Domingo, 29 de mayo de 2016
LAS CELDAS DEL INFIERNO Cap. 8
Una
Revelacion Divina
del Infierno
by Mary Katherine Baxter
Queda Muy Poco Tiempo!
del Infierno
by Mary Katherine Baxter
Queda Muy Poco Tiempo!
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Capítulo 8
Las celdas del infierno
Jesús y yo nos paramos en el borde de la primera fila de celdas. El borde era de cuatro pies de ancho. Miré hacia arriba, y hasta donde podía ver, habían otros bordes en un círculo grande
alrededor de lo que parecía un pozo gigante. Alrededor del borde o el camino, habían celdas que habían sido excavadas dentro de la tierra. Estas celdas (como las celdas de cárceles) se hallaban todas en columnas, separadas solamente por dos pies de tierra.
Jesús dijo, “Este bloque de celda es de 17 millas de alto, comenzando desde el fondo del infierno. En este bloque de celda hay muchas almas que practicaban la hechicería y lo oculto. Algunos eran hechiceros, pitonizas, vendedores de drogas, idólatras, o gente mala con espíritu famillar. Estas son las gentes que han hecho las abominaciones mas grandes en contra de Dios, muchos de ellos han estado aqui por cientos de años. Estos son aquellos que no quisieron arrepentirse, que sedujeron a mucha gente y la apartaron de Dios. Estas almas han hecho mucha maldad en contra de Dios y su Pueblo. La maldad y el pecado fue su amor y pasión.”
Mientras seguía a Jesús alrededor del camino, miré hacia abajo al centro de la tierra, donde había mas actividad. Todo el tiempo había una luz que alumbraba opacamente el centro y yo podía decifrar el movimiento de muchas formas. Habían celdas hasta donde alcanzaba a ver. Yo pensé dentro de mi que los tormentos en las celdas no podían ser más horribles que los de las fosas. En todo nuestro alrededor escuché los gritos, los ayes, y llantos de los condenados en las celdas. Me comencé a sentir muy enferma. Mi corazón se llenó de pena.
Jesús dijo, “Hija, no te dejé escuchar esos gritos hasta ahora. Pero ahora quiero enseñarte como satanás viene a robar, a matar y a destruir. Aquí en el infierno hay diferentes tormentos para cada alma. Satanás administra estos tormentos hasta el Día del Juicio, hasta que la muerte y el infierno sean lanzados en el lago de fuego. También, un lago de fuego pasa a veces por el infierno.”
Según caminábamos por el borde, los sonidos aumentaban. De las celdas salían gritos fuertes. Mientras caminaba cerca de Jesús, él se paró cerca de la tercera celda. Una luz brillante alumbraba la celda por dentro. En la celda había una anciana sentada en una cilla mecedora, meciéndose y llorando como si su corazón se quebrantara. Yo no se porqué, pero me conmovió el saber que esta mujer era una persona real con un cuerpo.
La celda estaba completamente vacía con la excepción de la anciana en el sillón. Las paredes de la celda estaban construídas de un barro claro y tierra, moldeados dentro de la tierra. Estaba hecha de metal negro, con barrotes de metal, con un candado puesto. Jesús y yo teníamos una vista ilimitada de toda la celda.
El color de La mujer anciana era ceniza —carne mezclada con un toque de gris. Se estaba meciendo en el sillón. Mientras se mecia, lágrimas corrian por sus mejillas. Yo sabía, por su
expresión agonizante, que ella estaba en gran dolor y sufría de un tormento que no se notaba. Yo quería saber los cargos que la habían traído a aquel lugar. De pronto, delante de mis ojos, la mujer comenzó a cambiar su forma -primero en un viejo hombre, despues en una joven mujer, a una mujer de mediana edad y después otra vez en la anciana que había visto primero. Yo la miraba atónita mientras ella pasaba por esos cambios uno detrás de otro.
Cuando vió a Jesús ella exclamó, “Señor, ten misericordia de mi. Sácame de este lugar de
tormento.” Ella se inclinó hacia adelante en su sillón y trató de alcanzar a Jesús, pero no pudo llegar a El. Los cambios continuaron. Sus ropas también cambiaron y estaba vestida de hombre, después de una jovencita, de una mujer de edad media y como una anciana. Todos estos cambios parecían tomar unos pocos minutos. Le pregunté a Jesús, “Porqué, Señor?”
Ella volvió a gritar, “Oh Señor, déjame salir de aqui antes de que ellos regresen.” Ella ahora estaba parada en el frente de la celda, agarrándose de las barreras con puños apretados. Ella dijo, “Yo se que tu amor es real. Yo se que tu amor es verdadero, déjame salir.”
Entonces, mientras la mujer lloraba de terror, yo ví que algo estaba arrancando la carne de su
cuerpo. “Ella no es lo que parece ser,” dijo el Señor. La mujer se sentó hacia atrás en su sillón y comenzó a mecerse. Pero ahora solo un esqueleto estaba sentado en la mecedora -Un esqueleto con una neblina sucia por dentro- donde hace minutos hubo un cuerpo vestido, ahora habían huesos negros, quemados, y en vez de ojos, cuencas vacias. El alma de La mujer en congoja gritaba arrepentida a Jesús. Pero sus llantos ya no la ayudaban.
“En La tierra,” dijo Jesús, “esta mujer fue una bruja y adoradora de satanás. Ella no solamente practicó la brujería, sino que le enseñó la brujería a otros. Desde que ella era niña su familia practico las artes negras. Ellos amaron las tinieblas más que la luz.”
Las celdas del infierno
Jesús y yo nos paramos en el borde de la primera fila de celdas. El borde era de cuatro pies de ancho. Miré hacia arriba, y hasta donde podía ver, habían otros bordes en un círculo grande
alrededor de lo que parecía un pozo gigante. Alrededor del borde o el camino, habían celdas que habían sido excavadas dentro de la tierra. Estas celdas (como las celdas de cárceles) se hallaban todas en columnas, separadas solamente por dos pies de tierra.
Jesús dijo, “Este bloque de celda es de 17 millas de alto, comenzando desde el fondo del infierno. En este bloque de celda hay muchas almas que practicaban la hechicería y lo oculto. Algunos eran hechiceros, pitonizas, vendedores de drogas, idólatras, o gente mala con espíritu famillar. Estas son las gentes que han hecho las abominaciones mas grandes en contra de Dios, muchos de ellos han estado aqui por cientos de años. Estos son aquellos que no quisieron arrepentirse, que sedujeron a mucha gente y la apartaron de Dios. Estas almas han hecho mucha maldad en contra de Dios y su Pueblo. La maldad y el pecado fue su amor y pasión.”
Mientras seguía a Jesús alrededor del camino, miré hacia abajo al centro de la tierra, donde había mas actividad. Todo el tiempo había una luz que alumbraba opacamente el centro y yo podía decifrar el movimiento de muchas formas. Habían celdas hasta donde alcanzaba a ver. Yo pensé dentro de mi que los tormentos en las celdas no podían ser más horribles que los de las fosas. En todo nuestro alrededor escuché los gritos, los ayes, y llantos de los condenados en las celdas. Me comencé a sentir muy enferma. Mi corazón se llenó de pena.
Jesús dijo, “Hija, no te dejé escuchar esos gritos hasta ahora. Pero ahora quiero enseñarte como satanás viene a robar, a matar y a destruir. Aquí en el infierno hay diferentes tormentos para cada alma. Satanás administra estos tormentos hasta el Día del Juicio, hasta que la muerte y el infierno sean lanzados en el lago de fuego. También, un lago de fuego pasa a veces por el infierno.”
Según caminábamos por el borde, los sonidos aumentaban. De las celdas salían gritos fuertes. Mientras caminaba cerca de Jesús, él se paró cerca de la tercera celda. Una luz brillante alumbraba la celda por dentro. En la celda había una anciana sentada en una cilla mecedora, meciéndose y llorando como si su corazón se quebrantara. Yo no se porqué, pero me conmovió el saber que esta mujer era una persona real con un cuerpo.
La celda estaba completamente vacía con la excepción de la anciana en el sillón. Las paredes de la celda estaban construídas de un barro claro y tierra, moldeados dentro de la tierra. Estaba hecha de metal negro, con barrotes de metal, con un candado puesto. Jesús y yo teníamos una vista ilimitada de toda la celda.
El color de La mujer anciana era ceniza —carne mezclada con un toque de gris. Se estaba meciendo en el sillón. Mientras se mecia, lágrimas corrian por sus mejillas. Yo sabía, por su
expresión agonizante, que ella estaba en gran dolor y sufría de un tormento que no se notaba. Yo quería saber los cargos que la habían traído a aquel lugar. De pronto, delante de mis ojos, la mujer comenzó a cambiar su forma -primero en un viejo hombre, despues en una joven mujer, a una mujer de mediana edad y después otra vez en la anciana que había visto primero. Yo la miraba atónita mientras ella pasaba por esos cambios uno detrás de otro.
Cuando vió a Jesús ella exclamó, “Señor, ten misericordia de mi. Sácame de este lugar de
tormento.” Ella se inclinó hacia adelante en su sillón y trató de alcanzar a Jesús, pero no pudo llegar a El. Los cambios continuaron. Sus ropas también cambiaron y estaba vestida de hombre, después de una jovencita, de una mujer de edad media y como una anciana. Todos estos cambios parecían tomar unos pocos minutos. Le pregunté a Jesús, “Porqué, Señor?”
Ella volvió a gritar, “Oh Señor, déjame salir de aqui antes de que ellos regresen.” Ella ahora estaba parada en el frente de la celda, agarrándose de las barreras con puños apretados. Ella dijo, “Yo se que tu amor es real. Yo se que tu amor es verdadero, déjame salir.”
Entonces, mientras la mujer lloraba de terror, yo ví que algo estaba arrancando la carne de su
cuerpo. “Ella no es lo que parece ser,” dijo el Señor. La mujer se sentó hacia atrás en su sillón y comenzó a mecerse. Pero ahora solo un esqueleto estaba sentado en la mecedora -Un esqueleto con una neblina sucia por dentro- donde hace minutos hubo un cuerpo vestido, ahora habían huesos negros, quemados, y en vez de ojos, cuencas vacias. El alma de La mujer en congoja gritaba arrepentida a Jesús. Pero sus llantos ya no la ayudaban.
“En La tierra,” dijo Jesús, “esta mujer fue una bruja y adoradora de satanás. Ella no solamente practicó la brujería, sino que le enseñó la brujería a otros. Desde que ella era niña su familia practico las artes negras. Ellos amaron las tinieblas más que la luz.”
“Muchas veces,” dijo el Señor, “Yo le pedí que se arrepintiera. Se burló de mi y dijo, ‘Me gozo en servir a satanás. Yo le seguiré sirviendo.’ Ella rechazó la verdad y rehusó arrepentirse de su maldad.
Ella alejó a muchos del Señor, algunos de ellos están en el infierno con ella. Si ella se hubieraarrepentido, yo La hubiera salvado y a muchos en su familia, pero no escuchó.”
“Satanás
la engañó haciéndole creer que recibiría su propio reino como
recompensa por servirle. El le dijo que jamás moríria, sino que tendria
una vida con él para siempre. Ella murió alabando a satanás y llegó aquí y le pidió su reino. Satanás, el padre de las mentiras, se rió en su cara y le dijo,Ella alejó a muchos del Señor, algunos de ellos están en el infierno con ella. Si ella se hubieraarrepentido, yo La hubiera salvado y a muchos en su familia, pero no escuchó.”
‘ que yo voy a dividir mi reino contigo?’ Este es tu reino. Y la encerró en esta celda donde la atormenta dia y noche.”
“En la tierra esta mujer enseñó a muchas brujas, tanto blancas como negras, a hacer sus brujerías.
Uno de sus trucos mágicos era cambiar de una mujer joven, a una mujer de edad media o a una mujer anciana —aún en un hombre anciano. Para ella era muy chistoso hacer el cambio y asustar con su magia a las brujas menos poderosas. Pero ahora sufre los dolores del infierno, y su carne es arrancada con cada cambio. Ella no lo puede controlar ahora, y sigue cambiando de una forma a otra, pero su verdadera forma es el alma en neblina dentro de su esqueleto.
Satanás la usa para sus malos propósitos y la provoca y se burla de ella. De vez en cuando la llevan delante de satanás para ser atormentada delante de él. Yo la llamé muchas veces, y la hubiera salvado. Pero ella no me quería. Ahora ella implora y ruega por el perdón, pero es muy tarde. Está perdida y sin esperanza.
Yo contemplé a esta mujer que estaba perdida para siempre en sufrimiento y dolor, y aunque fue una mala mujer, mi corazón estaba quebrantado de compasión.
Yo dije con lágrimas, “Señor que terrible.” En ese momento, como si Jesús y yo no estuviéramos alli, un demonio marrón y sucio con alas rotas y del tamaño y forma de un oso grande, vino hacia el frente de su celda y la abrió con una llave. Estaba haciendo un fuerte alboroto para asustarla. La mujer gritó con gran terror cuando el comenzó a atacarla y a sacarla de la celda.
Jesús dijo, “Este demonio la atormenta frecuentemente.” Yo vi cuando la sacaron de la celda y se la llevaron.
“Amado Señor,” pregunté, “ No hay nada que podemos hacer?” Yo sentí mucha pena por ella. “ muy tarde!” respondió Jesús, “Es muy tarde”.
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