domingo, 10 de diciembre de 2023

JULIAN Y LA BIBLIA- Emilio Martínez- España

Martínez Fernández, Emilio. Madrid, 1849 – 6.IV.1919. Novelista, periodista y divulgador protestante.

Procedente de ambientes populares madrileños, muy joven todavía, y en el marco de la libertad religiosa introducida por la Revolución septembrina y la Constitución de 1869, se convirtió a la fe reformada al oír al evangelista León B. Armstrong, destacado en Madrid por la londinense Sociedad de Tratados Religiosos, de quien fue eficiente auxiliar en la distribución de literatura protestante por la misma época en que asumía iguales funciones, con el expresado Armstrong, el luego líder obrero internacionalista Anselmo Lorenzo, convertido por entonces al Evangelio, aunque transitoriamente.

Habiendo adquirido una cierta formación humanística y teológica en el seminario establecido en Madrid por el doctor William I. Knapp, agente en España de la Unión Bautista Misionera Americana entre 1869 y 1878, y luego reputado hispanista en Estados Unidos, profesor en Yale y máximo especialista en G. P. Borrow y su obra

En el siguiente año pasó a ser redactor de El Cristiano, periódico protestante fundado y dirigido en Madrid por Armstrong.  

Fue en él donde comenzó a publicar relatos cortos y más tarde novelas por entregas, unos y otras de edificación cristiana, la más famosa de las cuales, Pepa y la Virgen, y su segunda parte, Julián y la Biblia, alcanzaron enorme difusión en España e Iberoamérica, aparte de ser traducidas a otros idiomas, hasta el punto de ser consideradas, después de la Biblia de Reina-Valera, los libros de máxima difusión protestante en lengua española entre 1874 y 1931.

 Tal éxito obedecía sin duda a la sencillez de la trama expositiva, a su fuerte carga autobiográfica, a la capacidad del autor para transmitir los más profundos sentimientos en lenguaje llano y castizo, y a haber sabido expresar mejor que nadie la experiencia de la conversión religiosa en ambientes marginales y desasistidos, muy bien plasmados en ambos protagonistas: Pepa y su hijo Julián, gente de los barrios bajos madrileños.-Fuente . Real Academia de Historia

JULIAN Y LA BIBLIA

EMILIO MARTÍNEZ FERNÁNDEZ

ESPAÑA

JULIAN Y LA BIBLIA 98

usted; por tanto, entre El, que me manda no trabajar, y usted, que me lo manda, debo obedecer a El antes.

--Pero, hombre, ¿no conoce que Dios no puede meter­se en esas cosas? ¿Qué le importa a Dios que trabaje o no? No haga daño a nadie, que trabajar no es pecado. ¿No es verdad, señor cura?

--Dios quiere--dijo el cura--que se santifiquen las fiestas. El domingo y demás días de precepto debe oírse misa.... después.... si precisa trabajar, con licencia, se puede. Julián, como es protestante....

--¡Qué es usted protestante!--exclamó el parroquiano.

-  Soy cristiano evangélico--contestó Julián.

--Pero, maestro, usted no se quiere bien. ¿No ve que todos los parroquianos lo vamos a dejar? ¡Protestante! eso, eso es lo peor, ¡eso es no ser español!

—Lo que es ser protestante—exclamó Julián algo in­cómodo—es ser más español que muchos; protestante es ser buen hijo, buen padre, buen esposo, buen amigo, y un buen creyente en Jesús.

Ustedes los católicos ro­manos menosprecian los mandamientos de Dios y se so­meten al capricho de los hombres; llaman tontos y faná­ticos a los que guardamos lo que es y creemos la voluntad de Dios, y ustedes, los despreocupados, creen en mila­gros, en bulas,' en reliquias, en infiernos con calderas de pez, en diablos grandes y chicos, en serpientes que se enroscan, en un purgatorio del que Jesús no tuvo la menor noticia, en un limbo simple, en bulas a gusto del comprador.... en todo, menos en Jesús y el Evangelio.

—Julián, Julián—dijo el sacerdote,—no hable de tal modo, porque no hace más que decir blasfemias. Al católico romano le importa muy poco ir a misa y desde allí al baile; esto en el día del Señor. ¿Y qué saca de la misa?

—Oye el Evangelio, o una parte de alguna Epístola. —Sí, ¿eh? pues suplico al señor, que es católico roma­no y que alguna misa habrá oído, que nos diga qué sabe del Evangelio que oye en la iglesia.

JULIAN Y LA BIBLIA   99

— Señores—dijo el aludido,— a decir verdad, acostum­bro a ir muy poco a misa, pero yo no sé lo que el sacer­dote dice en ella. . . ¿Está usted dispuesto a servirme? —Yo, sí, señor—contestó el vidriero;—pero por lo que toca a trabajar en domingo, no trabajo.

—¿Es decir, que por las tonterías de usted voy a sufrir el no abrir mi establecimiento el día que quiero? Vamos, Julián, sea razonable: déjese de protestantismo y traba­je, que es lo que le da de comer

 —D. Mariano, es de todo punto inútil que se empeñe en hacerme trabajar el domingo, pues por todo el dinero del mundo no lo haré.

—Pues entonces, hemos concluido. Jamás volveré a tratar con usted.

Bien, como usted guste; obedezco a mi Dios, y me basta.

D. Francisco quiso aparentemente arreglar el asunto, pero todo fue en vano. La voz de Dios, que ordenaba a nuestro amigo guardar el día de reposo y santificarle, pudo más que todo.

Minutos después, el parroquiano de Julián se marchó y lo mismo el cura.

El vidriero entró a sus habitaciones a recogerse para orar, diciendo:

— Jesús, tú me dices: «Y cualquiera que no trae su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo»

 

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