miércoles, 23 de noviembre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS - Parte 29

EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS Parte 29

El corazón de nuestro Señor se duele por personas desobedientes
y por las almas perdidas. Su amor en mí me hace pensar en las almas perdidas y los cristianos tibios en todo lugar. El saber lo que les sucede­rá al final, si no despiertan, me hace permanecer en vigilante oración por ellos.

Si usted es un cristiano tibio, por favor, ponga especial atención a mis palabras. Usted no puede amar a nada ni a nadie más que al Señor Jesús, quien murió por usted. Si un predicador le dice que todos los cristianos que asisten a la iglesia irán al cielo, mejor busque otra iglesia a donde ir.

Cuando somos salvos, el Señor espera que nosotros oremos y estu­diemos su Palabra continuamente. Así que, asegúrese de permanecer despierto espiritualmente, y no dependa de la enseñanza de los demás. Cuando estudie la Palabra y ore constantemente, entenderá las enseñanzas de la Biblia, porque el Espíritu Santo le mostrará todas las cosas (ver 1 Juan 2:27).

Después de ser salvos, debemos velar continuamente por nuestra salvación. Esto significa que debemos obedecer la Palabra de Dios y agradarle en cada área de nuestra vida. Este libro ha mencionado la obediencia muchas veces, porque ésta es muy importante para nues­tro Señor. Él desea llevar a todos a su reino. Muchos cristianos tienen muchos problemas porque desobedecen al Señor en cuanto a los diez­mos, las ofrendas y el dar a los necesitados. Ellos viven de la misma manera que vivían antes de ser salvos.

He estudiado la vida de muchas personas que diezman y ofren­dan, incluyendo a nuestros hijos y amigos. Aquellos que diezman y ofrendan tienen vidas bendecidas en cada área. Por el contrario, los que no diezman, a pesar de ir a la iglesia y hacer muchas cosas por la obra de Dios, no son realmente bendecidos y tienen problemas de continuo. El Señor se siente muy triste con las personas que no diez­man (ver Malaquías 3:8-10). El Señor me mostró y dijo claramente que todo aquél que no diezma no verá su rostro, porque ellos aman al dinero más que a Dios.

El diezmo es el diez por ciento de nuestro ,ingreso bruto, no del ingreso neto. Dios no necesita nuestro dinero, pero É1,,desea que cada creyente traiga sus diezmos a la casa de Dios para que la-iglesia pueda hacer su obra. Las ofrendas son regalos de amor para los necesitados,

                La obediencia que Dios bendice 243

una acción de gracias para la casa de Dios y las diferentes áreas del ministerio. Todo trabajo de Dios requiere dinero. Todo aquél que haga estas cosas con fidelidad será bendecido por el Dios Todopoderoso, porque es obediente y muestra amor. Estas dos cosas son mandamien­tos de Dios muy importantes. Si realmente desea estar con Jesús para siempre en el cielo y vivir una vida bendecida mientras esté en la tierra, por favor, ponga atención a lo que el Señor dice. Yo tengo una res­ponsabilidad de escribir la verdad de las palabras de Dios. Escribo esto con toda claridad para que los nuevos creyentes y algunos cristianos que están confundidos en relación al diezmo y las ofrendas, puedan entender a cabalidad.

TESTIFICAR DE JESÚS

Cuando le testifico a otros, algunos consienten en recibir a Jesucristo como su Salvador personal, pero otros responden diciendo: "Ahora no". Regularmente, les exhorto a no esperar mucho tiempo, porque puede ser muy tarde. Cuando muramos, iremos a uno de dos lugares: al cielo o al infierno. Sé que, desgraciadamente, nunca volveré a ver algu­nas de estas personas, porque en muchos casos su decisión de aceptar a Cristo llegará demasiado tarde.

Cuando le hablo a los demás sobre Jesús, frecuentemente comienzo diciéndoles lo que Él hizo por nosotros y cuánto nos ama. Todo aquél que crea que Él es el Hijo de Dios, vivirá por siempre con Él en el cielo.  Después de esto, si se niegan a recibir el material de salvación *  que les presento, les digo que cuando el pueblo de Dios sea llevado al cielo, si ellos aún están vivos, no deben recibir el número de Satanás, el 666.

Si usted recibe este número, estará con Satanás, no con Jesús, y arderá en el lago de fuego por toda la eternidad. Si se niega a recibir el número de Satanás, le matarán, pero vivirá para siempre, porque murió por Jesús (ver Apocalipsis 13:15-18; 14:9-13).

Creo que el Espíritu Santo me dirige a decir estas cosas. Es por eso que tengo una valentía inusual y sobrenatural para hablar este mensaje a los demás. Como Jesús, no quiero que ninguna persona perezca. Comencé a ir a la iglesia porque no quería ir al infierno. Creí este men­saje, y sentía mucho miedo de morir antes de ser bautizada. Así que me bauticé sin haber estudiado la Palabra de Dios.

El infierno que el Señor me mostró es mucho peor de lo que había escuchado a otras personas describir. Deseo que toda persona que lea este libro continué creyendo y se mantenga alerta al mensaje de salvación. El hecho de asistir a una iglesia, no significa que vamos a ir al cielo.

Si no vivimos de acuerdo a los mandamientos de Dios, Él no se agradará de nosotros. Los cristianos desobedientes nunca podrán entrar en el reino de Dios. El cielo tiene muchos niveles y lugares diferentes. El Señor me ha mostrado y dicho estas cosas una y otra vez.

Una vez somos salvos por la sangre de Jesús, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para rendir todas las cosas mundanales y vivir para Él. Debemos estudiar la Palabra de Dios, porque es imposible vivir una vida santa sin conocer su Palabra. Comprendo que a muchos cristianos no les gusta escuchar la verdad de la Palabra de Dios, simplemente porque no desean cambiar.

Nacer de nuevo significa que ya no deseas las cosas mundanas que antes solías desear, sino que deseas solamente agradar a Dios. Escribo esto porque le amo. El amor de Jesús está en mí, y esa es la razón por la que digo todas estas cosas. No me importa lo que piense de mí. Sólo crea que usted me importa mucho.

Capítulo 25

ENFÓQUESE PRIMERO EN DIOS

Y David danzaba con toda su fuerza delante dejebová...

2 SAMUEL 6:14

M¡entras danzaba en el Espíritu durante el servicio del 4 de junio de 2000, esperaba una gran sorpresa de mi Señor, pero no suce­dió nada fuera de lo común. Sin embargo, me sentía muy feliz, y no desalentada, como había sido el caso en otras ocasiones similares a esta.

En muchas ocasiones, me había desalentado con mi danza, pues había esperado que sucedieran milagros en la iglesia. Cuando los milagros no sucedían, me quejaba con el Señor. En mayo del 2000, sin embargo, le prometí al Señor que no volvería a quejarme sobre mi danza nunca más, sin importar lo que sucediera.

Cuando salí de la iglesia en este día de junio, comencé a sentirme desalentada otra vez. Cuando llegué a la casa comencé a orar, como lo hacía regularmente después del culto. Esta vez, sin embargo, me sentí peor. A pesar de mis sentimientos, oré. Mientras hablaba con el Señor, reprimía mis sentimientos. Sabía que el Señor conocía mi sentir, pero Él parecía ignorar mis sentimientos.

Creo que Él esperaba ver si yo mantenía mi promesa. Hablé con Él como de costumbre, y luego su presencia se alejó. Al alejarse, me sentí peor que nunca, así que reprendí al enemigo. Pero esto tampoco ayudó, y entendí que mis sentimientos no venían del diablo.

Unas horas más tarde, me senté y traté de orar, pero esta vez no deseaba pedir por sus promesas. (Usualmente oro cuatro veces al día, aproximadamente a las mismas horas.) Le dije al Señor que no quería orar por sus promesas. Era la primera vez que le negaba algo al Señor, pero su respuesta fue simple y directa: 'Debes obedecer".

A pesar de haber entendido su mensaje, mi mente estaba dema­siado turbada para consentir, y el resultado de mi intento no fue una oración sincera. Le dije al Señor: “No quiero ninguno de tus dones, porque me hacen pecar contra ti. No pedí ninguno de estos dones, tú me los ofreciste. Todo lo que quiero hacer por el resto de mi vida es adorarte, agradarte y hacerte feliz".

"Todas tus promesas me hacen pecar contra ti, porque espero demasiado y mi deseo es que todos los hermanos y hermanas sean bendecidos por la danza. Desde que tuve que hacer esta danza no he podido centrar mi atención en ti mientras estoy adorando.

"Durante cada danza, me inquieto por ver ocurrir milagros en la iglesia. Deseo tanto que esta iglesia sea bendecida por esta danza, y la mayoría de las veces hasta he olvidado alabarte."

Después de estas palabras, vinieron otros pensamientos. Recuerda que yo hablaba con mi corazón, no con mi boca. Cuando estoy en la presencia del Señor, no puedo hablar con mi boca. De repente, com­prendí cuántas cosas incorrectas había estado haciendo por largo tiem­po. También, me había quejado muchas veces sobre mi desaliento. Al comprender estas cosas, me humillé delante del Señor y le pedí perdón.

Él respondió suavemente: "Lo he olvidado, amada mía: Entonces el Señor comenzó a hablarme: "Te he dicho que debes centrar tu aten­ción en tu Señor primeramente, entonces en tu trabajo. Tú no has estado haciendo esto. Durante cada danza estás preocupada por ver milagros en la gente, y te has olvidado de la gloria de tu Señor. Esta danza la creé para mi placer, no para que estés preocupada por los milagro,".

"Cuando yo me agrade, entonces los milagros sucederán. Son mis milagros, no los tuyos. Nunca debes olvidar cuán importante esta danza es para tu Señor. "

Cuando el Señor me dijo estas cosas, me sentí avergonzada. Entonces comprendí cuánto esta danza significa para mi Señor. La práctica del movimiento de manos había tomado dieciséis meses, y todas las demás prácticas, así como la acumulación progresiva del poder del Espíritu Santo en mi cuerpo, habían tomado casi tres años, aún antes que comenzara a danzar en la iglesia.

 

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