sábado, 4 de marzo de 2023

ALGUNAS REGIONES DEL CIELO

 Una  Revelacion  Divina
del Cielo

por Mary Katherine Baxter Después de treinta noches de experimentar las profundidades del infierno, a Mary Baxter le fueron mostradas algunas regiones del Cielo. He aquí una descripción de la belleza deslumbrante y del gozo que le espera a cada creyente en Jesucristo.

El TRONO DE DIOS

El cielo es un lugar real. Es un destino literal. No es ningún sueño efímero o visión imaginaria. Dios nos ha revelado a todos en las Sagradas Escrituras muchas de las realidades del cielo.

EL PRIMER CIELO

Primero hay un cielo atmosférico. Se trata de la atmósfera alrededor de la tierra. Es donde vuelan los pájaros y los vientos soplan. Es donde se forman los chubascos, las tormentas, la neblina, los vapores y las nubes.

 El primer cielo es el sitio al cual se refería el ángel en Hechos 1:11 cuando le preguntó a los discípulos por qué estaban “mirando al cielo”. Jesús, cuando le hablaba a su Padre, levantaba “los ojos al cielo” (Juan 17:1).

EL SEGUNDO CIELO

Luego está el cielo del espacio. Esa es la región del Sol, la Luna y las estrellas. Se menciona en muchos lugares en la Biblia, algunos de los cuales se dan aquí:

(Génesis 22:17)17 De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar;y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.

(Deuteronomio 4:19)19 sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos.

(Job 38:31-33)31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o desatarás las ligaduras de Orión?

32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?

 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dis pondrás tú de su potestad en la tierra?

(Isaías 13:10) 10Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.

(Mateo 24:29)

29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

EL TERCER CIELO

Es el destino de los justos. No obstante, se encuentra más allá de la atmósfera y del cielo estrellado. Es el lugar al que se refería el apóstol Pablo cuando escribió:

(2 Corintios 12:2 vp). “Conozco a un seguidor de Cristo, que hace catorce años fue llevado al tercer cielo El cielo, como lo utiliza la autora a lo largo de este libro, es la región de la que se habla a menudo como la presencia inmediata de Dios:

(Hebreos 9:24)

24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; El cielo es donde vive Dios. Cuando Jesús nos enseñó a orar nos dijo que lo hiciéramos al “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6:9).

En 1 Reyes 8:30, al cielo se lo llama el lugar en que vive Dios. En Salmo 11:4, se lo llama el templo santo de Dios y el lugar en que está su trono.

Allí, en el templo de la majestad divina de Dios, se revela su excelsa gloria de la manera más evidente. Es un lugar sagrado de luz, alegría y gloria. No sabemos exactamente dónde está ubicado, pero a menudo se in dica el cielo en la Biblia como que está “arriba”.

Sabemos que el Dios todopoderoso está en el cielo. Allí, el Padre y Jesucristo son el enfoque central de los santos, los ángeles y todos los seres que lo adoran.

¡Qué gloriosa compañía hay en el cielo! Allí están los ángeles, porque Jesús dijo (Mateo 18:10). “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”.

 Allí están los redimidos, pues Jesús nos prometió (Juan 14:3) “ donde yo estoy, vosotros también estéis”. Se nos dice en 1 Pedro 1:4 que se ha reservado una herencia para nosotros en el cielo que es incorruptible, inmarcesible y que no desaparecerá.

Hermanos, me entusiasmo cuando testifico acerca de mi hermosa visita al cielo. Me emociono al describir las cosas que ví y los seres que conocí.

LA ALABANZA DEL CIELO

Después que el ángel de Dios me mostró la habitación de las lágrimas, repitió el estribillo que le escuché decir tan a menudo a lo largo de mis visitas al cielo:

“ y mira la gloria de tu Dios!”

El esplendor radiante y magnífico del cielo me abrumó. Los efluvios de gloria que parecían surgir de todo lo que veía me llenaban de admiración. La belleza y gloria de esa hermosa tierra no puede ser descrita con precisión por el ojo de la mente a menos que la persona la haya visto personalmente.

En ese momento me vinieron a la mente las pala bras que una vez había yo oído citar a alguien:

La luz del cielo

Es el rostro de Jesús.

El gozo del cielo

Es la presencia de Jesús.

La armonía del cielo

Son las alabanzas a Jesús.

El tema del cielo

Es la obra de Jesús.

La ocupación del cielo

Es el servicio a Jesús.

La plenitud del cielo

Es Jesús mismo.

Según iba yo en compañía del ángel, pude percibir por todas partes gozo, paz y felicidad. Mis pensamien tos volaron hacia mi familia en la tierra, y pareció que el ángel los leyó, pues me dijo: “Tienes una misión que cumplir para Dios. Les tienes que decir a las personas de la tierra lo que hay acá arriba. Dios te está mostrando parte del cielo, aunque no todo. Ven y mira la gloria de tu Dios.”

Cuando llegamos a nuestro destino, pude oír muchas, muchas voces cantarle alabanzas a Dios. La magnífica música de los adoradores del cielo llenaba mi alma de emoción. Las expresiones de honra y gloria hacían eco repetidas veces en la vasta expansión del cielo según los serafines y los redimidos cantaban con vehemencia himnos de alabanza.

 APROXIMACIÓN AL TRONO

Mi alma se llenó de emoción y de alegría. De algún modo supe que nos acercábamos al trono de Dios.

El ángel que me guiaba se detuvo a gran distancia del trono de Dios. Pude entonces tener una visión panorámica de lo que allí ocurría. Ví la misma escena que vió Juan en la visión que describió en Apocalipsis:

(Apocalipsis 5:11)

11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, ¡Oh, moradores de la tierra, si sólo pudieran percatarse de lo que Dios tiene reservado para los que lo amamos!

Según miraba yo fijamente y con arrobamiento la escena ante mí, sucedió algo incluso más maravilloso. Pude oír a todo volumen las miles y miles de voces que alababan a Dios. Entonces, maravilla de maravillas, el ángel me permitió mirar lo que siempre había yo deseado ver, el trono de Dios.

 EL GLORIOSO TRONO DE DIOS

El trono de Dios estaba “alto y sublime” (Isaías 6:1). El río de la vida, que salía de debajo de su base, fluía con toda su belleza y pureza. La gloria de Dios opacaba el trono. Parecía como si los relámpagos, los truenos y las voces estuvieran todos alrededor del trono. Juan, al describir una visión que tuvo del cielo, dijo: (Apocalipsis 4:5)5 Ydel trono salían relámpagos y truenos y voces;y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.

Vi un arco iris encima y alrededor del trono, “semejante en aspecto a la esmeralda” (Apocalipsis 4:3). Los brillantes y magníficos matices del arco iris se mezclaban y producían colores intensos y deslumbrantes.

Se trataba de algo diferente de cualquier cosa que jamás hubiera yo visto en la tierra. Los variados colores de luz resplandeciente significaban gloria y poder. Salían del trono llamaradas de esplendor. Rayos de gloria irradiaban de él.

¡Gran parte del cielo parece transparente y esos gloriosos rayos que salen del trono están llenos de una luz que se refleja en todo el paraíso!

No sé cuánto tiempo permanecí en este anfiteatro celestial, pero me sentí abrumada de admiración.

Pensé acerca de los miles que habían venido al cielo y de los muchos miles que vendrían aún. Pensé en la santidad de Dios, en la pureza de su majestad y en la perfección de su Palabra.

Grité en voz alta: “ Dios, qué maravilloso es contemplar tu gloria, tu majestad y tu poder!”

Como antes, el ángel del Señor me dijo: “Ven conmigo. Hay muchas otras cosas en el cielo que quiero mostrarte.”

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