Martes, 7 de junio de 2016
200 CONTRA MILES-- LA CATEDRAL--INCENDIO VILLA HUEHUETENANGO- Dr. Horacio Castillo Galindo
Los invasores en numero de miles venían armados con fusiles Remington 63 que disparaban 15 tiros por minuto y los indigenas armados de filosos machetes y escopetas.
CONTRA
Los defensores de la Plaza eran 80 soldados y 120 milicianos de la cabecera departamental y sus aldeas. Armados con fusiles de chispa y cargados por la boca que dissparaban al máximo tres tiros por minuto. y los milicianos con sus escopetas.
________________________________________LA CATEDRAL
HORACIO CASTILLO GALINDO
8 de DICIEMBRE
1874-1974
Copyright Disclaimer Under Section 107 of the Copyright Act 1976, allowance is made for fair use for purposes such as criticism, comment, news reporting, teaching, scholarship, and research. Fair use is a use permitted by copyright statute that might otherwise be infringing. Non-profit, educational or personal use tips the balance in favor of fair us
Consecuentemente, a penas terminada la estación de las lluvias, volvió a señalarse la presencia de los revoltosos por los pueblos y caseríos del Norte del departamento, infortunadamente cuando ya las fuerzas expedicionarias del gobierno habían desamparado la cabecera departamental y la guarnición sólo podía defenderla con sus muy reducidos y precarios efectivos.
Pese
a tan incierta situación, el entusiasta párroco no desmayaba en su
labor, tratando de recobrar con el redoblamiento de sus esfuerzos y
fatigas, el tiempo que se había perdido.
Desde la segunda quincena de Noviembre, el pueblo se encontraba en estado de alarma, aunque no se interrumpieron los trabajos de construcción del templo, sino hasta la mañana del 5 de-Diciembre en que una facción de insurrectos calculada por algunos testigos en más de dos mil individuos, hizo un alarde en la cima del cerro de El Maíz (inmediato a la cabecera) retirándose sin combatir hacia el cuartel general. que tenían establecido en Chiantla-
Desde la segunda quincena de Noviembre, el pueblo se encontraba en estado de alarma, aunque no se interrumpieron los trabajos de construcción del templo, sino hasta la mañana del 5 de-Diciembre en que una facción de insurrectos calculada por algunos testigos en más de dos mil individuos, hizo un alarde en la cima del cerro de El Maíz (inmediato a la cabecera) retirándose sin combatir hacia el cuartel general. que tenían establecido en Chiantla-
El Corregidor del departamento Capitán Aquilino Gómez Calonge no se arredró por ello a pesar de las terribles amenazas que le hicieron los cabecillas de aquel movimiento por medio de dos mensajeros. A toque de clarín convocó a los milicianos de las aldeas; hizo cavar una trinchera diagonal que pasaba por el centro de la plaza y parapetó en las esquinas de los portales y entre el maderamen que aseguraba el fraguado del cimborrio, a sus mejores tiradores, recomendándoles disparar de preferencia sobre los jefes que él con el resto de la guarnición se ocuparía de sus seguidores. Ofreció a la población civil La protección de sus cuarteles, no ignorando que los asaltantes habían dado mano libre para la depredación y el saqueo, sobre todo a su numeroso acompañamiento de indígenas_
Esa noche (salvo la natural angustia V nerviosidad), todo transcurrió en calma; pero a las cinco de la madrugada (6 de Diciembre de 1869) los invasores atacaron la población por todos los puntos cardinales, procediendo antes que se intercambiara un disparo, a saquear y luego incendiar las casas, de la periferia al centro . En alguna parte he dicho ya, que tal procedimiento redundó a la postre en ventaja táctica para los defensores. En las goteras del pueblo, principalmenteton en los andurriales de El Calvario que fue por donde la irrumpió el mayor número de combatientes indígenas, la población se entregaba habitual y pacíficamente a la. elaboración del aguardiente clandestino de que se surtía el resto del departamento
Ello dio lugar a que el saqueo se complicara de una libación por así decirlo instantánea y tan generosa y, bárbara a boca de garrafones, ollas y, alambiques, que el grueso de las huestes vernáculas se incapacitó para,la lucha quedando sus elementos por tierra, con el fiiludo machete en las rodillas, o la escopeta inútil entre las desmayadas piernas, para ser pasto (entre los los hipos de la beodez y uno que otro manotazos `serinfructuosos), del infierno anticipado con que ellos mismos se gratificaron;
con lo que -pienso yo- puedeque hayan ganado alguna indulgencia
favorable a su salvación, pero que de, todos modos haya tenido que
discutirse en tribunales de otro mundo.
Los grupos de asalto que en total sumaban unos cuatro mil hombres contando desde luego con el contingente de los indígenas traídos de Uspantán, Nebaj, Chiantla y otros caseríos de la montaña, iniciaron el ataque a las seis de la mañana, ya cuando¡ el incendio ardía cercando la población por todos sus rumbos.
Traían como jefes tácticos a Justo Rufino Barrios y Serapio Cruz
(acompañado de sus hijos Felipe de y Ramón), como Generales; a los
Coroneles Vicente!Méndez Cruz, Juan de Dios Méndez (primo carnal
de Tatalapo) y Evaristo Cano Polanco y a los Capitanes Apolonio
Cabrera, Bernardo Mota y José María González (originario este último de Soloma). Venían provistos además, con el fusil más efectivo que se conocía entonces (el Rémington 63) de retrocarga y capaz de hacer quince disparos por minuto.
Gómes Calonge sólo contaba en cambio, con 80 soldados de la guarnición y 120 milicianos no adiestrados en el manejo de las armas. Su equipo consistía en 76 fusiles de chispa que se cargaban por la boca y al máximo de su rendimiento podían hacer hasta un disparo cada tres minutos. Pese a tan notoria desventaja, los facciosos encontraron desde `las primeras de cambio, no sólo el fuego algo realeado pero muy eficaz de los soldados de la guarnición, sino ,que también y principalmente, los escopetazos certeros de los tiradores parapetados en las esquinas de la "plaza y entre los andamios y parales del cimborrio en construcción- El hijo preferido del Mariscal Cruz, Ramón, cayó abatido por los mortales disparos y su cadáver quedó tendido en la plaza.
La misma mañana salieron heridos y tuvieron que dejar la acción para
ser curados en Chiantla, los Coroneles Cabrera, Mata y González_
Ello hizo que los invasores que de antemano contaban con una rápida y fácil victoria, se vieran contenidos y la acción quedara indecisa por todo el resto del día-
Las huestes que habían avanzado por el Sur y que se habían apoderado de la iglesia vieja y el convento parroquial, prendieron fuego a ambos edificios "sin importarles que se quemara Cristo", secuestrando al Padre Salazar y al anciano vicario Don Juan Bautista de Teherán a
quien obligaron bajo amenazas de muerte, a jugar el peligroso papel de
emisario entre los jefes de la facción y el Teniente Gómez Calonge.
No hay comentarios:
Publicar un comentario