VIENTO SOLLOZANTE - 2 LIBRO
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MI CORAZON INQUIETO -Viento Sollozante II Libro
Este libro fue
publicado originalmente en inglés con el título de My Searching Heart
Edición en idioma castellano @ EDITORIAL VIDA 1979 Miami, Florida 33167
Ilustraciones por Viento Sollozante
Este libro está escrito con todo el amor que siento hacia mi marido, Don, y nuestros hijos: Pequeño Antílope, Ciervo Perdido, Nube de Nieve y Tormenta Primaveral, que me enseñaron el significado del amor y de la risa. (i)
LA
CRUZ
Hubo sobre una colina
dos palos de madera
formando
una odiada cruz.
La tierra se enrojeció
con la sangre que derramó
Jesús
en la odiada cruz.
¡Esa gloriosa cruz!
¡Esa preciosa cruz!
¡Donde
Jesús me libertó!
Viento Sollozante
PREFACIO
La primera pregunta que hacía la gente después de conocerme y de haber leído mi primer libro, Viento Sollozante, era: ¿Qué pasó con el tío Pedernal?
Yo me quedé totalmente sorprendida de la acogida que tuvo mi libro. Cuando comenzó a sonar el teléfono y empecé a recibir montones de cartas de personas que deseaban saber más acerca de los personajes mencionados en mi libro, me di cuenta de que no me iba a quedar más remedio que desempolvar mi máquina de escribir para poder acabar mi historia.
En Viento Sollozante hablé acerca de la lucha mantenida por mi familia, que pertenecía a una cultura diferente y que creía en los antiguos dioses indios, y lo que nos sucedió cuando oímos hablar, por primera vez, del cristianismo. Hice lo posible por manifestar el terror y la soledad que se siente al depositar la fe en una falsa religión.
En mi libro anterior no relaté algunas de mis experiencias pensando que eran demasiado personales y algo de lo que me daba vergüenza hablar, pero ahora, debido a que muchas personas han mostrado una sincera preocupación e interés por los detalles de mi vida, he decidido poner por escrito mis más profundos secretos, con la esperanza de que sean leidos con toda comprensión y compasión. Debido a que soy humana, en muchas ocasiones he dicho y he hecho cosas de las que después me he arrepentido y, precisamente por ello, he cambiado algunos de los nombres y lugares a fin de proteger a los interesados, ya que no es mi deseo avergonzar ni criticar a nadie.
8 MI CORAZÓN INQUIETO
Algunas veces he cambiado también el orden del tiempo para hacer el relato más interesante, pero los detalles de los sucesos son exactos, si mi memoria no me engaña.
Si algunas de nuestras experiencias suenan extrañas o imposibles o sencillamente tontas, recuerde, por favor, que debido a que hace poco que soy cristiana (no habiendo asistido nunca a la iglesia ni estudiado la Biblia) maduro muy lentamente y con frecuencia me resulta muy difícil amoldarme a mi nueva forma de vida. Sin embargo, todos los sucesos mencionados en este libro me han sucedido a mí o a aquellas personas a las que amo.
Estoy sumamente agradecida a mis buenos amigos y a mi esposo, tan paciente, que me han ayudado a crecer y a encontrar mi lugar en este mundo y especialmente a todas las personas que leyeron Viento Sollozante y mostraron el suficiente interés como para preguntar: "¿Qué pasó con el tío Pedernal?"
CAPITULO UNO
Los
disparos de fusil sonaron en la distancia como truenos en una noche tranquila y el polvo se levantó alrededor
de mis pies, allá donde las balas dieron sobre la tierra seca. Me quedé helada,
sin moverme, pues el hacerlo, en esos momentos, aunque fuese tan sólo un
centímetro, podría costarme la vida, Sonaron dos disparos más en el valle
y y una vez más se levantó el polvo cerca de mis píes.
: -Un grito desgarrador hendió el alre. -¡Hoy es un buen día para morir !
--clamó, con un grito de guera, un joven indio, danclo un latigazo a su
caballo, qué emprendió una desenfrenada carrera y acabó por detenerse en seco a
un metro escaso de yo estaba.
. El joven indio llevaba puestos solamente unos panlones vaqueros y unos
mocasines, con el torso desnudo bajo el tórrido sol y su cabello suelto sobre
sus hombros. Tenía una pistóla en su cinturón y un fusil en su mano derecha.
Levantó Ia pierna derecha sobre el cuello del caballo y se deslizé hacia el suelo con toda facilidad, permitiendo que su montura se
alejaraen busca de hierba.
Al sacar la pistola del cinto la senti fria y pesada en mi mano y apunté en
dirección al hombre que caminaba hacía mí.
_¿Es realmente un buen día para morir?le pregunté.
Se echó a reír mientras se inclinaba a recoger una botella de coca-cola vacía y se la colocaba sobre la cabeza.
Apreté el
gatillo y una bala destrozó la botella,
haciéndola mil pedazos. Mi tio Pedernal se echó a reír al tiempo
que se cepillaba los pedazos de vidrio de su espeso y
negro cabello.
,_Buen tiro, Viento Sollozante, ahora me toca a mí.
Tomé una lata vacía del suelo y la coloqué sobre la mano. ún momento después mi
tío sacó de su cinto su revólver Magnum 44 y disparó. La lata saltó por el aire
con un agujero en el centro. volvió a apretar el gatillo y antes de que la lata cayese. al suelo le había hecho
un segundo agujero.
—i-Cuánto me gustaría que estuviésemos en la temporada de la caza! —dijo
Pedernal, disparando un par de veces más a la lata—. Antiguamente no existían
las temporadas de caza. Cuando uno tenía hambre mataba algo y lo comía. Estoy
aburrido de dispararle a las latas ... y a ti —añadió con una sonrisa. —¿Vas a
ir a cazar osos este año? —le pregunté. —Sí, he visto muchas huellas a poco más
de un kilómetro del rancho. ¿Quieres venir?
Le dije que no con un gesto de cabeza, pues no hay nada que tema más que un oso
y estaba segura de que un día uno de ellos me mataría. Pedernal lanzó al aire
una lata, yo agarré su fusil y disparé. Mi tío recogió la lata y vio el agujero. —Viento Sollozante, eres una de las
personas con mejor puntería que he visto —me dijo. Sentí que un gran
orgullo invadía mi corazón, Porque mi tío rara vez me hacía un cumplido.
—Tú me enseñaste a tirar cuando tenía cinco años,
me diste mi primera escopeta a los ocho años —le recordé.
—Sí, y a lo primero que le disparaste fue a la camioneta del abuelo —dijo
muerto de risa.
¡Ojalá se olvidase de eso! Mi abuelo me había pegado por no haber realizado mis
tareas y yo le había llenado la camioneta de
agujeros muy enfadada. Desde entonces no había vuelto a andar,
permaneciendo en el patio, poniéndose mohosa, recordándome continuamente mi mal
genio.
Ansiosa por cambiar el tema le dije: —Creo que hemos
debido de usar unas diez mil balas disparando juntos.
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MI CORAZÓN INQUIETO
—Tal vez. No dejes nunca de practicar porque quizás algún día tu vida dependa
de lo bien que sepas utilizar tu pistola.
—Eso era antes, pero ahora —le contesté.
—¡SI, ahora —me contestó bruscamente—. ¡Los tiempos cambian, pero no las
personas! Hay gente peligrosa. Las personas siguen siendo hoy lo mismo que lo
eran hace cientos de años y seguirán siendo lo mismo dentro de cien años. No lo
olvides, no dejes nunca que nadie te quite tu pistola; algún día tu vida dependerá
de ella. Un indio no sirve para nada sin armas.
Cargó de nuevo su fusil y dijo: —¿Aquí hay demasiadas leyes, no puedo respirar!
¡Quiero ser-libre! He oído decir que en el Canadá tratan a los indios mejor que
aquí. ¿Crees que será cierto?
—No lo sé, no creo que los pudiesen tratar peor.
—Quiero ir a alguna parte, quizás regresar a la reserva y encontrar algo que
hacer allí. Tal vez hallar la libertad —me dijo con una expresión de esperanza
en sus ojos.
—¿Qué me dices de tu novia, Rosa Otoñal? —le pregunté.
Rosa Otoñal era una muchacha india, de la tribu de los pawnees, a la que
Pedernal había conocido en el hospital después de casi matarse en un accidente
automovilístico. Ella le había-cuidado hasta que se habla recuperado y él se
había enamorado de ella.
—Ya no la veo más porque siempre quiere que yo me haga cristiano y que deje a los
antiguos dioses indios, y yo no estoy dispuesto a dejar de ser indio por ella.
¡Ella es india y debiera de darse cuenta! --me dijo con un tono de amargura.
Yo me quedé callada. Solamente hacía unas semanas
que era cristiana y sabía que era dificil dejar los antiguos dioses y la
antigua forma de vida. Era una lucha tremenda y a pesar de que había aceptado a Jesús como mi Salvador, a
veces el pasado se colaba en mi vida y aun
podía oír el Viento, mi antiguo dios indio, que me llamaba, y a
mí me daban ganas de responderle. Yo no tenía todavía las raíces
MI CORAZÓN INQUIETO 15
profundamente plantadas en la fe cristiana y con frecuencia me sentía confusa,
asustada y muy sola.
—Me buscaré una muchacha india que deje que el hombre sea lo que es y no
intente cambiarle. Una mujer buena y obediente, que me dé muchos hijos, que
envejezca y engorde y me dé calor cuando yo me haga viejo.
Hizo un gesto con la cabeza, como estando de acuerdo consigo mismo.
—Y yo me casaré con un indio fuerte y apuesto, con los brazos como dos robles y
el pelo largo como las alas del cuervo. Tendrá ojos de águila y llevará pieles
de venado y cuentas! —dije, mientras mi corazón
albergaba la esperanza de que algún día existiese dicho hombre. Sería un guerrero y se llamaría Halcón, Invernal, Lobo
Corredor u Ojos Relampagueantés.
—Pedernal ¿por qué no nos llevamos bien con este
mundo? —le pregunté por milésima vez. —¿Qué hay de malo en nosotros?
—No hay nada malo en nosotros, solamente somos
diferentes. En nuestra sangre resuenan tambores guerreros, en mí y
en ti hay siempre un fuego peligroso que arde en nuestro corazón. A veces, es
solamente una llamita, que de repente estalla, convirtiéndose en relámpago, que
consume toda sensatez y precaución, llevándonos a la destrucción. Tú y yo somos
personas que mueren por causas perdidas, sintiéndonos empujados. Yo lo veo en
ti cuando te pones furiosa, los ojos te echan
chispas y pareces un animal salvaje. Si estuvieses acorralada
lucharías hasta la muerte antes de darte por vencida.
—Estás equivocado.
—No, no lo estoy. Te conozco porque me conozco a mi mismo y somos parecidos
—dijo dándole una patada a una piedra en su camino. —Estoy tan furioso me dan
ganas de pelear, cada vez tengo menos libertad. Antiguamente yo hubiese sido un
guerrero —dijo. Se sacó el revólver del cinto e hizo seis disparos con tal rapidez que sonaron como uno solo. —Yo no hay ni gloria ni libertad en la vida, sola,
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MI CORAZÓN INQUIETO
mente hay leyes y reglas: "No hagas esto, no hagas lo otro, no seas un
hombre, no Pienses." ¡Me ahogo! —añadió,
tirándome una lata.
—Colócatela en la cabeza! —me ordenó.
El temor a dar la impresión de estar asustada era superior a mi miedo a morir,
así que le obedecí. De un disparo tiró la lata de mi cabeza y los dos metimos nuestros revólveres en sus fundas. Los dos éramos tiradores de primera y no errábamos jamás
el tiro, pero aunque no hubiese sido así poco importaba porque
la vida no tenía demasiado valor para nosotros, ya que teníamos muy poco por lo
que vivir. Los dos éramos seres solitarios y
errantes y la muerte nos asustaba menos que la vida
Mi única familia estaba formada por mis siete tíos porque mis propios padres me habían abandonado al nacer y mi abuela cuidó de mi hasta que murió poco después de cumplir yo los quince años. Desde entonces había estado sola, trabajando acá y allá en innumerables trabajos, ganando solamente lo suficiente para sobrevivir.
Pedernal y yo reñíamos constantemente y en algunas ocasiones me había dado una paliza por haber asistido "a la iglesia del hombre blanco" y por haberle dado la espalda a mis antiguas costumbres. Después de que mi tío estuvo tan cerca de la muerte estuvimos más unidos otra vez y los dos evitábamos sacar a colación cualquier cosa que causase problemas entre nosotros.
Cuando falleció mi abuela, mis siete tíos se marcharon de la reserva,- dispersándose. Un tío se había suicidado, otro estaba en la cárcel por haber robado a un banco. El tío Kansas se metía en líos por dondequiera que iba y dos de mis tíos habían desaparecido y nunca más volvimos a tener noticias de ellos.
Nube, mi tío favorito, se había ido a Oregón, se había enamorado y se había hecho cristiano. Trabajaba como guía en un albergue de caza y pesca.
Ahora todos estaban lejos y solamente quedábamos Pedernal, y yo.
MI CORAZÓN INQUIETO 17
Mi tío y yo montamos, en nuestros caballos y nos dirigimos hacia el rancho donde él trabajaba. Dejamos que los caballos caminasen lentamente por el camino desgastado, pues ninguno de los dos sentíamos deseos de que acabase el día.
—Viento Sollozante —me dijo de repente, rompiendo el silencio— ¡vayamos a casa!
—¿A casa? Pero si no tenemos casa —dije encogiéndome de hombros.
—Me refiero a la reserva kickapu! Volvamos a la reserva!
—¿Lo dices en serio? —le pregunté, temiéndome que andaase de bromas.
—Podemos ir mañana. Te recogeré temprano. Empaqueta todas tus cosas porque no volveremos. ¡Vamos a ser libres!
Lanzó un grito de guerra y clavó sus talones en los flancos del caballo, haciendo que éste emprendiese un alocado galope.
Pegué un grito y le di la latigazo a mi caballo, haciendo que saliese disparado. Ibamos a ser libres!
Mi caballo se quedó muy atrás de Pedernal y yo le miraba, a bastante distancia, viendo el sol que brillaba sobre su espalda desnuda, con los músculos tensos, sobre el caballo, galopando en dirección a la libertad.
¡Libertad! ¿Era posible? ¿Podíamos volver a la reserva y vivir como nos diese la gana?
Me sentía llena de ilusión, me incliné sobre mi caballo, espoleándole hasta que le dimos alcance a Pedernal. Galopamos el uno junto al otro, gritando y riendo, invadidos por la esperanza de una vida libre.
Esa noche en mi casa empaqueté todas mis escasas pertenencias en una caja de cartón y me dispuse a marcharme. No tenía muchas cosas, así que en quince minutos tuve todo guardado.
Me disponía a llamar a mi jefe para decirle que al día siguiente no iría a trabajar, pero decidí no molestarme en hacerlo, pues lo más seguro era que no tardase en despedirme. Ese año había tenido ya ocho empleos diferentes.18 MI CORAZÓN INQUIETO
Me puse mi abrigo con flecos de piel y me fui caminando hacia la iglesia. Tenía que despedirme del Rdo. McPherson y de Audrey, pues eran mis mejores amigos y me habían apoyado siempre que había tenido necesidad. Me habían enseñado acerca de Jesús y eso había cambiado mi vida, por eso no me iba a resultar fácil despedirme de los mejores amigos que jamás había tenido.
Tan pronto como entré por la puerta se dieron cuenta de que algo me rondaba la mente y no perdí el tiempo hablando de cosas insignificantes.
—He venido a despedirme —les dije.
—¿Que has venido a despedirte? —me preguntó Audrey.
—¿A dónde te vas a ir? —me preguntó el Rdo. MePherson, cerrando su Biblia y juntando las manos. Me había visto despedirme muchas veces desde que nos habíamos conocido y siempre había vuelto a los pocos días o a las pocas semanas.
—Mi tío y yo vamos a volver a la reserva. Nos vamos para siempre, no les volveré a ver, pero les escribiré y les diré cómo estoy.
Yo intentaba suavizar la despedida.
—Pero querida ¿qué vas a hacer allí? —me preguntó Audrey, con una expresión de preocupación.
—No lo sé, quizás cace un poco y me dedique a la agricultura. Nos irá bien.
—¿Crees sinceramente que eso es lo mejor para ti? Y tu tío Pedernal.. . —su voz se perdió porque se acordaba de las terribles luchas que habíamos tenido en el pasado.
—Oh, él no es mala persona, ya no nos peleamos.
—Pero ¿hay iglesia en la reserva? Debes permanecer fuerte en la fe cristiana, no vuelves a tu dios Viento. Hace solamente unas semanas que eres cristiana, así que necesitarás amigos cristianos y una iglesia.
—No se preocupen, me llevaré la Biblia que me dieron ustedes y aunque no vaya a la iglesia, la leeré.
A Audrey se le hundieron los hombros y dijo:
—Viento Sollozante, debes de andar con cuidado,
MI CORAZÓN INQUIETO 19
Puesto que Dios tiene un plan para tu vida y tú no debes de echar a perder el plan que él tiene para ti. Eres muy descuidada con tu futuro, no haces nunca planes.
—Sí que los hago —alegué— pienso volver a la reserva.
—¿Y después, qué?
—Después, lo pensaremos ... —le dije, con la esperanza de que Audrey no me echase el sermón de costumbre, sobre obtener un trabajo bueno y seguro, con un futuro, pues ella no podía entender por qué a mí no me era posible mantener un trabajo más de un mes o dos o por qué me cambiaba de casa cada cuatro meses. Ella no tenía idea de lo que significaba sentirse solitaria ni inquieta. Era un buena amiga, pero no comprendía a los indios.
—Viento Sollozante ¿es preciso que te vayas? Esto es tan repentino. ¿No puedes pensarlo durante un tiempo? Tienes un trabajo bastante bueno y tu departamento es bonito —dijo Audrey.
—No me gusta mi trabajo y el alquiler lo tengo pagado solamente hasta el final de la semana.
—¡Mi querida muchacha! ¿Cuándo te vas a establecer ?
—Supongo que nunca. El Viento me llama y yo respondo, necesito ser libre. ¿No se acuerdan ustedas de que hasta el nombre de mi tribu, kickapu, significa —aquel, que va de un lado a otro"?
—¡Pero tú eres una joven! y para una muchacha es diferente, no puedes hacer las maletas y marcharte en cualquier momento de un lado a otro,
—Pero estaré con mi tío Pedernal.
—Pero ... ¡hija! —dijo Audrey suspirando.
—Vamos a buscar la libertad —le expliqué.
El Rdo. McPherson interrumpió: —La libertad no es algo que hay que ir a buscar, es algo que uno siente en el corazón. ¿ Quién es el dueño de tu corazón Viento Sollozante?
—El Viento es el dueño de mi corazón.
20 MI CORAZÓN INQUIETO
Sé que debería de haber dicho que Dios era el dueño de mi corazón, pero las antiguas costumbres son difíciles de olvidar.
—Si necesitas algo escríbenos o llámanos a cobro revertido y te ayudaremos de cualquier manera que nos sea posible. Seremos siempre tus amigos. Puedes regresar aquí cuando quieras —me dijo el Rdo. Me Pherson, dándome la mano.
—Te echaremos de menos, Viento Sollozante, pero si esto te hace feliz, entonces buena suerte y que Dios te ayude —me dijo.
Audrey me abrazó y me dijo, con lágrimas en los ojos: —¡Que Dios te bendiga. Mantén el contacto con nosotros!
—Escribiré tan pronto como nos hayamos establecido —les prometí y salí apresuradamente, habiendo ya caído la noche, ansiosa por alejarme de ellos antes de que el nudo que tenía en la garganta se hiciese más grande. Yo los echaba ya de menos y les debía la vida. Cuando me había sentido abandonada y sola, había intentado suicidarme y ellos me habían socorrido. Había dependido de ellos para tantísimas cosas y ahora no iba a tener su fortaleza ni su amistad para apoyarme en ellos y no estaba muy segura de lo lejos que sería capaz de volar con mis propias alas.
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