Domingo, 6 de marzo de 2016
LOS MAS BELLOS CUENTOS DE HADAS LA PRINCESA Y EL GUISANTE
LA PRINCESA Y EL GUISANTE
Susaeta Ediciones
Madrid, España
Ilustraciones por Carmen Guerra
En aquellos viejos tiempos, además de abundantes duendes, hadas, brujas y hechiceras, había también muchas más princesas de las que hay ahora; pero no todas eran verdaderas princesas, pues sucedía a menudo que los príncipes se llevaban desengaños al casarse con una mujer que de princesa sólo tenía el aspecto y el nombre.
En
un pais lejano, había un príncipe que deseaba contraer matrimonio, pero
las leyes del reino le obligaban a casarse con una princesa. Entonces
conenzó a buscar esposa por todos los países del mundo, pero por más que
buscó no logró coniseguir la mujer que además de ser guapa y tener muy
buenas cualidades, fuese una verdadera princesa.
Muchas
jóvenes deseaban casarse con el príncipe –que además era muy guapo– y
se presentaron en palacio haciéndose pasar por princesas, pero todas
fueron descubiertas por la reina, que era una mujer muy lista y no
deseaba que nadie enganase a su hijo.
El
príncipe estaba triste y desesperado, pensando, que no podría ver
cumplidos sus deseos, cuando una noche que había estallado una tempestad
y la lluvia caía sin cesar en medio de relámpagos y truenos, alguien
llamó a la puerta con fuertes aldabonazos.
La
reina en persona acudió a abrir la puerta y se encontró, frente a una
joven de deslumbrante belleza, con las ropas tan empapadas por la
lluvia, que se podía admirar su cuerpo escultural.
Tenía desgreñada su rubia cabellera, lo cual hacía difícil adivinar si se trataba de una princesa o de una hermosa campesina.
Ilustraciones por Carmen Guerra |
-Soy una princesa, señora.he salido de caza y me he perdido en el bosque perrsiguiendo a un ciervo.
Por favor, dadme cobijo hasta que cese la tormenta.
--De verdad eres una auténtica princesa? —preguntó la reina con dudas.
Ilustraciones por Carmen Guerra |
—Sí, señora
—contestó la hermosa joven con mucha suficiencia
—contestó la hermosa joven con mucha suficiencia
—, soy una princesa.
La reina, que deseaba de todo corazón encontrar una digna esposa para su hijo el príncipe, pensó que tenia que averiguarlo sometiéndola a una prueba.
La reina, que deseaba de todo corazón encontrar una digna esposa para su hijo el príncipe, pensó que tenia que averiguarlo sometiéndola a una prueba.
De
este modo mientras el rey y el pincipe atendían solícitos a la recién
llegada para que se secara al fuego de la chimenea, la reina se dirigió a
la alcoba de los huespedes y, deshaciendo la cama, colocó en el centro
de ella un guisante, cubriéndolo con otro colchón y muchos almohadones
de plumas. Allí era donde debía dormir aquella noche la joven extaviada
que decía ser una verdadera princesa.
La reina tuvo la precaución de no decir a nadie lo que había tramado, de modo que cuando hubo arreglado la cama bajo al salón.
Prestaron ropas a la joven y organiazaron una pequeña fiesta de bienvenida en en su honor.
Ilustraciones por Carmen Guerra |
Finalmente, todos se retiraron a dormir.
A la mañana siguiente, mientras desayunaban juntas,
la reina preguntó a su bella huésped:
–¿ Habéis descansado bien, princesa?
–¡No, ha sido horrible! –contestó-.
Apenas he podido dormir en toda la noche. En mi cama habla un objeto tan duro que tengo todo el cuerpo dolorido
la reina preguntó a su bella huésped:
–¿ Habéis descansado bien, princesa?
–¡No, ha sido horrible! –contestó-.
Apenas he podido dormir en toda la noche. En mi cama habla un objeto tan duro que tengo todo el cuerpo dolorido
.La
reina ya no tuvo duda alguna de que aquella bella muchacha era una
auténtica princesa, pues nadie sino una princesa de verdad puede tener
la piel tan delicada como para notar un guisante a través de un colchón y
muchos almohadones.
Ilustraciones por Carmen Guerra |
Además de ser una princesa, la joven era muy bella.
El príncipe se apresuró a rogarle que fuera su esposa.
La princesa accedió gustosa porque el príncipe era apuesto y cordial
No se recuerda ninguna otra boda tan feliz, fantástica y fastuosa en aquel país.
No se recuerda ninguna otra boda tan feliz, fantástica y fastuosa en aquel país.
Y
cuentan las crónicas que la reina ordenó que aquel guisante de su noche
de hospedaje fuese depositado en una fina cajita de cristal sobre un
fino terciopelo.
Y es que el guisante tenía para ella el valor de la más valiosa joya, ya que por él consiguió un buen esposo y un trono, y lo que es más, el corazón del pueblo.
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