jueves, 12 de mayo de 2016
MARGARET BARBER-
EL PERFUME DE SU FRAGANCIA EN CHINA
Margaret E.
Barber
Margaret E.
Barber es un nombre bastante desconocido, no sólo en el mundo, sino también
entre los cristianos.
Fue
misionera, pero bien diferente de David Livingstone o Hudson Taylor, que
realizaron grandes cosas por el Señor. El área de su obra estuvo restringida a
sólo una pequeña aldea de la China. Ella escribió, mas no fue como Carlos
Wesley o Isaac Watts, cuyos himnos aparecen en casi todos los himnarios. Ella
amaba al Señor, pero aunque había alcanzado gran madurez espiritual, no fue
como Madame Guyon, Andrés Murray o F.B. Meyer, que dejaron muchas publicaciones
edificantes para las generaciones futuras. Se asemejaba a una pasajera
solitaria, que entró a este mundo silenciosamente en 1869 en Peasenhall,
Suffolk (Inglaterra), y que sesenta y un años más tarde partió también
silenciosamente. En su vida, ella respondió al llamado del Señor dos veces,
para dejar su familia, su tierra natal y viajar a China, un país bastante
desconocido y atrasado en aquella época. Entregó silenciosamente el mejor
período de su vida al Señor, y le fue fiel hasta la muerte.
Cuando Miss
Barber fue sepultada, un hermano citó la historia de María de Betania (Juan
12:1-8) diciendo que ella también había hecho todo cuanto pudo. Más tarde, el
hermano Watchman Nee, que no estaba presente en el funeral, y que fue
grandemente influenciado por ella en su vida espiritual, hizo la siguiente
observación: “Ella realmente se desperdició para el Señor”.
Algunos
hermanos jóvenes de China, que fueron muy ayudados por ella, se preocupaban por
su actitud y se admiraban porque no salía a dirigir reuniones y a trabajar
activamente en otros lugares.
Por el
contrario, vivía en aquella pequeña aldea donde nada acontecía. Aquello parecía
realmente un derroche.
Hasta el
mismo hermano Nee, que más tarde se ‘desperdició’ por aproximadamente veinte años
en una prisión, en aquella época la visitaba y casi le gritaba:
“Nadie conoce
tanto al Señor como usted, y su conocimiento de la Biblia es también profundo y
vivo. ¿Usted no ve las necesidades a su alrededor? ¿Por qué no hace algo? Usted
parece que vive aquí sentada sin hacer nada; está gastando su tiempo, su energía,
su dinero, todo en vano”.
Hoy, muchos años después, podemos entender su
actitud. Dios estaba plantando una semilla de vida en la China, una semilla
solitaria, humilde y oculta. El Señor hizo que brotase y fructificase
abundantemente. Pero lo más maravilloso es que Dios hizo que diese fruto más
tarde, cuando ella no podía saberlo.
Extracto
tomado del el perfume de su fragancia
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