domingo, 12 de febrero de 2023

GUERRA DEL YOM KIPPUR--Geoge Otis- Cap. 2 Saga Sokolov

 

Sábado, 26 de marzo de 2016

GUERRA DEL YOM KIPPUR--Geoge Otis- Cap. 2 Saga Sokolov

EL FANTASMA DE AGAR
Geoge Otis

Copyright Disclaimer Under Section 107 of the Copyright Act 1976, allowance is made for fair use for purposes such as criticism, comment, news reporting, teaching, scholarship, and research. Fair use is a use permitted by copyright statute that might otherwise be infringing. Non-profit, educational or personal use tips the balance in favor of fair use
 Saga Sokolov

 Era ese rítmico y persistente canto israelí que en el atestado aeroplano llegaba hasta mí. Cincuenta y nueve variedades de judíos y un solo gentil inadaptado, todos dirigiéndonos a una nación sacudida por la guerra. ¡Y sin embargo, había más gozo que en un pasaje de graduados que regresaran a sus casas !
Había sido un problema para esta gente regresar a sus unidades.
Pocos sabían que había muchos generales israelíes que se hallaban en el extranjero cuando los sorprendió el comienzo de la lucha.
Había algo maravilloso y contagioso en el espíritu que imperaba en ese reactor de AL Yo mismo me sorprendí bromeando con los judíos que iban a ambos lados de mi asiento con respecto a la comida que nos sirvieron a bordo. Qué comimos, nunea lo sabré; pero mi lonja de carne tenía precisamente el color de una  deliciosa tajada de jamón.
 -Aguarden a que les diga qué nos dio de comer El Al . . . y precisamente en un día viernes, después de la puesta del sol -les dije.
 _-¿Qué quiere decir? ¿Qué estamos comiendo aquí entonces? -preguntó uno de ellos.
-Averígüelo usted mismo. ¿ No es ese hermoso jamón de El Al? -le dije.
Casi se atoraron. Ambos gritaron a Ia vez:
-¡ Esto no es jamón !
El que estaba sentado al lado del pasillo me miró a la cara y vio que había estado bromeando. Nos divertimos mucho en ese vuelo.
 Con todas las luces apagadas, nuestro Capitán maniobró el Boeing en un rápido descenso como si fuera una insignificancia. Luego lo niveló y el gran pájaro rodó suavemente sobre la pista del aeropuerto de  Lod. Una nación oscurecida por la guerra puede ocultarse bastante bien de Ios ojos naturales. Pero esta noche oscura resultó estar llena de agitación. El aeropuerto estaba atestado de tránsito. Camiones, autobuses, remolcadores de carga, aviones de combate que corrían por las pistas, dispositivos antiaéreos, soldados y gente, mucha gente.
 la estación terminal había sido oscurecida, pero en su interior todas. las luces estaban encendidas y ese mismo alegre parloteo se oía por todas partes. Gente de todo aspecto, estatura y edad había venido a ofrecer voluntariamente su ayuda para mantener el país en marcha mientras el personal  regular estaba en los campos de batalla. ¡Qué fantástico pueblo ! No es extraño que Dios lo ame.
 El  "Sábado" judío había comenzado esa misma noche del viernes mientras llegábamos procedentes de Londres. Puesto que seguía la guerra, había más actividad que la que en otras ocasiones había visto en lsrael durante el "Sábado". Pero más tarde descubriría que con guerra o sin ella esta gente sigue observando bastante bien el "Sábado”.
 Me dirigí a Tel Aviv y, por último, al Hotel Hilton. El enorme vestíbulo estaba completamente desierto, con excepción de los militares y de varios representantes de la prensa extranjera. No tuve ningún problema para conseguir habitación. Sólo se sorprendieron de ver un cliente vivo y que pagaba. ¡ Hombre, dormí profundamente !
 Me levanté el sábado por la mañana y bajé al café para tomar desayuno. Pero momentáneamente había olvidado qué día era. No había absolutamente nada que tuviera que cocinarse . . . ¡ni siquiera en un Hilton ! No había huevos, ni carne, ni harina de avena, ni tostadas. Sólo fiambres preparados desde antes de la puesta del sol del viernes. Era conmovedor ver una nación que honraba la Palabra de Dios de este modo particular.
Me había impresionado tanto el hecho de que había logrado llegar a Israel, que debo haber dado por descontado que Dios me tendría un hermoso tanque esperándome en el estacionamiento del hotel. Pero estaban a punto de venírseme encima los problemas de ir a una guerra en un pequeño paseo de fin de semana.
 Mientras comía pensé: "Bueno, ¿cómo se llega a una guerra entonces?"
Después de un delicioso desayuno, fui al escritorio que el ejército había instalado en el vestíbulo del hotel. Luego de esperar pacientemente en una fila de unos quince o veinte corresponsales, llegó finalmente mi turno de entrevistarme con el Oficial de Prensa israelí que estaba sentado al escritorio.
 -Me gustaría saber qué trámites hay que  efectuar para ir hoy al frente de batalla -le dije.
-¿ En qué medio de transporte proyecta  usted llegar allá'? -me preguntó.
-En ninguno todavia. Vea usted acabo de llegar -le contesté.
-¿A cuál frente quiere ir? -volvió a preguntar el oficial.
-Me es igual . . . A cualquiera de los dos. A Suez o a las Cumbres de Golán
-le respondí.
-Eso es muy indefinido. ¿Quién es usted entonees?
-Me llamo George Otis. Soy ciudadano norteamericano y vivo en Los Angeles.
El Oficial de Prensa se estaba poniendo nervioso. La gran responsabilidad, día tras día, y la presión continua de la guerra hacían que muchos de ellos se pusieran irritables, y era comprensible que actuaran así.
-Me refiero a qué documento trae consigo. Permítame ver su carnet. de Periodista. ¡ Rápido ! No podemos pasar todo el día en esto. Mire la fila detrás de usted. Hay seiseientos corresponsales extranjeros_con quienes tenemos que tratar aquí en Tel Aviv.
 Cuando le contesté que no tenía, dijo:
--¿Qué es eso? ¿No tiene carnet de Periodista? ¿Qué está haciendo aquí entonces?
 __No ; no tengo carnet de periodista. Mire, no soy corresponsal de ningún periódico. Soy escritor de libros. Hace pocos días estuve en Londres y sentí el impulso de venir acá , para ir al frente de batalla. Ahora, ¿dónde debo llenar los formularios para obtener mi permiso?
 El oficial saltó, de su silla y su rostro se puso rojo.
_ -¡ Mire, Otis, o como se llame ! -me dijo-. ¡ No tiene carnet de periodista ! ¿Cómo puedo saber si usted ha escrito un Iibro en su vida? Muéstreme uno.
 -Lo siento -le contesté-; pero no tengo conmigo_ningún ejemplar. Tampoco sabía que ustedes iban a tener esta guerra y regalé  los pocos ejemplares que generalmente  llevo en mi portafolios. pero tengo un catálogo viejo que contiene una lista de algunos de mis libros. ¿Le serviría de
 algo?
Se reclinó de nuevo en su silla tratando de decidir qué hacer conmigo.
Finalmente, dijo:
-Mire, señor Otis, ¿tendría inconveniente en volver mañana?
__Preferiría  no hacerlo, si a usted no le molesta _le contesté:_. ¿ No podríamos encargarnos  de esto ahora? Si no me apresuro, la guerra podría terminar antes de llegar al frente.
 Cuando  miré la expresión de su rostro, me  cuenta de que había dicho algo delicado que  no contribuiría a mejorar mucho la  situación.
-Lo siento -le dije.
Al Parecer, se le ocurrió una idea. Parecía bastante buena pero más tarde demostró ser sólo una manera disimulada de deshacerse de mí.
 -Es amable de su parte, Otis, que haya venido de todos modos a Israel durante nuestro tiempo de prueba. Tenemos aprecio por ustedes, los escritores de todo tipo .Sin embargo, debe entender que nos crea problemas especiales por no tener carnet de Periodista. Y el hecho de no tener ni un solo libro que pruebe que usted es escritor lo pone en una categoría que sobrepasa mi autoridad. Le sugiero que vaya a la Oficina de Prensa Israelíen la Casa Sokolov. Quizá pueda ayudarle uno de los departamentos de allí.
 -Muchas gracias -le dije.
Muchos años de realízar trámites comerciales y gubernamentales me han enseñado a reconocer el ardid de pasar el bulto a otro. Pero la ingeniosa variedad que experimenté durante los días siguientes, yendo de un lugar a otro por todos los pisos de la Oficina de Prensa Israelí, era muy superior.
 Seguía recordándome a mí mismo que era cristiano y, además, un  visitante en su país. Esta gente estaba ocupada con una guerra y tenía problemas al tratar con centenares de reporteros curiosos y parlanchines que les habían caído encima.
 Pero después de vagar kilómetros por los salones de Sokolov y de pasar horas contestando preguntas, mi paciencia cristiana comenzó  a minarse.
 Por fin,creo que una tarde Dios puso un extraño espíritu en mí. ¡De repente, me enfurecÍ y comencé a contar a gritos mis frustaciones ! Me oí decir cosas como éstas: 
__"¡ Estoy aquí a trece mil kilómetros de mi casa y todos ustedes me contestan con evasivas ! No soy enemigo de ustedes. Soy amigo del pueblo de Israel. Me encuentro aquí, porque deseo escribir un libro sobre los aspectos espirituales de esta guerra y ustedes me ponen toda clase de obstáculos. Ustedes mismos permiten que los engañen dejando que vayan al frente todos los periodistas. La mayoría de ellos presenta relatos destructivos sobre Israel a su regreso. ¡Y ustedes LES dan toda clase  de facilidades !
 “! Yo estoy  aquí de parte de ustedes ! |Estoy ansioso por presentar un buen informe ¡Ustedes debieran ayudarme a ir al frente y animarme a escribir.! Encuentro dificil seguir siendo amigo de ustedes bajo estas circunstancias. Israel está perdiendo amigos rápidamente por todo el mundo.
 No creo que puedan darse el lujo de perder uno más. O me dan permiso para ir al frente  o me voy al aeropuerto a tratar de conrcguir un vuelo para regresar a mi país . No voy a pelear más con ustedes.  ¡ Saben que merezco un sí o un no y ahora mlsmo “
Por  entonces la gente estaba mirando a hurtadillas desde sus oficinas hacia el pasillo. ¿Quién era este bullicioso norteamericano que perturbaba la paz? Mis ojos despedían llamas.
 Unos minutos más tarde un teniente vino apresuradamente hacia mí y me tomó  de un hrazo. Y muy suavemente me dijo:
 -Venga conmigo a hablar directamente con el Coronel Simons.
 Todavía  estaba furioso y retiré mi brazo.
 -¿Quién es Simons?
Pero cuando miré al teniente, vi algo en la expresión de su rostro que me tranquilizó.
-El Coronel Simons es quien puede dar órdenes aquí -me dijo-. Usted ya ha dado suficientes vueltas. Arnie Simóns es
un hombre excelente.
Diez minutos después yo estaba de pie, con las manos en las caderas, mirando a un coronel de mediana estatura, que también estaba de pie y con las manos en las caderas.
 -Señor Otis -me dijo , ya tengo conocimiento de su caso. ¿Puede estar otra vez aquí en la Casa Sokolov, mañana a las   6:15 de la mañana? Aquí hay alguien a quien quiero presentarle. Señor Otis, éste es el Mayor Nachman. He asignado a "Nachi" para que le sirva de Oficial de Escolta Militar. Estoy concediendo el permiso para que usted vaya al frente sirio mañana por la mañana.
-Coronel Simons -le dije-, nunca podré agradecerle lo suficiente por esta tremenda ayuda. Al fin y al cabo habrá un libro y usted tendrá el primer ejemplar que salga de la imprenta . Tendré cuidado de que no tenga que lamentar esta decisión.
 En realidad, soy amigo del pueblo de Israel, como lo es todo verdadero cristiano.
Mientras tanto, mi hijo George III había llegado a Tel Aviv y decidí, de repente, sacar  el máximo provecho de mi buena
Fortuna.
Le pregunté a Simons si podía incluir a George en el permiso.
-¡Oh ICreo que sí -dijo el Coronel,
Sucedió algo cruelmente chistoso cuando mi hijo y yo regresamos al Hilton. Dado que la guerra había comenzado cuando yo estaba  ausente de mi casa, no traje mi cámara  fotográfica. Pero ahora me daba cuenta de que ésta me sería esencial para el viaje  que realizariamos al día siguiente en la mañana. Cuando subimos a un taxi, le dije al conductor:
 -Al Hilton de Tel Aviv, por favor.
El taxista asintió con la cabeza. Resultó  ser que ésas eran   algunas de las pocas palabras que realmente entendía en nuestro idioma.
Durante el recorrido me recliné en el asiento posterior y le dije que necesitaba comprar una cámara. Me dirigió una mirada vaga. Hice un nuevo intento, usando diferentes palabras; pero sencillamente no entendía. Por último, cuando nos había llevado casi hasta el hotel, comencé a preocuparme. Casi no nos quedaba tiempo para comprar. Todas las tiendas cerrarían dentro de unos veinte minutos y tenía que encontrar una cámara. Por fin me las arreglé para hacer que detuviera el taxi. Entonces comencé a hacer movimientos con las manos, como si estuviera sosteniendo una cámaray tomando fotografías.
 -Tras un minuto, poco más o menos, de  hacer estos ademanes, se le iluminó el rostro y nos fuimos de allí.
 Me sentí desconcertado cuando pasamos dos tiendas de artículos fotográficos; pero por fin hizo rechinar los frenos frente a . . . una barbería. Lo seguimos al interior, creyendo que quizás el taxista sabía de alguna cámara usada que quisieran vender allí. En cambio, después de hablar un momento en hebreo con el propietario, abrieron un cajón inferior y sacaron una caja de . . . ¡fotografías sucias !
 De repente nos dimos cuenta del humor negro de todo el asunto y salimos de allí. Un poco más allá, vi una tienda de artículos fotográficos y logramos entrar cuando sólo faltaban dos minutos para que cerraran. Pasan cosas extrañas con las barreras idiomáticas. Esto era un tranquilizante después de un día lleno de frustraciones, pero de triunfo al fin.
Al día siguiente, muy de mañana, iríamos a la guerra. . .

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADA DESTACADA

“ISRAEL MI GLORIA” -*1894- WILKINSON- i-v

  “ISRAEL MI GLORIA” O LA MISIÓN DE ISRAEL Y LA MISIÓN A ISRAEL   JOHN WILKINSON   FUNDADOR Y DIRECTOR DE LA MISIÓN MILDMAY A LOS JUDI...