sábado, 25 de febrero de 2023

LOS MAS BELLOS CUENTOS DE HADAS BLANCANIEVES

 LOS MAS BELLOS CUENTOS DE HADAS 

BLANCANIEVES

Susaeta Ediciones 
Madrid, España 
Ilustraciones por Carmen Guerra

La reina de un lejano país bordaba junto a su ventana cuando, de pronto, se pinchó con la aguja en un dedo.Al ver la sangre, la reina pronunció un deseo:¡Oh, cuánto me gustaría tener una hija tan blanca
como la nieve,
con unas mejillas rojas como la sangre y el pelo negro como la madera de ébano de esta ventana!
Al cabo de un año, el deseo de la reina se vio cumplido.

Fue madre de una niña preciosa a la que puso de nombre Blancanieves.

La alegría en palacio duró poco tiempo, porque la reina murió pronto aquejada de una extraña enfermedad.
 El rey se volvió a casar con una mujer tan guapa como orgullosa y presumida.
La nueva reina poseía un espejo mágico al que preguntaba sin cesar:
—Espejito, espejito mágico ¿quién es la mujer más bella de este reino?

A lo que el espejo, aburrido y cansado, siempre contestaba:
—Tú, mi reina eres la más bella de estas tierras.
Pasado un tiempo, la soberana preguntó a su espejo como era costumbre:
—Espejito, espejito mágico ¿quién es la mujer más bella de este reino?
Y el espejo contestó:
—Blancanieves es la mujer más bella, es más linda que tú.
La reina casi se desmaya, no podía creer lo que oía.
Se puso verde, amarilla... de todos los colores
debido a su enfado. nmediatamente mandó llamar a un cazador y le ordenó que llevara a Blancanieves al bosque y allí la matara.
—Me traerás su corazón en prueba de que has cumplido mi mandato.
El cazador invitó a la joven a dar un paseo por el bosque, pero cuanto más hablaba con ella, más dificil se le hacia matarla. La niña le suplicó que la dejara con  vida. Y el tuvo lástima de ella y dijo:

 —Está bien, encóndete en el bosque y no vuelvas jamás a palacio.
El cazador mató un cervatillo, le quitó el corazón y se lo llevó 
a la reina. 
Ésta se puso muy contenta al saber que su hijastra habla muerto.
Ilustraciones por Carmen Guerra
Blancanieves, al verse sola, anduvo por el bosque buscando dónde refugiarse. Cuando comenzaba a anochecer, la niña vio una casita.
 Llamo' y llamó, pero nadie contestó. . Abrió la puerta y encontró 1una mesa con siete sillitas, siete platitos, siete cucharitas y siete vasitos. Como tenía hambre, decidió comer un poco de cada plato y luego se echó a dormir. Al llegar la noche, regresaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en las minas del bosque
buscando tesoros. Enseguida se dieron cuenta de que alguien había estado allí. Buscaron asustados, hasta que uno de ellos descubrió a
Blancanieves durmiendo.
—¡Oh, qué bella es! —exclamaron.
Los enanitos la dejaron dormir toda la noche. 

 Y a partir de ese momento Blancanieves pasó a formar parte de la familia de los enanitos, quienes se sentían muy felices de tenerla a su lado.
Cada mañana, antes de marcharse al trabajo, le aconsejaban:
—Cierra bien la puerta. No abras a nadie.
Tu madrastra podría tramar algo...
—No se preocupen
—les tranquilizaba la niña— seré cuidadosa.

 Pasó el tiempo. La reina, feliz y convencida de que era la mujer más bella de esos contornos, un día preguntó al espejo:
—Espejito mágico, ¿quién es la mujer más bella de este reino?
El espejo contestó:
—Blancanieves, que vive feliz en una casa del bosque con los enanitos, es la más bella.
La reina se dio cuenta del engaño del cazador y, disfrazándose de vieja vendedora, se dirigió a la casa de los enanitos y comenzó a gritar:—Vendo preciosas cintas, lindas baratijas...
Blancanieves, al oírla, no pudo resistir la tentación y bajó a probarse un precioso collar de terciopelo.


Ilustraciones por Carmen Guerra
La madrastra se ofreció, amablemente a ponérselo, pero cuando tuvo delante a la niña, colocó la cinta alrededor de su cuello y apretó fuerte hasta que Blancanieves cayó al suelo como muerta. Entonces echó a correr hacia palacio con gran alegría.
 Cuando los enanitos regresaron a su casa por la noche, se encontraron a la niña tendida en el suelo sin respirar. Rápidamente, cortaron la cinta que rodeaba su cuello y Blancanieves recobró el conocimiento.
Esto ha sido obra de tu malvada madrastra. Ya te dijimos que no hablaras con nadie.
Días después la reina preguntó al espejo:
—Espejito, espejito mágico, ¿quién es la mujer más bella del reino?
—Mi reina, tú eres bella, pero Blancanieves aún lo es más —contestó el espejo.


 A los pocos días la reina buscó un disfraz diferente al anterior y, con una cesta llena de peines, se dirigió a la casa de los enanitos.
—¿ Qué desea?
—Vendo peines ¿no querrías uno.
 La joven, recordando las advertencias de los enanitos, contestó:
—No, gracias. No necesito peines.
—¡Vamos, vamos! —insistió la anciana—, con ese precioso pelo. que tienes este peine se deslizará de maravilla.

 Y diciendo esto, clavó aquel peine envenenado en la cabeza de Blancanieves y echó a correr riendo a carcajadas, mientras la niña caía al suelo sin sentido.
Regresaron los enanitos y al verla en ese estado el mayor dijo:
—Qué habrá hecho esa mala mujer?
De pronto, uno de ellos vio el peine clavado en la cabeza y se lo quitó con cuidado. La niña abrió los ojos y algo confusa preguntó:
—•Qué ha sucedido? Dónde estoy?
Luego contó a sus amigos lo que había pasado.

 Tan pronto como llegó la reina a palacio consultó a su espejo y este le dijo como las otras veces que Blancanieves era la más bella.
Al oír esto, la reina pronunció estas palabras llenas de rabia:
—Blancanieves debe morir. Esta vez no fallaré. ¡Ya lo tengo! ¡Ja, ja! En cuanto dé un mordisco a la mitad envenenada de esta manzana, morira.
Muy tempranito se levantó la reina, se vistió de campesina y se
dirigió a la casa de los enanitos.

 Blancanieves oyó  un ruido en la ventana y se asomó a ver qué era.
—Buenos días, vendo manzanas —dijo la falsa frutera.
—No puedo aceptar nada de gente extraña —contestó la niña.
—~No creerás que está envenenada, verdad?
Mira como yo misma me como la mitad y dejo para ti la parte más Bonita.
   Y diciendo estas palabras la perversa reina acercó la mitad envenenada de la manzana a Blancanieves, que apenas probó un bocado, cayó muerta en el suelo. La reina se alejó a toda prisa del lugar sin dejar de reírse.
Cuando regresaron los enanitos a casa y se encontraron a Blancanienves muerta en el suelo, buscaron algo que le hubiera podido envenenar, pero nada encontraron. Esta vez no habían podido salvarla.

 ¡Qué tristes estaban! ¡Cuántas lágrimas derramaron!
Construyeron una bonita urna de cristal donde pusieron a Blancanieves y la llevaron hasta un claro en mitad del bosque, rodeada de florecillas y pajaritos.
Y sucedió que pasó por allí un apuesto príncipe que, al verla,
quedó prendado de su belleza y pidió a los enanitos que le dejaran llevarla a su palacio.
Tanto insistió que los enanitos accedieron a las súplicas del príncipe.

Uno de los lacayos del príncipe que transportaban el ataúd de cristal tropezó con una piedra y el trocito de manzana envenenada salió
de la boca de la joven.
Entonces Blancanieves abrió los ojos y, ante el asombro y la alegría de todos, despertó y se levantó muy contenta.
El príncipe fue a su encuentro y le propuso llevarla a su palacio y hacerla su esposa. Blancanieves aceptó encantada.
El padre del príncipe mandó invitaciones a todos los monarcas de los reinos cercanos.

La madrastra de Blancanieves, que estaba invitada a la fiesta, se acercó al espejo como hacía habitualmente y le preguntó:
—Querido espejito mágico, ¿quién es la mujer más bella de este reino y de los reinos vecinos?
—La princesa que se casará hoy con el príncipe del país vecino es la mujer más bella de todas las mujeres —contestó el espejo.
—¡Rayos y truenos! ~Quién será esa cretina?
Terminaré de vestirme e iré a verla —exclamó la malvada reina.

 Cuando llegó al palacio y reconoció a la linda princesita, que no era otra que su hijastra Blancanieves, casi muere del susto. Echó a correr y nunca más se la volvió a ver. Blancanieves fue muyfeliz junto a su cariñoso esposo.
 

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