domingo, 6 de noviembre de 2022

EL CIELO ES TAN REAL CHOO THOMAS Parte 22

  EL CIELO ES TAN REAL

CHOO THOMAS Parte 22

VÍSPERA DE NAVIDAD

Cuando el Señor me visita, usualmente viste una túnica blanca, pero en la víspera de Navidad de 1996, 1997, 1998, 1999, 2000, 2001 y 2002 vistió una túnica y corona preciosas. La corona era de oro y tenía repu­jado en relieve un arco iris de joyas de todos los colores y descripciones. Su túnica era de un rojo intenso con bordes dorados.

"Señor, ¿por qué llevas puesta una túnica y corona tan preciosas?", le pregunté.

“Hija, es mi cumpleaños», me respondió con una sonrisa.

Siempre que el Señor me sonríe, devuelvo su sonrisa automática­mente. Aunque lo quisiera, no hubiera podido cerrar mi boca. A pesar De que usualmente no puedo ver su cara, sí puedo saber cuando Él está alegre, triste o enojado.

En veintiocho ocasiones diferentes, el Señor usó esta túnica y la coro­na. En dichas ocasiones, siempre parecía estar especialmente feliz. Él usa estos vestidos espectaculares cada vez que hay una celebración, incluso cada vez que una nueva fase del trabajo de mi cuerpo era completado.

Cuando mi corazón se pregunta por qué lleva puestos vestidos de realeza, Él me dice: “Estoy celebrando, bija mí.” Con  manos de danzadora, mi corazón y cuerpo responden a su deseo para celebrar, y mi espíritu responde con mi voz especial y cánticos celestiales del Espíritu.

UNA LLAVE DORADA

Después de muchos meses de este trabajo especial, el Señor me dio una pequeña llave dorada, y yo lloré con profundo aprecio y humildad.

Al recibir este precioso regalo de mi Maestro, mi cuerpo tembló y se estremeció incontrolablemente, y el Señor elevó y volvió a bajar mi cuerpo. Estaba ungida con fuego del cielo, y mi cuerpo se sentía agota­do bajo el poder del Espíritu Santo.

Cuando esto fue completado, descansé por varios días. Entonces el Señor reapareció y comenzó a hablarme. Por varias noches, Él simple­mente me ungía. Cada una de estas unciones duraba quince minutos, entonces descansaba por cinco minutos. Esto continuó una y otra vez por al menos siete veces por noche. Cada vez yo gemía y me sentía como si estuviera enferma, y parecía que me iba a quedar inconsciente.

CRUCIFIXIÓN

Después de pasar muchas noches de estas unciones especiales, el Señor me mostró su cuerpo crucificado, recordándome de todo lo que Él hizo por mí. Antes de esto, Él me dijo que no temiera a nada porque Él estaría conmigo, pero me advirtió que las siguientes sesiones serían difíciles y agotadoras para mi cuerpo físico, porque iba a experimentar su poder de una manera más fuerte que nunca.

Cuando vi su cuerpo crucificado, la sangre fluía de su cara y su cuerpo. La corona de espinas estaba sobre su cabeza. Noté cuán grande y fuerte era su cuerpo. Su piel era bronceada y su cabello oscuro y riza­do. Su cuerpo musculoso brillaba por el sudor.

Los ojos del Señor eran vívidamente penetrantes y vivaces. A pesar de que su cuerpo estaba cubierto de sangre, se veía muy atractivo. Nunca olvidaré esta experiencia. Él se paró frente a mí con sus manos extendidas formando una cruz. Como antes, mi cuerpo respondió estirándose, y yo también extendí mis brazos a los lados formando de una cruz.

El poder era tan fuerte que sentí que iba a morir. Fue la experiencia espiritual más asombrosa que jamás he tenido. Me sentía falta de aire, y lloré a través de esta experiencia. Sentía tristeza y gozo a la vez. Pero el gozo que experimentaba era tan completo que sentía que quería morir por Él justo en ese momento.

No puedo decir cuánto tiempo pasó, pero sé que debió ser un largo rato.
porque mis brazos estaban estirados tanto como podían estarlo, y
era muy doloroso. Cuando esta visión de su crucifixión y mi identi
ficación con ella terminó, el Señor dijo: Este fue el trabajo más dificil de
todos". La siguiente noche, me llenó de una unción tan poderosa, que mi cuerpo fue elevado y bajado siete veces. Muchas unciones diferentes Ie siguieron, y entonces descansé por diez días.

La experiencia fue profundamente conmovedora. Fue un aconte­cimiento que cambió mi vida. Por primera vez en mi vida, verdade­ramente comprendí un poco de lo que el Señor atravesó por mí en la cruz. En poca medida, realmente sentí el dolor que Él experimentó, y lloré en la angustia de mi alma de una manera que debió ser como Él lo experimentó.

De igual manera, comprendí más profundamente que Él atravesó tales horrores por mí para que yo pudiera vivir y no perecer. El verso que proclama mi salvación significa tanto para mí: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan ,):16). ¡Gracias, Señor, por salvar mi alma!

MI CUERPO SE ABRE,

Después de diez días de descanso, el Señor comenzó a trabajar en mi cuerpo de diferentes maneras. Era como si Él estuviera abriendo el potencial dentro de mi cuerpo. Por ejemplo, Él elevaba mi cuerpo de una posición postrada a una posición sentada, y me hacía salir de la cama y estar de pie en el piso. Todo esto fue bajo el poder del Espíritu Santo, no en mis propias fuerzas.

Todo este inusual trabajo del cuerpo me extenueba, porque hacía que mi cuerpo se incorporara y se arrodillara delante de Él en intervalos de siete, una y otra vez. Yo lloré durante todo el tiempo que duró este Proceso, porque su trabajo en mí era tan abrumador y desconcertante para mí.

Hubo momentos que me sentí tan cansada que casi no podía man­teerme en pie. El trabajo preparatorio que tomó lugar mientras estuve acostada fue mucho más fácil de soportar. Durante algunas noches se  me requería estar de pie por dos horas, y cada aspecto de este trabajo corporal, que incluía cada parte de mi cuerpo, era repetido por siete veces.

En treinta y tres diferentes ocasiones, Él "abrió" las partes de mi cuerpo que necesitaban su trabajo de preparación. Algunas de las "cerraduras" de mi cuerpo necesitaron ser "abiertas" siete veces diferen­tes durante cada sesión. Citando Él "abrió" mis manos, por ejemplo, éstas temblaban tan fuerte que me asustaba, y cuando Él "abrió" mis ojos, se sintieron tan intensamente calientes que tuve que mantenerlos cerrados por espacio de cinco minutos.

El Señor siempre me hacía saber de antemano cuál parte de mi cuerpo sería la próxima en ser abierta. Cada parte de mi cuerpo tenía una reacción especial a este trabajo. Como mencioné, Él abrió mis manos siete veces, y lo mismo hizo con mi cara y cabeza. El resto de las treinta y tres ocasiones fueron para otras partes de mi cuerpo.

Cada vez que el Señor derramaba el aceite ungido sobre mí o abría las "cerraduras" de mi cuerpo, mi ser físico respondía con temblores violentos, estremecimientos, calor intenso, gemidos y poder sobrena­tural que hacía que mi cuerpo se elevara. Todo este trabajo tensaba los nervios y los músculos de mi cuerpo, como si mi cuerpo tratara de tirar de sí mismo. Cuando estas cosas sucedían, mi voz sonaba atemorizada y me quedaba sin aire. Antes de estas cosas ocurrir, la inusual voz sobre­natural emergía de mí.

Cuando el Señor terminó esta fase del trabajo en mi cuerpo, me dio otra gran llave dorada. Nunca antes había visto una llave tan gran­de, y creo que simboliza que Él está abriendo cada área de mi vida para poder usarme para su gloria.

LA ÚLTIMA LLAVE Y SEGURO

La noche del 11 de noviembre de 1997, el Señor trabajó en por aproximadamente dos horas y media, un tiempo más corto que lo usual. Todo este tiempo fue dedicado a trabajar en mis manos. Mientras lo hacía, mis manos temblaban vigorosamente de muchas maneras diferentes. Esta reacción duró por una hora y media.

Esta vez yo sentía miedo porque mis manos nunca habían tembla­do de esta manera, y el proceso era repetido por siete veces diferentes. Cuando Él completó el trabajo en mis manos, una voz inusual emergió de mí, y el Señor me mostró una llave y un seguro.

Él había abierto mi cuerpo entero para su servicio. La última llave y seguro eran los más grandes que había visto jamás. Él me dijo que la llave abriría todo mi cuerpo. Cuando la llave entró en el seguro, vi el seguro abrirse, y mi cuerpo se elevó mientras temblaba. Me estremecía y sudaba profusamente. Después de esto, mis manos comenzaron a temblar violentamente otra vez, y gesticulaban en la forma de una cruz por siete veces diferentes.

Entonces el Señor me habló.

"Mí hija, estoy muy complacido con todo el trabajo de cuerpo en tu Vida. Ahora estás lista para el mundo. Por tu obediencia y fe, pude comple­tar este trabajo en detalle. Gracias por tu paciencia. »

El Señor me ha dicho con frecuencia que el trabajo en el cuerpo que hizo en mí fue la parte más dificil. Sin su poder de sanidad, yo no lo hubiera soportado. Después de cuatro horas de su continuo trabajo, mi cuerpo se sentía tan cansado que me preguntaba cómo podría continuar.

El Señor me explicó: "Una hora del trabajo en el cuerpo que tú has atravesado es más fuerte que ocho horas de trabajo durante el día, debido a  la unción".

Yo sabía que esto era cierto, porque al final de cada fase de trabajo me sentía mareada y débil por largo rato. Siempre tenía que reponer mis horas de sueño y descanso.

VISIONES DE FUEGO

El 6 de diciembre de 1997, el Señor comenzó a trabajar conmigo de una manera diferente después de mi tiempo de oración en la noche y mi tiempo de oración en la mañana. Él me mostró una nueva visión que era acompañada por una voz sobrenatural. Pude ver al mundo entero envuelto en un cielo azul claro, y luego la escena cambió a una pesada nube. Cuando las nubes comenzaron a separarse, fuego llovió del cielo toda la tierra estaba en llamas, y entonces el fuego cambió a nieve. Todo el mundo estaba cubierto por una espesa sábana de blanca nieve.

Una segunda visión apareció, acompañada de una fuerte voz. Esta vez el Señor me mostró el mundo entero otra vez. El cielo estaba lleno de nubes negras. Entonces comenzó a tronar y llover. Los relámpagos centelleaban, y muchas ciudades fueron destruidas. Podía ver los edificios dentro de esas ciudades que colapsaban.

Mi voz se intensificó, y comencé a llorar mientras el Señor me decía que todas esas cosas comenzarían a suceder en este tiempo.

«Destruiré muchos países con inundaciones, tornados y temblores de tierra para mostrarles a la gente que yo soy Dios, y que necesitan prepararse para mi venida. Muchos sufrirán, muchos se divorciarán, muchos corazo­nes serán rotos por sus seres amados, y muchas vidas serán tomadas, inclu­yendo muchos cristianos. Debes incluir estas visiones en tu libro, hija míá".

Fueron incontables las veces que me mostró visiones similares, y me dijo que es tiempo de prepararse para su venida.

 Capítulo 18

UNA PROFETISA DE LOS
ÚLTIMOS TIEMPOS

Y Él mismo constituyó a unos … profetas... a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo.

EFESIOS 4:1 1-1 2

Cada vez que la presencia del Señor se acerca, mi espíritu comienza a gemir. No puedo pronunciar palabras, sólo gemidos. Esto permite que me comunique con el Señor directo de mi corazón a su corazón, obviando mi voz y mi mente. A veces también nos susurramos el uno al otro.

El Señor me explicó que la comunicación de corazón a corazón es la parte más importante de la adoración. De esta manera, Satanás es incapaz de escuchar lo que estamos diciendo. Durante cada sesión de trabajo en mi cuerpo yo no podía hablarle al Señor con mi voz, sino sólo con mi corazón.

«Hija mía, tú eres una profetisa de los últimos tiempos", el Señor me dijo, y eres una prueba viviente de mi Palabra y mis profecías': Él continuó explicándome que esa fue la razón por la que me mostró los escritores con sus libretas en el salón del trono, cuando fui al cielo con Él. Me dijo que muchas personas no creen en sus palabras y profecías, y que aún algunos cristianos no las creen. Ahora me doy cuenta de que todo lo que Él compartió conmigo es una confirmación  de las las palabras de la Biblia, y las profecías que Él me dio, son ecos de la Palabra.

GOZO ABUNDANTE

En momentos de adoración, en la iglesia, experimento un gozo tan maravilloso que es imposible describirlo. Lo consume todo, tanto así que me olvido de la gente alrededor de mí. Después de las visiones celestiales que me ha dado, yo me enfoco sólo en su presencia. Puedo verlo al frente en la iglesia, y Él siempre se ve muy feliz.

Ya no me importa lo que otras personas piensen de mí. Cuando voy a  a la iglesia, busco agradar a mi Señor solamente, no a las personas.

He aprendido que una persona no puede verdaderamente agradar al Señor, si lo que le preocupa es lo que otras personas piensen.

Después de Semana Santa en 1995, algunas personas consideraron mis acciones como entretenimiento, debido a los temblores y saltos que yo daba bajo el poder del Espíritu Santo. Sin embargo, las canciones celestiales y las danzas fueron luego incluidas en cada tiempo de adora­ción. Antes solía preocuparme de lo que otras personas pensaran de mí, pero ahora no me importa, siempre y cuando el Señor se agrade de mi obediencia. El pastor Larry Randolph profetizó que yo soy "diferente desde el punto de vista de Dios", y él está absolutamente correcto.

MÁS SOLTURAS Y VISIONES

Después de dieciséis meses del Señor trabajar en mi cuerpo, descansé por veintiséis días. Pensé que el Señor comenzaría a usarme, pero Él simplemente me visitó cada mañana entre la una y las dos, y hablaba conmigo por espacio de una hora. Esto sucedió en ocho ocasiones diferentes. Luego, comenzó a ungirme, y continuó trabajando en mis  manos después de mi oración de la noche, y en ocasiones también des­pués de mi oración matutina.

Cada vez que tenía un tiempo regular de oración, su presencia me sobrecogía. Después que hablaba conmigo, usualmente me ungía con un poder muy fuerte, y yo repetía todos los movimientos de manos que Él había hecho primero. Me mostró muchas visiones que Él pre­viamente me había revelado. Luego continuó trabajando en muchos aspectos diferentes de mi preparación, incluyendo los movimientos de las manos. Me permitía descansar entre las diferentes fases de este trabajo en mi cuerpo.

 Cuando abrió el seguro número treinta y tres, tuve una experiencia diferente a las anteriores. Este seguro era de una forma diferente a los otros, y tenía la cerradura y la llave más grande de todas. El Señor lle­vaba puesta una corona y una túnica dorada. Él tocó mis manos con las suyas, y entonces dijo:Eres ordenada por tu Señor".

La siguiente noche, Él hizo que ambas manos me dieran vueltas siete veces diferentes, de siete diferentes maneras. Esto fue seguido por mi inusual voz, y noté su túnica dorada. Me mostró una bola plateada que era tan redonda y brillante, que parecía de cristal. Él la sostuvo en su mano derecha y me dijo: "hIja mía, eres una vasija hecha a perfec­ción".

Aprendí que cada vez que el Señor traía un objeto en sus visitas, éste simbolizaba algo que Él estaba haciendo en mi vida. Una noche  de mi tiempo de oración, el Señor me mostró otra visión del cielo.

La luna y las estrellas alumbraban el firmamento, y vi al Señor en un rayo de luz que era tan brillante como el sol. Él llevaba una corona y túnica doradas, y sostenía una bola dorada que estaba cubierta de pie­dras, y que Él bajaba del cielo. Una brillantez deslumbrante le rodeaba.

Mi voz sobrenatural salió de mis adentros, y vi al Señor delante de mí. Él sostenía la bola con ambas manos, y luego la sostuvo en su mano derecha y dijo: `Derramaré esta unción sobre tu cabeza".

Cuando removió la parte superior de la bola, salió vapor de aden­tro. Cuando lo derramó sobre mí, no sentí el mismo poder que había sentido en las unciones anteriores. Después de esto, me mostró todo el océano y el mundo, y me dijo: «El mundo es tuyo”

UNA COLUMNA DE FUEGO

El 31 de marzo de 1998, después de mi oración nocturna, la presen­cia del Señor se acercó a mí. Después que hablamos, me dijo: "Debo mostrarte esto." Mis ojos se cerraron herméticamente, y la voz de visión salió de mí. Un poder espiritual llenó mi cuerpo, y pude ver los cielos prendidos en fuego.

Descansé por unos minutos, y mis ojos se cerraron herméticamente otra vez. Esta vez vi una gran columna de fuego que bajaba del cielo. Esta cayó en medio del océano. Después de otro momento de descan­so, mis ojos se cerraron herméticamente otra vez, y el poder entró en mi cuerpo.

Escuché un fuerte ruido en los aires, y vi muchos aviones en el cielo. Estos disparaban grandes misiles en forma ovalada. Cuando los misiles salían disparados, muchos edificios eran destruidos. Personas ármadas y con uniforme se esparcieron por todos lados, y yo comencé a llorar. El Señor me explicó que esta guerra comenzaría en el año 1998.

TIEMPO DE DESPERTAR

En la mañana del 1 de abril de 1998, luego de mi oración matutina, el Señor me mostró la misma visión de la noche anterior. Él me dijo que no todas las cosas terribles que estaban sucediendo eran obra de Satanás.

"Debo despertar a la gente dormida", me explicó. 'Muchos están viviendo en tinieblas, y cuando cosas malas suceden, culpan a Satanás. Haré que el corazón de esa gente tiemble, porque muchos no están viendo ni escuchando cuan pronto vendré por ellos. Los únicos que escucharan la trompeta serán aquellos que estén listos y esperando mi venida. El resto tendrá que pasar por la tribulación':

UNA BOTELLA DORADA

El próximo día, 2 de abril de 1998, fue también especialmente significativo. Después de mi oración de la noche, la presencia del Señor se me acercó como de costumbre. Después que hablamos, Él me dijo: "Hija mía, tengo una sorpresa especial para ti esta noche. Debes ver esto”

 Inmediatamente después de haber dicho esas palabras, mis ojos se cerraron herméticamente y gemí fuertemente. Entonces vi los cie­los abiertos y dos personas que bajaban. El área que rodeaba a estas Personas era brillante como el sol. Uno llevaba una túnica blanca, y sostenía una gran botella con ambas manos. El Señor vestía una túnica y corona doradas. Entonces, las dos personas desaparecieron y la voz sobrenatural salió de mí.

Después, el Señor se paró frente a mí. Él sostenía en sus manos la  gran botella dorada. La botella parecía hecha de oro puro y no tenía abierta. El Señor la sostenía con ambas manos. Me sorprendió lo enorme de su tamaño, y pensé que no sería capaz de sostenerla con mis brazos.

La curiosidad llenó mi corazón y alcancé la botella, y ésta verdade­ramente llenaba mis brazos. Supe por qué el ángel tuvo que bajarla para el Señor. Él habló y me dijo: "Derramaré esto sobre ti, desde tu cabeza

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