AGOSTO DE 1955
LO QUE SE PIERDEN NUESTROS HIJOS
Jesse StuartAYER FUI en automóvil a traer a nuestra hija Juanita de la escuela. Era un bello día, fresco y soleado. Una tarde magnífica para caminar, respirar el aire puro y, ver los pájaros y los animalitos y la gente. Casi todo ser viviente de la naturaleza había despertado con tan bello tiempo. Todos, menos los padres sentados tras el volante de nuestros autos herméticos, en los cuales íbamos a sacar a nuestros hijos enclaustrados en sus colegios.
Cuando yo comencé a ir a la escuela, contaba seis años. Tenía que andar a pie tres kilómetros con tiempo bueno o malo. Comía castañas en el camino; perseguía codornices en la campiña; sabía dónde se daban las nueces negras y las blancas, dónde había moras y madroños. Vi por primera vez una zorra cuando nos topamos ella y yo en un caminito del bosque.
Nuestra casa dista ocho kilómetros de la escuela de Juanita; recorrer a pie dos veces al día ese trayecto sería demasiado para una niña de l0 años. Sin embargo, cada vez que la llevo y la traigo en automóvil, me apena ver que está perdiendo parte de la educación. Para mí la caminata diaria a la escuela, y de la escuela a casa, era tan importante como cualquier asignatura escolar. ¡Lo que se pierden nuestros hijos, encerrados en rápidos coches y autobuses! Se pierden el aire fresco y el ejercicio; verse con los vecinos en el camino; participar en el mundo urbano o pueblerino, pletórico de vida y movimiento. No admiran las flores ni los arbustos floridos, tan gratos a la vista y aun más al olfato. En lugar de los parsimoniosos caminantes que éramos hace 30 años, hoy existe una generación que va sobre ruedas. Y en vez de una casta de gentes activas, tenemos hoy seres que sólo oyen y ven.
La juventud que'yo conocí iba a pie a la escuela para recibir instrucción. Si no hubiesen deseado aprender, no se hubieran tornado la molestia de caminar. El andar era un reto. La juventud ama los desafíos: algo qué hacer, algo por qué trabajar. Si somos sabios los padres de familia, no suprímamos este reto. SELECCIONES DEL READER'S DIGEST-AGOSTO DE 1955
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