jueves, 10 de noviembre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS Parte24

 EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS Parte24


iNINGUN TEMOR!

Debido a todo lo que he experimentado, ya no siento temor, sino un nuevo denuedo, una valentía santa en el Señor. Ahora puedo pararme Frente a millones de personas y testificar al mundo todo lo que he visto y oído.

El Señor selló mi cuerpo y boca durante el tiempo que tomó hacer su trabajo en mi cuerpo y cumplir su enseñanza preparatoria para mi vida. Me pidió que mantuviera estas cosas guardadas en mi corazón hasta el momento que Él me indicara. El tiempo tenía que ser vi correcto o, de lo contrario, muchas personas no creerían lo que me había sucedido.

Después de experimentar las visiones y otros fenómenos sobre­naturales, mi escritor me señaló algunas Escrituras que ayudarían a afirmar las experiencias que Dios me había dado. Para ese entonces, yo no conocía las Escrituras lo suficiente como para encontrar dicha información.

Por eso, en ocasiones me quejaba delante del Señor, sintiéndome insuficiente para ser usada por Él, y le preguntaba: "¿Por qué me esco­giste, Señor?". Él me contestaba con toda claridad: «Te escogí porque eres educable».

Me explicó que Él sabía que yo no haría nada por mi propia cuen­ta, porque entendía que lo necesitaba a Él para todas las cosas. Esta es la clave de todo progreso espiritual. También es la clave para ser usados por Dios, para permanecer abiertos a Él y a todo lo que tiene guardado para nosotros.

Ahora, cuando leo la Biblia, puedo entender algunas verdades que antes no veía con claridad. También puedo memorizar la Palabra con facilidad, y al día de hoy he memorizado cerca de 300 de mis versículos favoritos. El Señor me ha ayudado porque siento un gran deseo por conocer su Palabra. Este conocimiento me era necesario para testificar y meditar. Sé que es difícil testificar cuando no se conoce la Palabra de Dios.

A través de mis años de entrenamiento, el Señor me ha disciplina­do, probado, y aun desilusionado, para así determinar cuán firme es mi fe.

Él removió toda influencia negativa de mi vida (incluyendo perso­nas). En ocasiones, Él permitió que la enfermedad regresara a algunos de los que Él había previamente sanado; esto, para probar cuán firme era mi fe y amor por Él. Hubo ocasiones cuando permitió que me sin­tiera defraudada, para ver cuán impaciente y enojada me volvía. Aun bajo dichas circunstancias, nunca le amé menos, ni confié menos en Él; sin importar cuán desilusionada me sintiera.

Lloré en su presencia incontables veces, y le pregunté por qué me hacía esperar tanto tiempo para ver el cumplimiento de sus promesas. Hubo momentos cuando pensé que cumpliría su promesa en un tiem­po determinado, sólo para descubrir que tendría que atravesar otra vez el mismo proceso de entrenamiento que ya había atravesado. Esto me causó tanta frustración, que deseé morir.

A veces me he sentido tan agotada, que he querido dejar a un lado todo lo que el Señor me ha prometido. Hubo momentos en que pensé haber escuchado la voz incorrecta. En varias ocasiones, le pregunté al Señor si estaba escuchando otras voces o mi propia voz. En dichas instancias, su voz reflejaba desilusión, cuando me recordaba que estaba escuchando la voz del Señor Jesús de Nazaret.

Cuando me decía estas palabras, instantáneamente sentía un gozo que me hacía olvidar todo mi desánimo. Pienso que no hubiera sopor­tado la prueba, a no ser porque Él me hablaba de esta manera.

Durante mi entrenamiento, lloré en numerosas ocasiones. Cuando Él terminaba, me decía: «Choo Nam, has pasado tu prueba con un resultado de más de cien por ciento" Sus palabras de elogio y afirmación estremecían mi alma. Fue un curso de tres años para el ministerio, y Puedo decir con honestidad, que nunca desobedecí al Señor. Él sabía que yo siempre estaba disponible para que Él hiciera su obra mí.

No importaba cuán difícil fuera el trabajo, ni cuán desilusionada me sintiera, siempre conocí un gozo y una paz permanentes. Desde que visité el reino celestial, siento que vivo en el reino de Dios. Sólo puedo pensaren agradar a mi Señor, y haré lo que sea necesario para agradarle. Las cosas de la tierra no tienen valor para mí.

Frecuentemente, le he pedido al Señor que me lleve a mi hogar para siempre, pero Él se ha rehusado y dicho que aún queda mucho trabajo por hacer. Desde enero de 1996, he vivido mi vida diaria com­pletamente para Dios. Él es primero y último, y todo lo demás. Él es mi todo. Normalmente oro cuatro o cinco horas al día, pero durante el tiempo de trabajo en mi cuerpo, pasaba de siete a nueve horas al día con el Señor, y a veces más.

Mi AMADO ESPOSO

Cuán agradecida me siento por el fiel amor y paciente comprensión de mi esposo Roger! Oré para que él viniera al conocimiento del Señor, y lo hizo un año y medio después de mí. Nunca he presionado a Roger en relación a las cosas espirituales, pero él siempre me ha respaldado con su constante compañía y apoyo. Le he pedido a Dios que nos ayude a tener la misma mente para su servicio, y Él me ha dado un hombre completamente nuevo. El primer año de su caminar con Dios, Roger leía la Biblia seis veces al día.

Si él no hubiera estado de acuerdo conmigo, nuestro matrimonio no habría sobrevivido. Roger es una verdadera ayuda para mí en todo aspecto, y un gran respaldo en mi ministerio.

Roger y yo sabemos que sin Dios no somos nada. Con Él, sin embargo, sabemos que podemos lograr todas las cosas. No hay nada que sea imposible para nuestro Dios perfecto. Él conoce todo acerca de nosotros. Él conoce qué cosas necesitamos aún antes que le expresemos nuestra necesidad. Jesús dijo: "Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis" (Mateo 6:8). Hemos escogido poner a Dios primero en nuestras vidas. Jesús dijo: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33). Una y otra vez, esta mara­villosa promesa ha probado ser cierta en nuestra vida. Debo admitir que no siempre es fácil vivir una vida espiritual, poniendo a Dios siempre primero, pero he aprendido que no puedo hacer nada sin el permiso del Señor. Él siempre me dice que me man­tenga enfocada en Él y en la obra para la cual me está preparando para realizar. Él me ha advertido que no ponga a nada ni a nadie primero que a estas metas.

Ha sido difícil, pero he aprendido que mantener mi mente en Él es la fuente de perfecta paz, como dijo el profeta Isaías. Si algo me molesta, entonces no soy capaz de enfocarme en Él, y pierdo mi paz. Conozco que esa no es la voluntad de Dios para mí, porque Jesús dijo: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Juan 14:27). El Señor es una ayuda constante en nuestras vidas, aún cuando no le vemos ni escuchamos. "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13:8). Él vive en nosotros, y es así como conoce todo acerca de nosotros. He aprendido que cuando le oramos y adoramos, su deseo es que estemos totalmente enfocados en Él.

Capítulo 20

LOS CIELOS FUERON ABIERTOS

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. "

HECHOS 7:55-56

En la mañana del 16 de mayo de 1998, el Señor me indicó que me preparara para ir temprano a la cama esa noche. Así que, después de mi oración nocturna, fui llena de una unción especial, y el Señor me dijo: «Debo mostrarte algo" Al momento de haber mencionado esas palabras, mis ojos se cerraron herméticamente, y un gemir especial salió de mi espíritu. El cielo comenzó a abrirse delante mí.

Al principio, todo era brillante, y entonces vi todo el cielo. Era un lugar de pureza y blancura, y las calles y edificios estaban inmaculada­mente limpios.

Él me llevó al cielo, una vez más, y comenzó a enseñarme todas las cosas, una por una. En todas partes, se podía ver una brillantez como la luz del sol.

Entonces, el Señor me mostró todos los océanos del mundo y toda la tierra. La nieve cubría la tierra. El Señor me explicó: "Debo purificar mi pueblo antes de traerlos a mi reino. A menos que tengan un corazón puro, ellos no podrán ver mi reino" *

Recordé, entonces, una de las bienaventuranzas: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (Mateo 5:8).

Mis brazos se extendieron a ambos lados, tomando mi cuerpo la forma de cruz. Esto duró por al menos diez minutos. Lloré durante todo ese tiempo, pero no sabía si mis lágrimas eras de gratitud, gozo o dolor. El Señor me repetía algunas de las lecciones anteriores, y me reiteraba su deseo de que yo escribiera todo en el libro.

Esto me ayudaría a entender el título que Él le dio al libro, ¡El cielo es tan real! Al repetir estas lecciones y experiencias en mi vida, pude entender con exactitud cuán real es el cielo realmente.

EL TRONO DE Dios

El 6 de junio de 1998, el Señor me dijo otra vez que fuera temprano a la cama. Yo sabía que algo grandioso estaba por suceder. Luego de haber orado, una fuerte unción cayó sobre mí, y una vez más los cie­los me fueron abiertos. Entonces, vi al Padre sentado en su trono. Él llevaba una corona y vestía una túnica blanca. Sus cabellos eran largos y blancos. El Señor Jesús estaba parado a su derecha. La apariencia de Jesús era igual a la que siempre recuerdo.

Tanto el Padre como el Hijo vestían de blanco. No podía ver sus caras, pero escuché una voz que decía: "Choo Nam, te estoy lanzando para hacer el trabajo para el cual te he preparado. Ahora me servirás. Estoy complacido de ti".

Escuchar esta confirmación fue más emocionante de lo que pala­bras puedan expresar. Al desvanecerse esta visión del cielo, la presencia del Señor apareció una vez más, y me repitió lo que el Padre había dicho. Sentí que me iniciaba en el servicio para el cual Dios me había llamado, y era maravilloso saber que esto sucedía.

ÁNGELES QUE CUIDAN DE NOSOTROS

A través del mes de diciembre de 1998, el Señor me mostró de nuevo muchas de las cosas que ya me había mostrado. Repitió también algunnos de los ejercicios del cuerpo. El Señor abrió los cielos para mí una y otra vez. Cada vez que lo hacía, podía ver el firmamento entero con mucha claridad, incluyendo las estrellas del cielo.

Sobre las estrellas vi nubes, y sobre las nubes, vi el cielo. La brillantez del cielo era maravillosa, y su inmensidad, indescriptible. El cielo es una expansión sin límite que rodea toda la tierra. Cuando el Señor me muestra el cielo, yo respondo con un cántico de gozo.

Esta vez, cuando el Señor me mostró el cielo, también me mostró una multitud de ángeles que volaba por todos lados. Noté que los ángeles del cielo también volaban a través de la atmósfera de la tierra. El Señor me dijo que los ángeles que veía volando alrededor de la tierra `estaban cuidando de sus hijos.

Algunas de las visiones que Dios me dio, vinieron luego del Señor hacecr que mis manos tocaran mis ojos por más de mil ocasiones durante dos meses. Él me llevó siete veces a través de cada paso.

Cuando esto sucedía, podía ver los destellos más hermosos, como diamantes, y entonces veía las piedras preciosas del cielo. Una piedra en  particular, se veía como la bola de un ojo. Al principio, parecía ser de un color púrpura oscuro, luego cambiaba volviéndose cada vez más clara hasta que se veía como un diamante refulgente. Es la piedra del color más hermoso que jamás haya visto. Podía ver sus destellos con tal clardad que parecía tenerla en mi propia mano.

MEMORIAS DE Ví$PERA DE NAVIDAD CON EL SEÑOR

11 24 de diciembre de 1998, el Señor apareció una vez más con su magnífica corona y túnica de Navidad. Su presencia lucía igual a la de las dos Navidades anteriores, pero la experiencia era diferente.inmediatamente lo vi, me arrodillé delante de Él. Entonces canté, dancé y lloré de gozo indescriptible. Esto no era algo que yo creaba; era el resultado de que mi vida estaba bajo el control del Espíritu Santo.

Puedo decir con honestidad que nunca olvidaré ninguna de las cosas que el Señor me mostró o dijo. Él frecuentemente repetía algunas cosas para ayudarme a desarrollar paciencia, y me recordaba que sin paciencia, nadie podría servirle de veras. Me explicó que el tiempo que vivió en la tierra fue sólo para obede­cer la voluntad de su padre. Él no estaba interesado en buscar su propia voluntad o sus planes, sólo los de Dios. También me hizo saber que a quienes Él les imparte dones especiales para el ministerio, deben pagar un precio más alto que los demás. Concluyó al decir esto: Aunque tú no quieras hacer este trabajo, tienes que hacerlo, porque te he escogido para ser una profetisa de los últimos dias".

Como mencioné antes, el Señor comprende mucho mis necesidades, aun cuando me quejo. Siempre espera y escucha todo lo que tengo que decir. Cuando termino, me dice: "Hija mía, entiendo cómo te sientes, pero debo hacerlo de esta manera. Tiene que ser a mi manera y en mi tiempo" Luego de su gentil reprensión, yo siempre me humillaba, y res­pondía en arrepentimiento por mi impaciencia, mis cuestionamientos y mi falta de entendimiento.

EL AMANECER DE UN NUEVO AÑO

El primero de enero de 1999, el Señor apareció otra vez vistiendo su bella túnica y corona. Era la primera vez que vestía ese atuendo en el día de Año Nuevo. Le pregunté cuál era el significado de eso, y me explicó: 'Mi hija, este es un año muy especial para mi pueblo': Su amoro­sa presencia inundó mi ser, y comencé a cantar y danzar delante de Él.

El 8 de enero de 1999, El Señor vestía otra vez su especial corona y túnica. La voz sobrenatural salió a través de mí, y comencé a llorar. Sabía que el Señor usaba estas vestiduras especiales sólo en ocasiones muy significativas, usualmente para celebrar un acontecimiento importante.

Él me dijo que estaba celebrando mi trabajo. Conversamos por un rato, entonces mis manos se extendieron hacia Él, y Él puso sus manos sobre las mías. Simplemente dijo: "Te bendigo».

Al decir eso, el poder era tan fuerte que sentí que todo mi cuerpo se fundía con el de Él. Sollocé bajo la intensa unción de aquel momento, y entonces mis manos volvieron a mi regazo y me aquieté.

El período del 9 al 14 de enero de 1999, fue uno particularmente memorable para mí. El Señor me mostró una visión de la iglesia que yo asistía. En esta visión particular, vi a muchas personas en la iglesia que estaban rebosando con el Espíritu Santo, vi personas minusválidas que comenzaban a caminar, sillas de ruedas vacías y otras bendiciones. Comencé a cantar y danzar, y vi también el estacionamiento de la igle­sia lleno de carros.

EL PODER DE LA ORACIóN

La noche del 15 de enero de 1999, después de mi tiempo de oración, el Señor vino a mí y caminamos juntos. La unción especial cayó sobre mí y la voz inusual surgió de mí. Entonces vi al Señor vistiendo su hermosa corona y túnica, y comencé a cantar y danzar. Realicé varios movimientos de manos, y cada movimiento era ejecutado siete veces diferentes.

Después que esta sesión de trabajo en mi cuerpo terminó, el Señor volvió a aparecer en su túnica blanca normal. Entonces me dijo que me estaba revelando todo el trabajo para el cual me había preparado. Me explicó que a partir de ese momento, yo debía orar en lenguas solamente, para así revelar continuamente todo el trabajo que Él había preparado y todas sus promesas para mí. Cuando Él comenzará mi ministerio de danza, tendría comunión solamente con Él y oraba por el trabajo. Me señaló que no dispondré de tanto tiempo para orar.

Por muchos años, he estado comprometida con la oración inter­cesora los siete días a la semana. Me toma casi dos horas orar por las personas que Dios pone en mi corazón, y por todas las naciones del mundo. Le dije: "Señor, será difícil para mí no orar por todas estas personas".

Él me respondió: "Es hora de que ellos oren por ti" '

Entonces, Él procedió a decirme cómo orar más efectivamente. "Chao Nam, cuando ores, adora siempre al Padre primero, y entonces comienza a orar en lenguas por tu trabajo y ministerio. » Él me alentó a pararme firme en sus promesas para que el enemigo no pudiera robár­melas.

Cuando el Maestro me enseñó estas y otras cosas acerca de la ora­ción, me di cuenta de cuán importante es la oración para nuestra vida. Me dijo que orara en lenguas cada domingo en la mañana, antes de ir a la iglesia, hasta que el fluir cesara. Entonces me urgió a llegar a la iglesia treinta minutos más temprano, para orar en lenguas sin interrupción hasta que la adoración comenzara.

Algunas personas no entienden por qué hago esto, pero los que sí entienden son aquellos que tienen un caminar profundo y personal con el Señor. Ellos entienden lo que significa cuando digo que Jesús es más real para mí de lo que soy para mí misma.

Cuando le hablo, Él me escucha muy pacientemente. No importa lo negativo que parezcan las circunstancias, lo único que tengo que hacer es llevarlo todo a Él, y la situación mejora. Yo le hablo en el espíritu, pero Él es tan humanamente real para mí, que siento como si entrara a una dimensión de vida completamente diferente. Nadie me entiende como Jesús. Yo lo valoro a Él sobre la vida misma.

Ahora mi trabajo en la iglesia consiste solamente en orar por la congregación y los pastores. Hago esto diariamente, y adoro al Señor

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