JULIAN Y LA BIBLIA
EMILIO MARTÍNEZ FERNÁNDEZ
ESPAÑA
112 JULIAN Y LA BIBLIA
las ocho en punto de la noche, Julián salió de su cuarto con una Biblia debajo del brazo, y se acercó a la baranda de¡ corredor, desde donde saludó a sus vecinos.
Después les dirigió la palabra en esta forma:
—Amigos, un tanto embarazosa es para mí la situación en que me hallo al dirigiros la palabra. Os hablo por dos razones: la primera, porque me mueve a ello mi Dios para que os anuncie las nuevas de salvación que se encuentran en Cristo Jesús; y la otra, la menos importante, para poner en su lugar mi honra, que en concepto de muchos de los que ahora me escuchan, está manchada.
Parece que varios de los que estáis presentes os habéis extrañado al oír que un protestante va a hablar del cristianismo, cuando, según dicen por ahí, los protestantes somos unos herejes incrédulos que de todo dudan.
De si los protestantes creemos o no, vais a juzgar vosotros mismos oyendo de mis labios mi profesión de fe, o sea lo que, por la misericordia de Dios, yo y todos los cristianos evangélicos, a quienes vosotros llamáis protestantes, creemos. Para que comprendáis bien, escuchad con atención:
Yo Creo en Dios Padre Todopoderoso, Criador del Cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su Unico Hijo, nuestro Señor; Que fue concebido por virtud del Espíritu Santo; Nació de María Virgen; Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; Fue crucificado, muerto y sepultado; Descendió a los infiernos; Al tercer día resucitó de entre los muertos; Subió al cielo; Está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; de donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; En la Santa Iglesia Universal; En la Comunión de los Santos; En el perdón de los pecados;
En la resurrección de la carne y en la vida perdurable. Amén.
Un murmullo de aprobación y sorpresa se levantó entre la gente. Las voces que más se distinguieron fueron:
—¡Ese credo es igual al nuestro!
—¡Creen en Dios!
JULIAN Y LA BIBLIA
—¡Y en la Virgen!!!
—¡Y en que Cristo fue concebido por el Espíritu Santo!!!
—Sí, amigos míos—continuó Julián;—nosotros, es decir, los cristianos del Evangelio, creernos todo lo que está escrito en la Palabra de Dios. Cuanto dicen de nosotros es una calumnia completa. Jamás hemos dudado de la virtud de María, madre, no de Dios, porque Dios no tuvo padre ni madre, pero sí madre de Jesús, en cuanto hombre como nosotros.
Nosotros no confiamos en nadie sino en Cristo, porque sabemos que «en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos». (Hech. 4: 12.)
No confiamos en méritos que podamos hacer, porque nuestros mejores méritos sólo son «trapos de inmundicias».
No nos sometemos al yugo de Roma, porque en la Palabra de Dios no se manda que el cristiano esté sujeto a tal o cuál iglesia, sino a Cristo, y porque esta Iglesia tiraniza las conciencias obligando a creer dogmas como el de la infalibilidad papal, que nos hace ver la figura del Papa retratada en la segunda Epístola del apóstol Pablo a los Tesalonicenses, capítulo 2, vrs. 3 y 4, donde dice, hablando de la segunda venida del Señor: «No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, oponiéndose y levantándose contra todo lo que se llama Dios o que se adora; tanto, que se siente en el templo de Dios, como Dios, HACIÉNDOSE PARECER DIOS».
Nosotros los protestantes no hacemos caso de los días de vigilia, porque el mismo apóstol Pablo ha dicho: «Nadie os juzgue en comida o en bebida» (1). También sabemos, para que nos guardemos de ellos, que «algunos prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de las viandas que Dios crió para que con hacimiento de gracias participasen de ellas los fieles y los que han conocido la verdad» (2). No hacemos caso
(1) Colosenses 2: 16. (2) 11 Timoteo 4: 3,
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