viernes, 26 de agosto de 2016
LA BUSQUEDA FINAL
Por Rick Joyner
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Un
trágico error
Algunos
de los que quedaban en los niveles más bajos comenzaron a
recoger las flechas del enemigo y a dispararlas de regreso hacia ellos.
Esto fue un error grave. Los demonios esquivaban las flechas con
facilidad y dejaban que estas le dieran a los cristianos.
Cuando
un cristiano recibía un golpe por una de las flechas de Acusación o
Calumnia, un demonio de Amargura o Ira volaba y se posaba sobre
aquella flecha. Entonces comenzaba a orinar y a defecar su
veneno sobre el cristiano. Cuando este tenía dos o tres de estos demonios
añadidos al de Orgullo o Autojusticia que ya tenía, se transformaba
en una imagen deformada de los mismos demonios.
Desde
los niveles más altos podíamos ver lo que estaba sucediendo, pero
los que se encontraban en los niveles más bajos, que utilizaban
las flechas del enemigo, no lo podían ver. La mitad de nosotros
decidimos continuar escalando, mientras que la otra mitad descendió
a los niveles más bajos para explicarle a estos lo que estaba sucediendo.
A todos se les advirtió que siguieran escalando sin detenerse,
a excepción de unos pocos quienes se situaron en cada nivel
para ayudar a los otros soldados a seguir escalando.
Seguridad
Cuando
llegamos a la etapa llamada «La unidad de los hermanos»,
ninguna de las flechas nos pudo alcanzar. En nuestro campamento muchos
decidieron que esto era lo más lejos que necesitaban escalar.
Comprendí esto porque con cada nuevo nivel resultaba más precario
colocar los pies. Sin embargo, a medida que escalaba, me sentía
más fuerte y más diestro con mis armas, de manera que continué hacia
arriba.
Pronto
mis destrezas eran lo suficientemente buenas como para disparar
y darle a los demonios sin herir a los cristianos. Sentía que si
continuaba escalando podía disparar lo suficientemente lejos como
para dar justo a los líderes principales de las huestes del mal, quienes
permanecían detrás de sus ejércitos. Lamentaba que varios habían
detenido su marcha en los niveles inferiores donde estaban seguros,
pero desde allí no podían golpear al enemigo. Aun así, la fortaleza
y el carácter que crecían en aquellos que continuaban escalando, hicieron
de ellos grandes campeones, cada uno capaz de destruir
a muchos enemigos.
En cada
nivel se hallaban flechas de Verdad desparramadas que
sabía habían sido dejadas allí por aquellos que habían caído de ese
lugar (muchos habían caído de cada posición). Todas las flechas estaban
nombradas con la Verdad de aquel nivel. Algunos se rehusaban a
recogerlas, pero yo sabía que necesitábamos todas las que pudiéramos
obtener para destruir la gran hueste que se encontraba
abajo.
Levanté una, la disparé y le pegué fácilmente a un demonio, lo cual
hizo que los demás comenzaran a recogerlas y a dispararlas.
Comenzamos
a diezmar varias de las divisiones del enemigo. Debido a esto,
el ejército maligno entero centró su atención en nosotros.
Durante
un tiempo parecía que mientras más lográbamos, más nos atacaba
el enemigo. Aunque nuestra tarea parecía interminable, ahora
nos llenaba de regocijo.
Debido
a que el enemigo no nos podía azotar con sus flechas en los
niveles más altos, gran cantidad de buitres volaban por encima para
vomitar sobre nosotros, o para cargar a los demonios que orinaban o
defecaban sobre los peñascos, haciendo que se tornaran resbalosos
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