miércoles, 26 de abril de 2017
TORTURADO POR SER DISCIPULO DE CRISTO-Richard Wurmbrand
Una
relación de los sufrimientos y testimonio
de la Iglesia Subterránea en los países tras
la Cortina de Hierro.
Traducido
y adaptado por
CARLOS A.
MORRISMi ministerio con los rusos
El remordimiento de mi pasado ateo me hizo anhelar desde el primer día de mi conversión el testificar de mi fe a los rusos. Ellos son un pueblo criado desde la infancia en el ateismo. Mis deseos de alcanzar a los rusos para Cristo se han cumplido. Su cumplimiento comenzó en los años del Nazismo, pues había muchos prisioneros de guerra rusos en Rumania, entre los cuales podíamos hacer nuestra obra.
Fue una
labor conmovedora y dramática. Jamás olvidare mi primer encuentro con un
prisionero ruso, quien me contó que era ingeniero. Le pregunte si creía en
Dios. Si me hubiera dicho “no”, no me habría importado tanto, pues que cada
hombre tiene el derecho de creer o no creer. Pero ante mi pregunta si creía en
Dios levanto sus ojos sin comprender y me respondió: “Mis superiores militares
no me han dado ninguna orden para creer. Si tuviera una orden, creería”.
Las
lágrimas corrieron por mis mejillas, y sentí como si el corazón se destrozara
dentro de mí. Allí, frente a mi, había un hombre cuya mente estaba como muerta.
Un hombre que había perdido el don más preciado que Dios concede al ser humano:
tener su propia personalidad. Era solo un instrumento, con el cerebro lavado,
en manos de los comunistas, dispuesto a creer o no, según se lo ordenaran. No
tenia capacidad de pensar por si mismo. ¡Era un ruso típico después de tantos
años de dominación comunista! Después del impacto de ver lo que el comunismo
había hecho con los seres humanos, prometí a Dios dedicar mi vida a esos
hombres, para ayudarles a recuperar su personalidad y llevarles a la fe en Dios
y en Jesucristo.
No
necesite ir a Rusia para alcanzar a los rusos.
A partir
del 23 de agosto de 1944, un millón de soldados rusos entraron en Rumania, y
poco después los comunistas llegaron al poder en nuestro país. Entonces comenzó
la horrenda pesadilla, ante la cual el sufrimiento bajo el Nazismo parecía poca
cosa.
En ese
momento en Rumania, que ahora tiene diecinueve millones de habitantes, el
Partido Comunista tenía solamente mil miembros. Sin embargo, Vishinsky,
Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, irrumpió en la oficina
de nuestro muy amado rey Michael I, golpeo en la mesa con los puños y dijo:
“Ud. debe nombrar comunistas para el gobierno” Nuestro ejercito y policía
fueron desarmados y así, por la violencia, y odiados por casi todos, los
comunistas llegaron al poder. Esto sucedió con la pasiva cooperación de los
gobernantes ingleses y norteamericanos de aquel tiempo.
Los
hombres son responsables ante Dios no solamente por sus propios pecados sino
también por los de su nación. La tragedia de todos los países cautivos
constituye una responsabilidad en los corazones de los cristianos ingleses y
norteamericanos. Los norteamericanos deben saber que en algunas oportunidades
han ayudado, sin darse cuenta, a que los rusos nos hayan impuesto regimenes de
terror y muerte. Los norteamericanos deben expiar estas faltas, ayudando a los
pueblos cautivos para que llegue hasta ellos la luz de Cristo
El idioma del amor y el idioma de la seducción son la
misma cosa
Una vez que
los comunistas estuvieron en el poder, habilmente pusieron en práctica sus
métodos de seducción para conquistarse la iglesia. El idioma del amor y de la
seducción son idénticos. Tanto el que desea a una joven para hacerla su esposa,
como el que solo la desea para tenerla una noche y después desecharla, dicen:
“Te quiero”. Jesús nos enseño a distinguir entre el lenguaje de la seducción y
el del amor, como también a discernir a los lobos con piel de oveja de las
verdaderas ovejas.
Cuando
los comunistas consiguieron el poder, miles de sacerdotes, pastores y ministros
no supieron distinguir entre ambas voces.
Los
comunistas convocaron un Congreso de todos los grupos cristianos, en el
edificio de nuestro Parlamento. Asistieron unos cuatro mil sacerdotes y pastores
que eligieron nada menos que a ¡Jose Stalin como Presidente Honorario de dicho
Congreso! Al mismo tiempo el era el Presidente del Movimiento Mundial Ateo, y
un asesino en mesa de los cristianos. Uno tras otro, obispos y pastores se
levantaron en aquel recinto para declarar que el comunismo y el cristianismo
fundamentalmente son lo mismo y que por lo tanto podían coexistir. Un ministro
tras otro ensalzo al comunismo y aseguro al nuevo gobierno que podría contar
con la lealtad de la Iglesia.
Mi esposa
y yo estábamos presentes en el Congreso. Ella, que estaba senta
da cerca de mi,me dijo: “¡Richard, levántate y limpia la cara de Cristo de tanta vergüenza!
Están escupiendo en su cara”. Le dije: “Si lo hago, pierdes a tu esposo”. Ella
respondió: “No deseo tener a un cobarde por esposo”.
Entonces
me levante y hable a los congresistas, alabando no a los asesinos de
cristianos, sino a Dios y a Su Hijo Jesucristo, afirmando que nuestra lealtad
se debía en primer lugar a El. Los discursos de aquel Congreso eran difundidos
por radio, así es que se pudo escuchar el mensaje de Cristo en todo el país,
proclamado desde la misma tribuna del Parlamento Comunista. Después tuve que
pagar por semejante temeridad, pero había valido la pena.
Los dirigentes de las Iglesias
Protestantes y Ortodoxa competian entre si en su afán de ceder al comunismo. Un
obispo ortodoxo coloco el emblema de la hoz y el martillo en sus vestiduras
eclesiásticas y solicito a sus sacerdotes que no se dirigieran mas a el como
“Su Señoría”, sino como “Camarada Obispo”. En otra oportunidad asistí al
Congreso Bautista en el pueblo de
Resita, que se efectuó bajo la sombra de la bandera roja, donde todos se
pusieron de pie al entonarse el himno nacional de la Unión Soviética. El
presidente de los Bautistas declaro que Stalin no hizo más que cumplir con los
mandamientos de Dios, y lo alabo como un gran maestro de la Biblia.
Algunos
sacerdotes, como Patrascoiu y Rosianu fueron
más directos, convirtiéndose en miembros de la Policía Secreta. Rapp obispo auxiliar de la Iglesia Luterana en
Rumania, comenzó a enseñar en el seminario teológico que Dios había dado tres
revelaciones: una a Moisés, otra a través de Jesús, y una tercera a través de
Stalin que superaba aun a la anterior.
Debo
aclarar que los verdaderos bautistas, por quienes siento un verdadero aprecio,
no estaban de acuerdo y mantuvieron intacta su fe en Cristo, sufriendo mucho a
causa de ello. Sin embargo, los comunistas “eligieron” a sus dirigentes y los
bautistas no tuvieron mas remedio que aceptarlos. La misma condición se
mantiene hoy en las altas esferas de dirección religiosa.
Aquellos
que se convirtieron en siervos del comunismo en lugar de siervos de Cristo,
comenzaron a denunciar a los hermanos que no se unían a ellos.
Así fue como los cristianos rusos formaron una Iglesia
Subterránea después de la revolución rusa. La ascensión al poder del comunismo
y la traición de fatuos dirigentes de la Iglesia
Oficial nos obligo a fundar también en Rumania una Iglesia Subterránea que
fuera fiel a su fe, que predicara el Evangelio y que ganara a los niños para
Cristo. Los comunistas prohibieron todo esto y la Iglesia Oficial consintió.
Junto con
otros comencé una obra secreta. Exteriormente yo mantenía una posición bastante
respetable que nada tenia que ver con mi verdadera obra clandestina, pero que
me servia de pantalla para ocultarla. Yo era pastor de la Mision Luterana
Noruega y al mismo tiempo era el representante del Consejo Mundial de Iglesias
para Rumania. (Cabe destacar que en Rumania no teníamos la más remota idea que
esa organización algún día podría cooperar con el comunismo. Por aquel entonces
se dedicaba a mantener programas de ayuda en nuestro país.) Estos dos títulos
me dieron una buena reputación ante las autoridades, que nada sabían de mi obra
clandestina.
La misma
tenia dos facetas
La
primera era nuestro ministerio secreto entre el millón de soldados rusos.
La
segunda faceta era nuestro ministerio subterráneo al esclavizado pueblo rumano.
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