miércoles, 27 de diciembre de 2023

ÁTALA - LOS CAZADORES- CHATEAUBRIAND

"ÁTALA"

DE CHATEAUBRIAND

Una multitud de animales, puestos por la mano del criador en estos hermosos retiros, esparcen el encanto y la vida. De la extremidad de las avenidas, se perciben aves solitarias embriagadas de uva, titubeando sobre las ramas de los tiernos olmos, manadas de carribuses bañándose en un lago, ardillas negras jugueteando entre la espesura de los follajes, sinsontles, palomas ele Virginia, del tamaño de un gorrión, descendiendo sobre céspedes coloreados de

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fresas, papagayos verdes con cabeza amarilla, purpúreos pico-verdes, cardenales color de fuego brincando en círculo a lo alto de los cipreces, colibrís centelleando sobre el jazmín de la Florida, y víboras cazadoras silvando colgadas de las cúpulas de los bosques, y meciéndose como bejucos.

Pero si todo es silencio y reposo en las sabanas del otro lado del río aquí, por el contrario, todo está en movimiento y murmullo. Picoteo de las aves en el tronco de las encinas, ruido de animales que marchan, roen, o trillan entre sus dientes los huesos de las frutas, bramido de las olas, débiles gemidos, sordos mugidos, dulces arrullos, llenan estos desiertos de una tierna y rústica armonía.

Más cuando una brisa viene a animar todas estas soledades, a agitar todos estos cuerpos fluctuantes, a confundir todas estas masas de blanco, de azul, verde y rosa, a mezclar todos los colores, a reunir todos los ecos; entonces sale tal estruendo del fondo de estas florestas, pasan tales cosas ante los ojos, que yo procuraría en vano describirlas a quien no ha corrido estos campos primitivos de la naturaleza.

Después del descubrimiento del Meschacebé por el padre Hennepin, y por el desgraciado La-Salle, los primeros franceses que se establecieron en Biloxi y en el Nuevo-Orleans, hicieron alianza con los Nachez, nación indiana, cuyo poder era temible en aquellas regiones. Injusticias particulares, la venganza, el amor y todas las pasiones, ensangrentaron después la tierra de la hospitalidad. Había entre aquellos salvajes un viejo nombrado Chactas (1) que por su edad, su sabiduría y su ciencia en las cosas de la vida, era el ídolo y el Patriarca de los desiertos. Semejante a todos los hombres, él había comprado la virtud con el infortunio. Sus desgracias colmaron no sólo las selvas, sino que pasaron hasta las riberas de la Francia, donde las llevó. Destinado a galeras en Marsella por una cruel injusticia, restituido a su libertad, y presentado a la corte de Luis XIV, había conversado con todos los hombres grandes de aquel siglo famoso, asistido a las fiestas de Versalles, a las tragedias de Racine, a las oraciones fúnebres de Bossuet; en una palabra, allí había contemplado este salvaje la sociedad en su más alto punto de esplendor.

Muchos años había que Chactas, vuelto al seno de su patria, gozaba de reposo; pero todavía el cielo le vendía caro este favor, pues le había privado de la vista. Una hija joven le acompañaba

(1) Que significa voz armoniosa.

OBRAS COMPLETAS - TOMO II 445

en la soledad, como Antígono guiaba los pasos de OEdipo sobre el Cytheron, o como Malvina conducía a Ossian a la tumba de sus padres.

A pesar de las numerosas injusticias que Chactas había experimentado de los franceses, él los amaba. Se acordaba siempre de Fenelón que le había hospedado, y deseaba poder servir en algo a los compatriotas de aquel hombre virtuoso. Se le presentó al fin una ocasión favorable. En 1725, un francés llamado Renato, impelido por pasiones y desgracias, arribó a la Luisiana: remontó el Meschacebé hasta los Naches, y pidió ser recibido entre los guerreros de aquella nación. Chactas lo examina, y, hallándolo firme en su resolución, lo adopta por hijo, y le da por esposa una india llamada Celuta. Poco tiempo después de este matrimonio, los salvajes se dispusieron para salir a la gran caza del castor.

El consejo de los Sachems (1) nombró a Chactas, aunque ciego, para comandar la partida, a causa del respeto que su nombre infundía a los pueblos de las selvas. Los ayunos y oraciones comienzan: los juglares interpretan los sueños: se consultan los Manitus, se hacen sacrificios de Nicociana; se queman rebanadas de lengua de Original (2), examinando si chirrían en las llamas, a fin de adivinar la voluntad de los Genios: se parte en fin después de haber comido el can sagrado, y Renato es del número. A la ayuda de las contra-corrientes, las piraguas remontan el Meschacebé y entran en el Ohio. Esto se hace en el otoño. Los magníficos desiertos del Kentucky se desplegan allí, a los ojos atónitos del joven francés. Una noche, a la claridad de la luna, cuando todos los salvajes dormían en el fondo de sus piraguas, y que la flota indiana huía ante una ligera brisa, Renato quedando solo despierto con Chactas, pide le

cuente su vida. El viejo conviene en darle gusto, y sentado con él sobre la popa de su piragua, al ruido de las olas y en medio de la soledad, le habla de esta manera:

N A R R A C I Ó N

LOS C A Z A D O R ES

Extraño destino es, caro hijo, el que nos une en el desierto.

Yo veo en tí el hombre civilizado que se ha hecho salvaje, y tú ves

(1) Viejos o consejeros.

(2) Danta.

446 SIMÓN RODRÍGUEZ

-en mí el hombre salvaje que el Gran Espíritu, sin duda por sus designios, ha querido civilizar. Habiendo entrado ambos en el curso de la vida por extremos opuestos, tú has venido a reposarte en mi lugar, y yo he ido a sentarme en el tuyo: así debemos haber visto los objetos bajo un aspecto totalmente contrario. Cual de los dos haya ganado más, o más perdido en esta mudanza, sólo los Genios lo saben; estos Genios, de quienes el menos inteligente sobrepuja en

sabiduría a todos los hombres juntos.

A la próxima luna de las flores (1) habrá siete veces diez nieves, y tres nieves más (2) que mi madre me echó al mundo sobre las orillas del Meschacebé. Poco tiempo hacía que los españoles se habían establecido en la bahía de Panzacola; pero ningún blanco habitaba todavía la Luisiana. Yo contaba apenas diez y siete caídas de hojas, cuando marché, con mi padre, el guerrero Utalissi, contra los Muscogulges, nación poderosa de la Florida: nos juntamos con los españoles nuestros aliados, y se dio la batalla sobre uno de los brazos del Maubile. Aresqui (3) y los Manitus no nos fueron favorables:

los enemigos vencieron: mi padre perdió la vida en el combate; y yo fui herido dos veces defendiéndolo. ¡Ah, por qué no bajé

yo entonces al país de las almas! (4), así habría evitado las desgracias que me aguardaban sobre la tierra; pero los Espíritus lo ordenaron de otra suerte, y yo fui llevado por los fugitivos a San Agustín.

En esta ciudad nuevamente edificada por los españoles, corría el peligro de ser destinado al trabajo de las minas de México; cuando un viejo castellano, compadecido de mi juventud y de mi sencillez, me dio asilo, y me presentó a una hermana suya con quien vivía en el celibato.

Estos virtuosos hermanos me dieron las pruebas más evidentes de un tierno cariño, se encargaron de mi educación con el mayor esmero, y me dieron maestros en todas materias; pero, después de haber pasado en San Agustín treinta lunas, de repente se apoderó de mi el disgusto de la vida social, de manera que me sentía aniquilar por grados. A veces me quedaba por horas enteras, inmóvil, contemplando las cimas de los montes distantes: otras me encontraban sentado a la orilla de un arroyuelo, que miraba tristemente correr: me figuraba los bosques que él había atravesado, y mi alma toda entera estaba transportada en la soledad. No pudiendo en fin contener el deseo de volverme al desierto, me presenté una mañana a López con mi vestido de salvaje, en una mano mi arco y flechas, y en la otra mis ropas europeas

(1) Mes de mayo.

(2) Tomando nieve por año, 73 años.

(3) Dios de la guerra.

(4) Los infiernos.

 

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