miércoles, 26 de octubre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL -Comida celestial- –Parte 013

 

EL CIELO ES TAN REAL

-Comida celestial- –Parte 013

"Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones."

—APOCALIPSIS 22:1-2

Yo había probado del agua del río y había caminado por las calles. Había visto los árboles y hasta había probado algunos de sus frutos.

El mensaje que Jesús le dio a Juan fue el mismo que me dio a mí. Este es el mensaje que quiere que yo comparta con todo aquel que quiera escuchar: "¡He aquí vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de este libro» (Apocalipsis 22:7).

El Señor es justo y quiere que todos sepan: "He aquí yo vengo pronto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea SU obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último" (Apocalipsis 22:12-13).

 Capítulo 11

COMIDA CELESTIAL

DELEITES CELESTIALES

Bienaventurados los que son llamados a
la cena de las bodas del Cordero.

APOCALIPSIS 19:9 (ÉNFASIS AÑADIDO)

EL 27 de marzo, mi cuerpo atravesó treinta minutos de intenso temblor antes que el Señor apareciera. Estuve con Él desde las 6:30 A.M. hasta las 8:45 A.M. Después de que mi cuerpo temblara por media hora, el Señor se acercó y tomó mi mano.

En mi cuerpo transformado, caminé junto al Señor por la playa, y entonces me escoltó al cielo. Pasamos a través de las puertas de perla, y nos dirigimos al edificio blanco para cambiar nuestra vestimenta. Después de cambiarnos, caminamos sobre el puente de oro.

Todo esto se volvía natural para mí. Estoy segura que cada creyente atravesará el mismo proceso cuando vaya al cielo. Pensé en los perso­najes de la Biblia con quienes compartía el privilegio de visitar el cielo antes de la muerte. El apóstol Pablo escribió sobre una de estas almas afortunadas en el capítulo 12 de la segunda epístola a los Corintios.

"Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arreba­tado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar" (2 Corintios 12:2-4).

Sé exactamente lo que este hombre experimentó, porque hay muchas cosas que yo vi y escuché en el cielo, que no me es permitido compartirlas con otros.

RELATOS BÍBLICOS DE VISITAS Al CIEL0

El apóstol Juan, como aparece registrado en el libro de Apocalipsis, también fue al cielo. Su visita allí fue precedida por una visita personal de parte del Señor Jesucristo, quien le dijo: "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso" (Apocalipsis 1:8). Así como Juan, mis visitas al cielo siempre comenzaron con una visita del Señor.

El profeta Elías también fue al cielo. Parte de lo que fue escrito acerca de su encuentro celestial dice: "Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino» (2 Reyes 2:11). Elías voló al cielo en un torbellino, y yo creo que mis vuelos al cielo pueden describirse de la misma manera.

Dios ha sido benévolo con muchos otros antes que yo, es decir, con las personas que ha llevado al cielo antes de la muerte. En cada caso, había un propósito común para estas visitas al cielo. Dios siempre ha estado interesado en dejarles saber a sus hijos su deseo de que ellos vivan con Él para siempre.

Cuán privilegiada soy de ser contada entre los pocos elegidos que Él ha honrado de esta manera. Cuando pienso en ello, me doy cuenta que no fui escogida porque yo fuera particularmente especial, sino que simplemente, mi único deseo es obedecer y servir a mi Señor por toda la eternidad. Me emociona hablarles a los demás sobre mis viajes al cielo.

COMIDA PARA EL REINO

El Señor y yo caminamos algún tiempo por un camino, entonces volteamos a la derecha, y bajamos una ladera hasta llegar a unos escalones hechos de piedra. Vi un cuerpo de agua que se veía como un río muy largo y angosto.

Yo que te voy a mostrar, hija mía, será muy especial para mis hijos"*
 Había árboles de magníficas frutas a ambos lados del río. A un
Lado, los árboles llevaban fruto color morado, y al otro lado, los árboles
estaban cargados con una preciosa fruta color rojo. Estas frutas eran muy atractivas, y yo deseaba probarlas. L
as frutas rojas tenían la forma de grandes lágrimas.

El Señor debió conocer mi deseo, porque Él alcanzó una de las frutas y me la dio para que la comiera. Sabía diferente a cualquier otra fruta que yo hubiera comido antes. Era tan deliciosa que mi cuerpo físico lo saboreó también.

"Señor, ¿por qué no comes?"

"No tengo hambre, pero me alegra ver que tú lo estás disfrutando. »

Caminamos por largo rato, y entonces vi un puente pintoresco construido de madera color roja. Cuando caminamos sobre el puente, miré hacia el agua y vi que el riachuelo estaba lleno de una gran varie­dad de peces.

"¿Para qué son todos esos peces?", le pregunté.

«Esta es comida para el reino", me contestó el Señor.

Me hacía feliz saber que comeremos frutas y pescado en el cielo. El hecho de que estos son los alimentos principales del reino me sugiere que deberíamos comer más de estos en la tierra. Siempre he pensado que el pescado y las frutas son comida particularmente saludable, y estas visitas al cielo me lo confirmaron.

Siempre me da mucha risa ver a los peces nadar con tanta libertad en el agua. Riendo, le pregunté: "Señor, ¿dónde los podremos coci­nar?". Antes de contestarme, noté que la voz que acompaña mis visio­nes sobrenaturales salió de mi cuerpo físico. Comprendí que el Señor quería mostrarme algo.

Al mirar hacia el extremo derecho del agua, noté que había un gran muro de piedras que se extendía tan lejos que no podía ver donde terminaba. Era tan alto que no podía ver su superficie. Podía ver la arena blanca y pura que se extendía desde el camino hasta el muro de piedras. No había árboles en esta vecindad particular, pero la arena se veía blanca y limpia. La escena que me fue impartida a través de esta visión sobrenatural era inmensamente hermosa.

En unos instantes, el Señor contestó mi pregunta al caminar dentro del agua y agarrar un pez blanco y plano. Era del tamaño de mis dos manos juntas. Disfruté viendo al Señor hacer esto por mí, y encontré la escena muy divertida. Comencé a reír mientras continuaba observándolo.

Luego caminé con Él más allá de las rocas, donde noté que había muchas áreas para cocinar que tenían hornos plateados construidos en las rocas. Sobre los hornos había parrillas con platos en forma ovalada y tenedores de plata. El Señor simplemente presionó un botón por el lado del horno y el fuego comenzó a arder.

Él entonces asumió el rol de un cocinero. Asó el pescado hasta que ambos lados quedaron dorados. Se veía muy feliz haciendo esto para mí.

Por alguna razón, yo quería comer la cola, así que la señalé, y el Señor me dio esa mitad del pescado. Él comió la otra mitad mientras yo devoraba mi porción. Estaba delicioso. Verdaderamente, nunca antes he probado un pescado más tierno y jugoso. El Señor me obser­vaba mientras yo disfrutaba mi comida celestial.

Cuando terminamos de comer, tomó mi plato y tenedor y los puso en un recipiente plateado. Entonces me dijo: "Hija mía, como puedes ver, lo he preparado todo para mis hijos':

Yo sonreí de puro gozo.

Luego volvimos a tomar el camino y regresamos al edificio blanco donde siempre nos cambiamos. Un ángel me escoltó hasta el tocador del cuarto de baño, y después de ponerme una hermosa túnica y una corona, salí al salón donde el Señor me estaba esperando.

Él tomó mi mano, y fuimos al estanque. Allí comencé a cantar y danzar, como era mi costumbre. Ese día me sentía especial, y tan agra­ciada por lo que el Señor hacía por mí; más que ningún otro día desde que Él me había comenzado a traer al cielo.

No se trataba de que hubiera comido pescado; sino que mi Señor y Salvador cocinó el pescado y comimos juntos. Él me mostró su bon­dad, como hizo con sus discípulos antes de irse a los cielos. Todos estos pensamientos venían a mi mente mientras danzaba.

Entonces, el Señor me llamó a que me sentara a su lado. Puse mi mano bajo su brazo, mi cara sobre su hombro y comencé a llorar. "Por favor, Señor, deja que me quede aquí contigo. No quiero separarme de ti. Este es el momento más feliz de mi vida".

"Hija, debes hacer mi obra. No quiero que pierdas nada de lo que te he mostrado y dicho. Sé que no tienes tiempo para ti, pero después que todo esté finalizado, serás bendecida. »

"Señor, Roger es el único que puede ayudarme a escribir, y ya él está haciendo tanto por mí."

"Dile que lo amo. Lo bendeciré más de lo que él espera. También dile que pase más tiempo conmigo. Todo aquél que me ama debe pasar mucho tiempo conmigo. "

Fue un tiempo maravilloso de dulce comunión con el Señor. Cuando terminó nuestra conversación, regresamos al edificio blanco y nos cambiamos en nuestras túnicas blancas. Entonces regresamos a la tierra y caminamos por la playa. Nos sentamos en la orilla, puse mi brazo bajo el suyo, y le dije: "Te amo, Señor".

"Te amo, hija preciosa", respondió Él en una voz que emanaba felici­dad. "Dile a todos que hay muchas cosas para comer en mi reino. Todo allí sabrá mucho mejor que cualquier comida terrenal. ¿ Te gustó el pescado?"

Asentí en apreciación. Cuando nos levantamos, el Señor me abra­zó, y entonces partió de mi lado.

El Señor es cada vez más amigable y amoroso. Recuerdo que al principio, Él no me abrazaba o me llamaba su hija. Tampoco usaba ninguna palabra dulce. Ahora me dice muchos nombres de cariño. Siento que Él se siente cómodo conmigo.

UN LUGAR DE PLACER

La Biblia dice: "Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre" (Salmo 16:11). Mis visitas al cielo me han mostrado la verdad de este versículo. El cielo es un lugar de eterno placer. El Señor se deleita en agradar a sus hijos. Él desea que seamos felices.

El 29 de marzo, estuve con el Señor desde las 6:40 A.M. hasta las 8:45 A.M. Esa mañana, mi cuerpo tembló por cuarenta y cinco minu­tos. Entonces escuché la voz del Señor y vi su presencia. Él tomó mi mano, y vi mi cuerpo transformado caminando por la playa con Él. Caminamos por la orilla por unos minutos, y entonces subimos al cielo.

 Como era costumbre, nos cambiamos nuestros vestidos en el edifi­cio blanco. Entonces caminamos sobre el puente de oro, y fuimos por un camino ancho que no había visto antes. Este camino llegaba a un área árida donde no había pasto, árboles ni montañas. Toda esta escena era blanca, como si hubiéramos entrado a la tierra baldía del Ártico. Continuamos caminando hasta que llegamos al final del camino.

Un enorme río apareció frente a nosotros, y noté que había mon­tañas a ambos lados del agua. La montaña al extremo derecho era extremadamente alta. Caminamos muy cerca al río, donde el terreno 1 era como gravilla. Pequeñas piedrecillas crujían bajo nuestros pies al caminar. El río estaba lleno de pequeños botes. Había visto escenas similares a esta  en la tierra, cuerpos de agua donde la gente va a pescar, esquiar simplemente disfruta remar.

 -Te gustaría remar en uno de estos botes?", me preguntó el Señor.

"Sí", le respondí con entusiasmo, "me gustaría mucho."

Nos montamos en uno de los pequeños botes, y el Señor remó con su mano. Nos alejamos bastante de la orilla. Cuando me asomé por la orilla del bote, vi una gran multitud de peces de diversos colores que jueteaban en el agua.

Mi mirada estafa fija en el agua tan clara. Podía ver todo bajo el agua con mucha claridad. Era como el cristal más claro. Los peces,como de costumbre, me hicieron reír.

Eran peces brillantes y hermosos. Parecidos a los peces decorativos que las personas en la tierra usan para los estanques de jardín.

'Estos, hija mía, son para disfrutarlos. Así como tú, yo disfruto mirar los peces nadar en el agua. "

Todo era tan tranquilo y sereno en la quietud del agua. Mirando alrededor, sentí como si estuviéramos sentados sobre un gran lente óptico. Dejamos el bote y regresamos por el mismo camino que había­mos tomado para llegar al lago; entonces volteamos por una estrecha vereda por la montaña. La magnífica vista al final de la vereda revelaba un exuberante valle que estaba cubierto de altos pastos. Un estrecho riachuelo encontraba su camino a través del vasto prado.

Vi que algo se movía a través de este campo de hierbas que parecía ser trigo. Entonces vi otros movimientos a través de todo el campo de trigo. El valle estaba lleno de ganado que se veía muy parecido a las vacas de la tierra. (¡Maravilloso¡)

Y escribe esto, Choo Nam. Quiero que todos mis hijos conozcan lo que les aguarda en el cielo. Sé que muchos de mis hijos tienen preguntas acerca del cielo. Algunos de ellos se preguntan si habrá comida para comer en el cielo.”

Yo conocía la respuesta a esa pregunta, y me inundó un sentido de gran satisfacción al mirar esta vista espectacular frente a mí. Apenas podía captarlo todo.

Sin embargo, no pudimos permanecer allí por mucho rato. En

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