martes, 29 de noviembre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS Parte 32

EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS Parte 32

NUEVAS CANCIONES CELESTIALES

A la siguiente mañana, comencé a adorar al Señor en mi casa de una manera diferente a lo acostumbrado. Después de orar, comencé a can­tar los nuevos cánticos celestiales que Él me había dado el día anterior. Me dio también las palabras de la canción.

Entonces comencé a danzar una danza celestial. Yo siempre adoro en danza una vez al día antes del almuerzo, pero esta mañana, la adora­ción era muy diferente. Sentí que estaba en el cielo con el Señor. Creo que Él prefiere que yo le adore a Él, en lugar de orar por otros. También me dijo que ya había escuchado cada una de mis oraciones.

He estado orando los siete días de la semana por varios años. El Señor siempre me ha dicho que cuando comience mi ministerio de obrar milagros, debo enfocarme en Él primeramente, entonces en su obra, y por último en descansar, hasta el último día. Esto me hace com­prender que nunca tendré una vida social. De hecho, mi ministerio, una vez comience, será uno muy corto.

DOS TIPOS DE DANZA Y CÁNTICOS

Desde esa mañana, he estado haciendo dos clases de danza y cánti­cos. La primera danza es en visión con Él en la playa en mi cuerpo espiritual. En esos momentos, canto sin palabras. El Señor y yo nos hablamos de corazón a corazón, y puedo alabarlo con entendimiento. Medito en lo que Él me ha mostrado, y en lo que me mostró en el cielo. También pienso en lo que deseo hacer cuando vaya al cielo.

Entonces Él me dice lo que significo para Él, y comparte muchas promesas conmigo, promesas que guardan relación al tiempo que yo esté en la tierra y mi futuro en el cielo.

La segunda danza contiene palabras que yo no puedo entender. Esta danza es exactamente igual a la danza que hice en la iglesia hace dos años atrás. El Señor la llama la danza de milagros. En cada una de estas danzas, la presencia espiritual del Señor está delante de mí. Durante cada danza, Él me dice que nada es más alegre que ese momento particular. Esto siempre me hace sentir tan feliz, que siento que puedo volar. Cada una de estas danzas toma alrededor de una hora.

UNA PUERTA ABIERTA PARA El, MINISTERIO
En la mañana del 30 de mayo de 2001, después de haber orado me dijo:
Estoy depositando una unción especial sobre tí» Al instante, sentí un fuego

sobre todo mi cuerpo, entonces la voz de visión surgió de mí, y pude ver la presencia del Señor con su corona y túnica doradas.

Fue entonces que el Señor dijo: "Hija, estoy abriendo la puerta para cada área de tu ministerio': Él me habló sobre muchas cosas, enton­ces me dijo que extendiera mis manos hacia Él. Cuando extendí mis manos, Él puso sus manos sobre las mías y dijo: "Te bendigo».

Para entonces, mi cuerpo ardía y estaba sin aliento, y mis manos estaban cerradas tan fuertemente que se pegaron a mi pecho. Después de esto, mis manos comenzaron a aplaudir de gozo por al menos diez minutos.

APLAUDIR DE MANOS

La noche del sábado, 16 de junio de 2001, después de orar para acos­tarme, el Señor movió mis manos de diferentes maneras. Al siguiente día, después de orar en la mañana, sucedió lo mismo, e hizo que mis manos tocaran mis ojos diez veces. El Señor me dijo que la danza de esa mañana sería diferente, y lo fue. Yo lloraba esa mañana, antes de comenzar la adoración, y lloré casi todo el tiempo que duró la danza. La danza fue la más alegre que jamás había danzado.

Al final de la danza, mis manos comenzaron a aplaudir incontro­lablemente. Cuando este fluir cesó, comencé a decir: "Te amo, Señor". Decía esto una y otra vez, siempre con mis manos extendidas hacia Él.

El Señor me permitió descansar de la danza de milagros por dos semanas, desde el 8 hasta el 15 de julio de 2001. Pero Él me permitió danzar la danza de las ofrendas durante esos dos domingos.

Entonces el 22 de julio de 2001, el Señor me dijo que debía danzar sobre el primer escalón de la plataforma.

UN PASTOR COMPRENSIVO

El 19 de julio de 2001, después de haber orado en la mañana, mis manos tocaron mis ojos os catorces veces. Veía muchos destellos. Mis manos y mis brazos se sentían en fuego. Inmediatamente que entré a la iglesia, pude sentir la presencia del Señor. Mientras oraba, vi al Señor sentado en el primer escalón sobre el cual yo estaba supuesta a danzar, y ambos sonreímos.

Una unción muy especial vino sobre mi cuerpo. Era la unción más poderosa que había sentido alguna vez al danzar. También me sentía diferente a como me sentía cuando danzaba sobre el piso. Después del servicio, le dije al pastor Wolfson que había danzado en el primer escalón. Él no lo sabía, porque había llegado tarde, y me dijo: "Tienes que hacer lo que Dios dice". Él también me preguntó si alguna persona había dicho algo. Amo tanto a mi pastor. Sé cuánto él ama y teme al Señor. También me gusta su predicación. No muchos pastores pueden compararse con su predicación. Algunos dicen que él es una bola de fuego. Él tiene un amor especial para los jóvenes. El Señor siempre me dice cuán especial es este hijo para Él.

Le respondí que no, nadie había dicho nada. Le dije que había estado danzado desde que comenzó la adoración. No importa si hay alguien allí o no, tengo que ir al frente cuando el Espíritu Santo me mueve. Esta danza es sólo para agradar al Señor, no a la gente. Cuando Él esté satisfecho, entonces los milagros comenzarán a suce­der. Él Señor pasó horas incontables en un esfuerzo por adiestrarme para esta danza. Cuando hago esta danza, Él siempre sonríe. Este libro menciona la danza con frecuencia, pero esto es muy importante para el Señor.

La noche del 4 de agosto de 2001, el Señor me dijo que la danza de la siguiente mañana sería mi danza final en el piso del santuario. Todas las danzas que había hecho en el piso era parte de mi entrenamiento.

Me dijo que se siente completamente satisfecho con mi entrena­miento. Continuó explicando: "No podía hacer los milagros mientras te estabas entrenando para tu ministerio. La próxima danza será en la plataforma. Toda la plataforma tiene que ser para ti". Cuánto hubiera deseado que Él me hubiera dicho esto antes, para yo no haber estado a la expectativa de ver milagros ocurrir en cada danza.

BUSCA EL ROSTRO DEL SEÑOR

La noche del 4 de agosto, después de haber orado, el fuego de Dios entró a través de todo mi cuerpo e hizo que mis manos tocaran mis ojos muchas veces. La voz evangelizadora surgió de mí, y comencé a ver nuestra iglesia. Mientras danzaba, la presencia del Señor estaba de pie delante de mí con una sonrisa. Él se veía más alto que en otras ocasio­nes, y me dijo: "Mi presencia estará contigo durante cada danza de obrar milagros. Es para esto que te entrené, para que puedas enfocarte sólo en tu Señor mientras estás danzando».

Él también me dijo: 'En cada lugar donde dances, alguien le debe decir a la gente lo que esta danza significa. Diles que traten de no mirar

la danza. Ellos deben cerrar sus ojos y buscar mi rostro y alabarme con iodo su corazón desde el comienzo de la danza hasta el final, si quieren ser bendecidos"

Él también me dijo que debo danzar cuando termine la adoración y que tuviera música de adoración instrumental. Me explicó que toda la plataforma debe estar llenar de su presencia, y que yo estaría dan­zando delante de Él. En cada danza que he hecho, he sabido que la presencia del Señor está delante de mí, pero era muy difícil verlo.

Yo solía orar: "No permitas que me caiga en el piso mientras danzo', porque cada vez que iba al altar, mi cuerpo deseaba caerse. El Señor respondió mis oraciones, porque durante cada danza, aún a pesar de la fuerte unción y que mi cuerpo se siente en fuego, nunca me he caído. Esta es una de las razones por las que el Señor estuvo acumulan­do el poder en mi cuerpo por tanto tiempo.

UNA DANZA DE GOZO

Después de haber orado, en la mañana del domingo, 5 de agosto de 2001, recibí una unción más especial de lo acostumbrado. Esto sólo sucede cuando tengo que danzar la danza de milagros los sábados en las noches y los domingos en la mañana antes del culto. En estas ocasiones, mis manos tocan mis ojos catorce veces. Después de cada toque, mis manos hacen el símbolo de la cruz.

Al llegar a la iglesia, a pesar de conocer que esta sería la última vez que haría la danza de milagros en el piso, me sentía en paz. Mientras danzaba, me sentía gozosa, y sentí un gran alivio de no tener que volver a danzar en el piso. Supe entones, como sé ahora, que el Señor tendrá perfecto cuidado de todas las cosas.

De hecho, el Señor ha trabajado muy duro y ha pasado miles de horas entrenándome para esto. Después de danzar, el Señor me dijo que lo había hecho bien, y que ya no tendría que danzar en el piso otra vez. Él me dijo: 'Ahora podrás pararte frente a millones, porque estás perfectamente entrenada".

Desde el 9 de enero de 2000 hasta el 5 de agosto de 2001, descansé sólo ocho veces entre danzas, por dos semanas cada vez.

RISA SANTA

El domingo, 12 de agosto de 2001, durante el servicio de adoración,
un Inerte poder vino sobre mí durante el tiempo que estuve en el altar, y no me podía poner de pie. Durante toda la adoración, sólo podía estar allí riendo. Aunque deseara parar de reír, lo que realmente no deseaba hacer, estoy segura que no hubiera podido hacerlo. Esto es porque era un don sobrenatural que llamo risa santa.

Capítulo 28

EL LIBRO, MI TESTIMONIO

Como casi todos saben, las Torres Gemelas del Centro de Comercio Mundial en Nueva York, fueron destruidas por terroristas el 11 de septiembre de 2001. Desde que esta tragedia ocurrió, he estado oran­do y llorando continuamente por aquellos que perdieron a sus seres queridos. Siento gran compasión por aquellos que quedaron atrapados y no pudieron escapar o que no pudieron ser encontrados, y también Por sus familias. En un sentido, no me siento apenada por aquellos que murieron y que eran salvos, porque sé que están en un mejor lugar; pero siento tristeza por aquellos que murieron sin conocer al Señor Jesús, porque también sé dónde ellos están.

El 14 de septiembre, continuaba llorando profusamente, al pensar en cuánto dolor estas personas tenían que pasar. Pensaba especialmente en los niños que perdieron a sus padres, y al pensar en estas cosas, mi corazón sentía dolor por ese sufrimiento.

Mientras adoraba al Señor, comencé a llorar otra vez. Lloraba muy fuerte, y no podía parar de hacerlo. Una fuerte unción de la presencia del Señor vino sobre mí, y noté que mi Señor Jesús también lloraba conmigo. Pude entender que Él estaba muy triste, y sentía que su cora­zón estaba dolido por aquellos que sufrían.

Recuerde, nuestros pensamientos están en Cristo. Él comenzó a hablarme, y dijo: Hija,  puedo ver cuanta compasión sientes por los demás. Mi corazón está dolido por aquellos que sufren la pérdida de sus seres queridos".

Él me explicó: "Debo decirte que ellos deben preocuparse por aquellos que aún están con ellos. Nadie puede vivir por sus muertos. Los que murie­ron y no me conocieron, no pudieron ser míos, pero a través de su muerte sus familias pueden ser salvas. Aquellos que murieron sin conocerme, tuvie­ron oportunidad de ser salvos, pero ignoraron mi evangelio. Está escrito, no vivas para mañana, vive de día en día.

 

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