La luz en LA SALA DEL TRIBUNAL Richard S. Whaley
LUZ EN LA SALA DEL TRIBUNAL
Richard
S. Whaley
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Cuando yo era joven, y mientras
practicaba leyes por un corto tiempo en el sur del estado de California, me
sorprendió una mañana la visita de un tío ío. El era uno de los pocos sureños
de la vieja escuela que quedaba . La cortesía y la puntualidad eran clave en
cada uno de sus actos.
"Dick", dijo lentamente, "muchos años atrás, tu abuelo materno tuvo una familia
de esclavos de apellido
Holmes. Algunos de los muchachos de la familia Holmes parece que
andan con un grupo de personas de mala reputación. Ha habido un asesinato en el
Condado,y los fiscales están presentando cargos contra la familia Holmes. Serán
llevados juicio en la próxima sesión. Esta familia Holmes fue muy buena con nosotros en los días cuando teníamos
problemas. Yo albergaba la esperanza de que se encontrase algúnerror
en alguna parte;pero no he sabido nada al respecto. De alguna forma, no puedo
puedo tranquilo, y considero que como tú conoces las leyes, pudieras
hacerte cargo" .
confieso que en esos días yo estaba
buscando mejores honorarios en casos similares, lo que casi siempre recibía
como honorario era una docena de pollos o algo similar. Estaba a punto de
encontrar una buena excusa cuando tío Ben, cuyos ojos penetrantes parecían leer
mis pensamientos, habló en alta voz como si estuviese hablando consigo, como si
yo no estuviese presente.
"Sí,
cuando esos yanquis nos quitaron todo", murmuró el tío,la
situación de la comida fue desesperante. Toda La familia Holmes incluyendo los
más pequeñitos, forrajearon todo el día hasta bien entrada la noche.
Estuvimos a punto de rendirnos después de días sin alimento , con la abuela y
el abuelo muy débiles. Al otro día los Holmes
regresaron, encendieron el fuego de la cocina , y rápidamente prepararon la
sopa más sabrosa y la mejor comida que tuvimos por mucho tiempo. En muchas
ocasiones escuché decir que los viejos se salvaron por causa de esa sopa. Aquellos
antiguos esclavos nos mantuvieron vivos y sanos. Ellos nos proveyeron por largo
tiempo, hasta que las cosas mejoraron".
Me sentí avergonzado de mí egoísmo.
Todo lo que podía hacer era tartamudear como un niño. "Entonces, si no
hubiese sido por los Holmes, pudiera ser que yo no existiera, rnucho menos ser
un abogado”.
Al parecer, satisfecho con rni
reacción, rni tio se levantó y despidiéndose cortesmente, estrechó mi mano sin
decir ni una palabra más y me dejó solo para que tomase mi decisión.
En ese momento no pude hacer otra cosa
que comenzar a investigar todos los detalles del caso del asesinato, y
los incidentes en las vidas de los muchachos Holmes. También llegué a conocer
casi todas las intrigas del vecindario donde se cometió el crimen. Y mientras
observaba el comportamiento de los sospechosos, tenía la convicción de la
inocencia de los muchachos, pero no podía encontrar ninguna forma para
probarlo. Simplemente había demasiadas circunstancias que sin ninguna
explicación los señalaban como culpables. La misma conducta simple de los
muchachos, que me convencía de su honestidad, era un factor en contra de ellos.
Cuando comenzó el juicio me sentía ansioso por la falta de pruebas. Día tras
día, los fiscales ajustaban sus evidencias condenatorias corno piezas de un
rompecabezas. Luego, como el resorte veloz de un arco, el fiscal presentó como
su testigo principal a un detective que tenía una gran
naturalidad para expresarse y una forma de comunicarse irnpresionante. Una palabra tras otra repercutían en las mentes del jurado,
quienes parecían casi hipnotizados.
Una tarde, ya al anochecer, cuando el fiscal
estaba a punto de concluir su caso, el tribunal ordenó un descanso hasta
el próximo día.
Cuando se vació el salón me dejé caer
en mi silla exhausto, molido. Y
en un susurro más que con la voz dije: "Oh Dios, no permitas que se
cometa una injusticia contra estos muchachos. Deja que tu Espíritu Santo
derrame sabiduría y fuerza dentro de mí. Estamos perdidos sin Tu
ayuda".
Me quedé sentado por largo rato, sumergido
en un ambiente solemne de oración y
con la seguridad de la justicia y misericordia de Dios que aumentaba cada vez
más. El sonido de unas pisadas en la habitación
vacía me sacó del estado en que me encontraba, entonces miré en esa
dirección.
Allí estaba de pie un
perfecto extraño.
El se acercó a mí y me dijo: ''Hijo
, ¿sabías que un hombre puede conseguir un certificado y
distintivo de detective por dos dólares? Mira, áquí
está el anuncio en el periódico de savannah donde lo anuncian”.
"Bueno, ¿y qué?", me quejé
cansado. El extraño me dio
el periódico,me sonrió de forma extraña y movió su cabeza alejándose
lentamente sin responderme. Me quedé con la mirada clavada en
las palabras y mi y mi mente comenzó a reaccionar. Comencé a caminar
alrededor de la habitación mientras crecía mi emoción. ¿podía la oración ser contestada tan rápido?
En ese momento una escena pasaba por
mi mente
-una escena que había ocurrido varios
días atrás en el corredor. Fue un incidente tan
insignificante que me resultaba asombroso que pudiera recordarlo
completamente. Sucedió que cierto hombre se había acercado al testigo principal
del fiscal, al detective, y le había dicho en tono grosero:
" Jim, ¿cuando me vas a pagar
esos dos dólares que te preste?”. El próximo día en el tribunal, este
detective estaba sentado en el banco de los testigos cuando el juez
elegantemente me anunció: “Su turno para preguntar”. Su
actitud claramente indicaba que él pensaba que yo tenía el caso perdido.
Me puse de pie con una oración -y el periódico de Savannah en mi
mano . Luego para asombro de todos le pregunté al detective: ..¿Usted pidió
prestado dos dólares al señor ]ones, un tiempo atrás? Yo escuché cuando le
preguntaba a usted el otro día,que ¿cuándo se los iba a pagar?” se sorprendió. Se ruborizó y tartamudeaba. El
fiscal se puso de pie de un salto y objetó mi pregunta. El jurado me miraba
fijamente con ojos llenos de lástima y confusión. "Por supuesto que en un
caso, tan importante como éste, usted está preparado para mostrar su
certificado que lo capacita a actuar como detective", le insistí
pausadamente.
No podía pasar inadvertido el
rubor que apareció en el rostro del detective mientras me alcanzaba su
certificado. Una mirada al elegante papel grabado y su reciente fecha de
emisión me satisfizo. De pronto, parecía como si todo el poder del universo
estuviera conmigo. Presenté el “Periódico de Savannah”, ,leí el anuncio
al juez y al jurado y se loarrojé al detective que estaba completamente
avergonzado por haber tratado de pasar como un experto.
“¿Y con los dos dólares que le pidió
prestado a Jones, usted compró este certificado y la insignia!"
El detective quedó
completamente desacreditado cuando lo admitió. Nada de lo que él dijo desde ese
momento en adelante tuvo ningún efecto en el jurado. En realidad, su comunicación
impresionante ,se había esfumado y estaba apurado
por terminar con todo, salir del salón del tribunal y dejar atrás esos rostros
disgustados y burlones.
El jurado deliberó en pocos minutos.
Su veredicto: "No culpables".
Los muchachos Holmes quedaron libres.
.',
"Ilumíname
con tu Espíritu Santo", dijo el doctor Samuel Johnson.
Siempre que leo esta oración no puedo
evitar pensar en ese juicio que tuvo tanto significado en mi vida, no tan sólo porque pagó una deuda familiar, al salvar una
vida por otra; y porque evitó que dos hombres inocentes tuvieran un final
vergonzoso; y
también por haber hecho justicia a los negros del sur, sino porque desde el principio de mi carrera me enseñó a
buscar la ayuda de Dios y pedir que su Santo Espíritu me iluminara.
Durante toda mi
carrera he acostumbrado a comenzar el día en los tribunales con un clamor
silencioso. No podría imaginar un día de trabajo sin oración.
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