EL CABALLERO DE “LA MANCHA” Y SU BELLA
MELINA AZUCENA
Por el autor del blog, un huehueteco apasionado por lo de antaño.
Quién dedica esta historía al Padre Eterno, a mi Salvador Jesucristo y al Santo Espíritu
Escribo esto para “alegrarme” un mediodía del Sábado 4 de Marzo del año del Señor de 2023
Sucedió una vez, allá en los tiempos de Maricastaña, que en un país lejano, vivía un hombre, con el corazón lleno de justicia e integridad. Cuando niños leíamos en nuestros libros de cuentos, que estos héroes tarde o temprano, conocían a una hermosa dama, y en ambos corazones surgía un amor tanto dulce como también apasionado. Resulta que este relato no es la excepción y por tanto el protagonista de esta historia, conocido como Caballero Peregrino, conoce a una bella dama llamada Melina Azucena.
Tampoco puede faltar el personaje siniestro, con un alma envidiosa y perversa conocido como Maklovio Judas.
Caballero Peregrino gustaba de llevarle una azucena todos los sábados del año a su amada Melina, luego tomados de la mano, y llevando una pequeña cesta con alimentos y fruta, paseaban por el bosque cercano.
Al atardecer contemplaban el ocaso del sol, y después se despedían jurándose amor eterno. Esta bella pareja de enamorados, ignoraba que Maklovio Judas, veíalos pasar muy enamorados, y su corazón ardía de ponzoña hacía el Caballero por ser favorecido con el amor de Melina. Un día, Maklovio Judas, invitó al caballero peregrino a conocer un pequeño castillo en venta, y por lo tanto quería recibir un buen consejo, en cuanto a la compra-venta del mismo. El caballero peregrino sin sospechar el ardid de su astuto y falso amigo, acompañole a conocer la propiedad. Estando allí Maklovio Judas, le asestó tremendo golpe de forma traicionera en la cabeza al caballero, y luego lo enlazó a su caballo, y de la forma más cruel e inhumana, se dio a la tarea de arrástralo por los contornos. Los vecinos de alguna forma se dieron cuenta, y acudieron prestamente en auxilio de la víctima. El malvado Maklovio Judas huyo en su caballo velozmente, mas la justicia divina hizo que una serpiente en el camino, espantase al caballo, quien al encabritarse de manera brusca lanzó al malvado a un precipicio cercano.
Los vecinos y amigos llevaron al Caballero a una hacienda amiga, donde pasaron unos meses para que las heridas del paciente sanasen. Sin embargo el antes agradable rostro del peregrino, ahora era cubierto por una horrible cicatriz y una oscura mancha.
Esta situación sumió en profunda tristeza al noble caballero, quien pensaba que ahora su dulce Azucena, ya no lo amararía.
Un día de tantos Caballero Peregrino, desapareció silenciosamente, y decidió ir a servir con su espada en las cruzadas, para recuperar junto a los ejércitos cristianos el Santo Sepulcro.
La bella Melina, quien no había podido ver en la recuperación a su amado, el día que pensaba visitarlo, al llegar solo encontró una nota de despedida. El dolor para ella fue inmenso, al leer que Peregrino estaba dispuesto a morir allá en las lejanas tierras bíblicas.
Pasaron los días, y ella fue sumida en profunda depresión, cayó en cama, no quería probar “bocado”, cada día estaba más débil, y parecía que su fin estaba próximo.
Por su parte el Caballero, empezó a extrañar profundamente a su amada, la soñaba todas las noches, y que ella lo llamaba con dulce voz. ¿Pero qué podía hacer? ¿Regresar con esa cara llena de horribles costras de cicatrices? ¿ Exponer a su amada Melina a las burlas de ser la futura esposa del caballero de la costra y de la mancha?
Una noche, a la luz de la hoguera, el caballero se disponía a dormir, cuando vio llegar a un anciano, quien le pidió un poco de comida. El Peregrino Caballero prefirió quedarse con el estomago vació y entregarle lo que él había cazado en horas de la tarde. El anciano aceptó los alimentos y después fue a recostarse debajo de un árbol. Peregrino le ofreció de la manera más amable la única cobija que llevaba con él. Un par de horas más tarde, ambos dormían profundamente.
En sus sueños Caballero Peregrino escuchaba una voz que le decía:
—“He visto tu corazón que es noble, y ahora mismo sé cuanto sufre tu amada Melina por ti. Al despertar deberás lavar tu rostro en la cascada más cercana, y luego regresar a casa…”—
Peregrino despertó muy emocionado, y como ya amanecía, fue de prisa a lavarse a donde se le indicaba según el sueño. El anciano no apareció por ninguna parte, por lo qué no pudo hablar con él.
Caballero emprendió el regreso, y al tercer día por fín llegó al lugar donde vivía la doncella Melina, en casa de una tía. Solicitó verla, y le pidió perdón por no estar con ella, y por su temor a ser rechazado. La hermosa Melina le expresó que ella lo amaba aunque él tuviese el rostro desfigurado y que estaba dispuesto a casarse con él. Quedaron al otro día de verse.
Esa misma noche, el anciano que había hablado con Caballero Peregrino, solicitando alimento y abrigo, volviole a aparecer en sueños, con un mensaje del Cielo.
—Caballero que honras la Verdad y la Justicia, mañana al salir el sol, serás otro hombre…bienaventurado seas…”—
¡Y así fue! Al despertar, la fea costra , había caído y en su lugar se veía una piel fresca y radiante, como si nunca su rostro hubiese sido herido.
Muy contento Peregrino fue a buscar a su amada Melina, con la certeza que ella un día antes le había confesado su amor. Grande fue la sorpresa, alegría y felicidad de Melina al ver a su amado con su rostro sanado y restaurado como cuando lo conoció. Y al igual que los bellos cuentos de antaño, su Amor fue intenso, sólido y para siempre.
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