María
Historia real por Jorge Isaacs
388-
Se apoyó en el brazo de Emma y se dirigió al rosal de enfrente á mi ventana. Luego que estuvieron cerca de él, María lo contempló casi sonriente, y quitándole las dos rosas más frescas, dijo :
— Tal vez serán las últimas. Mira cuantos botones tiene : tú le pondrás á la Virgen los más hermosos que vayan abriendo.
Acercando á su mejilla la rama más florecida, añadió :
— ¡ Adiós, rosal mío, emblema querido de su constancia!
Tú le dirás que lo cuidé mientras pude, dijo volviéndose á Emma, que lloraba con ella.
Mi hermana quiso sacarla del jardín diciéndole : — ¿ Por qué te entristeces así? ¿ No ha convenido
papá en demorar nuestro viaje? Volveremos todos los días. ¿No es verdad que te sientes mejor?
— Estémonos todavía aquí, ie respondió acercándose lentamente á la ventana de mi cuarto : la estuvo mirando olvidada de Emma, y se inclinó después á desprender todas las azucenas de su mata predilecta,diciendo á mi hermana :
Dile que nunca dejó de florecer.Ahora sí vamonos.
Volvió á detenerse en la orilla del arroyo, y mirando en torno suyo apoyó la frente en el seno de Emma murmurando :
— ¡ Yo no quiero morirme sin volver á verlo aquí!
Durante el día se halló más triste y silenciosa que de costumbre. Por la
tarde estuvo en mi cuarto y dejó en el florero, unidas con algunas hebras de sus
cabellos, las azucenas que había cogido por la mañana;
y allí fué Emma á buscarla
cuando ya había oscurecido. Estaba de codos en la ventana, y los bucles desordenados
de la cabellera casi le ocultaban el rostro.
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