viernes, 3 de marzo de 2023

ENFERMEROS DE LEVITA - 1944

 Domingo, 13 de mayo de 2018

 ENFERMEROS DE LEVITA
Selecciones del READER´S DIGEST
AGOSTO DE 1944
ASISTÍA  cierta anciana dama a una función religiosa cuando se sintió repentinamente enferma y fué necesario pedir a toda prisa una ambulancia. De la que llegó a los pocos minutos, descendió ágilmente un caballero regordete y de edad madura, con uniforme de ordenanza del hospital. Mientras, ayudado por el chofer de la ambulancia levantaba a la enferma para colocarla en la camilla, uno de los fieles se volvió a su vecino y le preguntó por lo bajo:
¿No es ese ordenanza Fred Grave, el vicepresidente del First Nacional Bank? ¿Qué hace en una ambulancia?
Lo que hacía aquel banquero en esa ambulancia era desempeñar uno de los muchos oficios que corresponden en la actualidad a los hombres de negocios que se han ofrecido como ordenanzas voluntarios a los hospitales. El caso relatado ocurrió, hace algún tiempo, en New Haven. En esta población de Connecticut, hay, en el Hospital de New Haven, un cuerpo de ordenanzas formado por personas notables de la localidad. Cosa semejante ocurre en muchas otras ciudades norteamericanas.
Hace un año James A. Hamilton, director del Hospital de New Haven participó a su junta de gobierno que se veía en la necesidad de clausurar un servicio por falta de personal para atenderlo. Como New Haven está situado en el centro de una extensa zona dedicada a la producción de pertrechos de guerra, el hospital se había quedado sin hombres No era posible encontrar ordenanzas, pues todos preferían trabajar en las fábricas.
Capitaneados por Fred Grave, los vecinos de New Haven acudieron a llenar las vacantes y se ofrecieron a desempeñar los servicios del hospital durante sus horas libres.
Como resultado de tan desinteresado, ofrecimiento, es hoy cosa corriente encontrar en los corredores del Hospital de New Haven a un banquero que esgrime  con denuedo la escoba, un abogado dispuesto a vaciar una escupidera o un profesor de la facultad de Yale que afeita a un paciente. No existe para ellos tareaa baja ni difícil. Los voluntarios dan baños` toman la temperatura, el pulso y la respiración, sirven comidas, recogen muestras para análisis de laboratorio, preparan a los enfermos para operaciones, friegan suelos: desempeñan, en fin, 48 oficios diferentes que varían desde hacer las camas hasta dar un champú o aplicar ua tratamiento contra los piojos.
Antes de ingresar, todo voluntario firma un documento que, en parte, reza como sigue: «Procuraré dignificar mis  servicios con sentido de responsabilidad Y comprensión, convencido de que en el cuidado de los enfermos y la salvaguarda de la salud pública no existen actos. par humildes que sean, que no queden enaltecidos por el fin que con ellos se busca ". _
T. E. Murphy en The Rotharian~

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