jueves, 7 de diciembre de 2023

RIOS MONTT -CAPITULO XII Dios Dio, Dios Quitó

SIERVO O DICTADOR RIOS MONTT

La Verdadera Historia del Controversial Presidente de Guatemala

 Por JOSEPH ANFUSO   Y   DAVID SCZEPANSKI

Después de mucha oración y consulta, que se prolongó varios días, finalmente se tomó una decisión. Se permitiría que Francisco Bianchi y Alvaro Contreras Valladares, ambos Ancianos guatemaltecos de la Iglesia, dejaran sus funciones y colaboraran con Ríos Montt en su nueva tarea de Jefe de Estado. Su trabajo principal sería caminar en pacto con él, hablarle abierta y honestamente con espíritu de hermanos y mantener siempre ante él, de- manera viva, los principios de las Escrituras.

También se decidió que cada lunes por la noche los Líderes de la Iglesia, junto con sus esposas, se reunirían con Efraín y María Teresa para un período de oración, estudio Bíblico y compartir informalmente como hermanos. Se esperaba de esta manera que el beneficio del pacto de hermandad que había sido tan valioso y vital para Ríos Montt al principio de su desarrollo como Cristiano, continuaría nutriéndole y protegiéndole.

Por su parte, María Teresa también estaba abierta a la amistad y hermandad Cristianas. "Siempre ha sido un poco difícil para mí", explicó. "Antes de comprometer mi vida al Señor y empezar a ir a la Iglesia "Verbo", nunca me relacioné de manera abierta con la gente. Mis relaciones fueron siempre diplomáticas. Aun con Efraín mantuve algunas reservas. Pero, lentamente, Dios fue cambiándome. Y he llegado a valorar mucho la sabiduría de mis amigas y hermanas en Cristo`".

En Abril de 1983, un año después de haber solicitado que sus hermanos Francisco y Alvaro 174   

trabajaran con él, tuvo lugar otra reunión de Líderes en la finca presidencial cerca de Escuintle. Abrumado por los graves problemas existentes, por la difícil situación económica, por las presiones de la demás gente del gobierno y de los militares que aún no se alineaban a su política y a sus intenciones, además de recientes rumores de un complot para asesinarlo, Efraín buscó el consuelo, y apoyo espiritual de sus hermanos de "Verbo". Durante dos días oraron, ayunaron y se apoyaron espiritualmente.

Carlos Ramírez explicó al respecto: "Los que estábamos cerca de Efraín vimos la batalla espiritual que afrontaba debido a su posición y sentimos la necesidad de rodearlo de oración. Vimos también que era necesario para él hacer una renovación diaria de su compromiso con Dios para obtener la sabiduría, la fortaleza y la Gracia que le permitieran sobrellevar tan difícil situación".

Y era verdad que afrontaba grandes dificultades. En la misma medida en que sus convicciones Cristianas iban surgiendo como la fuerza que guiaba a su gobierno, y conforme algunas de sus reformas se iban afianzando, igualmente la oposición iba creciendo.

 CAPITULO XII

Dios Dio, Dios Quitó

 En el día del primer aniversario del golpe de Estado que lo había llevado al poder, Ríos Montt levantó el Estado de Sitio que había decretado meses antes.

La autoridad gubernamental casi absoluta que le permitió el Estado de Sitio demostró ser muy efectiva para combatir a la insurgencia guerrillera y poner orden en la nación. El terrorismo de la izquierda y la derecha había desaparecido en la Capital, la lucha en el altiplano había cesado, el apoyo extranjero para los insurgentes había sido trasladado, al menos momentáneamente, a otros países en la América Latina.

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En muchas áreas rurales la campaña de "fusiles y frijoles" se había convertido en ambiciosos programas de trabajo y desarrollo, ampliandose a "techos, tortillas y trabajo". Cientos de escuelas y centros de salud que habían tenido que cerrar debido a la situación de conflicto, se abrieron nuevamente. Y más de cuarenta mil indígenas, desplazados y dejados a la deriva por la lucha fratricida, fueron alojados en áreas especiales en donde se les proporcionó vivienda, alimentación, cuidados médicos y trabajo.

En el frente político, Ríos Montt continuaba preparando los detalles del nuevo proceso electoral. Debido al Estado de Sitio se había prohibido toda actividad política, creándose así un receso que se consideraba necesario para reformar el viejo sistema político y dar lugar a uno nuevo. Anteriormente, un partido político necesitaba tener cincuenta mil afiliados para ser inscrito como tal, proeza que sólo los partidos bien organizados y con suficientes recursos económicos podían lograr. Pero ahora los requisitos serían únicamente cuatro mil. Por supuesto que esto representaba una amenaza para los partidos hasta entonces dominantes. Al respecto declaró:

"El problema en Guatemala es que hemos tenido un pequeño grupo de gente que se había dado cuenta que la política es un buen negocio. Los guatemaltecos somos siete millones doscientos mil, sin embargo hemos legislado sólo para doscientos mil. Más de siete millones de personas han sido explotadas para el beneficio de unos pocos".

Bajo este nuevo sistema, Ríos Montt esperaba que aún los partidos que se autoproclamaban socialistas participarían en el proceso político. En una declaración a la prensa, emitida en Febrero de 1983, dijo lo siguiente:

"Creo que siguiendo el patrón existente en muchos países, los Marxistas en Guatemala son sólo una pequeña minoría de la población. Su exclusión del proceso político les ha convertido en un mito, en figuras de héroes, impidiéndose con ello obtener una estimación exacta de su fuerza, o más exactamente, de su debilidad".

Aunque Ríos Montt repetidamente había declarado que el suyo era un gobierno transitorio y que no "ambicionaba el poder ni prolongarse en la presidencia", los pasos eran lentos en la preparación de las elecciones. Quería garantizar, declaró unas elecciones honestas, algo que su propia experiencia le confirmaba que no era fácil.

Sin embargo, para muchos políticos la apertura política caminaba muy lentamente. Les parecía como si Ríos Montt estuviese intencionalmente retrasándola. Pero él insistía que estaba retrasándola sólo para garantizar que todo el sistema electoral —desde el empadronamiento del votante hasta el recuento de los votos— fuese renovado. De otra manera, sentía, las mismas manos sucias regresarían a manejar el timón de Guatemala, o más exactamente, sus arcas nacionales.

En Mayo de 1983, en una de sus acostumbradas pláticas de domingo por la tarde, informó al pueblo que Guatemala aún no estaba lista para nuevas elecciones. Las listas anteriores de  votantes todavía no habían sido revisadas y los partidos políticos aún necesitaban más tiempo para completar sus cuatro mil afiliados mínimos. Si se deseaba hacer un cambio verdadero, ésto no podría suceder de la noche a la mañana.

Había muchos guatemaltecos a quienes el retraso no parecía molestarles.- Los habitantes de una aldea indígena, aparentemente satisfechos con las reformas presidenciales, le mandaron a decir que lamentaban que hubiera levantado las restricciones políticas tan pronto.

 

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