sábado, 30 de diciembre de 2023

ÁTALA" DE CHATEAUBRIAND 451-452

"ÁTALA"

DE CHATEAUBRIAND

"Pues bien, la dije, yo imitaré tu crueldad: ya no quiero huir. Tú me verás en el cuadro de la hoguera, oirás los gemidos de mi carne en las llamas, y te llenarás de regocijo". Átala tomó mis manos entre las suyas, y apretándomelas exclamó: "¡Pobre joven idólatra; me causas realmente compasión! ¿quieres tú que yo llore de todo mi corazón? ¡Qué lástima que yo no pueda huirme contigo! ¡ desgraciado ha sido el vientre de tu madre, oh Átala! ¡ Por qué no te echas al cocodrilo de la fuente!"

Era precisamente aquel el instante en que los cocodrilos, sintiendo la ausencia del sol, empezaban a anunciarla con sus rugidos.

Átala me dijo: "Dejemos esta gruta tenebrosa". Yo convine, y me llevé la hija de Simaghan a las faldas de los collados, que formaban golfos de verdura, avanzando sus promontorios en las sabanas. Todo estaba tranquilo, magnífico, solitario y melancólico en el desierto.

La cigüeña gritaba en su nido, los bosques retumbaban con el canto monótono de las codornices, algarabía de las cotorras, mugido de bisontes y relinchos de yeguas siminoles.

Nuestro paseo fue casi mudo. Yo caminaba al lado de Átala, y ella tenía la punta del cordel que yo le había obligado a tomar.

A veces derramábamos lágrimas, y a veces buscábamos como sonreimos: una mirada^ ya elevada al cielo, ya fijada en la tierra: un oído atento al canto del pajarillo: un gesto al ver el sol poniéndose: una mano suavemente apretada: un pecho alternativamente palpitante y tranquilo: los nombres de Chactas y de Átala dulcemente repetidos por intervalos... ¡Oh primer paseo del amor, hecho con Átala en el desierto! ¡ Cuan poderosa debe ser tu memoria, para con452

SIMÓN RODRÍGUEZ mover todavía el corazón del viejo Chactas, al cabo de tantos años

de infortunios!"

"¡Incomprensibles son los corazones agitados por las pasiones!

Yo acababa de abandonar al generoso López, y de exponerme a tantos peligros por ser libre, y en un instante, la vista sola de una mujer muda todos mis gustos, mis resoluciones y mis pensamientos. Olvidando mí país, mi madre, mi cabaña y la espantosa muerte que me aguardaba, me había hecho indiferente para todo lo que no era Átala. Sin fuerza para elevarme a raciocinar como hombre, había caído súbitamente en una especie de infancia; y lejos de poder hacer nada por mí mismo, casi habría necesitado de alguno que se

encargase de mi sueño y de mi alimento".

"En vano Átala, después de nuestras vueltas por la sabana, me instó de nuevo echándose a mis pies para que la dejase. Yo le protesté que me volvería solo al campo, si ella rehusaba el atarme al pie de mi árbol, como antes estaba. Viéndome así resuelto, no pudo menos que condescender, esperando ocasión más oportuna para convencerme"

."Al día siguiente, que fue el que decidió sobre el destino de mi vida, nuestra tropa se detuvo en un valle, no lejos de Cuscowilla capital de los Siminoles. Estados Indios, unidos con los Muscogulges, forman la confederación de los Creeks. La hija del país de las palmas, me vino a ver en el paso de la noche, me condujo a una floresta de pinos, y allí renovó sus ruegos para determinarme a la fuga.

Yo sin responder palabra, así de la mano aquella cierva sedienta, y la obligué a seguir mis pasos inciertos por la floresta. La noche estaba deliciosa. El Genio de los aires sacudía su cabellera azul, embalsamada con la aroma de los pinos, y se respiraba el suave olor de ámbar que exhalan los cocodrilos acostados bajo los tamarindos de los ríos. La luna brillaba en medio de un azul purísimo, y su luz color de perla fluctuaba sobre la movible cima de los montes.

Todo en un profundo silencio, no se percibía otro ruido que el de una armonía confusa que reinaba en el centro del bosque. Se diría que el alma de la soledad suspiraba en la vasta extensión del desierto".

"En esto, columbramos por entre los árboles un joven con una antorcha en la mano, semejante al Genio de la primavera, recorriendo las florestas para dar nueva vida a la naturaleza: y era un amante que iba a informarse de su suerte a la cabaña querida.

Si la doncella apagaba la antorcha, era signo de aceptarlo por es OBRAS COMPLETAS - TOMO II 453 poso, si por el contrario no la apagaba, y se cubría el rostro con un velo, era señal que rehusaba sus ofertas. El guerrero, dejándose

ir por las sombras, cantaba a media voz las siguientes palabras:

"Yo adelantaré mis pasos a los del día sobre la cumbre de las montañas, para sorprender a mi paloma solitaria en la rama de la floresta".

"Yo he atado a su cuello un collar de porcelanas (1): en éí se ven tres cuentas encarnadas por mi amor, tres moradas por mis. temores, tres azules por mi esperanza".

"Mila tiene los ojos de armiño: la cabellera fluctuante como un campo de arroz: su boca es una concha, su color de rosa guarnecida de perlas: sus pechos son como dos cabritos sin mancha, nacidos en un mismo día, de una sola madre".

 

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