sábado, 2 de diciembre de 2023

“MI CORAZÓN INQUIETO “229-233

  “MI CORAZÓN INQUIETO “

POR VIENTO SOLLOZANTE

Primer Libro

MI CORAZÓN INQUIETO    229
Por favor, Dios, acompáñale cuando las gentes le llamen mestizo y peores insultos. ¡Hijo, siéntete orgulloso de lo que eres. Tú puedes disfrutar lo mejor de dos mundos. Puedes escoger; cuando crezcas podrás vivir como un indio y caminar por los senderos del bosque o podrás vivir como un hombre blanco, siguiendo las asfaltadas autopistas. Escoge lo que más feliz te haga, pero siéntete siempre orgulloso, orgulloso de llevar dos sangres por tus venas!
CAPITULO VEINTIOCHOGracias a mis hijos, podía ver la bondad y la ternura de Dios, manifestándose de tal manera que no se podrían predicar ni siquiera en mil sermones. Los niños parecen saber más acerca de Dios que nadie y escuchándoles yo podía oír a Dios que me hablaba.
Pequeño Antílope entró corriendo en la casa con los pedazos de un camioncito roto en sus pequeñas manos.
Mamá, arréglalo —me dijo.
Las ruedas se habían salido de sus ejes. Sería fácil arreglarlo, pues todo cuanto tenía que hacer era meterlas de nuevo en su sitio.
—No hay problema, te lo arreglaré —le dije, pero tan pronto como fui a tomar el juguete, mi hijo lo sujetó aún con más fuerza.
—¡Arréglalo, mamá! —me dijo sollozando.
—Hijo, para eso tienes que darme todas las piezas, si no, no me es posible arreglarlo.
De repente supe que le había estado pidiendo a Dios que "arreglase" mis problemas, pero no había entregado todos los pedazos. Ahora me daba cuenta de que tenía que entregárselo todo a él.
"Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros" (1 Pedro 5:7). No echéis una parte de vuestra ansiedad o unas pocas de ellas, sino todas.
Mi hijo me entregó las ruedas y en un segundo las coloqué en sus ejes, y el juguete quedó como nuevo y mi hijo volvió a sus juegos.
Yo no pude ayudarle hasta que no confió en mí lo suficiente como para darme todas las piezas y yo no había confiado en Dios entregándole todas las piezas de mi vida, pero lo iba a hacer.
MI CORAZÓN INQUIETO    231
Cuando colgué el cuadro que representaba a Jesús llamando a la puerta, Ciervo se quedó muy impresionado.
Más tarde, ese mismo día, se desencadenó una fuerte tormenta y un violento trueno hizo retumbar la casa, sacudiendo las ventanas. A mi hijo se le abrieron mucho los ojos, me miró y me preguntó: —¿Es Jesús que llama a la puerta?
Le expliqué que era solamente un trueno, pero no me creyó hasta que no le abrí la puerta y le enseñé que no había nadie.
¡ Cuán real es Jesús para los niños! Qué seguro estaba mi hijo de que Jesús se encontraba en nuestro pórtico. Por algún motivo, a pesar de su temprana edad, él sentía que Jesús llamaría de una forma algo distinta de los demás. Su manera de llamar sería poderosa y fuerte y hasta es posible que sonase como un trueno.
¿Sabría yo cuándo llamaba Jesús a mi corazón o me encontraría demasiado ocupada? ¿Estaba yo lo suficientemente cerca como para poder oír su mensaje, pronunciado en un susurro, o tendría que golpear a mi puerta, hasta echarla abajo, para llamar mi atención?
Ahora cuando siento una llamada en mi corazón o en mi conciencia me pregunto a mí misma "¿Será Jesús que llama a mi puerta?" "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20).
Antílope derramó su desayuno en el suelo. Ciervo Perdido cogió un lápiz de color y pintarrajeó todo el espejo. Nube intentó subirse por los cortinajes y se salieron los clavos de la pared, con las cortinas, las varillas y mi hijo, que fueron a parar de golpe y porrazo al suelo. Mientras yo intentaba colgar de nuevo las cortinas, los niños se fueron a la cocina.
Sabiendo que estaban demasiado callados, les llamé y les pregunté: —¿Qué están haciendo?
 232    MI CORAZÓN INQUIETO
Antílope respondió rápidamente: —Nada, mamá, solamente estamos intentando juntar los huevos otra vez.
Yo solté las cortinas y me fui apresuradamente a la cocina. Habían roto sobre el suelo media docena de huevos para ver si todos eran parecidos por dentro y estaban tratando de recoger los huevos crudos y resbaladizos para meterlos de nuevo en sus cáscaras antes de que yo averiguase lo que habían hecho.
Aunque yo estaba un poco molesta por haber derrochado comida buena y por el desorden, no pude evitar echarme a reír al darme cuenta de los esfuerzos que estaban realizando para ocultar su travesura, ¡pues no hay manera humana de poner de nuevo el contenido en la cáscara.
Algunas veces yo me creo problemas, y hago lo posible por solucionarlos, esperando que Dios no se dé cuenta de que he obrado mal, pero los esfuerzas que yo hago para ocultarle mis pecados son tan inútiles como los esfuerzos que estaban haciendo mis hijos por ocultarme los huevos rotos.
"Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse" (Lucas 12:2).
¡Qué orgullosa estaba yo de mi nuevo rosal! En cada rama estaban floreciendo enormes capullos, esperando convertirse en preciosas rosas.
Los niños y yo salíamos todos los días a mirar el rosal y esperábamos con ansiedad a que estuviese finalmente cubierto de flores.
Una mañana Antílope llegó antes que yo junto al rosal y yo vi cómo iba deshojando cuidadosamente las hojitas verdes que protegían las rosas y con suma paciencia iba abriendo todos los pétalos.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunté, intentando no darle la impresión de que estaba preocupada por mis flores.
Estoy intentando ayudar a las rosas para que florezcan sin hacer daño a los pétalos —me dijo muy serio.

 MI CORAZÓN INQUIETO    233
Le dije que no se podía apresurar a la naturaleza y que la rosa florecería cuando le llegase el momento.
Esa noche, mientras le arropaba en su cama, viendo lo pequeñín y frágil que era, pronuncié una oración silenciosa: Por favor, ,Señor, enséñame a ayudar a mis hijos a florecer sin dañar sus pétalos.
"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él" (Proverbios 22:6).
Hoy Pequeño Antílope ha cogido para mí algunas flores. Las tenía apretadas de tal manera que casi aplastaba los tallos y en su frente había gotas de sudor por haber estado corriendo bajo el cálido sol del verano.
—Mamá, te quiero y te he juntado estas florecitas para ti —me dijo entregándomelas.
Flores de verano
—De tal palo tal astilla —pensé sonriendo al recordar el día, hacía muchos años, cuando su padre me había entregado "flores de verano".
Le di un beso. Se necesitaba ser una persona especial para poder encontrar belleza en todas partes y hasta un semilla corriente se vuelve hermosa cuando la toca el amor.

 


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