de manera que no fuimos directamente a Oklahoma, sino que fuimos
pasando lentamente por todos los estados del oeste. Yo estaba segura de que iba
a tener a nuestro segundo hijo al lado de la carretera, en medio del desierto de
Arizona, pero llegamos finalmente a Oklahoma, compramos una granja de unas 16
hectáreas y casi habíamos acabado de deshacer nuestras maletas antes de que
naciese.
Don me llevó a un hospital indio y nuestro segundo hijo llegó al mundo pesando
más de cuatro kilos y medía más de medio metro,
siendo el bebé más alto que había nacido en ese hospital. Justamente antes de que nos fuésemos para el hospial un
cervatillo perdido había pasado por nuestro jardín y se había acercado a
nuestro pórtico, así que llamamos a nuestro nuevo hijo Ciervo Perdido. Una vez
más Don insistió en que le pusiéramos otro nombre, y añadimos a su partida de
nacimiento el nombre de Shane.
Ya tenía dos hijos preciosos y aprendí a confiar en Dios como no lo había hecho
en toda mi vida. A los seis meses estaba otra vez en estado. Don meneó la
cabeza diciendo: —¿Crees que puedes ahora dejar
de pedir hijos? Dios acaba de bendecirnos casi hasta sumirnos en la pobreza.
Tenía ya dos
pequeños bebés de los que cuidar y el tercero venía en camino.
Nuestra granja era vieja y las paredes tenían rajas suficientemente grandes
como para que se colasen por ellas toda suerte de insectos y otras alimañas.
164 MI CORAZÓN INQUIETO
Yo maté tarántulas y escorpiones, ratones y cientos de insectos sin nombre. Un
día abrí el cajón donde guardaba los cubiertos y dentro
de él me encontré acurrucada a una serpiente. Cerré el cajón de golpe, tan
deprisa, que aplasté y maté a la serpiente, pero durante meses enteros
no podía abrir un cajón sin sentir temor. Cubrimos la casa con papel de
alquitrán con la esperanza de que no entrasen los insectos, pero no había
pasado mucho tiempo cuando el viento lo echó abajo.
Planté un jardín y canté una cancioncilla: "Pequeñas semillitas, que sois
como madres embarazadas, ¿queréis dar a luz a vuestros hijitos para nosotros?
La mayoría de ellas no daban fruto porque, aunque yo entonces no lo sabía,
Ciervo Perdido me había estado siguiendo a lo largo de las hileras y había
estado recogiendo las semillas que "se me caían" a mí y las ponía en
su bolsillo, donde estarían seguras.
Nuestra única vecina cercana era una india
cherokee, una bruja. Ella trataba cada semana a unos veinte o
treinta indios que padecían toda suerte de dolencias, reales o imaginarias.
Tenía en su casa una rana y un halcón como "buena medicina" y llevaba un collar de garras de águila y otro de huesos humanos.
La llamaban la Mujer de las Hierbas del Clan de la Tortuga y no había en el
bosque ni una sola planta que ella no pudiese utilizar para algo.
Era lo suficientemente lista como para mantenerse al día a pesar de tener, al
mismo tiempo, un pie en el pasado y no solamente utilizaba los antiguos
cánticos y hechizos, sino que estudiaba astrología y hacia planos para las diferentes
personas, según el signo del Zodiaco a que pertenecían.
Un día me preguntó que bajo qué signo había nacido yo.
—Bajo el signo de la cruz —le contesté.
—No hay ningún signo así para que hayas nacido bajo él
—me dijo frunciendo el ceño.
—Sí, yo nací bajo el signo de la cruz del
Calvario —le respondí sonriendo.
MI CORAZÓN INQUIETO 165
—Tú eres una muchacha india, ¡ más te vale que te
dediques a lo que conoces!
Entonces comenzó a contarme historias y leyendas sobre el poder de la brujería
"blanca" o "buena". Debido a que hacía uso de la brujería la
llamaban powacca, lo cual significa "mujer con dos corazones".
Así fue como empezó nuestra batalla amistosa. Ella
intentaba ganarme a "las antiguas costumbres" y yo intentaba ganarla a ella a Cristo.
Un día, mientras me encontraba en mi jardín arrancando hierbajos, me encontré
una serpiente venenosa enrollada alrededor de un tallo de maíz, a muy pocos
centímetros de mi mano. Un sudor frío me hizo salir corriendo en dirección a la
casa, volví con una escopeta y le disparé, arrancándole la cabeza de un tiro. Antes de haberme ido del jardín maté otras dos serpientes y al regresar a la casa,
con las piernas débiles y temblorosas, alabé a Dios por haberme permitido ver a
las serpientes antes de que ellas me viesen a mí.
Más adelante, cuando le conté a la bruja lo que me había pasado con las
serpientes, me echó una regañina por haberlas
matado. —¡Todas las criaturas son tus hermanas; no debes matar más
que cuando sea para alimento! Yo vivo junto a un desfiladero rocoso y veo serpientes constantemente, pero les digo "¡Hola, mi hermana, déjame ir en paz!" y
el dios de las serpientes prometió que nunca me harían daño.
Volvía de su casa andando cuando vi junto al
gallinero nuestro una serpiente negra.
—¡Hola, mi hermana —le dije— prepárate a morir!
y le pegué un tiro mirando por encima del hombro para ver si la
mujer de los yuyos me había estado observando.
Nos vimos muchas veces y cuando ella hablaba
acerca de la astrología yo hablaba acerca de Jesús. Ninguna de las
dos cedíamos jamás, pero nos complacía estar juntas. Ella era una persona muy
especial.
Un día lluvioso de primavera, encontraron a la Mujer de las Hierbas muerta en
su casa, entre sus planos 166
MI CORAZÓN INQUIETO
astrológicos, sus paquetes de hierbas y
sus objetos ceremoniales. Había fallecido a causa
de una mordedura de serpiente que había intentado curarse ella misma.
¡ Cómo me molesta oír a personas lo
suficientemente ignorantes como para decir: "¡La religión india es preciosa, dejémosles en paz
para que adoren a sus propios dioses!" Cuánto me gustaría
que hubiesen conocido y amado a la Mujer de las Hierbas y que se hubiesen dado
cuenta de la pérdida tan terrible que significa su absurda y dolorosa muerte.
El dios de las serpientes le había fallado a la
Mujer de las Hierbas.
Cuando Pequeño Antílope tenía diez días de vida le
llevé a los bosques, le quité la mantita y la copita y le levanté en dirección
al sol. —Sol, calienta a este bebé y brilla siempre sobre él.
Entonces me arrodillé y coloqué a mi bebé desnudito sobre la tierra y dije:
—Hijo mío, te presento a tu Abuela, la tierra.
Pequeño Antílope comenzó a dar pataditas con sus piernecitas pero no lloró.
Pequeño bebé, desnudito sobre el suave suelo del bosque
¿ Oyes el latir del corazón de tu Abuela la tierra?
Crece, hijo mío, y hazte fuerte.
Sé un niño feliz y un hombre feliz.
160 MI CORAZÓN INQUIETO
Crece, hijo mío, fuerte y sabio,
Pero no te olvides de tu Abuela la tierra; No te olvides de tu madre en su
ancianidad. Crece, hijo mío, pero no demasiado pronto.
—¡Oh, Dios, escúchame y mira el hermoso hijo que me has dado! Te lo dediqué cuando daba pataditas en mis entrañas.
Todos los días oirá hablar acerca de tu amor, de
tu misericordia y de tu grandeza. Permíteme que lo tenga y eduque en tus
caminos y haz que se haga hombre y pueda tener en sus brazos a su
hijo algún día. Amén.
Le vestí, le envolví en su mantita y le volví a atar a su tabla y regresé a la
cabaña.
El mundo entero era hermoso, el futuro lleno de promesas y Dios contesta las
oraciones.
Pequeñín, que ríes en mis brazos,
Que cautivas mi corazón con tus gracias infantiles ...
Pequeñín que haces que valga la pena vivir,
Pequeñín que compartes y amas y das,
Pequeñín que me muestras el mundo con tus
ojos llenos de brillo,
Haciendo que aparezca el sol en los cielos oscuros y tormentosos.
EL MUNDO SOBRE UNA BANDEJA
DE PLATA
Te doy el mundo, hijo mío, el mundo, y mucho más;
Te doy el crimen, la contaminación, la pobreza la
guerra.
Hijo mío, mira las hermosas ciudades, con los altos edificios;
Lástima que el humo sea tan denso que no se pueda ver el cielo.
• mira, hijo mío, las grandes autopistas, que a todas partes
van,
• mira los poderosos coches que contaminan nuestro limpio.
MI CORAZÓN INQUIETO 161
el maravilloso mundo de la ciencia, hijo mío, hemos llegado a la luna;
No, no creo que sea cierto que volemos pronto todos por los aires.
¿No es maravillosa la medicina, hijo mío? Casi podemos ya curar el cáncer.
Hijo mío, tu padre y yo no somos ricos, pero te
daremos el deseo de tu corazón.
Es la costumbre americana "cargar a cuenta" al ir subiendo el costo
de la vida.
La mejor educación, hijo mío aprende a leer y a escribir.
Oportunidad igual, lástima que seas medio indio y medio blanco.
Tendrás tu propia guerra, como debe tenerla cada generación.
No uses ¡alcohol ni drogas, ignora a los que te digan que es divertido.
Es lamentable que no queden ya selvas ni animales salvajes alrededor.
Pero hemos matado a los animales y hemos subdividido la tierra.
Si es un mundo maravilloso, y te lo doy, hijo mío.
Y te pido sólo una pequeña cosa a cambio,
¡perdónanos por lo que hemos hecho!
TU PRIMERA NAVIDAD Duerme calentito, hijito mío,
.Junto a ti está tu juguete favorito. Hoy es tu primera Nochebuena ;
Los regalos envueltos están y brillan las luces del árbol.
Estos son los regalos que te entrego:
Un corazón lleno de esperanza, envuelto de azul.
Te, compraría la paz si se pudiese comprar
la marcaría como "frágil", envolviéndola en oro.
te contaré una historia para que la sepas
Acerca de un bebé que ha tiempo ya nació
el Hijo de Dios, venido de lo alto
Trayéndonos a todos el don del amor.
164 MI CORAZÓN INQUIETO
Yo maté tarántulas y escorpiones, ratones y cientos de insectos sin nombre. Un
día abrí el cajón donde guardaba los cubiertos y dentro
de él me encontré acurrucada a una serpiente. Cerré el cajón de golpe, tan
deprisa, que aplasté y maté a la serpiente, pero durante meses enteros
no podía abrir un cajón sin sentir temor. Cubrimos la casa con papel de
alquitrán con la esperanza de que no entrasen los insectos, pero no había
pasado mucho tiempo cuando el viento lo echó abajo.
Planté un jardín y canté una cancioncilla: "Pequeñas semillitas, que sois
como madres embarazadas, ¿queréis dar a luz a vuestros hijitos para nosotros?
La mayoría de ellas no daban fruto porque, aunque yo entonces no lo sabía,
Ciervo Perdido me había estado siguiendo a lo largo de las hileras y había
estado recogiendo las semillas que "se me caían" a mí y las ponía en
su bolsillo, donde estarían seguras.
Nuestra única vecina cercana era una india
cherokee, una bruja. Ella trataba cada semana a unos veinte o
treinta indios que padecían toda suerte de dolencias, reales o imaginarias.
Tenía en su casa una rana y un halcón como "buena medicina" y llevaba un collar de garras de águila y otro de huesos humanos.
La llamaban la Mujer de las Hierbas del Clan de la Tortuga y no había en el
bosque ni una sola planta que ella no pudiese utilizar para algo.
Era lo suficientemente lista como para mantenerse al día a pesar de tener, al
mismo tiempo, un pie en el pasado y no solamente utilizaba los antiguos
cánticos y hechizos, sino que estudiaba astrología y hacia planos para las diferentes
personas, según el signo del Zodiaco a que pertenecían.
Un día me preguntó que bajo qué signo había nacido yo.
—Bajo el signo de la cruz —le contesté.
—No hay ningún signo así para que hayas nacido bajo él
—me dijo frunciendo el ceño.
—Sí, yo nací bajo el signo de la cruz del
Calvario —le respondí sonriendo.
MI CORAZÓN INQUIETO 165
—Tú eres una muchacha india, ¡ más te vale que te
dediques a lo que conoces!
Entonces comenzó a contarme historias y leyendas sobre el poder de la brujería
"blanca" o "buena". Debido a que hacía uso de la brujería la
llamaban powacca, lo cual significa "mujer con dos corazones".
Así fue como empezó nuestra batalla amistosa. Ella
intentaba ganarme a "las antiguas costumbres" y yo intentaba ganarla a ella a Cristo.
Un día, mientras me encontraba en mi jardín arrancando hierbajos, me encontré
una serpiente venenosa enrollada alrededor de un tallo de maíz, a muy pocos
centímetros de mi mano. Un sudor frío me hizo salir corriendo en dirección a la
casa, volví con una escopeta y le disparé, arrancándole la cabeza de un tiro. Antes de haberme ido del jardín maté otras dos serpientes y al regresar a la casa,
con las piernas débiles y temblorosas, alabé a Dios por haberme permitido ver a
las serpientes antes de que ellas me viesen a mí.
Más adelante, cuando le conté a la bruja lo que me había pasado con las
serpientes, me echó una regañina por haberlas
matado. —¡Todas las criaturas son tus hermanas; no debes matar más
que cuando sea para alimento! Yo vivo junto a un desfiladero rocoso y veo serpientes constantemente, pero les digo "¡Hola, mi hermana, déjame ir en paz!" y
el dios de las serpientes prometió que nunca me harían daño.
Volvía de su casa andando cuando vi junto al
gallinero nuestro una serpiente negra.
—¡Hola, mi hermana —le dije— prepárate a morir!
y le pegué un tiro mirando por encima del hombro para ver si la
mujer de los yuyos me había estado observando.
Nos vimos muchas veces y cuando ella hablaba
acerca de la astrología yo hablaba acerca de Jesús. Ninguna de las
dos cedíamos jamás, pero nos complacía estar juntas. Ella era una persona muy
especial.
Un día lluvioso de primavera, encontraron a la Mujer de las Hierbas muerta en
su casa, entre sus planos 166
MI CORAZÓN INQUIETO
astrológicos, sus paquetes de hierbas y
sus objetos ceremoniales. Había fallecido a causa
de una mordedura de serpiente que había intentado curarse ella misma.
¡ Cómo me molesta oír a personas lo
suficientemente ignorantes como para decir: "¡La religión india es preciosa, dejémosles en paz
para que adoren a sus propios dioses!" Cuánto me gustaría
que hubiesen conocido y amado a la Mujer de las Hierbas y que se hubiesen dado
cuenta de la pérdida tan terrible que significa su absurda y dolorosa muerte.
El dios de las serpientes le había fallado a la
Mujer de las Hierbas.
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