Lunes, 12 de febrero de 2018
TESTIMONIO DE MARIANA
"Encontré más verdad que en la Iglesia misma.."
por Mariana
Siempre creí en
un Dios de milagros. Mi nacimiento fue un milagro: Mi madre (judía)
fue atropellada en enero de 1979, con 8 meses de embarazo. En estado de
coma 4 tuvo un parto natural, y yo nací sin un raspón. A los 15 días mi madre
murió.
Mi infancia
transcurrió en serenidad. Mi padre nos atendió a mi hermano y a mi como
reyes. En su búsqueda, se dedicó al hinduismo, a la meditación. Sin ser
esto la verdad de Cristo rescato que me crié en una atmósfera de paz...
A los 9 años mi
padre se juntó con una mujer católica, que nos hizo bautizar e ingresé en un
colegio religioso. Empecé a conocer acerca del nombre de Cristo, Maria,
tomé la comunión. Fui feliz, no tuve experiencias malas, religiosamente
hablando.
A los 15 años
empecé a participar de movimientos juveniles salesianos, parroquiales. Un
día mientras oraba caí en la cuenta de lo que había significado mi nacimiento.
Entonces me dije: "naciste para algo, no podés
vivir tu vida así nomás. No podes ser como las demás chicas. Tenés que devolverle
a Dios esa vida que te regaló". También pensaba que si mi
madre hubiese vivido yo, tal vez, no hubiese escuchado acerca del Evangelio.
Así fue que decidí hacerme monja carmelita por considerar que eran las mas
estrictas y observantes, por ende las mas entregadas. Mi Director espiritual me
llevó al Carmelo y a los 17 años entré.
Quiero aclarar
que aprendí a buscar a Dios en el silencio y la oración. No fue tortuoso,
fue hermoso. Me sentía en la gloria, levantándome a alabar a
Dios. Pero ahora a la distancia me doy cuenta de que me regodeaba
demasiado en el hábito, en la reja, en nuestras voces de ángeles, en lo que la
gente diría de nosotras ("tan jovencita, que
valiente!"). Miraba los claustros amplios y desnudos... bueno,
todo me encantaba. Le pedía a gritos a Dios que me diera vocaciones... que
todas las jóvenes encontraran lo que yo había encontrado. En mi interior
tenía un cierto aire de superioridad que me hacía creer que yo había sido
valiente por Cristo, que el mundo (llámese también a este a las parroquias) no
sabían lo que era Dios y yo si... yo sabía orar, ellos no. Y por supuesto los
casados eran cristianos de segunda.
A los tres años
y a punto de hacer mis votos temporales... algo cambió:
Por un lado
veía el palacio en el que vivíamos, inserto en medio de una villa. Esa
contradicción era muy fuerte: "si yo me hice
monja para ser pobre por Cristo ¿qué pensarán esta gente que vive alrededor
nuestro y que tiene que luchar por su pan, que yo recibo de arriba (gratis)?
¿Cuán creíble puede ser nuestro testimonio de vida?" "¿Dónde está
todo eso de Jesús el Mesías, que obraba signos y prodigios? ¿Será que eso era
en su época?", pensaba yo. "Tal
vez ahora no hace falta..."
Miraba nuestras
misas: solo iba gente pudiente. Un día, se acercó un pobre pidiendo un
colchón y como ayudarlo no era nuestra vocación, lo mandaron a Cáritas
parroquial. Pero al poco tiempo vino un gran empresario a donar plata para
el convento y todas salimos de nuestro encierro para ir a darle las gracias.
Ahí empezó mi lucha. Y la vi confirmada con la palabra de Santiago: "si entra un rico a la asamblea y entra un pobre y le
dices quédate ahí atrás ¿no estás haciendo acepción de personas?" (Santiago
2:1-4)
Cuando le
empecé a plantear estas dudas a mi Superiora, me dijo que hablara con mi
Director Espiritual. Él dijo que no quería atenderme porque yo me arrogaba
el decir cuando lo que el decía era del Espíritu Santo y cuando no, y eso era
soberbia, así que si estaba arriba de un pedestal el no podía hacer nada por mi
(decía).
Mi lucha
interior era tan pero tan intensa que la comparaba con el huerto de los Olivos.
Los que han pensado pasar sus días a la sombra de un convento y de golpe se ven
sacudidos, saben de lo que hablo. Todo me decía que el tiempo se había
cumplido. Las palabras, los acontecimientos. Yo no quería abandonar el
convento, o sí. Sé de corazón que lo único que quería era la voluntad de
Dios. Siempre me atrajo la valentía en las cosas de Dios: Abraham, por
ejemplo.
Una noche me
quedé orando en mi celda y lloraba hasta el cansancio. Tenia miedo de ser
soberbia, de equivocarme, de quedarme, de salir, de no cumplir la voluntad de
Dios. Miré al cielo repitiendo DESDE LO HONDO A TI GRITO SEÑOR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Y en ese momento se encendieron tres estrellas en el cielo; primero una,
después otra y por ultimo la tercera. Se encendieron y se apagaron. Recibí
mucha paz, sentí que la Trinidad estaba conmigo, de mi lado.
Durante todo mi
Cristianismo siempre tuve claro que las decisiones de Dios eran mas importantes
que los hombres y que por lo general el poder de la Iglesia era la figura de un
fariseo estricto y ciego. Y eso siempre me ayudó a no temer lo que se
pudiera creer de mi: que "salí porque era
inconstante" (pensó mi Director), que "era una jovencita rebelde e inmadura"...
o que simplemente "no tenia vocación para esa
vida"...
De golpe,
después de aquella noche, ya esa vida no me decía nada. Miraba los claustros,
los cantos, las ceremonias.... nada . Todo lo que antes me hacia estremecer era
nada. Decidí escribirle a un amigo sacerdote, que había sido mi consejero
fiel, un hombre verdaderamente entregado a la causa del Reino, y mi
Director me dijo que haga lo que este otro hombre me dijera, (yo quería
tomar la decisión en obediencia para evitar la carga de haber sido yo y mis
pensamientos los que tomamos la decisión).
Cuando ya todo
pintaba que me quedaría y que solo habían sido tentaciones vocacionales, yo
permanecía como defraudada. Tranquila porque no tenia que irme , pero como que
me faltaba fuego... me sentía que si me quedaba ahí iba a ser una mediocre
monjita y no una cristiana fogosa! Cabe aclarar que anteriormente yo era
de las que criticaba mas duramente la falta de observancia en el Convento, me
parecía que no éramos fieles a la Regla de Nuestra Santa Madre.
Una mañana de
esas, mientras pensaba estas cosas, me llama el Padre a quien yo le había
escrito y me dice: "Ud debe salir de ahí, lo
antes posible. Son dudas serias, esto no es poca cosa".
Esa misma mañana abandoné mis trabajos de cerámica, la Madre me dijo que me
vaya lo mas pronto posible porque no querían sufrir, que "que lástima, tal vez terminara casada..."
y "que no volviera por algún tiempo por el
convento, era muy doloroso". Junté algunas cositas y esa
misma tarde, después de 3 años de clausura, llegué al mundo.
Me daba miedo
ponerme pantalón, cruzar la calle, ir al banco. Además yo quería seguir siendo
monja , en una congregación que tuviera a los pobres por causa. Así fue
que me dirigí a varias congregaciones. En las Misioneras de la Caridad
me topé con el servicio a los pobres pero con el espíritu mas religioso, duro,
opresor que vi en mi vida. Mientras limpiaba heridas de los enfermos era
feliz!!!!!, pero entrábamos a la capilla a rezar el Rosario en inglés, de
rodillas, rígidamente, y se me oprimía el corazón terriblemente. Como la
paz es indicadora de Dios supe enseguida que no era para mi, no por el
sacrificio sino por el espíritu de opresión que palpaba ahí.
Fue así
que me topé con la vida de Foucauld y lo que mas me enamoró fue la
idea de ser cristiana en el mundo. Yo que me había considerado mas
perfecta por abandonarlo (al mundo), me di cuenta de a poco que el verdadero
campo de batalla y misión estaba en ocupar los lugares que la gente
ocupa. De hecho, Jesús dijo: "NO TE
PIDO QUE LOS SAQUES DEL MUNDO, SINO QUE LOS PRESERVES DEL MALIGNO. ESTAN EN EL
MUNDO PERO SIN SER DEL MUNDO". (Juan 17:15)
Tal vez el que
ha vivido una vida común no entienda lo que quiero decir. Pero para el que ha
vivido en una burbuja religiosa es difícil insertarse en la realidad: trabajar
en un lugar con ateos, estudiar teorías ateas...etc. Pero encontré paz en esta
decisión. Así entré en el profesorado de enseñanza primaria y Dios me hacia
triunfar de una manera única. Profesoras ateas se acercaban a decirme que
había algo especial en mi, las mejores notas... me dio un trabajo que no
busqué, etc.
Empecé a
concurrir a grupos de oración carismática. Antes me parecían poco
solemnes, ruidosos, poco recogidos. Sus cantos demasiado sencillos. Les falta
la belleza del órgano -decía yo. Dios me fue enseñando que la alabanza de
un niño que aplaude, salta y grita de jubilo es agradable a Él, cuando esta es
de corazón. Todo lo anteriormente solemne me empezó a parecer vacío de
Dios por mas hermoso que fuera. Porque no había detrás un pueblo que adoraba a
su Señor sino un coro que estaba preocupado porque la función saliera
bien.
Le pedí a Dios
que me mostrara como continuar mi vida, me presentó al que es hoy mi esposo que
hasta lleva el mismo nombre que yo. Tenemos actualmente un hermoso
bebe.
Pero mi
búsqueda es insaciable. Seguí acudiendo a Misa, orando... pero algo en
mi volvió a cambiar. Seguí sin poder unir religión con Evangelio. Empecé a
notar primero que los sacerdotes se quejan del cansancio "de 3 Misas"
(encima dos de las cuales duran 40 minutos para no cansar a la
gente). Cuando quieres hablar con ellos, hay un contestador automático
permanentemente. Mientras tanto, los que no son religiosos se despiertan de
noche para atender a sus niños, y aunque estén cansados no tienen a nadie que
haga las cosas por ellos...
Toda oración
implica un descanso, a menos que mires la Misa como un trabajo. Entonces,
te diría hermano sacerdote, que te has equivocado de profesión.
Descubrí que
había cristianos mucho mas ardientes y buscadores genuinos del Espíritu Santo
que eran laicos. Pero los sacerdotes con quienes he convivido suelen
decir que por ser sacerdotes tienen la unción del Espíritu. O sea, es
difícil que un laico pueda ser un ungido por mas que en la Escritura se dice
que todos somos sacerdotes, profetas y reyes. Ellos defienden esto, pero
en la realidad quisiera ver cuántos sacerdotes acepten que un hombre casado es
un apóstol de Cristo capaz de obrar señales por medio de Él.
Entre
muchísimas otras dudas, para mi la mas grave fue el constatar que la Iglesia
le tiene miedo al poder de Jesús y a la presencia real del Espíritu. Oras
espontáneamente... un ciego ve... y "son cosas
raras". ¿Es que no dijo Jesús ...«ESTOS SON LOS SIGNOS QUE
ACOMPAÑARAN A LOS QUE CREEN : HABLARAN NUEVAS LENGUAS; ARROJARAN DEMONIOS EN MI
NOMBRE»...? " (Marcos 16:17)
Viendo todo
esto le aplico a la Iglesia lo que tan duramente dijo Jesús: "Uds.
prefieren seguir la tradición que ustedes mismos se han transmitido que seguir
los mandatos de Dios.." (Mateo 15:6b)
Entiendase:
- Prefieren creer en la salvación a través de un
escapulario de tela que en que un cristiano -aunque no sea sacerdote- imponga
las manos en el nombre del Señor Jesús y el enfermo sea sanado.
- Prefieren adorar una custodia que dice tener a
Jesús, que recibir el poder del Espíritu.
- Prefieren respetar los horarios de silencio antes
que dar de comer al hambriento y vestir al desnudo.
- Prefieren llenar sus seminarios (recorriendo mar
y tierra para conseguir un prosélito y hacerlo 100 veces peor) que creer
que los laicos tienen un lugar de dignidad de ministros por recibir a Jesús
como Señor.
- Prefieren ser funcionarios de la religión y dar
cifras de miles de bautismos por años pero no admitir que de esos bautizados no
hay convertidos al Jesús .
- Prefieren armar grupos misioneros que lleven
estampitas y sacramentos en vez de cambiar, y redimir vidas con el poder real y
vivo de Dios.
- Prefieren creer en el milagro de un santo muerto,
que en los signos reales y visibles que obra Jesús de Nazaret a través de
quienes son cristianos “separados”.
- Atacan mas a los cristianos separados que a las
obras demoníacas de la televisión.
Hace un buen
tiempo empecé a escuchar las predicas de Guillermo Prein, pastor
evangélico, a través de la radio. Ahí me dije: "PERO
....este hombre predica con autoridad, no como los escribas!" Con
total desconfianza, pues siempre me enseñaron que los evangélicos son secta a
temer, locos alucinados, decidí seguir escuchando para encontrar errores y
dejar de escucharlo. Pero hermanos... encontré mas verdad que en la Iglesia
misma: Jesús, solo Jesús de Nazaret.
Un día, por no
encontrar alimento ni reposo en la Iglesia católica, entré sin pensar a un
templo evangélico. Temerosa... me decía: "mis
hermanos católicos me van a excomulgar...."
Hermanos.
¿Que vi?
¿Que sentí?
Esto:
- Me dieron la
bienvenida con una sonrisa llena de paz.
- TODOS sonríen
- ¡Pasaron
mas de cuatro horas y quisiera que esto no terminara nunca.!
- ¿Entonces las
primeras comunidades SI existen?
- ¿Era verdad
lo del amor fraterno?
- ¡Es mi casa!
- Acá no tengo
miedo de ser hereje.
- Acá hay un
pueblo gozoso en el Señor, que no tiene vergüenza.
- No hay caras
largas, no hay beaterío.
- Y creen en
Jesús de Nazaret sin añadidos
- Dios está en
medio de su pueblo.
¡Pero yo no
puedo ser evangélica! ¿Cómo puedo enfrentarme a mi mundo que es esencialmente
católico y decir esto?
Y comprendo que
jamás me convertiría al Evangelismo. Porque no quiero convertirme a una Iglesia
Pero si estoy convencida de que quiero ser CRISTIANA. Y he visto con
mis propios ojos que a los que los católicos llaman protestantes solo son
cristianos, de aquellos que mencionan los Hechos de los Apóstoles. Los Hechos
no mencionan la entronización de la madre de Dios, ni el sacerdocio, ni los
conventos, ni los votos, ni una custodia, ni cursos de Biblia. Los Hechos
hablan de un pueblo que se juntaba en fraterna comunión a adorar a Dios y cómo
Dios obraba maravillas y signos en todo el pueblo.
Mis hermanos
católicos, que Jesús no tenga que decir de nosotros:
TIENEN
OJOS Y NO VEN
TIENEN
OIDOS QUE NO OYEN
SON
GUIAS CIEGOS QUE GUIAN A OTROS CIEGOS
SIGUEN
TRADICIONES QUE ELLOS MISMOS SE HAN TRANSMITIDO
CUELAN
EL MOSQUITO Y SE TRAGAN EL CAMELLO
NO
ADORAN A DIOS EN ESPIRITU Y EN VERDAD
NO
ENTRAN NI DEJAN ENTRAR.
Jesús dijo que
vayamos y contemos lo que hemos visto y oído. Que no hay nada oculto que no
deba ser revelado. Otros testimonios me han aclarado mi fe. Pretendo que
mi humilde experiencia solo sirva a quien Dios ha destinado que sirva.
Amo a aquel que
busca a Jesús de Nazaret, sólo a Él, sea en la Iglesia que sea.
A EL SEA LA
GLORIA
Mariana
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