sábado, 5 de noviembre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS Parte 21

 EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS Parte 21

a sacar de allí. Así que acepté el hecho de que ellos estarán allí por lo eternidad, simplemente porque no conocieron al Señor Jesús.

Mi Señor tenía una razón muy especial para usar a mi madre en este libro. Si a través de ella otra madre puede ser salva, yo me sentiré honrada.

No importan los tiempos difíciles que puedan venir a mi vida, nunca estaré enojada con el Señor. Si alguno de mis seres amados muere por mi Señor, yo me sentiré muy contenta por ellos. Entonces sabré de seguro que su vida eterna será en el cielo con el Señor Jesús, Como dijo Jesús:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).

Creo que la segunda venida del Señor está muy cerca, Él les está dejando saber a sus hijos cuánto les ama y que deben estar preparados para Él.

Dios le ama, y esta es la verdad más grande en todo el mundo. Es por eso que ha preparado su reino para usted. Aunque ama a sus hijos, Él está enojado con quienes no creen en Él. Esa es la razón por la que me ha comisionado a escribir este libro. Me ha dicho en muchas ocasiones que la salvación de las almas es extremadamente importante para Él. Está preocupado de que algunos de sus hijos escojan el infierno para la eternidad, en lugar de la hermosa gloria que Él ha preparado para ellos.

Después de todo, el cielo es una elección. El Señor no desea que ninguno termine en el abismo del infierno. Si usted cree en Él, tendrá vida eterna con el Señor:

"Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado" (Romanos 10: 8-11).

Si usted no cree en Él, terminará en un lugar de tormento donde mis padres y muchos otros tienen que pasar la eternidad. Es una elec­ción personal. Es el camino de Dios contra el camino de Satanás. Es el reino de los cielos contra el reino de las tinieblas. Es vida contra la muerte. Es el cielo contra el infierno. ¿Cuál conquistará su vida? La elección es suya.

Cada palabra en este libro es veraz. Las palabras de Jesús han sido transcritas exactamente como Él me las dijo. El Señor me escogió para este trabajo, y yo he procurado ser fiel a cada palabra y experiencia. Con la ayuda de Dios, y la asistencia de Roger y el escritor, he tratado de dar una descripción precisa de cada experiencia que he disfrutado.

Por último, sin embargo, me doy cuenta que la elección es suya. Todo lo que puedo hacer es escribir mis experiencias. Luego de haber leído estas páginas, usted es responsable por la verdad que le ha sido impartida. ¿Qué hará usted con la verdad que le he compartido?

Antes de ir al cielo, yo deseaba salvar almas para el reino, pero ahora me doy cuenta que debo hacer todo lo que pueda para rescatar a los perdidos. Nunca podré borrar la memoria de aquellos cuerpos desnudos que se movían alrededor del fuego y gritaban en su miseria. Todo terminará pronto para cada uno de nosotros, y entonces será demasiado tarde para tomar decisiones por Jesús y el cielo.

Tengo un deseo ardiente de ver a los perdidos salvarse, para evitar que vayan al terrible lugar que el Señor me ha revelado. Mi más pro­fundo deseo es que todos encuentren su nombre escrito en la puerta de una mansión en el cielo.

El libro de Apocalipsis describe dos grupos de personas. Yo vi las mismas cosas que el apóstol Juan vio. Juan describe el destino eterno del primer grupo como sigue: "Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche" (Apocalipsis 14:11). El segundo grupo, de otro lado, es descrito de esta manera: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamien­tos de Dios y la fe de Jesús... Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor... descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen' (Apocalipsis 14:12-13).

¿Está su nombre escrito en el Libro de la Vida?

PARTE

Preparación
y unción

Capítulo 17

UNCIONES ESPECIALES

Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza
de Aarón, y lo ungió para santificarlo.

LEVíTIco 8:12

La segunda parte de este libro revela cómo el Señor obró en mi vida preparó mi cuerpo para danzarle y servirle después de haberme dado la visión de este libro. Desde el lunes, 27 de mayo de 1996, Él me visitaba con regularidad. Cada lunes en la mañana, me llevó en mi cuerpo transformado a una playa aquí en la tierra.

Esta hermosa playa, la cual describo detalladamente en las seccio­nes previas de este libro, es un lugar muy especial para el Señor. El 27 de mayo de 1996, Él prometió llevarme a esta playa cada lunes, y Él ha sido completamente fiel a su promesa, nunca faltando a estas visitas semanales.

Antes de comenzar el trabajo de preparación en mi cuerpo, el Señor me estuvo visitando cada mañana. Esto comenzó el 11 de julio de 1996. Me ungió y comenzó a prepararme para la obra que me había llamado a realizar. Me explicó que el libro no podría ser publicado hasta que todo el trabajo preparatorio no fuera completado. Claramente me mostró su deseo de que yo mantuviera un registro de todo lo que Él estaba haciendo en mí, de manera que pudiera ser incluido en el libro.

Además, el Señor ha trabajado conmigo durante las tempranas horas de la noche. De hecho, ya casi nunca lo hace en las mañanas. Al principio, las visitas nocturnas ocurrían tarde en la noche, cerca de las 10 P.M. o las 11 P.m. Pero luego comenzó a aparecer en las primeras

Jhoras de la noche. Fue por esto que me pidió que me fuera temprano a la cama cada noche.

Al prepararme para ir a dormir, encontré que mi cuerpo comenza­ba a temblar bajo el poder de Dios a eso de las 8:00 P.M. cada noche. Durante estos períodos de temblores, leía mi Biblia y oraba. Entonces, cuando me acostaba, mi cuerpo experimentaba tremendos y violentos temblores por alrededor de cinco o diez minutos. En este proceso, mi estómago se tensaba, y experimentaba contracciones en la región abdominal.

Esto sucedía cada noche antes que el Señor visitara mi habita­ción. La poderosa unción de su Espíritu Santo también caía sobre mí. Durante esas maravillosas visitas, el Señor me hablaba directa y personalmente. Luego, comenzó su trabajo preparatorio en mi cuerpo. Cuando esto sucedía, no tenía ningún control sobre mi cuerpo por un período de dos a cuatro horas. El Señor estaba conmigo todo el tiempo.

Con frecuencia, Él hablaba conmigo mientras mi cuerpo temblaba violentamente. En ocasiones, Él me decía con anticipación qué era lo próximo que iba a hacer, y cuando Él sentía que mi corazón se quejaba sobre su plan, me reprendía diciéndome: "¡Obedéceme!"

Él siempre ha tenido cuidado de reiterar sus expectaciones y planes. Esto, en ocasiones, me hacía sentir cargada, como si ya no pudiera más, pero Él conocía que el deseo de mi corazón era agradarle en todo lo que hacía, así que continué confiando en Él.

Cuando comenzaron estas sesiones nocturnas, yo podía ver las caras de los demonios alrededor de todo el cuarto. A pesar de verse groseras e intimidantes, yo no sentía ningún temor. Podía verlas volan­do detrás de la cabeza del Señor, pero cuando yo les reprendía, salían instantáneamente.

Creo que durante este proceso, el Señor me estaba enseñando cómo protegerme a mí misma. También creo que el Señor me permi­tió ver su presencia durante todo el tiempo que Él estuvo haciendo su trabajo en mí, para que yo aprendiera a mantener mi enfoque en Él solamente, en todo momento.

Me ha dicho en repetidas ocasiones que debo enfocarme en Él y su obra solamente. Por esta razón, me permitió terminar el libro hace algún tiempo, y dejarlo a un lado hasta que estuviera listo para publicar. Mientras tanto, quería que yo aprendiera a concentrarme en Él y el trabajo preparatorio que ha estado realizando en mi vida. La terminación del libro era una gran carga para mí, pero con la ayuda de Dios y mi esposo, así como también la colaboración de un escritor lleno del Espíritu Santo, la mayor parte del proyecto fue completado para febrero de 1997.

VISIONES ESPIRITUALES

Antes de comenzar a trabajar conmigo, el Señor siempre me hablaba sobre mi futuro. Entonces comenzaba el trabajo en mi cuerpo, mientras Él me mostraba una multitud de visiones: los océanos, los ríos, las montañas que brillaban bajo el fuego, las minas de oro, la Tierra, todos los edificios del mundo, la nieve, las iglesias, las cascadas con el Señor en medio de ellas.

Él también me ha dado visiones de muchos otros fenómenos natu­rales y espirituales. Cada visión es mostrada repetidamente. Él también me mostró una gran piedra de granizo que caía del cielo. Esta visión vino en forma de sueño. Nunca puedo olvidar las cosas que el Señor me muestra.

Las visiones eran tantas y variadas que eran realmente incontables. El Señor llevaba mi cuerpo transformado al océano, tomando mis manos mientras caminábamos sobre el agua. ¡Qué sensación de gozo ME daba hablar y caminar con el Señor sobre el mar! Muchas veces yo respondía con risa.

Estas visitas a la costa eran muy emocionantes. Me sentía como Una niña pequeña, a veces el Señor y yo competíamos para ver quién Corría más rápido. Estas maravillosas experiencias ocurrían cuando el Señor me llevaba a la playa, y sólo eran posibles porque el Señor había había tansformado mi cuerpo.

UNA UNCIÓN CONSTANTE

Durante cada una de estas visitas preparatorias, la unción del Señor podía ser tan fuerte que yo me sentía adormecida y muy cansada. Sin embargo, no importa cuán cansada estuviera, yo me humillaba delante del Señor, y me sometía a la obra que Él estaba haciendo en mí.

En par de ocasiones, mientras Él trabajaba en mí, me quedaba dormida por alrededor de una hora. Pero tan pronto despertaba, mi cuerpo comenzaba a temblar otra vez, y el trabajo volvía a empezar. El Señor no estaba interesado en enseñarme de una manera fácil, y creo que esto estaba específicamente diseñado para mostrarme que la obra para la cual Él me estaba llamando sería una desafiante.

También noté que el Señor siempre termina lo que comienza. Al comprenderlo, no quería quedarme dormida, pero a veces era muy difícil para mí mantenerme despierta.

En otras ocasiones, el Señor trabajaba en mí por par de horas temprano en la noche, entonces yo me quedaba dormida y Él me despertaba otra vez a las dos o tres de la mañana, para trabajar en mí por otras dos o tres horas. Cuando experimentaba noches como esta, al siguiente día me sentía tan cansada que mi cara lucía hinchada por la falta de sueño.

Ahora me parece que el Señor estaba trabajando a toda prisa para terminar el trabajo preparatorio. Él constantemente me decía: "No hay mucho tiempo." Creo que esta fue la razón por la que pasó tantas horas conmigo cada noche. Él me estaba preparando para lo que todos estaremos enfrentando en los días finales.

EL ACEITE DE LA UNCIÓN

El trabajo preparatorio incluía mi cara, mis manos, mi cabeza, mis pies y mi espalda. El Señor usaba mis manos para tocar cada parte de mi cuerpo desde la cabeza hasta mis pies, una y otra vez. Entonces frotaba con mis manos todo mi cuerpo, como si lo estuviera lavando y luego ponía ambas manos juntas como si limpiara el sucio de mis manos. El Espíritu Santo me dirigía en todo esto.

Realmente no tenía control de mis manos, o de ninguna otra parte de mi cuerpo, cuando el Espíritu Santo estaba haciendo su trabajo de unción en mí. Como resultado de todo esto, sin embargo, experimen­taba una fuerza física realmente sobrenatural. Cuando oro por otras personas, y pongo mis manos sobre ellas, mis manos frecuentemente dan pequeños golpes de arriba abajo sobre sus cabezas u hombros, por el poder del Espíritu Santo que fluye a través de mí. Cuando estoy bajo la unción, nadie puede sostener mis manos, debido a su movimiento rápido bajo el poder del Espíritu Santo.

Durante varias noches, el Señor derramó aceite sobre mí. Este pre­cioso aceite estaba dentro de vasijas ovaladas que lucían como pequeñas botellas de perfume. Estas botellas eran de muchos colores diferentes. Él derramaba el aceite sobre mí desde la cabeza hasta los pies, y tam­bién sobre mi espalda. Yo mantenía un registro de esta experiencia especial en mi diario, encontré que Él había derramado un total de ochenta y siete botellas aceite ungido sobre mí. Todas las botellas que había usado tenían sus tapas, excepto la última.

Antes de ser bañada en el aceite ungido, una inusual canción y visión venían a mí, y podía ver al Señor mucho más claro que antes. Cada vez que derramaba el aceite sobre mí, me decía que recordara el color de la botella para que pudiera escribirlo. Algunas veces era muy difícil para mí distinguir el color, y en esas ocasiones, el Señor me decía de qué color era. Cada color parecía tener un significado especial para el Señor.

El Señor conoce cada uno de mis pensamientos, y fue así como Él percibía que yo tenía dificultad en distinguir los colores de las botellas. Algunas noches derramaba aceite de siete diferentes botellas, y cada una tenía su propio color distintivo. Algunas eran de un sólo color, y otras tenían muchos colores. Cada color era extraordinariamente bello. Mientras derramaba el aceite ungido sobre mi cuerpo, yo tembla­ba, me estremecía, sudaba y sentía un intenso calor. Los gemidos que salían de lo profundo de mi espíritu eran cada vez más fuertes, y sentía que me faltaba el aliento. Esta sensación persistía por espacio de diez minutos, y luego descansaba por otros cinco minutos. Una canción especial emergía dentro de mí cuando el Señor se me acercaba otra vez con la botella de aceite. Como antes mencioné, durante algunas noches Él derramaba aceite de siete botellas diferentes. En otras ocasiones, derramaba aceite de una sola botella. Desde enton­ces, he aprendido que siete es el número de la perfección, y que signifi­ca estar completos en Él. Cuando el Señor decía: "Voy a derramar esto sobre tu espalda", mi cuerpo respondía volteándose sobre mi estómago bajo el poder del Espíritu Santo. Cuando Él decía: "Esto es para tus manos", mi cuerpo se volteaba de lado hacia la dirección donde Él estaba parado, y el Espíritu Santo me hacía extenderle ambas manos.

En muchas ocasiones, el Señor tocaba mis manos con sus manos ardientes. Estas eran intensas experiencias que me hacían sentir el calor de la presencia de Dios, y me hacían llorar. El poder y fuego de Dios eran tan fuertes durante esos momentos que mi voz se volvía débil y jadeante.

Durante algunas noches, yo cantaba por espacio de tres horas bajo la unción del Espíritu Santo. Estos cánticos son cánticos del Espíritu; compuestos y dirigidos por el Espíritu Santo. Son muy edificantes e inspiradores.

Después de una noche de cánticos espirituales, mi voz no se sentía débil ni cansada al siguiente día, como hubiera sido el caso si no cantara bajo la dirección del Señor. Lo mismo sucedía con mi cuerpo. Después de una noche de Dios trabajar con mi cuerpo, me sentía completamen­te normal, excepto por el cansancio que a veces experimentaba.

Algunas noches, mientras el Señor trabajaba con los movimientos de mi cuerpo y mis manos, mi cuerpo físico se ponía morado y frío. Al principio, esto me asustó y sorprendió, pero la presencia del Señor siempre echaba fuera el temor. Él me decía: o stoy aquí a tu lado; no temas a naao» En otras ocasiones, mi cuerpo entero se volvía invisible mientras el Señor hacía su trabajo preparatorio en mí.

La mayoría del trabajo en mi cuerpo era con mis manos, los ojos, la cara y cabeza. A veces Él hacía que mi cuerpo tomara la forma de una cruz, y soplaba su aliento en mi boca y nariz. Había ocasiones cuando de sus ojos salían disparadas llamas a mis ojos. En el proceso de estas bendiciones especiales, la unción del Espíritu Santo era a veces tan fuerte que me preguntaba si me estaba muriendo. Yo respondía con profundos gemidos internos y muchas lágrimas.

Durante algunas de estas sesiones, el Señor elevaba y bajaba mi cuerpo. Mi cuerpo obedecía a su poder, en unas ocasiones parándose, y en otras ocasiones volteándose.

Como mencioné anteriormente, las visiones sobrenaturales fre­cuentemente acompañaban el trabajo de mi cuerpo. En una ocasión, Él me mostró una montaña. Al principio, la montaña parecía normal, pero luego se convirtió en fuego. Toda la montaña ardía, y comenzó a brillar como la brillante luz del sol. Entonces noté que la presencia del Señor estaba en medio de la luz, y su cuerpo formaba una cruz.

Bajo la dirección del Espíritu Santo, mi cuerpo también tomó la forma de una cruz. Mi cuerpo era tensado tan severamente que expe­rimentaba gran dolor. Cada miembro de mi cuerpo era estirado por al menos diez minutos, y yo pensaba que el Señor me estaba castigando. Yo lloraba mientras atravesaba esta memorable experiencia.

Cada tipo de trabajo en mi cuerpo y las visiones sobrenaturales ontinuaron por muchos días. Entonces, cuando el Señor estaba listo para continuar, tanto el tipo de trabajo como el énfasis cambiaban. Usualmente, cada tipo de trabajo preparatorio duraba de tres a cinco ,lías. Al completarlos, Él volvía a repasar cada una de las cosas que hacía en mí. Muchas veces, elevaba y bajaba mi cuerpo cuarenta y nueve veces cada noche.

Cuando Él completaba cada sesión, su presencia permanecía cerca de mí. Algunas noches simplemente me ungía con el precioso aceite del Espíritu Santo. A través de cada visitación, yo sudaba por el intenso calor, y mi espíritu gemía. El poder del Espíritu Santo era abrumador,tanto así que, en una ocasión, sentí como si perdiera la mente.

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